País de maravillas
17/01/2006
- Opinión
El presidente saliente y su gabinete nos han estado martillando las últimas semanas acerca del “país de maravillas” que harán heredar a Evo Morales, aspecto que ha inducido a alguna gente de derecha a referirse con cierta sorna a la futura gestión del MAS, preguntándose si el nuevo gobierno podrá mantener los exitosos índices alcanzados.
Los elogios se asientan básicamente en el nuevo récord de exportaciones alcanzado, de más de 2.600 millones de dólares, el bajo nivel del déficit fiscal el año 2005, que sólo alcanzó el 1,5% del Producto Interno Bruto, el bajo nivel de inflación y las buenas perspectivas de la economía para el próximo año.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, por lo cual en el análisis de estas cifras debemos tratar de ser lo más ecuánimes posibles, es decir, atribuir al “César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” para separar la esencia de la paja.
En primer lugar, el incremento de las exportaciones no tradicionales debe ser atribuido al dinamismo de los productores soyeros y otros y el incremento de las exportaciones de hidrocarburos al creciente mercado deficitario de carburantes y a la elevación de sus precios. Es cierto que la estabilidad económica y una baja inflación, atribuibles a un buen manejo macroeconómico, favorece a los exportadores.
Sin embargo, a pesar de que el incremento de exportaciones aparenta ser un buen dato, tiene muy poca influencia en la economía interna, puesto que los que han ganado son los exportadores de soya y derivados, que no se caracterizan por redistribuir sus ingresos en la economía nacional y los exportadores de hidrocarburos, que son las petroleras, que tratan de llevarse afuera lo más rápidamente sus ganancias. En consecuencia, aunque exportemos más, de poco le sirve a la economía interna nacional.
En segundo lugar, parte de los aparentes éxitos no son atribuibles al régimen saliente; por ejemplo, la reducción del déficit fiscal, que obedece en gran medida al incremento de los ingresos generados por el nuevo Impuesto Directo a los Hidrocarburos, se ha logrado gracias al empecinamiento del MAS en el Congreso y a la movilización de la ciudadanía en las calles, que logró imponer en abril pasado en la nueva ley de hidrocarburos, el 50% de regalías para el Estado boliviano. Afirmar, por lo tanto, que la mejoría de la economía es mérito del Presidente Rodríguez o del Ministro Gutiérrez es una gruesa exageración. Es como querer ganar indulgencias con Ave Marías ajenas.
En tercer lugar, las buenas perspectivas de la economía para el próximo año tampoco son un mérito del gobierno, pues nuevamente los ingresos adicionales derivarán del impuesto a los hidrocarburos, mérito del MAS y no de Rodríguez y en segundo lugar, el nivel de precios internacional de los hidrocarburos no le deberá nada a Gutiérrez o al Ministro del ramo.
Finalmente, atreverse a decir que los agregados de la economía están en un nivel inmejorable es tratar con absoluto menosprecio a la realidad de la mayoría de compatriotas que no han visto mejorar su nivel de vida estos años pasados. Es también olvidarse que no sólo no se ha creado empleos sino que tampoco se ha elevado el sueldo mínimo a niveles más o menos decentes. Hoy, en Bolivia, los pobres saben que no hay futuro con los sueldos que les pagan y por eso desean irse, migrar, alejarse de la miseria en la que los ha envuelto el régimen opresivo del neoliberalismo y el falso orgullo de la burguesía extranjerizante, que durante años ofreció el país a las inversiones extranjeras, vanagloriándose de poseer mano de obra barata.
Es una vergüenza anteponer la macroeconomía a los miles y miles de bolivianos y bolivianas que se alejan del país todos los meses a buscar trabajo, migrando en muchos casos en forma definitiva, dejando atrás hogares desintegrados y, quien sabe, el germen de una sociedad menos pacífica y más violenta.
Creemos, que por cortesía a esta realidad, que deja mucho que desear, el gobierno saliente debiera irse sin batir palmas, discretamente como entró y dejar pasar al nuevo gobierno, que tiene un nuevo plan de gobierno y un nuevo modelo de desarrollo y que esperamos que lo pueda llevar a feliz término en sus cinco años de gobierno.
- Marcelo Zabalaga es economista y analista político.
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