Cali es color luz, no las nieblas fascistoides
Muchas de las prácticas fascistas las sigue utilizando el Estado en el régimen de Iván Duque contra los participantes en el Paro Nacional de 2021: asesinatos, torturas, desapariciones, detenciones arbitrarias, violaciones y demás formas de represión sistemática y oprobiosa.
- Opinión
Una de las líneas que identifican a los fascistas es su odio a todas las expresiones de la cultura, la diversidad y la vida popular.
Esa ha sido su traza a lo largo de la historia: ejercen el discurso único de su clase de privilegiados, la segregación racial, la uniformidad gris disfrazada de orden y la muerte como mecanismo predilecto frente al contrario.
El fascismo es la manera de actuar de las fracciones más extremistas de la derecha, defensoras acérrimas del sistema capitalista de desigualdad y exclusión social imperante, y de las peores formas de violencia contra la otredad.
Su violencia económica va aparejada con la física, militarista y, además, con la simbólica, y por eso atenta contra la cultura progresista y libertaria.
Es lo que hace ahora la avanzada fascistoide del uribismo en Cali pagando para hacer desaparecer los murales llenos de color y luz que denuncian los feminicidios, los falsos positivos y la violación de los derechos humanos en paredes y avenidas de la urbe.
El fascismo es, como lo recordara hace años el líder obrero búlgaro Jorge Dimitrov, “la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero”.
En palabras del mimo Dimitrov, quien soportara con valentía la cárcel del nefasto régimen nazi-fascista, éste “es el sistema de gobierno del bandidaje político, un sistema de provocaciones y torturas… es la crueldad y la barbarie medievales, la agresividad desenfrenada” contra los pueblos.
Esa definición aplica hoy plenamente a lo que ha venido ocurriendo en Colombia, y de manera brutal en Cali, en donde los métodos fascistoides, del autoritarismo exacerbado, han derivado en la barbarie contra la juventud en resistencia.
Fundado por Mussolini y continuado por Hitler (nazismo) Primo de Rivera (falangismo) y Franco en Europa, y practicado por Trujillo, Stroessner, Pinochet, Videla, Banzer, Bordaberry, Somoza y demás dictadores en América, desde el Siglo XX hasta hoy el fascismo emplea sus garras totalitarias y sanguinarias contra las luchas liberadoras de los pueblos.
En Colombia, procedimientos fascistas han sido usados por el Estado y sus agentes civiles (‘pájaros’, paramilitares y demás denominaciones de matones), en los regímenes conservadores de los años cuarenta del siglo pasado, la dictadura de Rojas Pinilla (1953-1957), el Frente Nacional (1958-1974), el mandato de Turbay Ayala (1978-1982), el gobierno Álvaro Uribe (2002-2010).
Muchas de las prácticas fascistas las sigue utilizando el Estado en el régimen de Iván Duque contra los participantes en el Paro Nacional de 2021: asesinatos, torturas, desapariciones, detenciones arbitrarias, violaciones y demás formas de represión sistemática y oprobiosa.
Los neofascistas del uribismo, cómplices de los “camisas blancas” que a lo largo del Paro han estado disparando contra el pueblo en la más completa impunidad y con el amparo de la policía, creen que pintando las paredes de gris, como hicieron el domingo 4 de julio, pueden hacer desaparecer la historia.
Al estilo de los camisas pardas de la cruzada anticomunista hitlerianos del siglo XX, en el siglo XXI los nostálgicos del nazi-fascismo usan también la consigna anticomunista en camisas blancas.
La historia de los violentados y perseguidos sigue viva y el pueblo de Cali volverá a cubrir el gris de las tinieblas del régimen uribista con más color y más luz y más arte.
Y con más poesía, música, baile, teatro, danza y tantas otras expresiones de la esencia humanista de los caleños.
Ya lo viene haciendo con la programación denominada El Jardín de la Vida, un bello espacio de arte y cultura que rinde homenaje a la memoria de las 46 vidas de jóvenes sacrificadas en Cali por la represión del régimen de Duque y que reclama respeto al derecho a la protesta.
El pueblo de Cali seguirá ejerciendo su derecho a existir y a expresarse, aunque el neofascismo criollo levante la bandera gris de las tinieblas y de la muerte.
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