Impuesto Territorial Rural:
Los latifundistas le agradecen, Presidente
18/01/2006
- Opinión
El 30 de noviembre de 1964, el entonces régimen militar promulgó, a
través de decreto, la primera ley de reforma agraria de Brasil. La Ley
4.554 se llamó Estatuto de la Tierra. Muchos analistas agrarios de la
época alabaron su promulgación, pues en su esencia la ley era
progresista. De hecho, traía aspectos progresistas en su concepción,
porque fue resultado de la propuesta de un grupo de técnicos que venía
preparando la ley desde el gobierno João Goulart y se inspiraba en las
ideas defendidas por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL):
utilizar una amplia distribución de tierras como un mecanismo de
distribución de renta, estímulo al mercado interno y al desarrollo
rural.
Entre los aspectos progresistas de la ley, estaba la creación del
mecanismo de desapropiación por el Estado. Acababa, por lo tanto, con
el derecho absoluto de la propiedad de la tierra, en vigor hasta
entonces, y establecía el pago de la tierra expropiada en títulos del
tesoro nacional, pagables en un período de veinte años.
Con el Estatuto de la Tierra, el gobierno creó el actual Instituto
Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA), en su época
llamado Instituto Brasileño de Reforma Agraria (IBRA). Instituyó
también la posibilidad de que los beneficiarios de la reforma agraria
se organicen cooperativas de producción. Estableció el catastro de
todos los inmuebles rurales del país, hasta entonces inexistente, y
los clasificó, por ley, en minifundios (inmueble con una área inferior
a las necesidades de desarrollo de una familia campesina); empresas
rurales (inmueble con una área y condiciones de progreso económico); y
latifundios (inmueble que era improductivo en relación a su potencial,
o tenía dimensiones que por sí sólo era nefasto para la sociedad).
Entre otros elementos progresistas, la ley estableció por primera vez
el cobro de Impuesto Territorial Rural (ITR). Y aún más: determinaba
un impuesto progresivo, año a año, si su propietario no aumentaba la
producción. Los recursos serían recogidos por la Unión y deberían ir
directamente a las arcas del INCRA, para ayudar a financiar los costos
de la reforma agraria.
Pura propaganda de Cardoso
A lo largo de esos cuarenta años, diversos gobiernos intentaron
agilizar el impuesto. Ya el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC)
intentó estadualizarlo. El ex ministro Raul Jungmann cambió los
criterios del ITR anunciando que el nuevo impuesto sería una verdadera
revolución agraria, como instrumento de corrección de la concentración
de la propiedad agraria. ¡Pura propaganda!
En la realidad, durante todos esos años, el ITR nunca fue usado de
forma progresiva. También nunca hubo ningún mecanismo de sanción para
aquellos propietarios que no pagaban o mentían en sus declaraciones.
Así, se unieron dos factores, todos los gobiernos que pasaron por el
Palacio de Planalto, para mantener sus alianzas electorales, nunca
quisieron elevar el impuesto y penalizar a los grandes propietarios. Y
la Reserva Federal se hacía de la vista gorda en la recaudación de
este impuesto. En todo ese periodo, justicia sea hecha, hubo sólo un
caso ejemplar de la superintendente de la Reserva Federal de Ceará,
durante el gobierno Itamar Franco (1992-94), que usó la ley y trató de
penalizar y recaudar el ITR en su Estado. Pagó caro su osadía. Pasado
el gobierno de Itamar, sufrió, hasta hoy, el ostracismo en la Reserva
Federal.
Entre los mentalizadores del Estatuto de la Tierra, estaba uno de los
mayores especialistas de reforma agraria del país, miembro de la
Secretaría Agraria del Partido de los Trabajadores (PT), y fundador de
la Asociación Brasileña de Reforma Agraria (ABRA), el viejo José Gomes
da Silva, fallecido en 1996. Él siempre defendió el uso riguroso del
ITR como un instrumento que contribuiría para presionar el aumento de
la productividad, penalizar el malo uso de la tierra por parte de los
grandes propietarios y ser una fuente importante de recursos para
financiar la reforma agraria.
Él defendió siempre, en el PT, en la ABRA y en todos los foros
posibles la agilización de ese impuesto. Y se rebeló siempre, con
fuertes argumentos, cuando en diversas ocasiones, los gobiernos
federales intentaron estadualizar o municipalizar el impuesto. José
Gomes defendía lo contrario: era necesario mantenerlo como impuesto
federal, pues eso permitiría a la Reserva Federal cruzar las
informaciones de los declarantes, con su impuesto de renta y con otros
impuestos. Y, así, los latifundistas no podrían mentir o usar la
propiedad de la tierra inclusive como forma de escabullirse del pago
del impuesto a la renta.
José Gomes defendía también que el gobierno federal debería cumplir la
ley a la raya, expropiar los latifundios y pagar sólo el valor
declarado por el propio hacendado al pagar el ITR. La Reserva Federal
actualiza el índice de hectáreas de tierra por región, pero el
propietario es quien dice cuanto vale cada hectárea. De ese modo, para
efecto del impuesto a la renta, las personas declaran cuanto vale su
casa, su terreno, su apartamento. Las ideas de José Gomes cayeron en
el vacío y ninguno de los gobiernos las utilizó. Murió soñando que un
día Lula llegara al poder, y entonces podría aplicar lo que siempre
defendió en los programas del PT.
Como resultado de esa política de todos los gobiernos, el gobierno
recaudó por concepto del ITR sólo R$ 280 millones durante el 2004. Eso
equivale al Impuesto sobre Propiedad Territorial Urbana (IPTU) de sólo
un barrio de la ciudad de São Paulo.
Según las reglas actuales del ITR, las pequeñas propiedades están
exentas del pago. Entonces, si sumáramos los inmuebles clasificados
como mediana y gran propiedad, tendremos alrededor de 270 mil
propietarios (342 mil inmuebles por encima de 200 has - según el INCRA
- y 272 mil establecimientos rurales por encima de 200 has, según el
Instituto Brasileño de Geografía y Estadística).
Esos medianos y grandes propietarios controlan 298 millones de
hectáreas. Se estima, entonces, que el actual ITR cobra menos de un
real por hectárea por año. Y cada hacendado paga, como promedio, mil
reales por año por propiedad, lo que es una bagatela y no representa
ninguna presión, penalización y, mucho menos, mecanismo fiscal
correctivo de la concentración de la propiedad de la tierra.
Al gusto de los latifundistas
La situación es esa. ¿Qué hizo el actual gobierno con respecto a esta
situación? Podía seguir la ley y las ideas de José Gomes da Silva:
aumentar la tasa del ITR por hectárea; aumentarlo progresivamente, año
a año; pagar las desapropiaciones sólo por el valor declarado por el
latifundista; y destinar esos recursos a la reforma agraria (una vez
que, en los últimos años, era destinado a la caja común del Tesoro).
El gobierno de Lula se olvidó de los consejos del viejo Zé Gomes. E
hizo lo que ningún otro gobierno se atrevió: municipalizó el cobro y
el destino del ITR. Así, envió un Proyecto de Ley al Congreso, que
fue aprobado en última instancia por el Senado y de forma casi unánime
(¿extraño?) el día 15 de diciembre pasado. Y, el último día del año
del 2005, para que entre en vigor en el año fiscal de 2006, el
presidente Lula promulgó la nueva ley del ITR, que deja de ser un
impuesto para la reforma agraria. Ahora pasa a ser un impuesto a ser
cobrado, fiscalizado y recaudado por los Ayuntamientos Municipales,
que podrán usar el dinero como a bien tuvieren.
El ITR fue muerto y sepultado. La Reserva Federal va a perder el
control del catastro y de la oportunidad de cruzarlo con las
declaraciones del impuesto a la renta. Los latifundistas están
eufóricos, ya pagaban poco y, ahora, basta engañar a sus amigos
alcaldes y pagarán aún menos. El INCRA pierde la tasa que le venía
siendo negada, pero que estaba en la ley, y pierde el poder de
expropiar por el valor declarado.
Pierde la reforma agraria. Hace falta el viejo Zé Gomes para explicar
mejor la gravedad de ese cambio a su amigo Luiz Inácio Lula da Silva.
(Traducción: ALAI)
- João Pedro Stedile es dirigente del Movimiento de los Trabajadores
Rurales Sin tierra (MST) y de la Vía Campesina – Brasil
https://www.alainet.org/es/active/10396?language=en
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