Hay que persistir
23/02/2001
- Opinión
Los dos días de estadía del presidente Pastrana en San Vicente del Caguán
intercambiando a fondo con el Jefe de las Farc-EP, sobre cómo y en base a qué
dinamizar el proceso de reconciliación nacional, son la mejor evidencia de lo
trascendente de la reunión y lo oportuno de su realización.
Los planteamientos de uno y otro lado identificados en el objetivo de una
Colombia justa y próspera, están aún lo suficientemente distantes como para
explicarnos por qué el proceso requiere de tiempo, de tolerancia y sobre todo
de manejo cuidadoso para no abortarlo en alguno de los espinosos tramos por
transitar.
El Presidente tiene el límite de la institucionalidad, compromisos de
gobierno, una particular metodología de aproximación a los problemas y una
concepción de la Nueva Colombia para avanzar en sus propuestas. En todo ello
mantenemos importantes diferencias.
Así, en esta ocasión, la lucha por mantener el espacio de encuentro por la
solución política, fue especialmente intensa porque cuando congelamos los
diálogos en noviembre del 2000, exigimos resultados claros y estrategias
definidas del Estado frente al paramilitarismo. Transparencia sobre los
nexos entre la institucionalidad y las escalofriantes masacres de colombianos
inermes, la guerra sucia, los desplazamientos forzados y la usurpación de las
tierras abandonadas.
Esas claridades las seguimos reclamando porque los velos levantados dejaron
ver el escenario completo tras el atentado al dirigente sindical Wilson
Borja, tras el asesinato del senador Manuel Cepeda, tras la condena del
general Uscátegui por la masacre de Mapiripán, reforzando la sospecha por la
evidente recurrencia que se volvió tendencia: mientras unos criminales
reclaman públicamente como propios los diversos asesinatos se ocultan los
verdaderos ejecutores de esta demencial estrategia. Así acribillaron a Jaime
Pardo Leal, a Bernardo Jaramillo, a los habitantes de La Gabarra en Norte de
Santander, a los de Santa Lucía en el Valle del Cauca, así ha sido toda esta
historia.
El paramilitarismo
El Presidente fue enfático en reivindicar la estrategia y la acción de su
gobierno contra el paramilitarismo y vehemente en su decisión de
fortalecerlas.
Se acordó entonces, conformar una comisión de personalidades de la vida
nacional que proporcione recomendaciones a la Mesa en torno a este tema que
compromete la legitimidad del Estado en tanto los asesinos reivindican su
defensa.
Esa misma comisión hará recomendaciones para disminuir la intensidad del
conflicto, generando, seguramente, nuevas situaciones. Vendrá la
identificación de los temas que pueden incidir en el desescalamiento y será
apenas normal que cada quien luche la prioridad de los factores que considere
pertinentes.
Sobre la Mesa está el desarrollo de los demás temas acordados por el
presidente Pastrana y el comandante Marulanda, también los pendientes desde
noviembre anterior, las audiencias públicas, las conclusiones sobre el
desempleo, el encuentro con la comunidad internacional, con los dirigentes
políticos que han apoyado el proceso, la urgente discusión sobre el
intercambio humanitario de los prisioneros enfermos y ese sinnúmero de
actividades constitutivas del universo que va cimentando este proceso.
El documento firmado constata las identidades existentes, no los
razonamientos y visiones que nos distancian. Es relevante el señalamiento
puntual de no oponernos a la erradicación manual de los llamados cultivos
ilícitos -nunca lo hemos hecho-, siempre y cuando sea producto de acuerdos
con las comunidades. Esto hace inocuo el uso de la parafernalia militar
oficial que ostentosa y desafiantemente se exhibe ante un campesinado
anhelante de soluciones sociales.
Muy importante también, haber incluido el compromiso por la defensa del
equilibrio ecológico, incompatible con las fumigaciones del Plan Colombia que
acaban toda vegetación, afectan las aguas, los animales y la salud de la
población.
En fin, la presencia en la zona de despeje del presidente Pastrana y el
contexto en que se realizó, fueron el mentís de las insidias que la
satanizaron. Por el contrario, se fortaleció en beneficio del proceso de
solución pacífica de nuestras diferencias.
Parafraseando a un gran revolucionario uruguayo podemos afirmar que estos
últimos 15 días de "encuentros y desencuentros del país con la solución
política de sus conflictos" beneficiaron a Colombia. El Acuerdo firmado ha
generado un positivo sentimiento de avance hacia la paz. Todos nos sentimos
satisfechos. Hay que persistir.
* Alfonso Cano es miembro de la comandancia de las FARC.
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