Evo Morales y la democracia del gas

La larga marcha de la nueva Bolivia

06/01/2006
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  • Opinión
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En un escenario de puja interimperial por los recursos naturales, Morales se erige como el mejor factor de estabilidad regional y cambia las reglas del juego: guerra del gas por democracia del gas. Estados Unidos carece de imaginación, no puede cambiar su libreto. Le dice a un presidente electo que triunfó con el 54 por ciento de los votos que, para contar con el apoyo de Washington, debe ser democrático. Las grandes corporaciones energéticas de éste y del otro lado del Atlántico no disimulan su voracidad por las grandes reservas que yacen en el planeta ni ahorran formas de presión política internacional. Allí está el gigante ruso Gazprom advirtiéndole a la Unión Europea (UE) que Moscú sigue siendo protagonista. Mientras tanto, la administración de George Bush le dice a Evo Morales que, para ser democrático, debe someterse a la estrategia de la DEA y de la CIA respecto de un capítulo agrícola y cultural tan importante como los es el cultivo de hojas de coca. Mientras la derecha boliviana, de la mano de la embajada de Estados Unidos en La Paz, grazna sobre el supuesto cuadro de ingobernabilidad que se avecina en el Altiplano, el presidente electo por el Movimiento al Socialismo (MAS) ya empezó a gobernar. Su toma de posesión está prevista para el próximo 22 pero Morales tomó por las astas al que quizá sea el problema clave de sus primeros meses de mandato: darle sustentabilidad económica, regional e internacional a un programa de gobierno que pone el acento en la inclusión social de los impresionante contingentes de desposeídos que votaron por él. Acaba de expresarlo en Caracas con una frase de tribuna pero no por eso menos ilustrativa. "Son tiempos nuevos, este milenio será para los pueblos, no para el imperio". Es en esa búsqueda de sustentabilidad que Morales emprendió su primera gira internacional como casi presidente. Estuvo en Cuba, donde avanzó en la concreción de programas bilaterales de ayuda técnica, a la vez que dejaba en claro su vocación de independencia respeto de lo que Washington pretende de su gestión. Luego, en Venezuela, convino la provisión del total del diesel que Bolivia debe importar (150.000 barriles mensuales por un valor de 180 millones de dólares) a cambio de producto agrícolas, creando así una base de condiciones favorables al impulso de la actividad campesina. En Madrid, fue recibido por el jefe de gobierno José Luís Rodríguez Zapatero y su plana mayor, para tratar directamente una cuestión urticante, tal cual será el comportamiento de Repsol-YPF en el nuevo marco legal que su gobierno propondrá en materia de hidrocarburos, tendiente a la recuperación de la soberanía nacional sobre los mismos. A través del grupo Andina, Repsol-YPF controla algo más del 25 por ciento del gas de Bolivia, la segunda reserva de América Latina. Desde Madrid continuará viaje hacia París, donde con Jacques Chirac tratará una cuestión similar -las actividades y regulaciones que deberá aceptar el grupo Total-, y hacia otras capitales europeas. Estará en Sudáfrica, donde será recibido por Nelson Mandela y abordará cuestiones vinculadas a la cooperación comercial, lo mismo que luego tratará en China, el gigante asiático que el año pasado, con una misión presidencial a Brasil, Argentina, Chile y Cuba, dejó a las claras la decisión estratégica de valorizar su presencia política, comercial y económica en la región. Finalmente, y antes del 22 de este mes. Evo Morales se entrevistará con el presidente de Brasil, Luis Inacio Lula Da Silva, en un encuentro verdaderamente estratégico. Por la presencia de la estatal Petrobras en la explotación de los hidrocarburos bolivianos, por la relaciones amplias que en ese y en otros tantos asuntos mantienen ambos países, y sobre todo por la envergadura de los proyectos de integración -energéticos y viales, entre otros- que se están tejiendo en el marco del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) a partir de la reciente cumbre del bloque, en Montevideo, en la cual Venezuela prácticamente quedó constituida como un miembro más. Recordemos que Bolivia es Estado asociado al MERCOSUR. Es muy probable también que unos días antes de su toma de posesión, Morales se vea con el jefe de Estado argentino Néstor Kirchner, para abordar un largo muestrario de relaciones regionales y binacionales, entre ellas los contratos de provisión de gas a Buenos Aires, la construcción de un nuevo gasoducto y los vínculos que surgen de una profunda relación histórica, con extensas fronteras y con más de un millón de bolivianos viviendo en territorio argentino. Pero la consagración de Evo Morales como presidente también provocó un claro síntoma de distensión en uno de los conflictos de mas larga data -y obsolencia- que subsisten en el área sudamericana: la confrontación entre Chile y Bolivia por la salida al océano Pacífico de éste país, arrebatada por el primero después de una guerra a fines del siglo XIX. El portavoz del presidente chileno Ricardo Lagos, Osvaldo Puccio, dijo que la "tremenda legitimidad de Morales abre enormes posibilidades para avanzar en una agenda bilateral sin exclusiones". Las declaraciones de distintos allegados a la candidata socialista a la presidencia de Chile, Michel Bachelet, dejaron entrever que si ésta se impone el próximo día 15 en los comicios por segunda vuelta, los signos dialoguistas de Santiago irían en aumento, una señal alentadora para la región después de tanto tiempo de posiciones recalcitrantes por parte del país transandino. La nacionalización o recuperación soberana de los hidrocarburos es una causa sentida por la inmensa mayoría del pueblo boliviano, que en diciembre pasado le dio su voto a Evo Morales. El presidente electo está comprometido con esa causa y marcha hacia la recuperación del patrimonio en boca de pozo. Le esperan arduas negociaciones en distintos frentes, sobre todo ante las aspiraciones de las compañías petroleras, que no quieren renunciar a los privilegios de latrocinio que disfrutaron por años. "La refundación de la nación boliviana no se podrá concretar sin la nacionalización de los hidrocarburos, que no puede considerarse simplemente un proceso económico, de lucha por la retención del excedente y renta petrolera, sino un proceso político por la creación de una nación, una lucha contra el estado transnacional que domina nuestros destinos como lo hizo antes de 1952 la oligarquía minero feudal", afirma el prólogo del libro "La nacionalización del gas", de Mirko Orgáz García (CEDLA, La Paz, 2005). Al contrario de lo que hacen las corporaciones energéticas de distintas banderas -trabarse en una lucha sin cuartel por el dominio de los recursos energéticos, en lo que la prensa del sistema denominó "la guerra del gas", y el caso Rusia-Ucrania-UE es un ejemplo de ello- y en contra de las proclamas "democráticas" de Washington (otra vez el Departamento de Estado amenazó a Morales), éste plantea la utilización de la agenda hidrocarburos y gas en particular como una herramienta de refundación nacional, profundamente democrática y como garantía de gobernabilidad. Y el contenido democrático de su iniciativa no surge sólo de la legitimidad que obtuvo en las urnas sino de la utilización los recursos naturales de su país como instrumento de inclusión social, de ampliación de la base social para una democracia real. ¿O acaso es posible hablar de democracia cuando la segunda reserva gasífera de América Latina no puede proveer de fluido a una parte mayoritaria de su población, a la vez que, como afirma el folleto "Para que no nos mientan" (CEDLA, La Paz, 2005), "las transnacionales del petróleo le quitan al Estado su soberanía sobre los hidrocarburos mientras imponen precios monopólicos, adecuados sólo a sus propios intereses?". Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR: http://www.prensamercosur.com.ar/
https://www.alainet.org/es/active/10286?language=pt
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