El mundo sigue en el umbral de la medianoche nuclear
Este enero de 2022 las manecillas del Reloj del Apocalipsis siguieron a 100 segundos de la medianoche nuclear. Las amenazas de un cataclismo que extinga al hombre como especie no desaparecieron.
- Opinión
Este ingenio metafórico existe desde hace 75 años. Se creó en 1947 con el concurso de 17 premios Nobel y científicos adscritos a la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago, dos años después de finalizar la II Guerra Mundial, y con las cenizas del hongo nuclear de Hiroshima y Nagasaki todavía nublando la bóveda celeste.
¿Por qué el reloj apocalíptico?
Surgió como premonición de una carrera armamentista que podría conducir al holocausto y una guerra fría eufemísticamente nombrada así para cubrir con un manto de paz inexistente los denominados conflictos de baja intensidad causantes de más muertos, heridos, desaparecidos y desplazados que las dos lides mundiales juntas.
La idea era mostrar a la gente cuán cerca está la humanidad de su desaparición, y nada mejor que con un reloj cuyas manecillas avanzan hacia el exterminio total o retroceden, según voluntad del hombre mismo y de sus gobernantes.
Es muy curioso que la rendición de Adolf Hitler y la derrota del fascismo no influyeran en la determinación de aquellos científicos al poner en marcha ese mecanismo a las 23.53 horas, es decir, a siete minutos exactos de la posibilidad de una guerra nuclear.
El criterio prevaleciente entre los 17 premios Nobel en aquel año fue que la etapa que se abría en las relaciones internacionales con una nueva división de la sociedad y el nacimiento de un sistema socialista mundial mantenía las condiciones para enfrentamientos globales armados totales, agravados con el aditamento del dominio del átomo con fines militares.
Pero aun así, estimaban que había un margen relativamente amplio, o más bien racional, de impedir un holocausto. En su concepción, siete minutos podían ser siete años, siete décadas o siete siglos.
Lo importante es que para los científicos quedaba claro que el fin de la guerra mundial no era una garantía en la preservación de la paz, y que Hiroshima y Nagasaki fracasaron en términos de chantaje político, pero no en el estímulo de una carrera militar desenfrenada que serviría de base a la guerra fría.
Los momentos más agudos del Siglo XX
Los momentos más agudos en el siglo pasado se vivieron en el año 1953, a ocho años de la II Guerra, cuando las manecillas del reloj avanzaron a las 23:58, a solo dos minutos del holocausto y se empezó a hablar con fuerza de “el mundo al borde de la guerra nuclear”.
Eso fue debido a la decisión de Estados Unidos de fabricar la bomba de hidrógeno, las pruebas anteriores de su primer dispositivo termonuclear que borró del mapa a Eniwetok, un islote del océano Pacífico, y la respuesta de la antigua Unión Soviética con el ensayo de su propia bomba H.
Desde entonces, en realidad, la carrera armamentista no se ha detenido y los presupuestos militares fueron convertidos en válvulas de escape para atemperar o retardar crisis económicas sistémicas, enriquecer a grupos de poder o expandir controles territoriales dentro de una guerra geoestratégica que nunca se ha detenido.
A partir de ese año hasta el cierre del siglo XX hubo momentos en que las tensiones disminuyeron favorecidas por negociaciones y acuerdos nucleares y las agujas del artilugio de la muerte- como también se le llama- llegaron a separarse del holocausto hasta 17 minutos.
Eso ocurrió en 1991 tras un supuesto fin de la guerra fría con la caída de la URSS y el campo socialista europeo y cuando Estados Unidos y Rusia se comprometen a desmantelar gran parte de su arsenal nuclear.
La crisis de los misiles en Cuba no movió las agujas
Reconocida como el momento en que el mundo estuvo lo más cercano a una guerra atómica, la denominada Crisis de los Misiles de 1962, conocida por la historiografía cubana como Crisis de Octubre, no movió de su lugar las manecillas del reloj.
Curiosamente quedaron congeladas en las 23:53, es decir, alejadas siete minutos del holocausto, cuando en realidad debieron de estar pegadas a menos de 30 segundos de la medianoche nuclear.
Ocurrió que, cuando estalló debido a la presencia de cohetes defensivos soviéticos en territorio cubano para enfrentar las amenazas de invasión del Pentágono, el peligro de que se produjera la primera conflagración de ese tipo en la historia de la humanidad obligó a acelerar las negociaciones y en un lapso de 13 días Moscú y Washington llegaron a un acuerdo del que dejaron fuera a La Habana.
Aun así, se sigue considerando octubre de 1962 como el momento más peligroso vivido por la humanidad, y no quedó registrado en el reloj porque el clímax del conflicto y su resolución se produjeron antes de que en el Boletín pudiesen reunirse para ajustarlo.
Sería muy interesante y beneficioso para la humanidad que los científicos regresaran a ese momento e hicieran cálculos de qué tan cerca al juicio final estuvo ese mecanismo de la muerte. Es un reto.
El Siglo XXi, Trump y la marcha a la extinción
Pero con el siglo XXI las manecillas del reloj comenzaron un avance inexorable hacia la medianoche nuclear que se hizo muy palpable y peligroso con la administración del expresidente Donald Trump.
Su inesperado triunfo electoral en 2016- pues gran parte de la opinión pública apostaba por Hillary Clinton- estremeció los cimientos de la paz y afloraron los peores temores a un holocausto desde la derrota del fascismo en Europa.
Por primera vez el ingenio se movió 30 segundos y se detuvo a las 23:57:30 horas por el resurgimiento del nacionalismo en la política mundial con la ascensión de Trump como presidente de los Estados Unidos y sus políticas respecto a temas bélicos, de armamento, inmigración y ambientales.
Ya para entonces había cambiado su contenido original como analogía para representar la amenaza de guerra nuclear global, e incorporado peligros iguales o peores a los que el mandatario era adicto empedernido, como cambio climático y todo nuevo desarrollo en las ciencias y nanotecnología que pudiera infligir daños irreparables.
Desde 1953 la máquina del tiempo nunca se había acercado a dos minutos de la medianoche, ni siquiera en momentos más terribles y angustiosos de la carrera armamentista, ni en las severas discrepancias entre Moscú y Washington, pasando por la OTAN y Europa.
La hostilidad con Corea del Norte y las manecillas
En enero de 2020, por el deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y la República Popular Democrática de Corea y amenazas de un ataque nuclear a presuntos puestos de lanzacohetes norcoreanos, las agujas se movieron 30 segundos y marcaron por vez primera las 23:58:20 horas, a solo 100 segundos del holocausto.
Fue casi unánime la decisión de los científicos de todas partes del mundo de achacar la responsabilidad de esa grave y peligrosa situación a una sola persona, Donald Trump.
Al condenar el supremacismo blanco prevaleciente, los científicos de la junta advirtieron que la situación de seguridad internacional ahora es más peligrosa que nunca, incluso que en el apogeo de la Guerra Fría.
Pero en las elecciones de ese año ese hombre fue derrotado y en enero de 2021 obligado a entregar la Casa Blanca de la cual no quería salir por lo debió ser sacado prácticamente a la fuerza después de protagonizar un inédito intento de golpe de estado en Estados Unidos.
Biden en el umbral de la medianoche nuclear
Sin embargo, un año después, cuando la junta de expertos hizo un primer balance de los peligros que acechan a la humanidad -y que, como se ha dicho, desde hace un tiempo no son solamente los nucleares- el reloj apocalíptico sigue exactamente en la misma posición en que lo dejó Trump.
La conclusión es que la humanidad sigue afrontando dos peligros existenciales simultáneos abonados por el ex mandatario: la guerra nuclear y el cambio climático, agravados por un multiplicador de amenazas y una guerra de información cibernética que socava la capacidad de respuesta de la sociedad.
Es decir, el gobierno del presidente Joe Biden mantiene sin alteraciones las condiciones por las cuales, bajo la administración Trump, las manecillas pararon a la hora más crítica de la humanidad a raíz de amenazas continuas y peligrosas generadas por las armas nucleares, el cambio climático, tecnologías disruptivas y la Covid-19.
El peligro de extinción ya no es solo nuclear
El mundo se encuentra a sólo 100 segundos de llegar a su fin, empujado por la crisis climática, la amenaza nuclear y la pandemia de Covid-19, advirtió el Reloj del Apocalipsis en el Boletín de la Junta de Ciencia y Seguridad de Científicos Atómicos de enero 2021, es decir, las 23:58:20 horas.
La junta aclaró en su comunicado especial, que “la decisión no sugiere que la situación de seguridad internacional se haya estabilizado. Por el contrario, el Reloj sigue siendo lo más cerca que ha estado nunca del apocalipsis que acabará con la civilización porque el mundo sigue atrapado en un momento extremadamente peligroso”.
Biden ni siquiera ha comentado el tema o ha hecho caso a las quejas y advertencias de los científicos, y aunque aplica una nueva política contra el cambio climático contraria a la de Trump, poco o nada ha hecho en el resto de las causas que mantienen la situación en un punto tan alarmante.
Aunque los científicos del Boletín… no han sido explícitos al respecto, en la decisión tomada influye la gravedad de la situación en Ucrania, la irresponsabilidad de los mandos políticos y militares de la OTAN en ese escenario que nunca ha dejado de ser un polvorín y la política de enfrentamiento desesperado con China motivada por una evidente pérdida de hegemonía mundial de Estados Unidos.
“El Reloj del Juicio Final continúa flotando peligrosamente, recordándonos cuánto trabajo se necesita hacer para garantizar un planeta más seguro y saludable. Debemos continuar alejando de la medianoche las manecillas», dijo Rachel Bronson, presidenta del Boletín de Científicos Atómicos.
El doctor en Física Teórica Lawrence Krauss advirtió que el peligro de guerra nuclear no es la única razón por la que se ha adelantado.
Se cierne en un momento, dijo, en que se ha perdido la confianza en las instituciones políticas, los medios de comunicación, la ciencia y los propios hechos, lo cual exacerba la dificultad de lidiar con los problemas reales que el mundo enfrenta y amenazan con socavar la capacidad de los gobiernos para encararlos de manera eficaz.
Faltó a esos eruditos evaluar, entre los nuevos elementos del mecanismo del reloj apocalíptico, la desigualdad económica, el saqueo de riquezas naturales, y la brutal concentración de capitales causantes de una migración jamás vista ni en episodios bíblicos y generadora de una pobreza más peligrosa y devastadora que una guerra nuclear.
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