Los “factores idiosincráticos”: Banco de México

30/11/2018
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Lo que faltaba justo en la víspera del cambio presidencial, el Banco de México, en la voz de su gobernador Alejandro Díaz de León Carrillo, eleva a política oficial la tesis manufacturada por algunas de las estrellas del comentario y la (des)información del duopolio televisivo y el oligopolio de la radio, a saber:

 

Los mercados financieros fueron afectados por el anuncio de la cancelación del proyecto en Texcoco del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, la incertidumbre en torno al modelo de negocios que adoptará Petróleos Mexicanos y por la posible adopción de iniciativas como la de regular comisiones o usar las reservas de divisas para gasto público”.

 

Le faltó al prominente señor de la “tecnocracia dorada” o cabeza del órgano “autónomo” por excelencia, depende de las dos perspectivas excluyentes desde la cual se observe, las iniciativas de ley para acotar las ilimitadas concesiones en la minería a consorcios aztecas y extranjeros, así como sobre las Afores, a presentarse por diputados no del casi gobernante Morena, sino por su aliado –el Partido del Trabajo que ya anunció actuará con “mayor responsabilidad”– y diputados en lo individual.

 

Resulta inimaginable que los mercados –los 50 dueños de México y los propietarios de la aldea global, el famoso 1 por ciento que se beneficia como nadie con el capitalismo salvaje, o sus ejecutivos y asesores–, den seguimiento con lupa a la saturada agenda legislativa, la que contempla la presentación de una docena de iniciativas de ley en cada sesión, mismas que generalmente terminan en la “congeladora”.

 

Con los planteamientos formulados al presentar el Informe trimestral julio-septiembre de 2018, Díaz de León Carrillo y el órgano “autónomo” se incorpora a las decisivas y decididas presiones de la plutocracia azteca y global para que la anunciada cuarta transformación quede en un enunciado para la historia y los intereses del gran capital permanezcan sobrepuestos, como casi siempre, a los del Estado y la sociedad mexicana.

 

Para ello, Alejandro Díaz de León caricaturizó los anhelos populares y el proyecto de nación que obtuvo en las urnas 30.1 millones de votos (un 53 por ciento sin precedente) y los redujo a “factores idiosincráticos” que a mediados de octubre afectaron a “los mercados financieros” los que no son otros que los amos y señores de México con nombre y apellido, aquí y en el planeta, y que pujan por el predominio de sus estrechísimos intereses por sobre los populares y nacionales, justamente por eso los rebautizaron como “minoría rapaz”.

 

El complejo entorno global de la economía, la volatilidad de los mercados aquí y acullá, el fortalecimiento del dólar sobre muchas monedas, todo eso y más el gobernador del Banco de México lo ignoró para colocar en el centro la crítica a los “factores idiosincráticos”.

 

El sucesor de Agustín Carstens Carstens (el Señor Catarrito, título ganado a pulso en 2008) subrayó también que “uno de los riesgos que enfrenta la economía mexicana es que las decisiones de políticas públicas generen preocupación en los mercados (sólo falta que lo escriba con mayúsculas) y una pérdida sostenida de la confianza en México como destino de la inversión, con su consecuente efecto negativo sobre la capacidad productiva del país”. Y ajustó a la baja los pronósticos de crecimiento de la economía mexicana en una décima de punto porcentual para 2019.

 

Es decir, olvídense de que los propietarios de México y de la aldea sean molestados en sus sacrosantos intereses por los “factores idiosincráticos”.

 

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