Claves del Paraguay hoy
14/12/2005
- Opinión
Una transición inconclusa
En 1989, tras el golpe de Estado que derrocó al Gral.
Strossner, se inauguró en Paraguay un proceso de transición
hacia la democracia aún no concluido que ha presentado
momentos de expansión y otros de retroceso. El primero,
vivido durante los primeros seis años donde se dieron
cambios importantes como el ejercicio de la libertad de
expresión, la posibilidad de competir en elecciones
progresivamente transparentes, la ratificación de casi todos
los convenios, pactos, protocolos y tratados internacionales
que garantizan los derechos de las personas, la sanción de
una Constitución Nacional democrática, y de una legislación
nacional que fue incorporando garantías ciudadanas,
impulsadas por organizaciones de la sociedad civil.
Sin embargo, ha habido aspectos que no han avanzado, como la
vigencia de los derechos económicos, sociales y culturales,
el cumplimiento de la legislación nacional e internacional
de derechos humanos, la alternancia partidaria en el
gobierno, entre otros.
Desde 1947, ha sido el Partido Colorado -el mismo al que
pertenece el dictador Alfredo Strossner- quien gobierna el
país gracias a un sistema de control basado en la prebenda
de favores y cargos públicos. Los presidentes, que se han
sucedido desde entonces, han hecho muy poco por disminuir
las brechas de pobreza y desigualdad y han llevado al
Paraguay a una serie de crisis del sistema financiero, de
quiebres políticos, y fragmentación social, que han
sumergido a la población en la desesperanza.
El primer presidente de la transición fue el Gral. Andrés
Rodríguez en el período de 1989 a 1993 (ex consuegro del
Gral. Alfredo Strossner y autor del golpe de Estado que lo
derrocó). Rodríguez fue el presidente de la apertura
política que instauró las principales libertades públicas y
la modificación de la Constitución Nacional. Le siguió el
presidente Juan Carlos Wasmosy (1993 a 1998), cuyas
políticas favorecieron una crisis económica que acabó con el
sistema financiero nacional, ocasionando el quiebre de la
mayoría de bancos nacionales y despojando de sus ahorros a
un sector de la población, cortando el círculo crediticio-
productivo, que ocasionó el cierre de numerosas empresas y
un aumento del desempleo y la economía informal.
Entre 1998 y 1999 fue Raúl Cubas, delfín del Gral. Lino
Oviedo, quien asumió el poder Ejecutivo. Una de sus
primeras medidas fue liberar al Gral. Oviedo de manera
ilegal en contra de las resoluciones de la Corte Suprema de
Justicia, lo que produjo un quiebre institucional que, junto
con el asesinato del Vicepresidente Argaña, atribuido a
Oviedo, desembocó en una movilización ciudadana que acabó
forzando la renuncia del presidente y la huída del Gral.
Oviedo del país.
Tras el exilio concedido a Raúl Cubas en Brasil, éste fue
reemplazado en el cargo por Luís Ángel González Macchi (1999
a 2003), segundo en el orden de sucesión constitucional, por
ser presidente del Congreso. González Macchi inició una
época de desgobierno y corrupción que profundizó la crisis
social, económica y política, y en la que se alcanzaron los
niveles más altos de pobreza y desigualdad.
Crisis social y económica
En el 2003 asume Nicanor Duarte Frutos como presidente de un
país sumido en una profunda crisis social y económica.
Logra estabilizar la macroeconomía y mejorar la recaudación
fiscal disminuyendo la evasión impositiva, aunque eso no se
percibe en los bolsillos de la ciudadanía, ni en la
generación de empleo, ni en la mejora de políticas públicas
sociales. En cambio, mantiene su liderazgo mediante un
estilo populista y autoritario a través de vehementes
discursos, en los que realiza promesas de progreso y
bienestar, mientras procura un cambio de la Constitución,
para lograr su reelección y se candidatiza a presidente de
la junta de gobierno de su partido, en abierta oposición a
lo que prevé la legislación nacional.
En este escenario de crisis, una de las claves que
encontramos es la pobreza y la desigualdad, cuyos
indicadores han aumentado pasando del 30,3% en 1995 al 39,2%
en el 2004 (2.232.868 personas) (EPH, 2004). La inequidad
de los ingresos de la población es uno de los factores que
han contribuido al aumento de la pobreza ya que “en 2003, el
10% más rico de la población concentraba el 43,9% de los
ingresos, mientras que, en el otro extremo, el 40% de la
población más pobre solo alcanza a percibir el 9,6%. En
2003, en promedio el ingreso del 10% más rico es 47 veces
más que el ingreso del 10% mas pobre” (Bogado, 2005:352)
Otros factores que explican la pobreza es la desigual
distribución de la tierra en el sector rural donde el 1% de
los propietarios concentra el 77% de la tierra (Censo
Agropecuario, 1991) y la ausencia de empleos. El desempleo
alcanza al 10,9% de la población y el subempleo al 24,2%,
afectando especialmente a mujeres y jóvenes (EPH, 2004). El
menor nivel de actividad y mayor desempleo de las mujeres
pobres está muy relacionado a la división del trabajo por
sexo, siendo el empleo doméstico el que ocupa al 25% de
mujeres de la población económicamente activa, y que tiene
una muy baja remuneración.
Las políticas de reducción de la pobreza no han conseguido
disminuir los indicadores, y la insatisfacción social
aumenta. A esto se suma la persecución que desde el Poder
Judicial, especialmente desde la Fiscalía General del
Estado, se hace a los sectores organizados más empobrecidos,
en una reinstalación de una política de criminalización de
la protesta social, y una administración de justicia
favorable a las personas con mayor influencia y poder
adquisitivo. Especialmente, las ocupaciones de tierras
rurales y urbanas y las movilizaciones campesinas han sido
objeto de represión y encarcelamientos masivos. Esta sería
otra del claves para leer al Paraguay.
Actualmente se encuentra en marcha una contrarreforma del
sistema penal, que, bajo el argumento de la inseguridad
ciudadana plantea modificaciones al Código Penal, Procesal
Penal y Penitenciario, buscando endurecer las condenas a
ciertos delitos y limitar más aún las garantías y derechos
de las personas, restringiendo el acceso a la justicia y al
debido proceso.
En el 2004 el presidente Duarte, buscando controlar los
otros poderes del Estado, impulsó un juicio político, con el
apoyo del Parlamento, a cinco de los nueve ministros de la
Corte Suprema de Justicia por supuestos hechos de
corrupción. Dos de ellos renunciaron antes del juicio, dada
la falta de garantías, y otros tres siguieron en proceso y
fueron finalmente separados de sus cargos. Posteriormente
se conformó la nueva Corte Suprema con una mayoría de
miembros del partido gobernante designados por el presidente
Duarte, incluyendo a la primera mujer ministra, que tendrán
que decidir sobre temas sensibles para la permanencia del
Estado de derecho.
Entre el MERCOSUR y EE.UU.
La tercera clave que citamos es la política exterior de
Paraguay. Respecto a las relaciones internacionales el
gobierno de Duarte Frutos ha tenido una estrategia oscilante
entre el bloque MERCOSUR y el gobierno norteamericano. Con
el primero, y especialmente con Brasil, solicitando el
reconocimiento de las asimetrías al interior del mismo,
buscando mayores oportunidades de comercio y renegociando
los tratados de las hidroeléctricas.
Con el segundo, aumentando la cooperación no reembolsable
norteamericana, profundizando los ejercicios militares y la
presencia de tropas norteamericanas en el país, instalando
una oficina del FBI, donando terrenos para las oficinas de
la DEA, firmando un Plan Paraguay (similar al Plan Colombia
pero adecuado a la realidad paraguaya) del que todavía se
desconoce su contenido y alcance, etc. En este marco, es de
resaltar la visita del Ministro de Defensa norteamericano,
Donald Rumsfeld, que remarca el acercamiento estratégico
entre los dos países, basado en una agenda de seguridad más
que de comercio.
Esta política oscilante trata de generar una dinámica de
beneficios crecientes al situarse entre dos polos de interés
y negociar sobre las ventajas que unos y otros le
proporcionan.
La ciudadanía expectante
El comienzo de la transición trajo un incremento
significativo de los niveles de organización y movilización
ciudadana, especialmente del movimiento sindical y
campesino, pero también de grupos de mujeres, jóvenes,
indígenas, etc. Después de una primera etapa de eclosión
comenzó un decaimiento que tuvo en el movimiento sindical su
exponente más señalado. Actualmente, parece que estamos
asistiendo a un nuevo ciclo de organización y movilización
donde los movimientos sociales incrementan sus
movilizaciones y se articulan de una forma más efectiva
entre ellos. Un ejemplo de ello se puede apreciar en que
tan solo este año, organizaciones sociales se articularon
para presentar tres informes sombra a los que presentó el
gobierno nacional: el primero de la Convención de las
Naciones Unidas para la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer (CEDAW); el segundo el
informe alternativo de la sociedad civil a los Objetivos del
Milenio; y finalmente informe sombra del Pacto de los
Derecho Civiles y Políticos.
https://www.alainet.org/es/active/11765
Del mismo autor
- Claves del Paraguay hoy 14/12/2005