De vuelta a la realidad

12/05/1998
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>El ex-presidente Fernando Belaunde Terry, en un acto interno de su partido Acción Popular, hizo un llamado a las Fuerzas Armadas para impedir la reelección del presidente Alberto Fujimori, ezhortándoles a desconocer la Constitución aprobada por el actual mandatario, y reimplantar la de 1979, promulgada por un gobierno castrense. Las reacciones no se han hecho esperar. Fernando Rospigliosi, conocido analista de la institución castrense, en su columna de opinión del diario La República (7 mayo), abordó el tema en los siguientes términos Lima.- El llamado del ex presidente Fernando Belaunde para plasmar una concertación cívico militar y retornar a la democracia, constituye una saludable vuelta a la realidad, en medio de las toneladas de parloteo insustancial de los últimos tiempos. En realidad, este es un antiguo tema de discusión. Desde 1992, todos los que no están a favor del régimen autoritario impuesto por un golpe han venido discutiendo cómo acabar con él. Los más ingenuos pensaron al principio que se trataba sólo de gente bien intencionada, que quería poderes extraordinarios para resolver los problemas del país. Incluso la reelección de 1995 fue tomada por algunos como una suerte de premio o compensación que se autoconcedían los golpistas. Es recién desde fines de 1996, cuando aprobaron la ley interpretativa para permitir otra reelección de Alberto Fujimori, cuando ha quedado en evidencia para todos que la cúpula cívico militar pretende permanecer indefinidamente en el poder. Eso, que para algunos fue obvio desde el golpe de 1992, buena parte de la oposición tardó más de cuatro años en entenderlo. Pero aún hoy existe confusión sobre cómo deshacerse de la camarilla enquistada en el poder. Fernando Belaunde, con la lucidez que conserva intacta a los 85 años, nos lo ha recordado con toda claridad. Las FF.AA. tienen que deshacerse de la cúpula de Vladimiro Montesinos y Nicolás Hermoza, y retornar a la institucionalidad. Si eso ocurre, Alberto Fujimori no podrá reelegirse pues su fuerza no radica en su carisma o su respaldo en la población, sino en el apoyo de los servicios de inteligencia, convertidos en el principal instrumento de dominación política y en las FF.AA., que son el sustento indispensable de esos servicios de inteligencia y del gobierno. El asunto es que el sistema de control que Montesinos y Hermoza han establecido sobre las FF.AA. es complejo y enmarañado. No se trata solamente de que han barrido con gran parte de la oficialidad más destacada e institucionalista, y que mantienen al resto sometida por el chantaje y el miedo, sino que han establecido y permitido una extensa red de corrupción. El negocio de la Defensa Civil El domingo pasado, el diario El Comercio publicó una nueva entrega de lo que parece una serie interminable sobre Defensa Civil, aportando nuevos datos sobre más empresas constituidas por testaferros de compañeros de promoción de Vladimiro Montesinos y del ex jefe del Indeci, el general Homero Nureña. No hay una estadística completa, pero aparentemente todas o casi todas las obras que realizó Defensa Civil, entregadas por supuesto a dedo y sin licitación, fueron a parar a manos de militares, ya sea directa o indirectamente. Y en este caso estamos hablando sólo de decenas de millones de soles, peanuts (maníes) como dicen los norteamericanos. La plata grande se la llevan los que realmente están en el cogollo de la camarilla que gobierna. Pero lo que muestra lo ocurrido en el Indeci es que existe una extensa red por la que se beneficia a un sector relativamente amplio de militares, que no son sólo estrictamente los allegados a Montesinos y Hermoza. Y que lo hacen de una manera en apariencia legal y hasta "honrada". Es decir, para compensar los ridículamente bajos sueldos que reciben los militares, les brindan esas "oportunidades". En otras palabras, es una forma de subsidio que se convierte en un mecanismo de control. Pues hoy día en el Perú es muy difícil que un militar se gane honradamente la vida dedicándose íntegramente a su profesión, como debería ser, sino que está obligado a "recursearse" para poder subsistir. Y eso no es fácil en el Perú de Fujimori. Aquí aparecen entonces "cachuelos" como los del Indeci. La cúpula no sólo los permite, sino los incentiva. Lo del Indeci es sólo un ejemplo, pues existen muchas otras modalidades. Los militares en retiro al frente de los gobiernos regionales o las obras que realiza el ejército son algunas, para no mencionar palabras mayores como la Caja de Pensiones Militar Policial o las compras de armas de los últimos tres años. En suma, la cúpula cívico militar ha establecido un sistema perverso que combina salarios de hambre, con los cuales es imposible subsistir, e ingresos extras que ellos controlan y distribuyen a voluntad. De esta manera se aseguran el sometimiento de la oficialidad de las FF.AA. Aquel que no acepta esas reglas, tiene que irse porque no puede subsistir, o es pasado forzosamente al retiro. Sin embargo, existen sectores institucionalistas en las FF.AA., a los cuales se ha dirigido el presidente Belaunde, que a lo largo de estos años han tratado -sin éxito- de apartar a sus instituciones de la política y de la corrupción. En algún momento lo conseguirán.
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