Segunda vuelta: las opciones en juego
18/04/2006
- Opinión
Si Keynes observara el panorama de los programas actuales diría, como lo proclamó hace exactamente 70 años, que “los hombres prácticos, que se creen exentos por completo de cualquier influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún economista difunto. Los maniáticos de la autoridad, que oyen voces en el aire, destilan su frenesí inspirados en algún mal escritor académico de algunos años atrás”. Porque, en efecto, la principal característica de los programas y promesas de los tres contendientes para llegar a Palacio consiste en su ‘aggiornamiento’ marginal de recetas anticuadas, sea del pasado reciente o de otras más lejanas.
El caso más sencillo de entender es el de Lourdes Flores. Ella, más que su partido, ha descubierto recientemente que hay muchos pobres en el Perú, que existe una inmensa e injusta exclusión social e, incluso, que ‘habría que cambiar el modelo económico porque no chorrea’. En cambio, en la práctica, según su plan de gobierno y el equipo que la acompaña fiel y desinteresadamente, continuará aplicando las políticas ortodoxas para asegurar la estabilidad macroeconómica y atraer la inversión extranjera, como debe ser de parte de quienes se consideran estadistas serios y respetuosos de las reglas de juego que nos impone la globalización. Sin embargo, ante las potenciales movilizaciones sociales que arremeterían contra el continuismo del ‘modelo’ se necesita un eficaz adormecedor social. Y es ahí donde radica lo novedoso de su programa, en el que figura en primera plana el grueso maquillaje –más que una buena cirugía plástica o un intenso programa de gimnasia- de políticas sociales con el que está enmascarando su mensaje. Teóricamente se considera así que ello podría calmar políticamente los ánimos para asegurar la gobernabilidad.
Bastante más complejo es el caso del APRA, cuyo programa también será relativamente ortodoxo en tanto necesita reivindicarse con los futuros libros de Historia del Perú. La novedad radica en la aplicación de políticas sectoriales (con énfasis en el agro y las PYMES), indispensables para diversificar la economía, asegurar la inclusión social y mejorar la distribución del ingreso. Al estar ubicado en el ‘centro’ y poseer un aparato sociopolítico y bases bien organizadas a diversos niveles (Congreso, gobiernos regionales, juventudes), estará aparentemente en condiciones de calmar casi todo tipo de movilizaciones sociales y, sobre todo, de negociar los aspectos más ortodoxos de su programa con UN y los más heterodoxos con el PNP.
Ambos tienen la gran ventaja que respetarán la institucionalidad democrática, lo que no necesariamente será el caso de nuestro tercer gran candidato, cuyo ‘nacionalismo’ lo podrá llevar por la vía fascista, como por la de ser cooptado por el gran capital transnacional, muy al estilo de Lucio Gutiérrez. Su plan de gobierno es -como los otros dos- impecable, coherente y dirigido a satisfacer las necesidades del pueblo. En este caso también el papel aguanta todo, pero la falta de una mayoría congresal y de bases sociales organizadas que lo sustenten (aparte de los militares y el fujimorismo) impedirá la aplicación exitosa de su programa de apariencia socialista.
Ante tales perspectivas tan negativas, como en el Perú todo es posible, afortunadamente no hay porque perder necesariamente el optimismo.
Consorcio de Investigación Económica y Social", Boletín Análisis de Políticas No.33
http://www.consorcio.org/cies/html/adp33_JSchuldt.htm
https://www.alainet.org/es/active/11183
Del mismo autor
- Segunda vuelta: las opciones en juego 18/04/2006
Clasificado en
Clasificado en:
![Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS](https://www.alainet.org/misc/feed.png)