La VIII Cumbre de las Américas: Un triángulo invertido de Odebrecht
- Opinión
Los días 13 y 14 de abril 2018, serán testigos del mayor conclave hemisférico en Lima, Perú. En razón de ello, hemos considerado la necesidad de diferenciar sus peculiaridades, de manera tal que permita tener una radiografía genuina del evento.
Iniciamos con subrayar que de hecho el panorama político el continente, cambió radicalmente, caracterizándose por el debilitamiento de los gobiernos latinoamericanos de “izquierda”, que servían de apoyo a los países del ALBA en la OEA como Brasil, Argentina, Chile y Ecuador, en esta ocasión, más afines a la postura de Washington. Sin dudas, el ambiente hemisférico del 2018 (cita de Lima) respecto al del 2015 (cita de Panamá), se muestra contradictorio.
En la Cumbre de Panamá desde el norte, Barack Obama se esforzaba por mantener unas relaciones cordiales con América Latina, tratando de borrar un pasado plagado de intervenciones y apoyo a regímenes de seguridad nacional. Por su parte en Latinoamérica, se enseñoreaban los gobiernos de “izquierda” contestatarios de Washington, que se ufanaban por poner a Estados Unidos contra las cuerdas.
En esta Cumbre de Lima, el panorama se invierte. En América Latina predominan los gobiernos neoliberales pronorteamericanos, mientras que los Estados Unidos es dirigido por un gobierno de sesgo anti mexicano, contrario a los países de m… del triángulo norte de Centroamérica, Nicaragua, Bolivia, Cuba y Venezuela, amén de considerar en su totalidad a América Latina una región sin importancia en el ranking de interés internacional para Washington. Todo ello, a pesar de ser consciente de que en el subcontinente, China lo está desplazando a pasos agigantados, y en vez de aprovechar la oportunidad de revertir la merma en las relaciones con Latinoamérica y el Caribe; por carecer de una agenda clara sobre su política hacia la región, consciente de que no tiene nada que ofrecer y de que sería un invitado incomodo, el presidente de los Estados Unidos; por primera vez en la historia de las Cumbres, renuncia a asistir a un evento de magnitud única y adopta la política del avestruz; al no presentarse a la cita de Lima, con la excusa cantinflesca de la crisis Siria, que ahora no dijo, lo que sí dijo, pues “no es ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario”.
Otra particularidad hemisférica de la Cumbre de Lima, es la aceptación de la participación de un gobierno cuya legitimidad fue denunciada por la propia OEA, como lo fue el gobierno de Honduras. Sobre el particular, es prudente subrayar que desde el fracaso de la OEA en Panamá en 1989, se demostró la insuficiencia operacional y normativa del sistema interamericano, para implementar los principios de la democracia representativa y la solidaridad democrática establecidos en la Carta.
El primer paso para remediar tal insuficiencia, fue la reunión de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en junio 1991, la cual aprueba el "Compromiso de Santiago con la Democracia y la Renovación del Sistema Interamericano" y se adopta la Resolución "Democracia Representativa" (Resolución 1080), que creó un mecanismo para responder de manera automática a una interrupción ilegal del proceso democrático en cualquier país de la región, transformándose en una obligación normativa implementada mediante la acción colectiva pacífica. Fortalece tal línea de acción, la reforma de la Carta de la OEA a través del Protocolo de Washington, en diciembre 1992, cuando la XVI Asamblea General Extraordinaria aprueba el artículo 8 (bis) referente al tema de la suspensión de un Estado miembro de la Organización, que expresa: "Un Miembro de la Organización cuyo gobierno democráticamente constituido sea derrocado por la fuerza podrá ser suspendido del ejercicio del derecho de participación en las sesiones de la Asamblea General, de la Reunión de Consulta…”.
Años después, en la Tercera Cumbre de las Américas, celebrada en Quebec, en abril 2001 se aprueba la Declaración de Quebec, la cual consagra que “cualquier alteración o ruptura inconstitucional del orden democrático en un Estado del Hemisferio constituye un obstáculo insuperable para la participación del Gobierno de dicho Estado en el proceso de Cumbres de las Américas”. Por último, tiene lugar la adopción de manera unánime de la Carta Democrática en Sesión Especial de la Asamblea General de la OEA (28ª), el 11 de septiembre de 2001 en Lima, Perú, En la misma fecha en que se producían los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York. Con todo, desgraciadamente la doctrina hemisférica sobre gobernabilidad democrática a menudo no solo es pisoteada por interpretaciones selectivas de quien la auspicia: los propios Estados Unidos, país que pauta la línea de cumplimento o no de la Carta; sino que dicha alteración termina siendo apoyada por los propios países latinoamericanos, que a sabiendas del efecto boomerang de dicha acción negativa; siguen a pie juntillas los dictados de Washington. Tal es el caso reciente donde la OEA, no reconoce legitimidad al régimen de Honduras y sin embargo, luego del asentimiento del mismo por el gobierno estadounidense, este termina vergonzosamente santiguado por la mayoría de los gobiernos de la región, desde su apócrifo origen.
Atributo exclusivo del conclave limeño es que en esta oportunidad existe un gobierno en Washington, que contrario al anterior, denuncia el acercamiento con Cuba sin concesiones, lo que implica la renuencia de Donald Trump, en participar con Raül Castro, en una misma reunión hemisférica. Aquí también es obligatoria hacer una parada. La primera vez que se cuestionó la ausencia de Cuba en una Cumbre de las Américas tuvo lugar en Chile en abril de 1998 en ocasión de la II Cumbre. En esta oportunidad el Primer Ministro de Barbados, Owen Arthur planteo que la cita de Santiago, debía ser la última sin la participación de Cuba. No obstante, no fue hasta la reunión de Mar del Plata en 2005, el momento en que se empezó a sentir con mayor fuerza el reclamo de la presencia de Cuba. Luego de ello, en la V Cumbre en Puerto España, Trinidad y Tobago, en abril 2009, se exigió con mayor ímpetu la presencia de Habana, por parte de los presidentes de Argentina, Brasil, Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
En la VI Cumbre de Cartagena de Indias, Colombia abril 2012, el caso cubano amenazo con dinamitar el evento por la inasistencia de Ecuador, Venezuela y Nicaragua y la amenaza de Bolivia, Brasil, Argentina y Uruguay y los países caribeños; de no presentarse en la próxima Cumbre. Precisamente fue en la Cumbre de Panamá (abril 2015), en la cual los planetas se logran alinear para permitir después de 53 años, la participación de Cuba en una Cumbre Americana. Ciertamente, Cuba logra participar en la Cumbre de las Américas en Panamá, debido a la conjunción de las siguientes factores: porque la normativa de la OEA respecto al sistema de Cumbres en principio no lo prohíbe, toda vez que no es un órgano de la organización, por presión del ALBA y gobiernos afines, que condicionaron la inclusión del régimen cubano, a su participación en la cita panameña; por el interés de los Estados Unidos en reincorporar a Cuba a su esfera de influencia, ante la ofensiva diplomática, militar y económica sino-rusa de reintegrar la isla, a sus órbitas estratégicas y por el temor del gobierno panameño de J.C. Varela, de que la cita naufragara, ante la amenaza de boicot masivo, de una constelación significativa de países latinoamericanos y caribeños.
La Cumbre peruana no es menos singular, respecto a otras, por la palpitante antinomia de aceptar la participación de Cuba en la Cumbre y negar la participación de Venezuela, como si Cuba cumpliera con el articulado de la Carta de la OEA. Por último, que quizás debió ser lo primero, el encuentro de Perú, que se presume se centrara su atención en el tema de la “Gobernabilidad democrática frente a la corrupción”, es producto de un escándalo por negocios turbios de los gobiernos latinoamericanos y caribeños, con la empresa brasileña Odebrecht, muchos de los cuales cínicamente representan a sus países en este consistorio.
Euclides E. Tapia C.
Profesor Titular de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá
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