Para el exsecretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio, coordinador de los 14 senadores del Partido Revolucionario Institucional, el grupo parlamentario más pequeño en su octogenaria historia, fueron dos los principales factores que explican la monumental derrota de su partido en las urnas hace 45 días: los excesos de los exgobernadores priistas y la reacción negativa “de los agentes cuyos intereses fueron vulnerados por el plan reformista” de Enrique Peña.

Si la corrupción se limitara a los gobernadores, algunos de los cuales se encuentran en la cárcel a pesar del gobierno y su partido, el problema no sería generalizado hasta constituir un cáncer social. Recuérdese que Peña Nieto presentó a Javier Duarte, el hoy ícono de la corrupción del sexenio, como parte de la “nueva generación de políticos”, y éste ya era abastecedor de millones de pesos para la campaña presidencial del mexiquense.

Imposible olvidar que fue Humberto Moreira, presidente del PRI de marzo a diciembre de 2011, pieza clave en el proceso del destape de Peña como candidato presidencial. El coahuilense fue indiciado con varias denuncias ministeriales, y renunció al cargo por supuestos casos de corrupción, de los cuales fue absuelto. Pero distinguidos militantes priistas afirman a Utopía que de los 35 mil millones de pesos “desviados” por Moreira Valdés, “la mitad fue parar a la campaña de Peña y la otra mitad se la chingó Humberto”.

Y así por el estilo de este sexenio que Osorio Chong no se atrevió a tocar ni con el pétalo de una palabra al “Presidente con visión de Estado”, que “vio por el país, y se atrevió, valiente”. Hoy, “actúa con altura de miras”, es un “demócrata” porque “nunca hubo señalamientos mayores” de fraude electoral (Carlos Lara, El Sol de México, 14-VIII-18). La imposición de Alfredo del Mazo III en el estado de México fue ciencia ficción.

Con aquella visión maniquea para rendirle pleitesía al jefe, lo que evidencia lealtad ilimitada, será difícil que el coordinador de los senadores del PRI logre los objetivos que tiene: “Primero, ir contra actos de corrupción… Segundo, la desigualdad… Y tercero, defender la soberanía”. Todo lo que no hicieron y que 30.1 millones de votantes se los cobraron hasta colocarlos en la frontera de la marginalidad.

Miguel Osorio crítica la creación de la Secretaría de Seguridad Pública, la que él y EPN desaparecieron para diferenciarse de la estrategia guerrerista de Felipe Calderón, misma que mantuvieron y ahora lo justifica bajo la tesis de que “Cuando se habla de gobernabilidad, la gobernabilidad pasa por la seguridad, y si no está en un solo ente, es complicado que se puedan unir fuerzas para lograr el objetivo”. Y caricaturiza: “Ahora, con la propuesta de retomar la idea de la SSPF, lo que va a tener que hacer el secretario de Seguridad es pedir autorización al de Gobernación o coordinarse con Gobernación para luego coordinarse con la Defensa, luego coordinarse con Marina…”

Será el sereno, pero el grupo gobernante entrega pésimas cuentas en materia de seguridad y 2018 es el peor año para México en su historia. A pesar de que en 2013-2015 “disminuyeron de manera importante los índices delictivos”, pero nunca fueron capaces de ver qué pasó en 2016-18, “donde subieron y hay explicaciones muy fáciles” para Osorio: los gobernadores y alcaldes, lavándole la cara al gobierno federal, pese a que muchos de sus integrantes forman parte del entramado de intereses y complicidades con el crimen organizado.

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