Imagen de los partidos políticos

06/04/2006
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Queremos empezar estas reflexiones sobre la Imagen de los Partidos Políticos Panameños, contextualizando brevemente el escenario internacional. El mundo vive un proceso de crisis generalizada, que pasa por la comprometida hegemonía absoluta norteamericana en lo económico, en lo productivo, en lo comercial y en lo tecnológico, deslegitimados sus mecanismos de ‘consenso’ y de ‘dominio pacífico’ y crecientemente desprestigiados en todo el mundo por su doble moral. Los Estados Unidos en la actualidad tienen que acudir a la Guerra como única manera de mantener su dominio sobre los recursos naturales estratégicos indispensables para el desarrollo de todos los pueblos y para estrangular el desarrollo de los países que ya se perfilan como su reemplazo en los próximos años: China, India, Europa; controlando el petróleo del Medio Oriente y del Mar Caspio, estarían en posición de controlar en su beneficio el desarrollo de las nuevas potencias emergentes. En América Latina, esa pérdida de hegemonía y la necesidad de los Estados Unidos de afianzar su dominio económico y político para seguir expoliando riquezas y pueblos enteros tuvo como expresión el “Consenso de Washington” y la implementación del Modelo Neoliberal que no es sino el Capitalismo en su más feroz expresión, con toda su secuela de privatizaciones, desempleo, pobreza y miseria. Los resultados reales de las dictaduras y de las “democracias restringidas” que las siguieron están hoy a la vista de todos: centenares de empresas privatizadas en toda América Latina, entre ellas las Empresas Públicas de servicios básicos para la población (electricidad, agua y teléfonos, pero también puertos, aeropuertos, carreteras, autopistas, servicios de salud, instituciones de seguridad social, sistemas educativos, universidades, ¿bancos, aerolíneas). ¿El resultado? trabajadores empujados a la más espantosa miseria y a la informalidad laboral, campesinos desplazados hacia las ciudades por no poder competir con las trasnacionales, profesionales cesantes, vendedores ambulantes, vendedores en los semáforos, explotación infantil, inseguridad, pandillas, todo ello en el marco de enormes y crecientes diferencias y de una distribución de la riqueza cada vez más desigual: un modelo concentrador de las riquezas en muy pocas manos y excluyente de toda forma de vida digna para la inmensa mayoría de la población. En lo político, el balance de la estrategia de Estados Unidos hacia la región muestra que su influencia ha disminuido notoriamente respecto a los años recientes. La IV Cumbre de Presidentes de las Américas que tuvo lugar en el 2005 en Mar del Plata, mostró diferencias que no se registraron en las cumbres anteriores. La postura del presidente de Venezuela Hugo Chávez y el triunfo de Evo Morales, un candidato presidencial indigenista y contrario a la política de la Casa Blanca en Bolivia, confirman la evidente pérdida de influencia de la primera potencia del mundo en el Sur de América Latina. La política hacia Cuba determinada por Washington tiene cada vez menos consenso en la región y en el mundo. Sin embargo, en México, América Central y El Caribe, incluido el Gobierno de Panamá, la influencia de Washington es más alta. Frente a ello, cada vez más los pueblos de nuestra región empiezan a luchar por lograr mayor autonomía, recuperar soberanía, recuperar desarrollo nacional frente al proyecto norteamericano. Ejemplo claro de ello, es el revés sufrido por el principal proyecto de dominación de los Estados Unidos para nuestra región – el ALCA – en las Cumbres de Cancún-México y Mar de Plata-Argentina. Los Estados Unidos sólo han logrado imponer sus Tratados de Libre Comercio (TLCs) Bilaterales a los de países pobres, pequeños y sojuzgados (Caso de Centroamérica, presionándolos y chantajeándolos con deportar a millones de inmigrantes que viven en los Estados Unidos). Panamá no ha estado al margen de este escenario internacional. Pasando, desde 1968-1989, por la férrea dictadura militar, que conllevó a la invasión norteamericana de 1989; por el proceso de ejecución de la política económica neoliberal (1979 a la fecha) y los gobiernos post-invasión (1990 en adelante). Para Panamá, estos esquemas de administración del Estado y ejecución de la política económica neoliberal han significado: empresas de servicios básicos privatizadas: electricidad, agua y teléfonos. El Estado vende empresas productivas, los empresarios panameños, también vende sus empresas (Cervecería Nacional, Galletas Pascual, Cemento Panamá); las áreas revertidas y los excedentes del Canal no se incorporan al desarrollo nacional y ni siquiera contribuyen a la solución de problemas sociales de salud, educación, vivienda o empleo. Ello significa, que no solo carecen de un Plan de Desarrollo Nacional, sino que carecen de un Proyecto de Nación. Los resultados de este neoliberalismo: un modelo concentrador de las riquezas en muy pocas manos y excluyente de toda forma de vida digna para la inmensa mayoría de la población; más del 40% de la población panameña en pobreza, imposición de leyes lesivas a la condiciones de vida de la población (Recientemente: reforma Tributaria, Ley 6; reformas a la Seguridad Social, Ley 51); aumento del costo de la vida (aumento precio del combustible, de los medicamentos, el pasaje, la cesta de alimentos, la luz, entre otros). Sin embargo, el salario promedio tiene una tendencia descendente cuyos montos no logran alcanzar el nivel de 1995. El crecimiento económico (PIB = 5.9%) concentrado en pocas actividades económicas y pocas manos. Los proyectos de grandes empresas transnacionales se siguen aprobando, al margen de que afectan nuestros recursos naturales, nuestro patrimonio histórico y el medio ambiente (proyectos mineros, megaproyectos portuarios, hidroeléctricas, teleférico en el Cerro Ancón, y se trabaja por imponer la ampliación del Canal). Todo ello en el marco de un endeudamiento externo, que en el 2005 supera la suma de los 10,030 millones de dólares; la deuda externa constituye tres cuartas parte del endeudamiento público total. En lo social se pretende desligar al Estado de su responsabilidad social con graves consecuencias que resienten cada vez con mayor intensidad los panameños más pobres. Todo esto acompañado de serios cuestionamientos a los distintos órganos por los altos grados de corrupción que denotan. La situación se agrava. Los órganos del Estado están deslegitimados. La crisis alcanza incluso la cúpula de los partidos políticos, los gremios empresariales, la dirigencia sindical y gremial plegada al Gobierno, la Policía y hasta la jerarquía de algunos grupos religiosos. En lo político en Panamá, cada vez es más evidente y profunda la iincapacidad gubernamental en la gestión pública. Evidencia de ello lo constituyen: - La creciente inseguridad y corrupción gubernamental y empresarial. - Las pugnas y acusaciones mutuas de manejo indebido de negocios entre magistrados de la Corte Suprema de Justicia. - El desprestigio ante las constantes acusaciones de sobornos en la Asamblea de Diputados. - Las reformas a las leyes nacionales a través de los conocidos madrugonazos (constitución, fiscal, seguridad social). - La respuesta del gobierno a las justas demandas de la población: cercenamiento de las libertades de expresión, represión a movimientos sociales, persecución a los dirigentes de organizaciones populares. Democracia vs Partidocracia El neoliberalismo no es sólo una expresión económica sino también política. La imposición de las medidas de globalización neoliberal han demandado, sin bien un Estado más chico, también un Estado más controlador. En lo político, nunca como hoy la cuestión de la democracia ocupó lugar tan destacado en las luchas políticas y sociales de América Latina y en la reflexión que sobre ellas se ejerce. En general, la democracia, es un conjunto de reglas para la toma de decisiones colectivas, en el que debe estar prevista y propiciada la más amplia participación de los interesados. Bajo este entendido, la democracia participativa, no es nada más hablar de ella, sino que implica participación activa para que esta se lleve a cabo, porque sabemos que es uno de los elementos insustituibles para ser un país libre. Pero se sabe también que, la idea de democracia involucra contenidos, se anexa conceptos y apunta a significados que trascienden su definición corriente. En América Latina, hablar de democracia implica primero, como supuesto necesario, plantear el tema de su capacidad para autodeterminarse, es decir, de fijarse sus metas en libertad, atendiendo primariamente a las exigencias de sus pueblos. Es, pues, evocar el tema de la dependencia en que se encuentra la región en el plano del capitalismo internacional, y conduce, por ello mismo, a entender la lucha por la democracia en tanto que lucha de liberación nacional. Viene, después, la justicia social. Porque, en América Latina, el concepto de democracia está expresado hoy, en la conciencia de los pueblos, la atención a las necesidades más urgentes, la superación de las condiciones de superexplotación y miseria en que viven los trabajadores y campesinos, la edificación de una sociedad que, al basarse en el respeto a la voluntad de la mayoría haga de los intereses de ésta el criterio prioritario de acción. En esta perspectiva, la lucha por la democracia es la lucha contra la dominación y explotación de los muchos por unos cuantos, es la lucha por un orden social tendiente a la justicia y a la igualdad Por ende, democracia es más que un proceso electoral, en lo cual nos han querido sumergir, las elites dominantes. En Panamá, no existe una real democracia, no existe democracia participativa. El juego de la democracia se quiere imponer en el marco de los procesos electorales, donde la normativa jurídica pasa a favorecer la partidocracia; el clientelismo electorero. El último proceso electoral vivido por la sociedad panameña, es testimonio de una gigantesca campaña de mercadeo, donde las grandes publicitarias, a través de los grandes medios de comunicación bajo control de grupos políticos y económicos reconocidos, se encargan de vender un producto y la que mejor lo promueve, mayores ventas obtiene (votos). Dónde se siembran falsas ilusiones y promesas electorales, mismas que se desvanecen al poco tiempo de ejercer el poder el nuevo Gobierno. De acuerdo a los datos que se presentan en el último proceso electoral panameño, se confirma que la abstención, más los votos blancos y nulos, representan aproximadamente el 25%. Uno de cada cuatro panameños muestra rechazo, desconoce o se pronuncia en contra del sistema electoral excluyente. En su defensa al sistema, se difunde que en comparación a otros países la participación electoral es alta. Lo que no se dice es que Panamá, con menor extensión territorial y menos población, invierte en las elecciones dos, tres y hasta cuatro veces más dinero que esos países; y que se siguen utilizando viejas prácticas fraudulentas, incluida la compra de votos, el robo de urnas y actas; la amenaza y la intimidación, como lo reafirman los cientos de denuncias que se formularon antes, durante y después de las elecciones. Es aquí donde reina el clientelismo electoral, el voto a cambio de promesas de nombramiento, de becas, de materiales de construcción, de comida, de plata, etc. En las elecciones reina el clientelismo electoral, el voto a cambio de promesas de nombramiento, de becas, de materiales de construcción, de comida, de plata, etc. ¿A que se debe ello? Entre otras cosas a: - Que el Tribunal Electoral, no se ha visto exento del descrédito de los tres Órganos de Gobierno. En varios momentos se les ha involucrado en el uso indebido de cédulas que obligó al reemplazo de las mismas y denuncias de fraude. - Inconformidades de la sociedad civil frente a la exclusión en el torneo, al desaprobarse las candidaturas independientes a los cargos de presidente y legisladores; y a que las exigencias para la participación directa son discriminatorias en la medida que la exigibilidad es mayor para las candidaturas independientes que para los partidos. - La potestad que se les otorga a los partidos políticos para remover a sus legisladores electos, cuando los mismos deberían responder a sus electores. - El nepotismo, la corrupción, y la impunidad que impera no sólo en las esferas gubernamentales, sino también en los partidos políticos. - Que a pesar de la existencia de siete partidos vigentes impera el bipartidismo. - La deslegitimación de los partidos políticos, instituciones gubernamentales y privadas. - Al papel que los llamados partidos políticos de “oposición” han jugado frente a las demandas sociales de la población, el cual ha sido nulo producto de su aval a la política neoliberal. Ello hace que lo que debe ser debatido es la necesidad de romper con este sistema de elecciones excluyente, reservado a los partidos burgueses, que promueve el clientelismo, que no pone límite a las donaciones ni a los espacios televisivos, radiales, etc. Qué civismo puede haber en votar por partidos con una larga trayectoria de corrupción, de atropellos al pueblo, de represión, de imposición de medidas antipopulares. Que civismo puede haber en votar por partidos y figuras que se prestaron a la violación de los derechos humanos y las libertades ciudadanas. O de qué civismo podemos hablar cuando un importante número de legisladores reconocidos como vagos, corruptos e incapaces vuelven a la Asamblea Legislativa, mientras otras desprestigiadas y desgastadas figuras de la politiquería criolla se refugian en el PARLACEN. Por ello, en el actual sistema político, la democracia es una falsedad y la reafirmación de la partidocracia una necesidad de la clase dominante para preservar sus intereses. Ante esta realidad política, en FRENADESO abogamos por una Constituyente Originaria proyectada a crear una Constitución que garantice una sociedad con principios democráticos; una nueva moralidad solidaria, con transparencia en el manejo de la cosa pública y que acabe con la corrupción y la impunidad que hoy nos ahoga; por una democracia participativa con plena libertad de pensamiento, organización, reunión, expresión y derecho a manifestarse libremente; por la revocatoria de mandato por parte de los electores, por la participación popular en la toma de decisiones. Una democracia que además garantice el pleno respeto a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales; que camine hacia el desarrollo nacional integral que busque el bienestar económico común y la equidad social; y la consolidación de la nacionalidad panameña, el respeto a nuestra soberanía e integridad territorial y neutralidad efectiva. Ninguna de estas aspiraciones puede ser garantizada por los partidos políticos dado sus intereses económicos y el desprestigio que los envuelve; tampoco puede ser alcanzada en el marco de las reglas del actual sistema político. El FRENTE NACIONAL POR LA DEFENSA DE LOS DERECHOS ECONOMICOS Y SOCIALES (FRENADESO), no es ni pretende constituirse en un partido político, es un Frente Social, que lucha por la defensa de los derechos económicos y sociales de los ciudadanos, específicamente de los sectores populares. ¿Qué formas orgánicas tomará en los próximos años? Dependerá de las condiciones objetivas y subjetivas de la realidad concreta, del grado de conciencia para sí que adquiera el pueblo panameño. El pueblo, en sus luchas, va formando y conformando sus organizaciones. La historia dirá. Panamá, 7 de Abril de 2006. - Prof. Andrés Rodríguez, Coordinador de FRENADESO en CADE 2006 “Partidos Políticos: crisis y desafíos”.
https://www.alainet.org/es/active/11108?language=en

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