Huelga general, poder popular y masacre obrera del 15 de noviembre de 1922
- Opinión
El 21 de agosto de 1922 la Sociedad Cosmopolita de Cacahueros “Tomás Briones” lanza un llamamiento a la clase obrera del puerto para la formación de la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE) en ese llamamiento aparece la consigna: pan, libertad, amor y ciencia.
El contexto internacional
Tocaremos muy de pasada dos grandes acontecimientos y una corriente política mundial que tuvieron una incidencia específica en las jornadas de noviembre de 1922.
La primera conflagración mundial, una guerra entre imperios, afectó las exportaciones de cacao provenientes del Ecuador al cerrarse el puerto de Hamburgo por donde ingresaba el producto hacia Europa lo que generó una drástica reducción de su producción de cacao y desató una grave crisis económica que se prolongó hasta cerca de la década de los 50 del siglo XX. Este fenómeno incidió, sin lugar a dudas, en los acontecimientos que nos interesan ya que determinó una situación socioeconómica que golpeó duramente a los sectores populares.
La primera revolución obrera triunfante en lo que era el imperio zarista incidió de dos formas, la primera como el fantasma que aterrorizaba a las clases dominantes, ver obreros insurrectos en la calles de Guayaquil despertaban unos temores y miedos que se volvían insoportables para las élites, imaginar ser expropiados como había ocurrido en la Rusia soviética era algo que les quitaba el sueño. La segunda forma en que incidió fue como ejemplo que alentó las luchas obreras, algunos trabajadores denominaban a la Gran Asamblea de Los Trabajadores el Soviet de Guayaquil.
En los comienzos del siglo XX se había fortalecido la corriente obrera anarquista en toda Europa especialmente en regiones de Italia y España, a través de puerto de Guayaquil llegó prensa y literatura anarquista que encontró un terreno fértil entre los sectores avanzados de los trabajadores guayaquileños que participaron activamente en la organización sindical y levantaron la primera Federación clasista de trabajadores y participaron en la dirección de la Huelga General del año 22.
El contexto nacional
Ya había quedado atrás la épica montonera de la revolución alfarista y se había asentado en el poder el bloque bancario agroexportador. El Ecuador vivía para la época el pleno ejercicio del poder de la bancocracia, que se la conoce también como la etapa plutocrática, y gobernaba el país el señor José Luis Tamayo Terán abogado liberal representante de los intereses de las fracciones burguesas dominantes.
El Ecuador era un país de un capitalismo que comenzaba lentamente a desplegarse sobre la sociedad, tenía un bajo nivel de desarrollo de sus fuerzas productivas y una dependencia casi absoluta del mercado mundial, la forma de producción del cacao, las condiciones naturales favorables para su cultivo y los bajos salarios hacían que los costos de inversión fueran bajísimos y por esta misma razón la incorporación y desarrollo tecnológico era mínimo. Además esta misma situación no generaba mayores encadenamientos económicos lo que volvía la producción cacaotera una especie de actividad isla.
En esta época donde la hegemonía política la ejercían los productores de cacao y los banqueros que intermediaban la exportación y los créditos desde luego no estaba exenta de conflictos. En la región de la sierra todavía se mantenía con fuerza la vieja oligarquía terrateniente y su expresión política los conservadores aliados a la Iglesia católica que siempre se opusieron a los liberales, cuando no entraban en contubernio digamos. La fracción hegemónica dominante tenía también en la región de la costa como contraparte a los importadores con los cuales se enfrentaban en choques persistentes, esta rivalidad se manifestó en los acontecimientos del 15 de noviembre como veremos más adelante. La clase agroexportadora conocida como los “gran cacao” gobernaba haciendo uso de las más amplias libertades en el terreno del comercio y de la empresa al amparo de la Constitución liberal de 1906 que había expresado al nivel jurídico/político los intereses y la cosmovisión de su ideología. De cualquier modo esta etapa fue la apoteosis del “laissez faire et laissez passer”
La integración Costa/Sierra que se había resuelto en alguna medida estableciéndose una especie de división del trabajo en que la sierra abastecía a la costa de productos agrícolas por medio del ferrocarril y la costa llevaba a la sierra una serie de productos importados vía marítima. Esto implicaba los componentes básicos para la estructuración de un mercado interno.
Como lo hemos dicho para 1922 estaba vigente la Constitución Liberal de 1906, que algunos sectores conservadores la llaman la Constitución atea, que estableció la separación del Estado de la Iglesia, quitándole a la iglesia el control sobre la educación, en lo que dice relación a las garantías nacionales, se estipuló que la enseñanza era libre sin más restricciones que las señaladas en las leyes respectivas.
El aspecto cultural estará de alguna manera determinado por la transición de un siglo y una época en que si bien la revolución liberal abría camino hacia la modernidad capitalista lo haría de forma incompleta y fragmentaria, es decir, si bien se rompía en parte con la matriz oligárquica latifundista no se daba comienzo a una época radicalmente nueva, la formación social ecuatoriana se desenvolvía en una combinación inestable y contradictoria de los elementos románticos precedentes con los elementos nuevos de la ideología liberal positivista que luchaba por insurgir.
El positivismo fue una manera de enfrentar el romanticismo filosófico y las ideas clericales. Sus ideario principal sintetizado en la idea conservadora de orden y progreso frente a la gran convulsión que significó Revolución Francesa, aquí en Ecuador en cambio representaron ideas progresistas sostenidas en el postulado del progreso inevitable del desarrollo humano como ley universal, sostenida en la ampliación del conocimiento que se cristalizaba en la ciencia que de ahora en adelante pasaba a reemplazar a la religión como elemento cohesionador de la sociedad. Se representaba a la razón como el modo de romper el oscurantismo religioso y se planteaba buscar el fundamento de la moral en la cultura.
Según algunos autores el modernismo de la “Generación decapitada” es una derivación indirecta del romanticismo cuyos principales exponentes fueron Medardo Ángel Silva, Humberto Fierro, Arturo Borja, Ernesto Noboa y Caamaño. Pero también la tendencia modernista estuvo representada por José María Egas, Alfonso Moreno Mora, y Gonzalo Zaldumbide quien a juicio de Fernando Tinajero es “la figura más alta y más robusta de esa tendencia”.
En resumen, la época del auge cacaotero permitió un muy débil desarrollo industrial y éste estuvo fuertemente concentrado alrededor del grupo dominante agroexportador. En menor medida participaron los importadores. Familias como los Guzmán, los Caamaño, los Morla, los Azpiazu, los Seminario y otros, tenían inversiones agrícolas, en los bancos, agrícolas, en la exportación, en las empresas de servicios y en las industrias. La estructura socioeconómica del Ecuador era primaria exportadora y la economía se sustentaba en lo fundamental en la exportación de cacao.
La huelga ferroviaria de octubre 1922
En el Ecuador se había generado una aguda crisis económica suscitada, como ya lo hemos señalado, por la caída de los precios y de la producción de cacao que constituía el principal rubro de las exportaciones del país. Los efectos sociales no se hicieron esperar y las reuniones, protestas y manifestaciones comenzaron a ser parte de la vida diaria. La cuestión era que la situación económica y social se había agravado en grado sumo el desempleo y el hambre con su rostro de muerte se paseaba por los barrios populares de Guayaquil.
Es así como el 17 de octubre de 1922, lo trabajadores ferroviarios de Eloy Alfaro, Durán de la compañía norteamericana “Guayaquil and Quito Railways Co., presentaron un pliego de peticiones donde se deja ver las duras condiciones de trabajo que soportaban los trabajadores.
El primer punto del pliego de peticiones reclamaba: “Que se suprima el impuesto que para el hospital cobran de su sueldo a los empleados de la Compañía.” Lo que deja entrever el nivel de abuso de la compañía extranjera que actuaba como una especie de enclave en territorio ecuatoriano. Entre las otras aspiraciones destacan: el respeto irrestricto de la ley de 8 horas y la de accidentes del trabajo, incremento salarial, reingreso de varios despedidos, reglamentación del despido, asistencia médica permanente y otras reclamaciones. La directiva sindical entregó el pliego señalando que daba un plazo de 24 horas para recibir una respuesta e iniciar negociaciones, pero la empresa se negó a atender las exigencias laborales argumentando que el gobierno debe autorizar el alza de pasajes para satisfacer el aumento salarial, los trabajadores manifestaron en forma categórica su rechazo al alza de pasajes puesto que eso perjudicaba a sus compatriotas. En vista de las circunstancias los trabajadores procedieron a declarar la huelga, la que contó con el respaldo de los demás asientos ferroviarios, produciéndose la total paralización del ferrocarril.
De inmediato la Empresa anunció una serie de medidas represivas, amenazando a los trabajadores que abandonen sus puestos de trabajo con “el inmediato y definitivo despido”, Además la empresa y el gobierno de turno intentaron poner en funcionamiento el tráfico del ferrocarril enviando soldados para reemplazar a los trabajadores, y contratando personal nuevo para las labores, militarizaron además las estaciones ferroviarias, la policía amenazó con prisión y enjuiciamiento criminal a los huelguistas que se acerquen a los talleres y a la línea férrea. Pero todas las maniobras de la Compañía fracasaron por la gran unidad y organización de los obreros.
Los trabajadores llamaron a los soldados a confraternizar con su causa y se leía en el periódico El Proletario lo siguiente: “Los miembros del ejército ecuatoriano no pueden ser los verdugos de sus hermanos que se levantan para pedir con justicia lo que el déspota extranjero les niega criminalmente”.
La empresa fue obligada a negociar y los trabajadores obtuvieron un contundente triunfo ya que fueron aceptadas casi la totalidad de sus demandas. La huelga contó con la solidaridad activa del pueblo de Durán destacándose las mujeres y los niños además de la solidaridad de la clase trabajadora de Guayaquil y de otros puntos del país. La Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana tuvo una destacada y activa solidaridad material y de apoyo organizando entre otras acciones una manifestación solidaria con la huelga en la Plaza Rocafuerte de Guayaquil. La asociación Gremial del Astillero, por su parte, publicó una adhesión a los reclamantes: “ya que esa causa es la causa de todos los obreros, ante el imperialismo capitalista”. La Confederación Obrera del Guayas (C.O.G.) llamó al pueblo trabajador a que se abstenga de ir a reemplazar bajo ninguna forma a los trabajadores en huelga”, considerando “traidores de clase” a aquellos que presten su contingente. De acuerdo con Luis Maldonado Estrada presidente de la FTRE esta fue la primera vez que se obtenía un aumento de salarios por la vía de la lucha.
El enfrentamiento de clase obligó a la dirección obrera de la huelga a ir asumiendo formas embrionarias de poder popular para afrontar con éxito las sucesivas arremetidas de la patronal, la primera forma que este poder asumió fue la creación de la Gran Asamblea de trabajadores (GAT) que junto con convertirse en la dirección activa de la huelga asumió en el pueblo de Durán funciones que iban más allá de lo estrictamente sindical, pero por sobre todo las diversas acciones que se realizaron para lograr la paralización efectiva del ferrocarril a través del accionar de piquetes, comisiones o brigadas obreras.
Resumiendo, este importante triunfo se obtuvo por la voluntad firme de los trabajadores, la justicia total de su lucha, las formas embrionarias de poder popular que fue asumiendo naturalmente la huelga, la solidaridad del pueblo y la de los trabajadores, además logró ganar la simpatía de importantes sectores de la opinión pública, expresada a través de la prensa de la época.
La irrupción del descontento
Hacia 1920 se calcula que Guayaquil tenía 89.977 habitantes.
El triunfo de los trabajadores ferroviarios alentó a otros trabajadores a impulsar sus reivindicaciones, es así como los trabajadores de las Empresas de Luz Eléctrica y de Carros Urbanos (transporte de tracción animal) formularon el 8 de noviembre sus respectivos pliegos de exigencias. Las personas que trabajaban en estos servicios públicos estaban extremadamente maltratadas, los hacían trabajar mucho más allá de las 8 horas y sus salarios eran muy bajos. En los pliegos de peticiones ellos solicitaban el cumplimiento estricto de la Ley de Accidentes del trabajo, pago de sobretiempos y horas extras; despido justificado, respeto a la organización gremial; alza de salarios, jornada laboral de 8 horas diarias y 6 días semanales, ya que según la propia denuncia de los graseros y conductores de carros urbanos, se les obligaba a trabajar 18 y 20 horas al día, “es decir se nos da cuatros horas no completas… para descansar. Y así mientras las bestias que tiran los carros son relevados cuatro veces al día, nosotros los humanos no tenemos relevo, porque debemos reventar en el trabajo, para satisfacer la desmedida ambición de los que se enriquecen a costa de nuestro sudor…El hambre, la miseria y el dolor es la ruda realidad de nuestra vida, por eso queremos ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!, y para conseguirla dispuestos estamos a sacrificar la existencia, ya que una vida de miseria y oprobio es preferible la muerte gloriosa de lucha y heroísmo” decía el Manifiesto de los braceros y Conductores de carros Urbanos.
Una vez conocida la reclamación de los trabajadores del servicio de transporte público de inmediato se hicieron presentes las manifestaciones de solidaridad con los trabajadores en conflicto provenientes de la: Federación de Trabajadores; Regional Ecuatoriana (FTRE); Sociedad de Tipógrafos, Unión de Trabajadores del gas, Gran Asamblea de Trabajadores del Ferrocarril del sur, Teneria la Iberia, Liga Obrera del Guayas, pronunciamientos que eran un apoyo moral y práctico de las huelgas solidarias que vendrían pronto.
Ante el conflicto que se avecinaba las autoridades junto con ofrecer sus buenos oficios para contribuir a la solución del conflicto, por otro lado estaban conspirando para derrotar a la huelga. En efecto patronos y autoridades se adelantan y provocan un paro patronal con el objeto de agudizar el conflicto, despedir dirigentes y los trabajadores más conscientes y obligar a un determinado grupo de trabajadores claves a trabajar, secuestrándoles ya que estaba en juego un servició público vital como es el suministro de energía eléctrica. Todas estas maniobras fracasaron por la conciencia que estos trabajadores demostraron negándose a cumplir las órdenes de los militares. Cuestión que Belisario Villalta uno de esos trabajadores indispensables expresó en una carta a la dirección de su sindicato.
“Compañero Presidente de la Gran Asamblea de Trabajadores.
Presente.
El señor Aráuz, Administrador de Fábrica, nos ha manifestado que la planta está ocupada militarmente y nos dice que nosotros no podemos continuar con el paro, porque La Sociedad no puede quedar a obscuras, y yo le dije que bajo ningún punto aceptaríamos, porque los motores no trabajaban bajo ningún pretexto, que convengo en permanecer en guardia si el señor Calhogready maneja los motores; usted comprende demasiado que si yo no los manejo no los podrá mover nadie; de mi parte estoy resuelto a hacer respetar nuestro justo reclamo.
Belisario Villalta.”
La carta es reveladora del poder y la consciencia de la clase trabajadora y demuestra una vez más que los empresarios sin los trabajadores no son nada. Quedaba en claro quien daba o no daba la energía eléctrica, aquí observamos otra manifestación de como de iba gestando el poder popular.
14 de noviembre la gran concentración 30 mil personas
La Gran Asamblea de Trabajadores convocó entonces a una manifestación para el 14 noviembre a las 2 de la tarde. Inmediatamente toda la dirigencia tanto de la G.A.T. como la de la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana se repartieron por la ciudad distribuyendo volantes.
Pasadas las dos de la tarde de día 14, desde el balcón de su oficina jurídica el Doctor José V. Trujillo pide a una gran muchedumbre que se agolpaba en el lugar en las calles Pedro Carbo y Vélez, que apruebe el acuerdo que procede a leer. El acuerdo solicitaba al gobierno la Incautación de giros y que acepte un Comité Ejecutivo para solucionar la situación económico- social. En este Comité ejecutivo quedaban en minoría los trabajadores y los banqueros tomaban el control absoluto de la situación, el resto del contenido del acuerdo eran detalles operativos. Como puede apreciarse los banqueros habían logrado hacer desaparecer todas las reivindicaciones obreras. En seguida el orador propuso ir en comisión popular a solicitar a la casa señor Eduardo Game – Gerente del Banco del Ecuador, banco de los importadores – sea elegido ahí mismo el representante del banco de emisión a que hacía referencia el acuerdo. Una vez en el barrio la Peñas el Señor Game aceptó gustoso tan alta dignidad. La concentración ya bordeaba las 30.000 personas y marchó hacia el centro de la ciudad y rodeó el despacho de la Gobernación.
El dirigente Manuel E. Echeverría, delegado de la FTRE, se acercó al Gobernador y le entregó otra demanda de cuatro puntos, que eran los siguientes:
Incautación de giros para la baja del cambio, Uniéndose el de una moratoria regulada.
Abolición de los Estancos de tabaco, sal y monopolio azucarero que entraban el libre trabajo y explotan exageradamente al pueblo.
Establecer una ley que grave los terrenos incultos.
Pedir el estímulo y la protección más perfecta de la agricultura, la industria y el comercio.
Se interpreta esta acción como un intento tardío de la FTRE de recuperar el liderazgo perdido. Esta iniciativa no pudo desarrollarse. Esa misma noche concluida ya la manifestación ingresaron subrepticiamente al puerto el batallón Marañón y el Escuadrón “Cazadores de los Ríos”, movilizados por expresa orden del General Delfín Treviño, ministro de gobierno.
Alejo Capelo conocido dirigente anarquista y uno de los protagonistas de los hechos señala: “Ya el día 14 había llegado de Quito el Coronel Pedro Concha, familia del Presidente Tamayo, trayendo consignas terminantes, dirigidas al Jefe de Zona, pues el gobierno había perdido la confianza del Gobernador Pareja y del Intendente Alejo Mateus.”
También el dirigente obrero Capelo Cabello Indica: “Y, también, el día 14 por la noche, el general Barriga recibió un despacho en clave enviado desde Quito por el Presidente doctor José Luis Tamayo, el descifrado contenía la siguiente autorización: “General Barriga. Espero que mañana a las seis de la tarde me informará que ha vuelto la tranquilidad de Guayaquil, cueste lo que cueste, para lo cual queda Ud. autorizado. Pdte. Tamayo.”
El 15 de noviembre
El día 15 de noviembre la ciudad amaneció totalmente paralizada por cuarto día consecutivo con “las más completa afirmación y control del convivir social, tanto diurno como en las noches sin alumbrado. Junto a la agitación política y la paralización económica, la más perfecta seguridad civil vivida en Guayaquil durante mucho tiempo: ni un solo asalto, ningún acto criminal, ni un solo atentado, por pequeño que sea, contra la vida o la tranquilidad personal durante todos estos días.”. Escribe Patricio Martínez.
Había un cierto desconcierto e incertidumbre entre los trabajadores y pueblo de Guayaquil ya que se había suspendido la lucha por sus reivindicaciones inmediatas sobre todo en los sectores más combativos de la clase obrera y se la había sustituido por la consigna de la incautación de giros, está consigna fue recogida masivamente y por la calles de Guayaquil se iba gritando: “Abajo el dólar” “Abajo los explotadores.”
En gran parte de la mañana se había discutido el proyecto de decreto de Incautación dicho proyecto obra de los banqueros definitivamente no recogía las aspiraciones de la Asamblea Popular y el pueblo ya se encontraba en las calles eran hasta este entonces cerca de las dos de la tarde. El Señor Efrén Álvarez Lara dio algunas explicaciones a la Asamblea Popular del 15 de noviembre que no fueron muy del agrado de los asambleístas, pero igual fue aprobado y hablaba exclusivamente del problema de la incautación de giros.
El doctor Carlos Puig relata que a las diez de la mañana El gobernador convocó a una reunión para discutir el proyecto de incautación de giros en la que participaron por los trabajadores Amadeo Rojas y Adolfo Villacrés Efrén Alvarez Lara en su carácter de asesor técnico y los banqueros Eduardo Game, José Rodríguez Bonin y don Víctor Emilio Estrada. Con los resultados de la reunión fueron a la asamblea quien tomó nota que se habían eliminado los representantes de los trabajadores del Comité Ejecutivo y así se lo hizo saber al gobernador por tanto ellos declararon: LA ASAMBLEA NO CREE EN EL CASO DE DAR CUMPLIMIENTO AL ÚLTIMO ACUERDO TOMADO AYER.
En determinado momento, cuando una delegación de trabajadores pasaba por la zona militar, a cinco cuadras de la Asamblea, el conocido escritor amigo de los trabajadores José Buenaventura Navas que ejercía las funciones de Teniente asimilado, le dijo al conocido y apreciado dirigente clasista Tomás Modesto Regatto que: “la orden de darle bala (al pueblo) ya estaba dada, aconsejándole que mejor se fuera a su casa y “Salve con tiempo el pellejo”.
“Los dirigentes sindicales que sabían que nada bueno había, trataron de evitar la manifestación, hicieron esfuerzos inauditos para que no se realice, pero las masas ilusionadas, a las que se les había hecho creer que la incautación de giros era toda la solución, ya no pudieron ser contenidas.” Escribe Elías Muñoz Vicuña.
La masacre
Para la madrugada del día 15, los repartos armados en Guayaquil se encontraban ya ubicados en la siguiente forma: en el cuartel de Policía, situado en las calles Chile y Cuenca (hoy Comisión de Tránsito del Guayas) el Cuerpo de Policía y el Escuadrón “Cazadores de los Ríos”; en el cuartel del Vencedores, situado en el Boulevard 9 de octubre y calle Daule (hoy calle Pedro Moncayo: actual edificio de la Corte Suprema de Justicia) Batallón Vencedores y el batallón “Montufar”, y en el cuartel del Regimiento de Artillería “Sucre”, ubicado en las calles Ballen y Antepara, el regimiento “Sucre” y el Batallón de Infantería “Marañon”. Total 2.200 hombres sobre armas.
Al inicio de la marcha la tarde del día 15, ni el más pequeño desmán o provocación que justifique la brutal violencia represiva generalizada que mientras tanto, había ido preparándose.
Siendo las dos y media de la tarde, el Dr. Puig y el señor Alvarez habían empezado a explicar el mismo asunto del Decreto a los dirigentes de la Confederación Obrera Provincial del Guayas, COG – reunidos en el local de la Sociedad de Carpinteros- cuando fueron llamados urgentemente por el Dr. Trujillo, pues la gigantesca manifestación ya había salido por el Boulevard 9 de Octubre a la gobernación, sin que haya fuerza capaz de retenerla. Había una enorme muchedumbre que rodeaba la Gobernación y desde el balcón de la Clínica Guayaquil el Dr. Puig Comenzó a explicar una vez más el contenido del Decreto, mientras el otro síndico fue a urgir la concurrencia del Gobernador.
La inquieta multitud guardó hosco silencio o expresó creciente irritación (continuas interrupciones: “abajo el cambio”, justicia para el pueblo, “mueran los pulpos”).
El enfrentamiento violento estalló en el sur de la ciudad, en las calles Coronel entre Febres Cordero y Capitán Nájera, donde había continuado trabajando la panadería “Norte América”, que proveía de pan al cercano cuartel de Policía.
Cerca de las tres de la tarde, una comisión del Gremio de Panaderos – despachada por la GAT para recorrer la ciudad asegurando el cumplimiento de la adhesión al paro resuelto la noche anterior por ese gremio – empezó a agitar a los obreros de la “Norte América; El propietario de la panadería, el señor Chambers Jiménez, procedió entonces a llamar telefónicamente al cuartel, de donde enviaron un piquete de policías armados al mando de un enardecido oficial de apellido Maridueña que haciendo gala de salvaje valentía, provocó al pueblo, agrediéndolo y apresando a varios ciudadanos. Allí en la primera represión brutal murió el obrero Alfredo Baldeón, dos panaderos fueron heridos y seis fueron detenidos y llevados al Cuartel. Este grupo de obreros, castigados por la brutalidad del oficial Maridueña, tenía la intención de llegar hasta la Gobernación a quejarse de tal proceder y a pedir la libertad de sus compañeros que habían sido reducidos a prisión. Pero al llegar a la Avenida Olmedo se encontraron con una numerosa formación de trabajadores estibadores que con su bandera a la cabeza estaban siendo hostilizados y posteriormente baleados por la Policía y soldados del “Cazadores de los Ríos” allí estacionados, cuando llegó nuevamente el rabioso oficial Maridueña, al frente de un piquete de policías y, con la espada en alto ordenó que hicieran fuego y despedazarán la bandera, lo que ocasionó como era natural, muchos muertos y heridos, al huir hacia el norte llegaron hasta las mesas electorales que se encontraban en la plaza San Alejo (hoy parque Montalvo), y pretendieron apoderarse de las pocas armas del piquete de policías que allí estaba, siendo dispersados nuevamente a tiros y golpes de sable. Un resto del grupo logró llegar a los bajos de la clínica pidiendo a gritos la libertad de sus compañeros. Inmediatamente, el Gobernador ordenó a su secretario que hiciera llegar la resolución de excarcelación a la Policía comunicando a la multitud que hacía diez minutos había ordenado sacar de la cárcel a los detenidos. Esta orden de libertad anunciada públicamente por el Gobernador de la Provincia, jamás se cumplió.
La multitud, con mucha desconfianza y excitada, tomó entonces dirección hacia el sur y a la altura de la Avenida Olmedo, se produjo el segundo enfrentamiento de la Policía y junto al “Cazadores de los Ríos” ahora contra una muchedumbre enfurecida que los obligó a irse replegando, pese a las bajas que empezaron a multiplicar con sus fusiles Mauser- Mannlincher y sus ametralladoras Maxim-Nordenfelt. Entonces, una parte de la multitud comprendió la desventaja de luchar desarmados y optó por regresar hacia la calle Villamil buscando alcanzar las armerías del Malecón y de la calle Pichincha, mientras el otro grupo popular voceaba su indignación al ver que no se cumplía la orden de libertad ofrecida por el Gobernador, e iniciaba el hostigamiento a la Prevención del Cuartel de Policía.
Llegó hasta los trabajadores la información de que un grupo de “personas distinguidas”, los honorables de la ciudad” había llegado a las oficinas del General Barriga en la Jefatura Militar a exigirle que se “tomaran acciones”.
El batallón vencedores
Este cuerpo se puso inmediatamente en acción, se desplegó en guerrillas a lo largo de la plaza Centenario y esperó a los huelguistas, que en filas compactas avanzaban hacia ese lugar, llenando las calles adyacentes –
De pronto aparecieron dos caballeros en el cuartel se pusieron al habla con los jefes del Batallón y les convencieron que debían proceder inmediatamente a la represión de los huelguistas, castigándolos por las vías de hecho. La arenga hecha a los Jefes enardeció sus ánimos y ordenaron a la tropa disparar contra la masa del pueblo compuesta mayoritariamente por huelguistas.
Testimonio
Un testigo presencial relata de la siguiente forma los hechos: “…Ya eran como las tres de la tarde, llegamos a Junín y Malecón…en ese momento saltaban por el muelle del ferrocarril los obreros de Durán que venían a incorporarse a la manifestación, en eso oímos los primeros disparos lejos,…yo salí a pie y vi en ese momento que una parte de la manifestación avanzaba a la Avenida Olmedo, pero del sur venían dando bala y ya habían muchos muertos; …Yo observaba que la mortandad era feroz, en la calle los muertos al lado mío, yo no sé qué mano poderosa. Qué ser me tapaba y me libraba de las balas, porque los muertos caían y al caminar yo iba tropezando…Cuando íbamos por el Boulevard 9 de octubre… de los balcones de alguna casas entre Chimborazo y hasta Chanduy, del lado norte hacia el sur, disparaban y mataban gente.
La masacre duró cerca de tres horas, creo que no exagera el historiador Pareja Diez Canseco que habla de 1000 muertos, pero cualquiera que sea el número de muertos no se puede ocultar el hecho de que hubo una horrorosa masacre a un pueblo indefenso que reclamaba un poco más de pan.
Toda la evidencia disponible muestra claramente que la acción represiva fue una decisión política gubernamental definida en los niveles más altos de la jerarquía.
La violencia masiva, la eliminación física indiscriminada con fines ejemplificadores descargada sobre un pueblo esperanzado y movilizado con decisión, se gestó por la burguesía agroexportadora y sus representantes políticos en el gobierno de turno.
Repercusiones
Este bautizo de sangre con que nace el movimiento obrero va a tener grandes repercusiones, Este hecho se constituye en un antecedente para el fin de la dominación plutocrática a través de la Revolución Juliana (julio de 1925) que fue un movimiento cívico militar que estalló 3 años después de la huelga general de Guayaquil y que tuvo un contenido progresista modernizador que contó con el respaldo de capas medias y sectores populares. Hubo una corriente del ejército que vio con desagrado el papel que el gobierno de turno hizo jugar al ejército en las jornadas de noviembre de 1922. Más tarde, nace el Partido Socialista (1926) como expresión política de los trabajadores y parte de los sectores medios; posteriormente nace la seguridad social en 1928; de una escisión del Partido Socialista, se oficializa el Partido Comunista en 1933; también se aprueba el primer Código del Trabajo en 1938. Además toda la organización sindical posterior al 15 de noviembre de 1922, tiene como pilar y referencia base la gran huelga de Guayaquil.
CONSIDERACIONES GENERALES
a)Se constata una vez más que este tipo de hechos son la expresión más extrema de aquel fenómeno sociológico conocido como lucha de clases, en que apreciamos cómo las clases dominantes no vacilan en recurrir al uso de las armas en contra de trabajadores indefensos para mantener su dominio.
b)En términos teóricos una de las luchas fundamentales que se dan en torno al 15 de noviembre lo constituye la transición que se está dando en el paso de la plusvalía absoluta a la plusvalía relativa. Ese es el significado de la lucha por las 8 horas de trabajo.
En economía política marxista, plusvalía es el tiempo de trabajo que el empleador no paga al trabajador. Es decir los empresarios se apropian de este tiempo de trabajo en su beneficio, es lo que constituye la base de su ganancia. Es la esencia de la explotación capitalista.
Estamos en presencia, entonces, de un cambio de forma, una modificación de las relaciones sociales de producción, una especie de transición entre la plusvalía absoluta que es la forma salvaje de la explotación capitalista, hacia una forma relativamente más humanizada de la plusvalía relativa. Cambio que se obtiene por la lucha de los trabajadores.
c)El papel del Estado oligárquico
Los hechos ocurridos en torno a al 15 de noviembre de 1922 dejan en evidencia que el papel del Estado en las sociedades divididas en clases es en primer lugar la defensa del orden de explotación existente para lo cual cuenta con las Fuerzas Armadas que tienen el monopolio de las armas y el aparato político jurídico que lo constituye.
d)En los acontecimientos que giran en torno al 15 de noviembre confluyen dos elementos casi a un ritmo vertiginoso y combinado un intenso proceso de reclamaciones y un acelerado proceso de organización popular.
Para definir el proceso de la conciencia en el movimiento de masas no vale la lógica formal y decir si había o no había conciencia de clase, no tiene sentido; lo primero es ubicarse en el contexto histórico, es decir, un proceso de gestación, el inicio de un fenómeno, en este caso un movimiento social que está naciendo, al considerar esto podemos apreciar que el proceso alrededor del 15 de noviembre fue un salto cualitativo en la toma de conciencia, en relación al momento precedente, marcado sobre todo por el proceso de huelgas y organización, pero insuficiente para dirigir la huelga general a la victoria; cuestión que pasaba por dar una seria batalla ideológica contra la intromisión burguesa en el movimiento de trabajadores. Se trataba de ganar a la burguesía la dirección de la huelga. Es además un proceso desigual y contradictorio, desigual en el sentido de que hubo sectores, sindicatos y asociaciones gremiales que por su trayectoria y composición tenían un nivel de conciencia más avanzado que la mayoría de los trabajadores que se incorporaron en los tiempos próximos a la huelga general. Estos dos elementos desiguales entraron en contradicción, la cual finalmente se resolvió hacia el lado de la masividad de trabajadores con menos experiencia.
La contradicción era evidente entre los “viejos” que tenían un cierto nivel de conciencia, que por cierto no fue el óptimo, y los “nuevos” los compañeros que recién se incorporaban a la lucha.
La expresión más alta de la conciencia de clase para la época fue los trabajadores que plegaron a las diversas organizaciones anarquistas que organizaron la FTRE y fueron la dirección de la huelga general en la Gran Asamblea de Trabajadores.
Los trabajadores que se incorporaron en el proceso mismo carecían de la experiencia y los conocimientos para enfrentar una situación compleja del enfrentamiento de clase.
e)La forma en que se manifestó este proceso de lucha de clases en Ecuador no fue lineal. El nivel de conciencia de clase tuvo sus altos y sus bajos una de las expresiones de un gran nivel de conciencia fue cuando La Gran Asamblea de Trabajadores rechazó la contrapuesta de la Patronal de subir los pasajes al 100%, esto ocurrió tanto en la huelga de los ferroviarios como en la huelga de los tranvías. Y su nivel más bajo cuando la FTRE acepta poner en el primer punto de su programa la exigencia de la incautación de giros.
f)FORMAS EMBRIONARIAS DE PODER POPULAR. Quizás la cuestión más relevantes y más cargada de futuro son las diversas y múltiples formas de poder popular que emergieron en esta gran movilización de los trabajadores. La Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE) representó junto a la Gran Asamblea de Trabajadores (GAT) las expresiones más altas de la conciencia de clase alcanzada en el proceso del 15 de noviembre Patricio Ycaza habla de “una forma superior de la organización clasista”.
El cuanto a la GAT que algunos trabajadores llamaban el soviet ecuatoriano efectivamente fue el principal embrión de poder popular.
g)Que un sector de la burguesía, la importadora, haya utilizado la huelga en favor de sus intereses y el movimiento obrero popular se haya dejado atrapar por las maniobras de este sector de la patronal indica, por cierto, debilidades de la dirección de los trabajadores y en su nivel de conciencia heterogéneo que se articuló en la huelga general, ya que se desplazó la lucha desde reivindicaciones obreras y populares a la defensa de los intereses de una fracción burguesa que logró presentar sus intereses como si fueran los intereses generales de la sociedad.
h)Esto puede explicarse, más o menos de la siguiente forma: cuando se constituye la Gran Asamblea de Trabajadores, su núcleo de dirección y las organizaciones que adhieren a ella son los destacamentos más organizados y conscientes, pero el proceso de extensión y expansión de la huelga, hace que se vayan integrando otros sectores menos conscientes, menos experimentados y más indiferenciados que pasan a constituir la mayoría de la masa de trabajadores y esto paulatinamente va sobrepasando a la dirección clasista de la huelga.
Una enorme masa que despierta abruptamente a los anhelos de justicia social, pero que carece de niveles más elevados de comprensión de la situación lo que hace que la dirigencia inicial sea desplazada, y las organizaciones más conscientes se diluyan en el conjunto. Ese desplazamiento deja el campo libre a la demagogia populista de los abogados representantes de los importadores. De ahí que una de las grandes lecciones que se extrae de los acontecimientos, de aquí hacia el futuro, es que el movimiento obrero debe mantener siempre su independencia de respecto de las distintas fracciones burguesas.
Bibliografía
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