Evo Morales: ¿Giro a la izquierda o giro des-colonial?
25/12/2005
- Opinión
A menos de una semana de las elecciones en Bolivia que por abrumadora mayoría instalaron a Evo Morales en la presidencia, un número específico de tópicos y preocupaciones son ya evidentes. Uno de ellos es el presunto “giro a la izquierda” no sólo en Bolivia sino en América del Sur. Los nombres de Hugo Chávez y de Ignacio Lula, junto al de Fidel Castro se invocan en este escenario. En el caso de Evo Morales (pero también en parte de Hugo Chávez), “giro a la izquierda” solo capta parte de la historia y deja en la penumbra el giro des-colonial.
En segundo lugar, Nestor Kirchner en Argentina y, como una sombra de expectativas, Tabaré Vázquez en Uruguay (presumiblemente Michelle Bachelet en Chile), forman el coro de dicho giro. Me parece crucial entender, en este momento y hacia el futuro, que Evo Morales es el signo visible, hoy, de un giro en marcha desde hace cinco siglos, pero más claro y visible desde los 70. No se trata ya de un “giro a la izquierda” sino de un “giro des-colonial”. O, en todo caso, de un “giro de la izquierda” en América del Sur dado el liderazgo político, intelectual e ideológico de los movimientos indígenas que no necesitaron ni de Marx ni de Lenin para darse cuenta que eran explotados. Fenómeno semejante se dio hace tiempo con la revolución Haitiana. Dado que en la mentalidad blanca los negros no tenían capacidades intelectuales, la revolución de Haití no pudo haber sido llevada a cabo por los negros sin ayuda de los blancos. No era seguro quienes era, pero lo cierto es que no podría haber habido revolución Haitiana sin blancos detrás. Uno de los peligros contundentes es hoy dar prioridad a la izquierda sobre la des-colonialidad, un proyecto político que la izquierda es todavía incapaz de ver. Y por cierto aún más ciega es la derecha.
Le Monde Diplomatique, en París, publicó un artículo en el que se mantiene la prioridad del giro a la izquierda y se invisibiliza (diría que desde París no se alcanza a ver muy bien la densidad de la memoria indígena en Bolivia que nutre y sostiene) el giro descolonial. El título del artículo es revelador: “La Bolivie indienne rejoint la gauche latina”. Se aproxima, pero no da en la tecla. Sería más adecuado a los procesos históricos decir “La gauche latina rejoint la Bolivie indienne.” Ahí, en ese giro de la expresión se encuentra el giro descolonial más que el giro a la izquierda. Pero, en efecto, desde París el inconsciente no permite que sea la izquierda latina, de descendencia Europea, la que cede al liderazgo indígena. Como en el caso de la revolución Haitiana la izquierda eurocentrada necesita mantener la prioridad imperial de izquierda: es la Bolivia indígena la que se une a la izquierda latina, y no la izquierda latina la que (con) cede al liderazgo indígena. Ahi, en ese cambio sintático-semántico de la frase esta en juego, y se juega, el giro descolonial. The Economist, en Londres, reflexionó sobre los pro y los contra de la presidencia de Morales en términos de mercado, inversiones y finanzas. Esto es, considerando como la Bolivie indienne would rejoing la droite latina and sajona. El contenido del artículo de Le Monde y The Economist es distinto, pero la lógica es la misma. Ambos no ven más allá del sistema único y las polaridades entre las izquierdas y las derechas. El giro des-colonial y el desprendimiento que se anuncia en las declaraciones iniciales de Evo Morales, no es todavía visible o no quiere ser reconocido.
Recordemos el origen del término “izquierda” en el escenario político; en realidad un escenario bastante francés; se gestó, en realidad, en la memoria y en la sensibilidad francesa. Durante la revolución de 1789, a la izquierda se sentaban los parlamentarios que defendían la ideología del “progreso” y a la derecha se sentaban los sólidos propietarios del Mediodía, la distinguida elite de las finazas, los terratenientes, los emergentes industriales. En la Argentina, Abelardo Ramos puntualizó en los 1970 que esta clasificación puramente francesa de los partidos políticos modernos sirve de muy poco para la comprensión de los problemas en los países coloniales, semi-coloniales o subdesarrollados, según el vocabulario empleado durante la Guerra Fría y de las Naciones Unidas. Argentina, por cierto no es Bolivia, aunque ambos comparten distintas historias imperiales/coloniales. Así, tanto en Argentina como en Bolivia, la izquierda se funda en un fuera de lugar, en un transplante a las colonias, en un eco a veces nostálgico de los criollos de descendencia Europea y de los mestizos, mezclados en sangre con lo indígenas, pero puros en la mentalidad eurocéntrica.
En Bolivia, la historia es otra y muy distinta: los indígenas nunca se sentaron en ninguna banca, desde la colonia a la formación del estado-nación. Y en su historia, como lo recordaba Frantz Fanon para el caso de los esclavos descendientes de Africanos, no necesitaron leer a Marx para darse cuenta que eran oprimidos y explotados; que se les había humillado y excluido de la estructura social; que sólo contaban como fuerza bruta y como proveedores de energía laboral. De esa experiencia, de esa energía se forjó un pensamiento, un pensamiento des-colonial cuya manifestación más visible hoy es la elección de Evo Morales, pero con otras manifestaciones recientes, como los Zapatistas al sur de México, el movimiento indígena Ecuatoriano en los Andes, como así también de las Américas, desde los Mapuches en Chile a la llamada Cuarta Nación en Canadá.
La elección de Alvaro García Lineras, como vice presidente, es una indicación más del liderazgo indígena de Evo Morales. Y la aceptación de García Lineras es una indicación más de la izquierda latina adhiriéndose al giro descolonial. García Lineras como su nombre lo indica es de descendencia hispánica, de familia criollas en Bolivia, que no sigue el rumbo esperado. García Lineras es a la vez similar y opuesto al “Tuto” Quiroga. En las noticias periodísticas de hoy se lo presenta como “ex-guerrillero, sociólogo y matemático”. No estoy seguro que el orden de los adjetivos sea el adecuado. Sí es importante que a finales de los 80 estuvo en la cárcel por su tarea de apoyo ideológico al Ejército Tupaj Katari. Y que como matemático, sociólogo y analista política realizó una tarea muy importante en los últimos diez años como miembro del grupo Comuna, como asesor de Felipe Quispe, El Malku, con quien compartieron años de cárcel, y finalmente al lado de Evo Morales en los últimos dos o tres años. Sus trabajos sobre los movimientos sociales en Bolivia y su reflexión crítica sobre la izquierda, en Bolivia, son a la vez trabajos académicos del sociólogo de la UMSA (Universidad Mayor de San Andrés) y del agudo analista político que percibe el cambio introducido por los movimientos sociales y los intelectuales y líderes aymaras. En este sentido, será crucial durante la presidencia de Evo Morales, contar con el apoyo y la colaboración de García Lineras para resistir a la imagen trasnochada de la derecha y la izquierda internacional.
La fórmula Evo Morales-Alvaro García Lineras es significativa para entender el proceso histórico en los últimos quince años. En 1992 Bolivia llamó la atención en gran parte del mundo por un acontecimiento sin precedentes: Víctor Hugo Cárdenas, un intelectual Aymara, egresado de la Universidad de San Andrés con una maestría en lingüística, fue elegido como vice-presidente en la fórmula Gonzalo-Sánchez de Losada-Víctor Hugo Cárdenas. La elección de Víctor Hugo Cárdenas fue celebrada por los yatiris de diversos ayllus quienes, en una ceremonia en La Paz anterior al juramento vice-presidencial, entregaron al vice-presidente del Estado los bastones de mando de los Ayllus. En la ceremonia inaugural, Víctor Hugo Cárdenas pronunció su discurso en quechua, en aymara y en castellano. Al invertirse la composición étnico-social de la fórmula, se evidencia aún más el giro des-colonial. A pesar de la importancia de la vice-presidencia de Cárdenas, éste fue un subalterno de Sánchez de Losada, quien comandaba el barco. En el caso de García Lineras no se trata ya de un subalterno sino de un traductor, como el mismo lo dice, en un barco que comanda la visión indígena de Morales y no ya la Latino-Criolla de Sánchez de Losada.
La BBC-Mundo, edición castellana, reprodujo estas palabras de Evo Morales, el día lunes 19 de diciembre: “Decir a aymaras, quechuas, chiquitanos y guaraníes: por primera vez vamos a ser presidentes. Y quiero decirles a los empresarios, profesionales, intelectuales y artistas, no nos abandonen”. (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_4541000/4541036.stm). La misma agencia entrevistó a García Lineras el miércoles 21 de diciembre y encabezó la entrevista con estas palabras: “Muchos dicen que Álvaro García Linera es el cerebro detrás del trono del Movimiento al Socialismo, el partido político que llevó a Evo Morales al poder en Bolivia. Él lo niega enfáticamente. "Soy un traductor, más que un inyector", asegura(http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_4548000/4548248.stm). Si en un sentido García Lineras es el equivalente y contrario a “Tuto” Quiroga, en otro sentido es el equivalente y complementario del Subcomandante Marcos (o Rafaél Guillén): el intelectual de izquierda, de descendencia hispánica, que entiende que las luchas des-coloniales de los indígenas comenzaron en y no se interrumpieron desde, el siglo XVI. Poco que ver tiene esta historia con la derecha y la izquierda Parisina post-revolución, con el socialismo saint-simoniano y con la izquierda y el socialismo marxista. Las historias de los oprimidos europeos y los oprimidos coloniales (los humillados y racializados como seres inferiores a lo largo del proyecto moderno/colonial) son, literalmente, aguas de distintos molinos. Si ayer, era la izquierda Eurocentrada que daba pautas para la liberación de las colonias y ex-colonias, hoy es la des-colonialidad que se manifiesta en Evo Morales la que puede dar pautas para el giro descolonial en Europa (e.g., los acontecimientos en Francia, en noviembre del 2005) y en Estados Unidos (los sectores clasificados como minorías étnicas, resultado de la opresión colonial (afroamericanos, indígenas) de la expansión imperial (chicanos y latino/as de México, Puerto Rico y Cuba fundamentalmente), y de la migraciones (desde el ex-Tercer Mundo).
El giro des-colonial es desprendimiento de las reglas del juego único (de la derecha, de la izquierda y del centro), y es apertura al diálogo y a la negociación, pero desde una perspectiva-otra. Con lo cual quiero decir que no se trata de otra perspectiva dentro de las mismas reglas del juego (que está implicado en el artículo de Le Monde Diplomatique al celebrar e integrar la izquierda indígena a la izquierda latina, cuando es exactamente lo contrario). El MAS-IPSP (Movimiento hacia el socialismo—Instrumento Político por la soberanía de los Pueblos) es parte del giro des-colonial en la medida en que desplaza la estructura de partidos políticos y la “representación democrática” en la que la derecha, y sobre todo la retórica de Washington, justifica la democracia por el voto. En Bolivia las elecciones fueron clara y aplastantemente democráticas por el voto, pero “el pueblo”(indígenas y no indígenas), no votó a un partido que los representa sino a un movimientos social que los involucra. “Yo creo que el MAS-IPSP es un instrumento político del pueblo, por la dignidad y por la soberanía, como dice el nombre”, respondió Evo Morales en una entrevista publicada por La Insignia en Agosto del 2002 (http://www.lainsignia.org/2002/agosto/ibe_117.htm).
El giro des-colonial es claramente perceptible, además de la des-articulación de la teoría política eurocentrada (desde Nicolo Machiavelo a Karl Marx y desde Thomas Hobbes a Carl Schmitt) en la teoría y acción del MAS-IPSP, en dos de las medidas político-económicas que serán los pilares de las primeras gestiones del gobierno de Evo-Morales: la cuestión de las hojas de coca y la cuestión de la “nacionalización” de los hidrocarburos. El Plan Dignidad puso a Bolivia en el mapa de los bondadosos colaboradores de Estados Unidos en la erradicación de la hoja de coca. Quienes estaban al frente del Plan Dignidad no eran indígenas, por cierto, sino criollos y mestizos bolivianos que, como en las sucursales de McDonald, cumplían órdenes desde Washington en el primer caso y de la central de McDonal en el segundo. Frente a ello Evo Morales parte de dos principios fundamentales que contribuyen al giro descolonial: Habrá grado cero de cocaína, en Bolivia; cero grado de cultivo de la droga, pero no grado cero de hoja de coca. Mucho antes de que la hoja de coca se usara para la cocaína, explica Morales en varias entrevistas, los habitantes indígenas, Aymaras y Quechuas, en los Andes, masticaron y usaron la coca como suplemento dietético.
El consumo de la hoja de coca y del mate de coca es parte de la dieta diaria de los indígenas bolivianos (y también de gran parte de los no-indígenas). Y por eso, el Plan Dignidad, que “digno” para la política neo-liberal en Estados Unidos y de sus servidores en Bolivia, fue en realidad humillante para los indígenas, además de destructor de formas dietéticas centenarias. Pero sin duda, el bienestar de las personas y sus formas de vida no le interesa a la política económica neo-liberal. En realidad, cuestiones como salud, alimentación y el buen vivir, son peligrosos para la democracia de mercado y para el doble juego de la droga: anatema moral en los países desarrollados y enormes beneficios económicos y circulación de dinero en los mismos países en los cuales el consumo de la cocaína es anatema. Evo Morales comienza a cambiar los términos, y no el contenido de la conversación: “jamás cero grado de la hoja de coca” significa cambiar las reglas del juego; cambiar los principios sobre los cuales el discurso oficial y pseudo-ético intenta no solo destruir la dieta y la economía de Bolivia sino también demonizar formas de buen vivir, fuentes de trabajo y de dietas saludables. El giro des-colonial consiste en una serie de desprendimientos y de cambios de los términos de la conversación, mientras que la izquierda sólo cambia los contenidos y se mantiene dentro de las mismas reglas del juego de la cosmología eurocéntrica.
El segundo punto es la “nacionalización” de los hidrocarburos. “Nacionalización” es un término que les cae mal a intelectuales más o menos de izquierda y a defensores de la globalización de la derecha. Para los intelectuales de izquierda, “nacionalización” suena a los años 70 y para los de la derecha a regionalismo pasado de moda frente a una globalización que borra, dicen, las fronteras. En ambos casos quien gana es la globalización neo-liberal. En el primer caso porque la nacionalización no es la solución (lo cual deja las puertas abiertas a la alternativa) y en el segundo caso puesto que, llanamente, a la globalización hay que defenderla de sus opositores en todo el mundo, como lo aconseja el muy leído libro del economista Jagdish Bhagwati, En defensa de la globalización (2004).
El discurso de Evo, también reproducido en varias entrevistas, y básicamente el siguiente: los recursos naturales no se pueden privatizar porque son propiedad del pueblo y el pueblo es la voz de Dios. Este principio, así transmitido en las entrevistas, tiene una densidad irreducible al discurso monocorde del periodismo y de libros que divulgan los pro y los contras de la globalización. En primer lugar, la invocación a Dios es por un lado una concesión al discurso cristiano, que está en el fondo de liberales y neo-liberales (a pesar del secularismo) y por otro una invocación directa a la Pachamama, a la concepción teo-lógica, de los aymaras. En la cosmología aymara, distinta a la transformación cosmológica que introduce Francis Bacon (1610) al hacer de la Naturaleza un ente exterior al Hombre (sic) y que debe ser dominada por el Hombre, no hay tal distinción entre Naturaleza y Hombre, y menos aún la Naturaleza como un ente a ser explotado. La Naturaleza en el vocabulario indígena es la tierra. En Bolivia la palabra “tierra” implica mucho más que una superficie que se puede medir y vender por metros cuadrados. Está plagada de sentidos que toca al poder (a la matriz colonial de poder), al racismo, a la violencia, al sufrimiento y a la explotación, a luchas de des-colonización y esperanzas de libertad, de terminar con la dominación y la explotación constante.
En esta constelación semántica de la cosmología indígena los hidrocarburos, como el agua, no son mercancías. “Mercancía” es una constelación semántica de la cosmología occidental donde, después de la revolución industrial, la tierra se convirtió en la fuente de los “recursos naturales.” Para los indígenas de América, contrario a los indígenas de Europa, los recursos naturales son en verdad derechos humanos y no mercancías. Derechos de las personas que habitan y son habitadas por la Naturaleza. Evo Morales al decir “nacionalización” no está diciendo solamente que los recursos naturales son bolivianos. Está cambiando de nuevo los términos de la conversación, está desprendiéndose del discurso en el cual los derechos naturales son una mercancía para sugerir, y a veces decirlo, que son un derecho humano. El cambio de los términos de la conversación no sería ya sólo válido para los bolivianos, sino también para los habitantes del Medio Oriente con respecto al petróleo.
Evo Morales une ambas esferas de la economía a un principio político fundamental dirigido tanto a los inversores extranjeros como a los esbirros “nacionales” de los inversores extranjeros: “Queremos socios y no patrones.” Sin duda, el principio político sería compatible con la izquierda periférica si la izquierda periférica (y en este caso latina) se plegara al liderazgo del giro des-colonial indígena. Si no lo hace así, la izquierda periférica y latina quedaría, por un lado, dependiente del marxismo ortodoxo y de sus variantes; y, por otro, quedaría limitada a la versión parcial de una izquierda blanca y varonil, de origen y descendencia europea que borra o disfraza una supuesta originalidad periférica. El “hecho imprecedente” de un indígena elegido, por aplastante mayoría, presidente marca a su vez otro elemento del giro des-colonial cuyas manifestaciones fueron creciendo en los últimos quince años: que la Latinidad no es una característica que define un sub-continente, sino la identidad criollo-mestiza y de sus proyectos políticos de derecha y de izquierda. La Indianidad que en Bolivia tuvo en los 70 y en Fausto Reinaga un ideólogo fuerte, se instala en el Estado con Evo Morales. Por otra parte, la Africanidad, que se instaló en el Estado con la revolución haitiana (y que pagó sus consecuencias desde entonces), hoy tiene sus prolongaciones también en los países Andinos y en Brasil. Si Evo Morales ha hecho posible que la izquierda latina se pliegue al proyecto descolonizador indígenas, el futuro queda abierto para la ola de-colonial africana que brotó hace doscientos años.
Evo Morales no es ni Lulista ni Chavista, afirmó enfáticamente García Lineras en la entrevista citada. Todo lo que acabo de sostener concuerda con esta afirmación. Pero será necesario, en los meses que siguen, reflexionar sobre este asunto. No es ni lo uno ni lo otro porque ni Lula ni Chávez se asientan en un pasado y una memoria de luchas que ha mantenido, durante cinco siglos, la diferencia. Ha mantenido la diferencia y no una “esencia India” pura y auténtica. Ha mantenido la diferencia irreductible que hizo imposible la asimilación de los indígenas a los proyectos cristianos castellanos, de los criollos y mestizos seculares bolivianos, y de los proyectos de desarrollo y mercantilización liberales y neo-liberales.
Es precisamente el haber mantenido la diferencia lo que le permite a Evo Morales el desprendimiento, hacer el giro-descolonial e iniciar una apertura a una política económica y a una economía política que se apoya sobre subjetividades que nunca fueron colonizadas. En el caso de Bolivia se podría repetir lo que Ranajit Guha percibió para el caso de la India: hay algo que el imperio Británico nunca pudo colonizar y ese algo fue la memoria y la subjetividad de los indúes. Igual en Bolivia: y de esa memoria y subjetividad no colonizada no surge “una nueva izquierda” sino un peldaño más en un giro des-colonial que tiene al menos cuatrocientos años en los Andes. En este sentido, Hugo Chávez precede pero complementa a Evo Morales. Más allá de los recursos económicos que sostienen su gestión, la “revolución bolivariana” de Hugo Chávez puso sobre la mesa un proyecto en donde se asume el Mestizaje de forma equivalente a como Evo Morales asume la Indianidad. De ahí la diferencia radical entre Juan Domingo Perón y Hugo Chávez que a menudo se invoca para descalificar a ambos como “populistas.” Perón nunca cruzó la diferencia colonial que lo separaba, como hombre blancoide y argentino, de los “cabecitas negras” y trabadores de tez marrón que él apoyaba desde la Secretaría de Trabajo. Hugo Chávez, desde el principio, asumió la memoria del Mestizo desplazado del control económico, político y subjetivo que la elite Criolla mantuvo en América del Sur y el Caribe hispánico, desde las respectivas independencias. Esta es la contribución de Chávez al giro des-colonial y el sostén de su proyecto de “revolución bolivariana.”
Es quizás de Ignacio Lula de quien se pueda decir, con propiedad, que su elección introdujo un “giro a la izquierda”. El PT, en verdad y dejando de lado los problemas recientes, un ejemplo paradigmático de la izquierda periférica, de una izquierda que se pensó desde adentro y desde su propia historia más que de hacerse siguiendo los manuales de la izquierda europea. En Bolivia, sin embargo, asistimos al crecimiento del giro des-colonial que pone en tela de juicio tanto a la izquierda eurocentrada como a la izquierda periférica; hace visible, al mismo tiempo, que el sueño de una izquierda global ya no tiene sentido, no importa de qué manera lo disfrace y lo presente la izquierda eurocentrada y sus agentes locales.
La diferencia irreductible del giro-descolonial no sólo que se le escapa a la izquierda sino también a la derecha: dos días después de las elecciones en Bolivia, el presidente George W. Bush y la secretaria de Estado Condoleezza Rice, anunciaron la necesidad de poner fin al régimen de Fidel Castro, como si Fidel Castro tuviera algo que ver y alguna incidencia en los quinientos años de pensamiento y acción de aymaras, quechuas, chiquitanos y guaraníes. Fidel Castro dio, hace tiempo, un significativo giro en la izquierda periférica. Evo Morales, hoy, consolida el giro des-colonial en la historia colonial de las Américas y el Caribe.
- Walter D. Mignolo, Duke University
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