Educación o barbarie

30/03/1998
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Educación es el tema de la Campaña de la Fraternidad 98, promovida por la CNBB (Conferencia Nacional de Obispos del Brasil) en este período de cuaresma. El texto base constituye un documento de la más alta importancia, por el análisis que hace de la educación brasileña y la manera cómo amplía el concepto de proceso educativo. Para los obispos brasileños, educación no se restringe a escuela. Es papel también de la familia. No obstante, "¿cómo es posible, en este contexto creciente de miseria, inseguridad, inestabilidad, ausencia del padre o la madre, garantizar a los hijos y a las hijas las bases de una personalidad equilibrada y segura, de una educación adecuada a los horizontes de una vida digna, participativa y de esperanza?" (p.17). Iglesias, comunidades, movimientos sociales, ONGs, asociaciones, sindicatos, partidos políticos, ejercen también una acción educativa en la medida en que "estos grupos y comunidades de personas tienen voz, aprenden a participar, a relacionarse unos con otros, a valorizar el trabajo en común, a conquistar la ciudadanía, a enfrentar los conflictos y a los poderosos, a celebrar la vida, a alimentar esperanzas, etc." (p. 17). Algunas cifras Los índices presentados por la CNBB claman a los cielos. En materia de escolaridad, "el Brasil, en relación a los países vecinos más próximos, ocupa un lugar inferior al Paraguay, Uruguay, Venezuela, Colombia y Argentina, y es semejante al Perú" (p.19). En nuestro país, están fuera de la escuela casi tres millones de niños de niños y jóvenes en edad escolar (7 a 17 años). Para concluir los 8 ciclos de escolaridad "obligatoria", los alumnos, se demoran, en promedio, 11 años. El SESI constata que cerca de 70 millones de brasileños tienen menos de 4 años de escolaridad. Según la Fundación IBGE, Brasil alberga 28 millones de analfabetos mayores de 11 años de edad. De acuerdo con la Fundación Getulio Vargas, serían 32 millones. La Constitución exige que la Unión dedique a la educación un mínimo del 18% del presupuesto federal. La asignación actual no sobrepasa el 4.5% del PIB y, así mismo, "el Gobierno Federal concentra sus recursos en la manutención de la enseñanza superior (54%)", según el Ministerio de Educación y Cultura (p.23). De cada 100 brasileños que ingresan al primer ciclo, apenas 33 llegan a segundo grado. "El salario de un profesor, en mayo de 1997, en las ciudades de Ceará, Maranhao, Paraíba y Pernanbuco, variaba de 40 a 62 reales (por mes). ?Mucho menos que un salario mínimo!" (p.24). Los profesores ganan mal, las escuelas carecen de equipamientos adecuados, no se invierte en la formación del cuerpo docente, muchos alumnos, debido a la pobreza, se ven obligados a combinar el trabajo con el estudio, o abandonan los estudios para ayudar a la subsistencia de la familia. La CNBB describe los nuevos perfiles de los analfabetos brasileños. Los "analfabetos pos- modernos", que no saben usar tarjetas magnéticas, escaleras eléctricas, aparatos electrónicos, leer manuales o contratos. Hay también los "analfabetos televisivos" que no consiguen leer un periódico o un libro (basta verificar el ínfimo tiraje de publicaciones en el Brasil, comparado con otros países). Hay además los "analfabetos de la economía", que no entienden de cobranzas, balances, tasas, tampoco el lenguaje de los bancos y de la prensa especializada del sector. Propuestas de acción En cuanto a las propuestas, los obispos señalan que para "actuar se requiere del involucramiento personal y la organización de fuerzas colectivas" (p.69). Y enumeran cuatro niveles de acción: a) asistencia inmediata a los más necesitados; b) promoción humana; c) involucramiento en la defensa de los derechos humanos; d) movilización en favor de la transformación social. Si el gobierno de Fernando Henrique Cardoso tuviese mismo la voluntad política de no dejar "ningún niño/a fuera de la escuela", bastaría que adoptara el programa Bolsa Escolar, implantado en Brasilia por el gobierno de Cristovam Buarque. Este programa ya retiró de las calles a 20.000 niños/as y redujo significativamente la evasión escolar. En el Distrito Federal, la política de renta mínima para las familias necesitadas, desde que escolarizan a sus hijos/as, es un ejemplo a ser seguido. Otra medida sería prohibir criminalmente el trabajo de la niñez. Para ello, el gobierno precisaría, primero ofrecer escuelas a todos, poniendo fin a la vergüenza nacional como son las filas para matrículas y el sorteo de cupos. E implantar una política de combate al desempleo. ¿De qué vale la escuela si no forma para la ciudadanía y la democracia? Empero, ¿cuántas incentivan la participación en gremios y directorios estudiantiles, cines-club y círculos de estudio, trabajos voluntarios y enrolamiento en campañas de interés social? ¿Por qué en los currículos no se obliga a nuestros estudiantes a hacer prácticas en hospitales, fábricas, Defensa Civil y servicios de asistencia a las favelas? Talvez eso contribuiría para volverlos menos elitistas y más altruistas. TV y educación Pasé 22 años en las bancas escolares y salí sin saber coser, cocinar, componer electrodomésticos y hacer pequeñas reparaciones. Y nunca se abordaron situaciones-límite de la vida: dolor, enfermedad, carencia, ruptura afectiva, sexualidad, muerte, espiritualidad. En las escuelas católicas se habla de religión, según la doctrina, y no de la experiencia de Dios, en línea de vivencia. Aprendí literatura. A leer libros. Solo que, ahora, es imprescindible una disciplina que enseñe a ver TV. Si no somos críticos frente a la TV nos volvemos vulnerables a la masificación consumista, por un lado, y a la imbecilización, por otro. Basta verificar la pobreza espiritual de los programas dominicales. La TV es, hoy, un importante factor de (des) educación. Por eso, debe ser controlada por la sociedad. Ni censura del Estado, ni dictadura de las emisoras. Solo la quiebra del actual monólogo y la introducción de canales de diálogo entre el público y los medios permitirán el perfeccionamiento de la educación para la democracia. Somos una nación marcada por la pobreza. Sin inversiones en nuestros recursos humanos, estaremos condenados a la barbarie. Solo el descuido político puede explicar el hecho de que todavía son extraños a nuestras redes escolares educadores como Piaget, Vygostsky, Wallon y Paulo Freire. Como si ello fuera poco, el gobierno de FHC transfiere el monitoreo de la educación brasileña al Banco Mundial. Es la luz verde para la privatización de la enseñanza en el Brasil. Leáse: elitización. Y el Brasil de espaldas a sí mismo.
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