El salto de la mangosta
Desde Kiev, Oleg Yasinsky aporta un punto vista en primera persona al conflicto Rusia-Ucrania-OTAN
- Opinión
Hace tan solo 104 años, en el febrero del 1918, el enorme poeta ruso Alexander Blok escribía estas líneas de su famoso poema “Los Escitas”:
…Ustedes son millones, nosotros, como tinieblas y más tinieblas
¡Prueben combatir con nosotros!
¡Sí, los escitas somos nosotros! Sí, los asiáticos somos nosotros,
con oblicuos y voraces ojos.
Para ustedes el siglo, para nosotros, la hora única.
¡Nosotros como siervos sumisos,
sostuvimos un escudo entre dos razas hostiles,
la de los mongoles y la de Europa!
Cientos de años miraron ustedes hacia el Este,
amontonando y extrayendo nuestras perlas,
¡Y burlándose, para apuntarnos con las bocas
de sus cañones, sólo esperaban el momento!
(…) ¡Oh viejo mundo! Aún no has muerto
y te consumes en dulce tortura.
¡Detente prudente como Edipo
ante la Esfinge del viejo enigma!
Rusia es la Esfinge. Regocijándose, afligiéndose
y bañándose con negra sangre.
Ella observa, observa, te observa a ti,
con tanto odio como amor…
Al pasar tanto tiempo, estas letras conocidas como parte de la lectura obligatoria de la escuela adquieren de repente su verdadero significado y mejor que cualquier análisis político, sirven para explicar los dramáticos sucesos en el corazón de Europa. Siento que el poema de Blok es uno de los mejores retratos del sentir ruso frente a esta guerra que “el mundo civilizado” libra ya varias décadas, contra su mundo. Desconfío del concepto tipo “choque de las civilizaciones”, pero en estos tiempos, cualquier intento de defender una identidad, una diferencia o una discrepancia frente a lo establecido por Occidente como lo “políticamente correcto”, inevitablemente, se enfrenta a un “bulling” mediático mundial, sin dejar el más mínimo chance para defenderse. Por lo menos Blok alcanzó a explicar algo hace 104 años con poesía.
Partamos de lo más conflictivo: Supongamos que Putin es un humano. Supongamos que entre tantas maldades que causa a la humanidad, tenga sus pensamientos, afectos, sueños, debilidades y hasta convicciones. Hace 4 días, toda Rusia y una buena parte del mundo, todos divididos entre sus amigos y enemigos, escuchaban su largo discurso sobre la historia de Ucrania, para concluirla con el reconocimiento de las repúblicas rebeldes de Donbass. Creo que todos coincidíamos en una sola cosa: una gran curiosidad por el sentir verdadero del presidente ruso, detrás de toda su aparente calma, su acostumbrada ironía siempre al borde del sarcasmo, sus poco refinados dichos plebeyos que tanto rechazo generan al mundo intelectual ruso y sus intentos de explicar muy pacientemente sus decisiones políticas como si nadie le creyera. Era muy importante ese discurso. Explicando lo que hoy sucede con Ucrania, él, como nunca antes, describió y argumentó sus razones para enfrentar los poderes del Occidente en la peor crisis-político militar europea desde la guerra en Yugoslavia, y en términos globales muchísimo más peligrosa.
Seamos claros. Putin es un político autoritario, conservador, defensor del capitalismo y quienes ven en la Rusia actual una heredera de la Unión Soviética, no entienden nada.
Este largo discurso del presidente ruso, tuvo dos partes. En primera, él habló de la historia de las relaciones entre Rusia y Ucrania, la independencia ucraniana y el proyecto soviético. Explicó que la idea de Ucrania como país, fue de los bolcheviques y que su verdadero padre fue Lenin. Habló de los errores en la construcción estatal soviética, donde a las repúblicas socialistas por la insistencia de Lenin, se les dio el derecho a la libre determinación con una posibilidad de salir de la Unión. Eso, según Putin, generó el desmoronamiento del estado soviético en los años de la Perestroika. Una lectura histórica muy simplista, teñida de ciertas nostalgias extremadamente estatistas con olor a imperiales, y moderadamente anticomunista, acusando a los bolcheviques y a Lenin de varios de los problemas actuales de Rusia. Luego Putin habló del buen trato que Rusia postsoviética le dio a Ucrania y a los ucranianos, las preferencias económicas y otras cosas positivas, que son ciertas. Después contó la historia del golpe del 2014, presentado por los medios occidentales al mundo como “La revolución del Maidan”, habló de los crímenes impunes de los nazis, cometidos bajo el mando de los gobiernos de Kiev y prometió encontrar y castigar a los culpables. Insistió, que Ucrania le debe todo a Lenin y al comunismo, así que las autoridades de Kiev se equivocaron destruyendo los monumentos soviéticos y haciendo “la descomunización (la campaña estatal contra las ideas de izquierda). “¿Quieren más descomunizacion?” – preguntó Putin. “- No tengo nada en contra. Pronto la tendrán”.
A partir de este discurso y el posterior reconocimiento de las republicas, la prensa mundial duplicó sus ataques contra Rusia.
Hace pocos días Elena Villar, mencionando un estudio de Estudio de MINTPRESS revelaba algo importante: “El New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal intentan llevar a EEUU a una guerra contra Rusia por Ucrania. La investigación del 7 al 28 de enero del 2022 dice que en este periodo el 90 por ciento de los artículos en estos diarios movieron una visión agresiva y hacia un solo lado frente a las posturas guerreristas, aunque solo el 31 por ciento de los norteamericanos está a favor de mandar tropas de USA a defender Ucrania”.
“Greg Hayes director ejecutivo de Raytheon technologies dijo: tenemos algunos sistemas de armas defensivas que podemos suministrar y que pueden ser útiles. Tanto las acciones de esta empresa como las de Northrop Grumman aumentaron a máximos históricos durante los momentos de mayor tensión. The Washington Post es propiedad del multimillonario Jeff Bezos, que es dueño de Amazon que tiene negocios millonarios con Nextgov, la agencia de seguridad nacional que otorga un contrato secreto de diez mil millones a Amazon:
Nada nuevo que los grandes millonarios sean los dueños de los grandes medios de comunicación como Rupert Mudoch dueño de Fox News y Michael Bloomberg dueño de Bloomberg (el # 20 en la lista de multimillonarios de Forbes) recien nombrado jefe de la Junta de innovación de Defensa, cuya misión es proporcionar recomendaciones al Pentágono. Más allá de los diarios, a nivel audiovisual: seis empresas controlan el 90 porciento de los medios de comunicación: Viacon, New Corporation, Comcast, CBS, Time Warner, Disney… Muchos de los reporteros y principales expertos del New York Times y The Whashington Post están afiliados al «Center for a New American Security” financiado por el Pentágono…”
En los últimos 7 años, el gobierno ruso insistió en la necesidad de hacer cumplir a Ucrania los Acuerdos de Minsk porque su gobierno evadía este compromiso, a pesar de haberse firmado la primera parte de ellos en septiembre del 2014 y la segunda, en febrero del 2015. Los acuerdos suponían las elecciones libres de las autoridades locales en las repúblicas de Donbass, una amnistía a todos los combatientes, la autonomía cultural de la región y el posterior restablecimiento del control ucraniano sobre todo el territorio. Los acuerdos tuvieron el apoyo de la ONU y la Comunidad Europea, pero en todo este tiempo Ucrania persistió en no cumplirlos ya que la clase política nacionalista dominante, no quería tener en el país un “enclave ruso”, tampoco le interesaban los votantes (que en su gran mayoría serían sus adversarios), y sobre todo, esto significaría un precedente de descentralización del poder y de la ruptura de su lógica dominante nacionalista y antirrusa.
Las principales exigencias rusas al gobierno de Kiev fueron tres:
Desistir oficialmente del ingreso a la OTAN.
Reconocer a Crimea como parte de Rusia y dejar de lado las pretensiones de recuperarla.
La desmilitarización del país (la más confusa de las exigencias).
Pero hay algo, bastante más importante y conflictivo. Ucrania no solo perdió los territorios bajo el control de las fuerzas rebeldes de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk. Rusia confirmó que reconoció el territorio de éstas repúblicas según los límites expresados en sus constituciones, pero dichas constituciones indican un territorio tres veces más grande que lo que las fuerzas rebeldes controlaban, ya que aproximadamente 2/3 de estas regiones, incluyendo algunas ciudades importantes, en los últimos años han estado bajo el control de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Entregando el apoyo militar directo a las repúblicas de Donetsk y de Lugansk, Rusia dice oficialmente, que “la nueva frontera” entre Ucrania y las repúblicas deben ser negociadas por las partes, directamente. La república de Donetsk exigió de inmediato al ejército ucraniano retroceder de sus posiciones hasta el límite de la región. No cumplirlo sería enfrentarse al poderío militar ruso, que se haría cargo de la seguridad de las repúblicas.
Pocas horas después el parlamento ruso aprobó la participación de su Ejército en el extranjero. Y ahora no se trata solo de la defensa de las repúblicas de Donbass en sus territorios, sino de si es necesario o no, actuar fuera de sus fronteras.
Recordemos que si el gobierno ucraniano hubiera cumplido, al menos una parte de los acuerdos de Minsk, las repúblicas seguirían siendo parte de Ucrania (con su autonomía) y en el periodo de transición y desarme, la actual línea divisoria de las tropas, se respetaría.
Hasta este momento muchos hablábamos de un gigantesco fake news de la prensa mundial que anunciaba un inminente ataque ruso contra Ucrania. No lo entendíamos mucho y surgían muchas explicaciones y especulaciones. Nos equivocábamos. Seguramente la decisión de actuar no fue tomada por el gobierno ruso anteayer. Pero después o junto con su filtración, la inteligencia rusa introdujo a los servicios de información del adversario los falsos mapas y fechas del ataque distrayéndolo de su verdadero plan. Los ridículos mapas con dibujos escolares con flechitas desde las fronteras rusas hacia las principales ciudades ucranianas, causaron más de una broma en las redes y solo pudimos imaginar las caras y comentarios de Putin y Lavrov, cuando sus asesores les presentaban la reciente prensa mundial con este tipo de elementos.
En un video donde uno de los líderes de las repúblicas rebeldes solicitaba a Putin el reconocimiento oficial, se vio en la mesa una carpeta con el nombre “El Salto de la Mangosta”. Y de aquí surge una versión del plan de Putin bajo esta clave. Las mangostas que como se sabe, se alimentan de serpientes, tienen una manera particular de matarlas. Como las mangostas no tienen antídoto contra el veneno deben tener mucho cuidado enfrentando a la serpiente, realizan muchos movimientos de ataque falsos, y cuando la serpiente agotada de tantas provocaciones se desgasta y pierde la rapidez, la mangosta se lanza en un ataque real para matarla. No tenemos pruebas para confirmar ni descartar este rumor, pero suena bastante lógico.
El gobierno ucraniano está arrinconado y no tiene mucho espacio para la maniobra. Mientras las embajadas de los “aliados estratégicos” siguen evacuando su personal junto con los asesores militares de la OTAN que en los últimos 8 años enseñaban a los soldados ucranianos a combatir a los rusos, el presidente Zelenski está absolutamente solo y entiende que si acepta el ultimátum ruso será destrozado por las bandas nacionalistas por “traición a la Patria” y si no lo acepta, sumergirá su país en una guerra totalmente desigual y en pocos días más, puede ser destituido por los tanques rusos en Kiev.
En la prensa occidental recorrieron el mundo las fotos de los civiles voluntarios ucranianos que se preparan para enfrentar la invasión rusa. Este aspecto puede ser el más trágico. La población de Ucrania hace más de 8 años vive bajo un permanente bombardeo mediático antirruso, sobre todo la juventud, las generaciones menores de 30 años fueron creadas con la propaganda antirrusa y anticomunista sin alternativa alguna. Hoy son víctimas de este experimento mediático del odio hacia Rusia y una fe ciega en “los valores supremos” del occidente. Estas generaciones ya no son parte de la historia y cultura comúnes del espacio postsoviético y el nivel general de educación – cada vez más bajo – no les permite mucha crítica frente a las versiones oficialistas de la historia y las consignas nacionalistas. Muchos de ellos están dispuestos a morir por la idea de la “Patria” impuesta desde el poder.
Los jóvenes rusos en uniformes son rehenes de algo similar. Lo que más han escuchado es sobre la grandeza histórica de Rusia sin ninguna explicación de los trasfondos ideológicos ni la comprensión de los contenidos sociales de la historia. Por eso les cuesta tanto diferenciar la historia rusa de la soviética. Mientras una buena parte de la juventud civil rusa admira todo lo gringo y “occidental”, para ella también es un sinónimo de la “civilización”.
Si sacáramos el elemento de la rusofobia educada en los ucranianos, sobre todo los últimos 8 años, en su sistema valórico los jóvenes rusos y ucranianos son prácticamente idénticos. Por lo pasionario de sus culturas e historia comunes, los solados ucranianos y rusos están dispuestos a morir por la Patria y sus ideales, equivocados o acertados… A diferencia de los anglosajones que ya desde hace un par de décadas los empujan hacia esto.
Anteanoche, en Moscú, yo estaba terminando este texto, pensé que le faltarían un par de precisiones y decidí terminarlo mañana. A las 8 de la mañana me despertó el teléfono. Llamaba mi madre de Kiev. “Empezó la guerra, nos están invadiendo”, me dijo ella. Pensé que yo seguía durmiendo. Quise pellizcarme. No. Tampoco era una mala broma. Sentí que no entendía absolutamente nada.
Me acordé de la metáfora de la mangosta y la cobra. También de una conversación de un amigo ruso periodista que precisó, que por jugar mucho, los roles se confunden y los animales ya no se acuerdan, quién era la cobra y quien la mangosta. También pensé, que tal vez pueden convertirse en uno solo.
Este tipo de noticias es como la muerte de alguien cercano. Al principio la conciencia se bloquea, se niega a aceptarlo. Con varios amigos en los últimos meses hicimos miles de análisis y modelaciones de la situación entre Rusia y Ucrania y una invasión rusa ahora, en estas circunstancias nunca fue una de las opciones. Más allá de los aspectos morales, políticos, económica y militarmente nos parecía inútil, innecesaria, dañina y a todas luces contraproducente. En este momento el extremadamente torpe, corrupto e impopular gobierno ucraniano no presentaba ningún peligro inmediato para Rusia, más bien servía a la propaganda de Putin como un anti ejemplo perfecto para demostrarle a los rusos, qué pasa con un país cuando al poder llega la oposición proccidental. El negocio preferido del gobierno ucraniano fue la propaganda antirrusa, acusando al gobierno de Putin de todos sus múltiples fracasos. Atacar a Ucrania sería confirmar la propaganda nacionalista ucraniana de los últimos ocho años. Con los amigos nos burlábamos mucho de las caricaturas en la prensa europea con los mapas de ataque de Rusia y de múltiples muy básicos y repetitivos discursos de los propagandistas de la OTAN y del gobierno de Kiev. Esta mañana estaba dándole toda la razón a todos ellos. Dejé de entender de qué planeta estaba construyendo mi comprensión de la realidad. Era como ver a un elefante volando. Y no a uno, sino a varios. Pero no eran elefantes, eran aviones de guerra. En todas las redes, todas las pantallas, todas las notas y letras.
Antes de la invasión rusa, a pesar de toda la propaganda, por lo menos la mitad de los ucranianos no veían en Rusia un enemigo. Esa mañana lo cambió todo. Para los ánimos antirrusos en Ucrania las últimas 48 horas han sido más eficientes que los 8 años de la propaganda del gobierno. La gente se siente sorprendida, dolida y ofendida. Están con miedo. No quieren que los liberen con tanques y aviones, quieren que les dejen en paz. Muchos jóvenes dispuestos a morir defendiendo su tierra. El ejército ucraniano abandonado por sus socios de la OTAN, con entrega y heroísmo resistiendo al invasor. Y mucha, mucha rabia. Los ataques rusos contra los objetivos solo militares, pero los misiles inteligentes como siempre de repente fallan y explotan en los edificios y los jardines. El gobierno ucraniano en el centro de Kiev repartiendo armas a TODOS los transeúntes sin control de identidad alguna, que pronto terminaran en manos de los delincuentes y saqueadores. La vice ministra de la defensa llamando a los civiles a que tiren bombas molotov desde sus balcones y sus casas. Una película de terror superando con creces los peores los presagios y recién empezando.
Esta noche está llena de sirenas, explosiones, disparos y sobre todo incertidumbres. Se espera el asalto de Kiev.
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