TLC: Palacio apuesta al protectorado
29/12/2005
- Opinión
Entrevista a René Báez por Paco Velasco, transmitida por radio La Luna el 15 de noviembre del 2005
- Está con nosotros el doctor René Báez –ex decano de Economía de la Pontifica Universidad Católica del Ecuador (PUCE), Premio Nacional de Economía y miembro de la International Writers Association- con quien abordaremos el análisis del Tratado de Libre Comercio (TLC) que vienen negociando los gobiernos del Ecuador, Colombia y Perú con Estados Unidos. Sin más preámbulos, ¿cómo entender al TLC?
El punto de partida para analizar el TLC andino-estadounidense es comprender que constituye un capítulo de la estrategia global de la Casa Blanca en la época pos-muro de Berlín, diseñada para consolidar su hegemonía en el siglo que comienza. Dicha estrategia presupone la puesta en marcha de acciones bélicas militares y no militares en distintas zonas del planeta, encaminadas a favorecer al establecimiento estadounidense.
En lo que concierne a los países andinos, las primeras corresponden a las que viene instrumentando el eje Washington-Bogotá en el marco del Plan Colombia/Plan Patriota, en tanto que las segundas –compendiadas en el TLC- buscan profundizar y volver irreversibles las reformas y ajustes neoliberales aplicados en la subregión en las 2-3 últimas décadas bajo monitoreo del FMI (Fundamentalismo Monetario Internacional).
Expuesto de otro modo, el Plan Colombia y el TLC comportan una ofensiva de recolonización del área andina, a través de la cual Washington y Wall Street esperan reforzar su poderío de cara a los desafíos planteados por la Unión Europea y los gigantes asiáticos (China y Japón). Conjugando ambos instrumentos, el Gran Hermano aspira a asegurarse el control y la explotación de los recursos de la Amazonía –agua, petróleo, oxígeno, minerales, biodiversidad- indispensables para consolidar su hegemonía mundial.
Podría decirse que asistimos a la instrumentación sistemática del “modelo de acumulación por desposesión” (Samir Amin), a una lumpenacumulación a escala internacional, a una reedición de aquello que los pensadores clásicos del socialismo identificaran como capitalismo de rapiña.
- ¿A dónde está conduciendo a la humanidad el modelo económico neoliberal?
A la concentración extrema de la riqueza y el poder, por un lado, y por otro, a la extenuación de los recursos naturales del planeta. Reflejos ambos de la pavorosa crisis a que nos han conducido los llamados Tiempos Modernos, fundados en las fuerzas amorales del dinero y la ciencia positiva.
Los datos son impresionantes. Tres megamillonarios detentan una riqueza equiparable al ingreso anual de los 48 países más pobres del mundo. De otro lado, se estima que algunos recursos no renovables del planeta se agotarían en 1-2 generaciones.
- ¿Cómo interpretar esos escalofriantes datos?
Son el gran fresco de la crisis de la Modernidad. Más concretamente, revelan las escandalosas consecuencias del culto a la propiedad privada. Que tres supermagnates tengan el control de una proporción tan grande de una riqueza finita refleja la peor gestión del planeta que se pueda imaginar.
La globalización corporativa, el neoliberalismo, el ALCA, el TLC... radicalizarían ese orden de tendencias.
- ¿Cuál es la expresión política del modelo de “acumulación por desposesión”?
Aludiendo al fenómeno de concentración de poder económico y político, Noam Chomsky publicó recientemente un libro titulado Estados canallas y James Petras otro, denominado El Nuevo Orden Criminal. Norman Mailer, en una entrevista de Newsweek y con referencia especial a su propio país (EE.UU.) patentó la expresión “Estados patanes”.
El mundo asiste a un resurgimiento del nazifascismo. Como se recordará, Hitler buscó sustentar su delirante “Imperio de los Mil Años” en la teoría seudocientífica del “espacio vital” (Lebensraum), según la cual las ambiciones expansionistas de una nación vigorosa relativizan los derechos y la cultura de los pueblos débiles. En este tornasiglo, George W. Bush se ha proclamado sin atisbo de vergüenza como el “presidente de la guerra”, enarbolando objetivos y argumentos similares a los del nacionalsocialismo alemán.
Conforme han hecho notar Chomsky y Dieterich en su libro Los vencedores, la actual política exterior estadounidense se guía por los mismos axiomas del nazismo, tales como la “guerra preventiva” y la “lucha contra el terrorismo”. Ni qué decir sobre el origen de la pretensión de los halcones de Washington de convertir a sus intereses en la norma suprema de las relaciones internacionales. En relación a tales intereses, no se tiene olvidar que Colin Powell describió al ALCA como a una estrategia hemisférica destinada a favorecer a las corporaciones estadounidenses entre Alaska y la Patagonia.
- ¿Cómo se articula el TLC con la estrategia global de Washington?
Aparte de su inspiración geopolítica, el TLC tiene que ser comprendido como una cruzada recolonizadora de amplio espectro: comercial, financiera, tecnológica, ideológica, cultural, legal, institucional...
- A propósito de implicaciones extracomerciales, se conoció que Canadá, a consecuencia de su afiliación al NAFTA, tuvo que pagar una indemnización millonaria a la estadounidense Ethel Co., al perder en un tribunal internacional una demanda por daños ambientales que le hiciera a la empresa yanqui.
Con el TLC las cosas irían más lejos. Si el Ecuador firma el TLC, podría ser demandado por empresas norteamericanas que estimen que no se han cumplido sus expectativas de ganancia en sus operaciones en el país.
- Hay temor por la privatización de la educación y la salud.
El TLC asestaría el golpe de gracia al Estado social que, en nuestro caso, cobrara alguna significación con la Revolución Juliana y el “boom” petrolero de los años 70. Con el TLC, la educación y la salud dejarían de constituir derechos sociales y se convertirían en mercancías, disponibles para quienes puedan solventarlas. La calidad de esas mercancías se mediría, no por sus virtualidades intrínsecas, sino por la rentabilidad de la inversión.
- ¿Qué decir sobre la propiedad intelectual?
La obsesión de los hombres-corporación por la propiedad de los bienes materiales e inmateriales está desbordando todos los diques. El TLC pretende patentar plantas y animales, propósito que ha sido denunciado como una insolencia en contra de la especie humana. La obsesión posesiva ha llegado tan lejos que se busca incluso privatizar la imaginación. La ficción de Orwell podría convertirse en realidad.
- ¿Privatizar la imaginación? ¿Cómo es eso?
De aprobarse el TLC, la existencia de los productos culturales pasaría a depender de la voluntad de las corporaciones. Acaba de suceder en Colombia. Una obra de teatro de alta calidad, referida a los problemas que conlleva la vejez de los seres humanos, fue vetada por un canal televisivo controlado por una transnacional, seguramente por su incompatibilidad con la cultura “light” que fomenta el establecimiento. Que se impida el tratamiento –incluso desde el arte- de la vejez me parece espantoso, un síntoma de retorno a la barbarie.
Con el TLC, las creaciones de nuestros mejores artistas y escritores nacerían muertas. Me pregunto si tendríamos que abrir cementerios para sepultar a las obras reprobadas por la moderna Santa Inquisición.
Parece surrealismo, o realismo trágico.
- El peligro que implica el TLC para los artistas de la subregión ha sido denunciado, entre otros, por Dago García, de la Coalición de la Diversidad Cultural de Colombia, quien, en una entrevista publicada por El Tiempo de Bogotá, dice que no podemos dar “papaya” (ventaja) a Estados Unidos, a la par que destaca que los trabajadores de la televisión son parte de la cultura, en la medida que son creadores de íconos que afirman la identidad nacional. De su lado, un realizador peruano apuntaba hace poco:
Son tan grandes las asimetrías que tenemos con Estados Unidos en lo que a
productos culturales se refiere, al producto cultural, a discos, a producción de
discos, a producción de cine, a producción de teatro, a producción de televisión, son
tan grandes que nos van a agobiar; obviamente no habrá producción nacional en
televisión porque entrarán todos los programas norteamericanos como si fueran
nacionales, sin aranceles, sin impuestos, sin nada; no habrá filmación de películas
porque no podremos con ellos, y eso traerá consecuencias como la desocupación,
habrá disminución de puestos de trabajo.
- Al respecto, usted ha dicho una frase decidora y metafórica: la privatización de la imaginación. Abordemos el campo de la economía. Las cámaras de la producción han emprendido en una compaña orientada a persuadir a la ciudadanía de las bondades del TLC para el Ecuador. Su mensaje enfatiza en las calamidades que se derivarían para el país si pierde “el tren del TLC”. Escuchemos esa publicidad difundida por algunas radios y canales de televisión.
Mira, Colombia va subir al tren, Perú también y Chile ya están arriba con México.
Mira, los países centroamericanos también suben.
¡Anunciamos la salida del TLC rumbo al comercio global!
¿Y Ecuador qué rumbo va? ¿Y Ecuador no va?
Ecuador no puede quedar relegado del tren del desarrollo; la dinámica mundial
exige afrontar retos y transformarlos en oportunidades de progreso y bienestar.
No le demos la espalda al desarrollo. Ecuador no es una isla, hoy el gran mercado
es el mundo.
¡TLC: competir para crecer!
Este es un mensaje del Comité Empresarial.
- Ahí tiene algunos sofismas, pero que pueden dejar la sensación de que si no firmamos el TLC le estaremos dando la espalda al mundo, al progreso, al desarrollo; que si no nos subimos al tren del mercado mundial seremos una especie de bazofia humana y nos hundiremos en una suerte de pantano histórico. ¿Cuál es su opinión?
Progreso, Crecimiento, Desarrollo, Libre Comercio, Competencia, Mercado Mundial, Macdonalización (todas estas palabras con mayúsculas) son los mitos de una Modernidad que hace aguas por todos sus costados. Aparte de ocultar expectativas individuales, el texto da cuenta que ciertos líderes patronales no se han enterado que el TLC plantea un esquema de integración de “una sola vía”, un esquema de integración-desintegradora, una estrategia de recolonización totalizante y totalitaria, la perpetuación del Reich de los 500 años.
El análisis histórico de los procesos de unificación de economías nacionales enseña que estos pueden traducirse en beneficios mutuos únicamente si se cumplen entre naciones de poderío económico relativamente simétrico.
La consigna “competir para crecer” me parece una frase con una fuerte carga de darwinismo social.
Esos compatriotas empresarios parecen no haber percibido que la mundialización del capitalismo –la denominada Globalización- no es un convite a la humanidad, sino un proceso de oligopolización que está dejando más náufragos que sobrevivientes.
- ¿Por qué el naufragio de países y continentes?
Porque el capitalismo contemporáneo está operando no solo bajo la tradicional lógica de la explotación, sino también bajo una lógica de exclusión económica y espacial. El TLC profundizaría ambas tendencias.
- Volvamos a la publicidad del Comité Empresarial.
Que las corporaciones estadounidenses difundan ese tipo de mensajes lo encontraría explicable, pero que lo hagan nuestras dirigencias económicas y políticas, refleja un fenómeno de alienación y servidumbre. Una petición para que los nuevos colonizadores culminen su tarea.
- Una súplica de los empresarios para que las transnacionales controlen los márgenes de libertad que aún subsisten.
Exactamente. Paul Baran identificó a ese tipo de actitudes en su dialéctica del jinete y el caballo.
- Aceptar el destino de ser caballo, de ser bestia de carga, decirle al jinete: “¡Por favor, móntate encima mío y haz lo que te dé la gana!”.
Exactamente. Vino viejo en odres nuevos. La nueva división del trabajo postulada por el neoliberalismo y el TLC no es sino la vieja división del trabajo que implantara Inglaterra en nuestros países a lo largo del siglo XIX. Una división del trabajo que impone el “infanticidio industrial”, un orden internacional en que unos se especializan en ganar y otros en perder.
Detrás de la publicidad de las cámaras percibo a las mismas voces que hace poco clamaron por la pérdida de la soberanía monetaria con la muerte/asesinato del sucre. Son los que defienden pequeños “nichos” en el mercado estadounidense, los importadores (la famosa burguesía “compradora”), la bancocracia. Son los partidarios del “vasallaje por libre determinación”.
- Vasallaje por libre determinación... me parece genial. Palacio también se va a subir al tren del TLC, también va a implorar de rodillas a los “halcones” de Washington que culminen su tarea.
Con resonancia continental, esa postura de obsecuencia la acaba de representar Vicente Fox, en la cumbre de Mar del Plata, al acusar a su colega Hugo Chávez de bloquear el acceso de Venezuela al tren del Progreso.
- Como réplica al manifiesto de los empresarios, Ataúlfo Tobar ha compuesto una pieza muy irónica.
Flash informativo urgente.
El tren del Tratado de Libre Comercio (TLC) atropelló a una multitud de
ecuatorianos, el trágico resultado de este accidente son 13 millones de afectados.
Muchos de ellos han quedado mutilados, han perdido sus empleos, las viudas no
tienen recursos para alimentar a sus hijos, los enfermos y heridos ya no pueden
acceder a las medicinas pues los precios están por los cielos. Y como es costumbre,
el responsable del accidente se dio a la fuga.
Nadie se salva del atropello del TLC. Dile no al TLC.
Firma para exigir la consulta popular: Comunícate a Ecuador Decide, teléfonos
2508 922 y 2529 125.
- ¿Cómo describe a la conducción de Alfredo Palacio de las negociaciones del TLC?
Me parece una posición idéntica a la de su predecesor, Lucio Gutiérrez: inconsistente, improvisada, servil, cándida.
Como se recordará, tanto Gutiérrez como Palacio impugnaron inicialmente la propuesta unionista de Washington, para luego convertirse en sus acérrimos defensores “porque el Ecuador no puede quedar fuera de la globalización”.
Pienso que ha sido una conducción improvisada porque el TLC con Estados Unidos, pese a comportar el desafío mayor que ha enfrentado el país a lo largo de su vida republicana, ha sido abordado sin la elaboración previa de un mínimo proyecto nacional, conforme han confesado despreocupadamente los sucesivos negociadores plenipotenciarios, Cristian Espinosa y Manuel Chiriboga. De Ripley.
- ¿Por qué servil?
¿Cómo calificar de otra manera a una posición “negociadora” que asume sin beneficio de inventario la ideología, la estrategia, las condiciones y la agenda impuestas por la contraparte?
- ¿Ingenua?
Carondelet no termina de comprender que la guerra y el comercio siempre han ido de la mano en las estrategias de las distintas metrópolis. Concretamente, no ha entendido –como dijimos- que el Plan Colombia y el TLC constituyen las dos caras de la misma moneda recolonizadora. Son dos formas igualmente letales. De esta suerte, candorosamente, ha asumido que las preferencias arancelarias (ATPDEA) constituyen una concesión unilateral del Congreso estadounidense, y no como lo que efectivamente son, o sea, una compensación simbólica por la entrega de la Base de Manta y la involucración del país en la fementida “cruzada internacional contra el narcotráfico”, con sus correlatos de incremento del presupuesto de Defensa y la “desnacionalización” de las Fuerzas Armadas y la Policía a favor del eje Washington-Bogotá.
- ¿Por qué ha calificado de falsa a la lucha contra el narcotráfico?
Porque la raíz última del consumo de drogas psicoactivas (marihuana, cocaína, heroína) tiene su origen en patologías desarrolladas por la sociedad norteamericana y, por lo mismo, es allí donde debieran aplicarse los correctivos a los problemas de salud pública que genera la drogadicción, comenzando por el levantamiento de la Prohibición, conforme recomendara el propio gurú del neoliberalismo, Milton Friedman.
Porque busca “criminalizar” a nuestras sociedades y fomentar guerras fratricidas.
¿Por qué el establecimiento norteamericano no aborda frontalmente el problema de la drogadicción? Porque la Prohibición es la clave de un negocio que genera ingresos del orden de los 700 mil millones de dólares, cuya fracción sustantiva se canaliza a Wall Street (banca, productores de agrotóxicos, “señores de la guerra”).
- Usted se refirió a que el TLC tendría implicaciones institucionales. ¿A qué aludía?
De suscribir el TLC, el Ecuador estaría adoptando una supraconstitución. Asumiría (“por libre determinación”) la condición de protectorado de Estados Unidos.
Al parecer, esa transición ya ha comenzado. ¿Qué otro significado asignar al incumplimiento de la legislación ecuatoriana en el caso de la petrolera Occidental, la tristemente célebre OXY?
- Si Palacio firma el TLC, ¿qué sentido tendrían sus convocatorias a consulta popular y Asamblea Constituyente?
Absolutamente ninguno. Se trata de una tramoya antinacional de Palacio, para “subterráneamente” cerrar el TLC, afianzar la entrega del petróleo a las transnacionales y disimular el cumplimiento de las órdenes de Bush y Uribe en torno al conflicto armado de nuestro vecino norteño.
Por lo demás, colocaría al pueblo ecuatoriano frente a una situación kafkiana: elegir diputados encargados de preparar una Carta Magna destinada a regir en un Estado inexistente. ¡Una burla sangrienta!
- ¿Existe alternativa al TLC?
Asirse al TLC sería continuar apostando al trasnochado neoliberalismo, fórmula fracasada a nivel continental y específicamente en el área andina. Sería convalidar el Reich de los 500 años. Constituiría una suerte de fuga hacia adelante. Tampoco la salida puede vislumbrarse en esquemas como la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), sustentada en los mismos principios mercantilistas que terminaron por empantanar experimentos unionistas anteriores, y que además oculta los intereses “subimperialistas” del Brasil. De su lado, el aislacionismo acaso representa un remedio peor que la enfermedad; esto último debido a que los problemas que aquejan a nuestros países en este tornasiglo son de tal envergadura que resultan imposibles de resolución mediante acciones individuales. Pensemos solamente en el dogal de la deuda externa, imposible de resolver en términos bilaterales o a través de negociaciones convencionales. La Comunidad Andina de Naciones (CAN) se extinguiría, de hecho, si Perú y Colombia firman el TLC.
- ¿Qué nos queda?
Subirnos al expreso del ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas).
- ¿Cómo entender al ALBA?
El ALBA ha venido configurándose por una acumulación de ideas y experiencias de nuestros pueblos que arranca desde la resistencia indígena y criolla a la dominación española. No se tiene que olvidar que nuestros próceres de la primera independencia enarbolaron la bandera de la Patria Grande, ideal de unidad y solidaridad de América Latina torpedeado por los librecambistas de la época.
Cabe recordar que Simón Bolívar odiaba más a las deudas que a los españoles y que, como presidente de la Gran Colombia, precisamente desde Quito, decretó la inalienabilidad de las riquezas del subsuelo. Amén de identificar a Estados Unidos como el mayor enemigo de la libertad de Hispanoamérica, lo que le llevó a excluirlo de su convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá (1826).
Acontecimientos y posturas más recientes han ido en esa misma dirección.
- ¿A qué situaciones o procesos se refiere?
Al ¡Ya basta! del 1 de enero de 1994, lanzado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) coincidiendo con la “anexión” del México formal al NAFTA. Grito fundador del movimiento alterglobalizador que recorre el mundo entero.
Al “ecuadorismo”. Las “explosiones” sociales pacíficas, espontaneístas y policlasistas que liquidaron a los gobiernos de Abdalá Bucaram (1997), Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2005), regímenes neoliberales y clientelares de Washington.
Al triunfo electoral de Hugo Chávez en 1998 y al inicio de la Revolución Bolivariana en la hermana Venezuela, proceso que viene tonificando al ALBA de modo preponderante. Por un lado, a través de los cambios económico/sociales “internos” que marcan el retorno triunfal del pensamiento de la CEPAL y de las teorías del “subdesarrollo” y de la dependencia que pusieran en boga entre los años 50 y 60 figuras tan esclarecidas de la intelectualidad latinoamericana como Raúl Prebisch, Celso Furtado, André Gunder Frank, Pablo González Casanova, Agustín Cueva, Aníbal Quijano, Antonio García, José Consuegra, Domingo Maza Zavala, Pedro Vuscovic; y por otro, mediante una sorprendente constelación de propuestas y acciones para la integración-integradora de América Latina catapultadas desde la “diplomacia del petróleo”.
Finalmente, aludo al ascenso del movimiento indígena de Bolivia que no solo ha depuesto a “hombres de paja” del Imperio como “Goni” Sánchez de Lozada y Carlos Mesa, sino que seguramente va a llevar a la presidencia al líder del MAS, Evo Morales. Los indios bolivianos parecen llamados a aportar al redivivo proyecto bolivariano no solo con la vieja sabiduría quechua y aymara, sino con su respaldo a la conformación de un eje Caracas-La Paz opuesto al TLC. Como dijera el subcomandante Marcos, la realidad siempre es más inteligente que la teoría.
- ¿Qué prerrequisitos colocan a un país en la ruta del ALBA?
La conducción del Estado por fuerzas nacionalistas y populares, así como una predisposición a sustituir progresivamente los fetiches de la Modernidad por categorías económicas y éticas de corte no-capitalista.
- A propósito de movimientos indígenas, la CONAIE ha iniciado hoy una nueva marcha pacífica sobre Quito. Los indios vienen desde el sincha suyo (sur) y el conti suyo (norte) a decir NO al TLC.
Escuchemos el mensaje de Luis Macas, que está transmitiendo La Luna desde esta mañana.
No vamos a permitir que se lleven un solo alfiler de nuestra casa. Es deber de todos
levantarnos contra el TLC. Se nos está acabando la vida. Por nosotros, por nuestros
hijos, por el futuro y la dignidad de nuestro país, todos esta vez vamos a levantarnos
y defender nuestras vidas.
Defendamos nuestro país y el bienestar de todos y todas. Con el TLC aumentará la
emigración y nuestros niños quedarán desprotegidos.
Rechacemos el TLC porque habrá más pobreza, desempleo, endeudamiento y
dependencia del gobierno de Estados Unidos. El TLC privatizará los recursos
naturales, los páramos y parques nacionales, el petróleo y las minas, la flora y la
fauna. El TLC privatizará los servicios públicos, el agua, el riego, la luz eléctrica,
la educación, la salud, la seguridad social.
El TLC es un negocio de las grandes empresas y de los grandes inversionistas
nacionales y de Estados Unidos.
- ¿Qué juicio le merece el mensaje?
Me parecen palabras verdaderas, bellas y dramáticas. Condensan la clarividencia de los oprimidos. Comportan un nuevo grito de la resistencia. Contienen el espíritu vivificante de lo nacional y de lo ético.
El manifiesto me traído a la memoria el espíritu y las consignas del Abril Forajido, tan falsificado por la Gran Prensa y demás cantores del carcomido establecimiento oligárquico dependiente.
Cuanta razón tenía Hegel cuando, en su dialéctica del amo y el esclavo, asignó a los pueblos sojuzgados de la historia una misión civilizadora de los pueblos aparentemente más evolucionados.
- Dr. Báez, le agradezco por su presencia. Gracias por sus opiniones profundas, frescas, metafóricas e irónicas.
(Trascripción de Yolanda Vaca)
Especial para la Agencia Latinoamericana de Información-
https://www.alainet.org/es/active/10215?language=es
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