¿Por qué el FMI libera en estos momentos fondos multimillonarios?
Es, por supuesto, una manipulación grosera de recursos que bien empleados y mejor distribuidos contribuirían muchísimo a superar la crisis global.
- Opinión
El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de liberar 650 mil millones de dólares en Derechos Especiales del Giro (DEG), una unidad de cuenta que puede ser canjeada por divisas mediante determinadas reglas.
El valor de cada unidad es de 1,42 dólares. Llama la atención la bolsa tan exagerada que aprobaron los 24 miembros del directorio del FMI, a su vez representantes de los países más ricos del planeta que son quienes toman ese tipo de decisiones y dominan las reservas financieras internacionales.
Esa cantidad es un mínimo y casi ridículo porcentaje del monto global de las reservas monetarias de cada uno de esos países, pero un volumen extraordinariamente elevado de recursos a liberar entre los 191 miembros del FMI.
Algunos especialistas hablan ya de un Plan Marshall gigante global, pero aparentemente es una comparación muy inexacta porque en realidad no hay globalidad ni un plan concreto de ese tipo en esa repartición, sino mucha desigualdad e inequidad, o concretamente una muestra dolorosa del desequilibrio financiero, la pésima distribución universal de la riqueza y la brutal concentración del capital.
Según el FMI, el objeto de esta asignación es proveer de liquidez adicional al sistema económico mundial mediante el fortalecimiento de las reservas internacionales de los países miembros.
Pura retórica, pues el propósito es fortalecer las grandes economías bajo la mezquina justificación de que la asignación general va en proporción a las respectivas cuotas de la membresía.
Eso significa que 58 por ciento de los nuevos DEG van a las economías avanzadas, el 38,8 a las llamadas emergentes y en desarrollo y apenas 3,2 para el conjunto de naciones de bajos ingresos que son la aplastante mayoría.
Expresado en dólares, de esos 650 mil millones apenas 21 mil millones se reparten en más de un centenar de países pobres, 417 mil millones a los ricos, y 212 mil millones a los emergentes. No es una operación de salvataje para un mundo en quiebra por el fracaso del neoliberalismo y los efectos multiplicadores de la pandemia de Covid-19, sino para los ricos.
Hay muchas interpretaciones sobre el por qué esa cantidad desembolsada del FMI. La más común, la profundidad de la crisis económica que obliga a una inyección amplia de recursos y activar las reservas internacionales estancadas. Otra, beneficiar a las grandes economías que se quedarán con casi todos esos DEGs.
Ambas, para muchos especialistas, expresan un colapso de la economía global hasta este momento no aceptada tan explícitamente como acaba de hacer el FMI, pero aseguran que esa inyección no revertirá la situación porque el dinero no irá hacia donde hace falta, e incluso podrá hasta complicar más la crisis.
¿Por qué esta última afirmación de algunos analistas?
Primero, porque la asignación beneficiará solo a todos los ricos. Por ejemplo, los integrantes del Grupo de los 7 (G-7 se quedaron con 43,3 por ciento, es decir, casi 282 mil millones, 22 veces el Producto Interno Bruto de Níger.
Estados Unidos, él solito, 113 mil millones de dólares, 18 por ciento del total y 40 por ciento de lo que recibió el G-7.
Ante esa cruel realidad, ya hay voces que están exigiendo al FMI y a los países ricos que hagan una reasignación de esos recursos sin que signifique nuevas deudas para los pobres que ya de por sí son impagables. No hay una reacción todavía de los grandes beneficiados.
Segundo, porque una masa gigantesca de dinero tan mal repartida podría alimentar la inflación y proporcionar reservas internacionales adicionales que el mundo no necesita, factores que reproducirán de inmediato todas las condiciones prevalecientes hasta ahora que condujeron a la crisis, entre ellas una reafirmación de la concentración de capitales.
Son tan mezquinos que algunos republicanos en el Congreso de Estados Unidos se están oponiendo ya a la propuesta del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de usar ese dinero para pagar deudas, porque consideran que si esa alternativa prospera se beneficiará China porque sus deudores les pagarían con los DEGs.
En concordancia con esos criterios, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos advirtió que se negará a comprar DEGs de cualquier país con el que actualmente tienen sanciones, como Irán, Siria y Venezuela, y además van a promover que otros países hagan lo mismo.
Es, por supuesto, una manipulación grosera de recursos que bien empleados y mejor distribuidos contribuirían muchísimo a superar la crisis global.
Está circulando una propuesta en Naciones Unidas para que los países más ricos pongan sus DEGs innecesarios o en exceso en un nuevo fondo fiduciario, para uso de otros miembros. El fondo será llamado Fideicomiso de Resiliencia y Estabilidad y podría estar listo para fin de año. Ojalá haya cordura.
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