¿A quién beneficia el crimen?
- Opinión
El impacto de las mafias en nuestro escenario moderno es el de una operatividad de sobrevivencia unida al anhelo de participación -ahora- en las finanzas y la economía neoliberal. Ciertas organizaciones de procedencia clánica (turcas, albanesas, chinas, japonesas, italianas, judías, irlandesas), han conseguido enlazar con las complejidades del presente por haber recibido la bendición de la globalidad.
Los bancos, ya ahora al alcance de la mano de las entidades criminales, sean mafias, sean cárteles, se han convertido en agentes criminógenos impactantes, encargados de imponer sus instrumentos y procedimientos caóticos al mundo.
En esta materia, es notable la coincidencia de los estudios y análisis del geopolitólogo Alfredo Jaife en sus libros editados en México, complementándose mutuamente con los del criminólogo francés Xavier Raufer, entre los que destaca su Geopolítica del crimen, y en el que dedica un espacio considerable a México y a la América Central.
A partir de las finanzas el geopolitólogo Jalife cuenta once componentes de desorden, todos criminógenos, una categoría aplicada por Raufer por haberse ocupado de esos componentes en una dimensión criminógena. En el contexto de nuestra Geopolítica de las entidades criminales nos ocuparemos in extenso de los escenarios jalifenses.
A partir del campo de las finanzas criminales, hay otros que le están subordinados. Jalife cuenta diez para hacer un total de once. Este número tiene una resonancia siniestra desde el 11 de septiembre de 2001, fecha que marca el comienzo de la guerra total contra las culturas, la civilización y el pasado de todas las minorías que consagra su infame papel con la destrucción de todos sus vestigios.
De manera simultánea, los criminales de cuello blanco que activan el crimen financiero, función central de los movimientos de capital que se efectúan en los bancos, resultan afectados los intereses del Estado nacional y sus gobiernos
Antecedentes
Una vez que fueron domesticados los partidos obreros tradicionales (socialdemócratas y comunistas), estando la Unión Soviética en crisis y, a la vez, en conflicto con China desde 1948, se produjo una grieta entre ambas potencias mayores, tras la cual el capitalismo comenzó su ofensiva abrumadora contra las conquistas seculares de los trabajadores.
En Europa el dispositivo de estrangulación recibió el nombre de Operativo Stay Behind, pero en las noticias de su existencia que llegaron al conocimiento de las naciones occidentales se vulgarizó el nombre de Gladio. Contra China la embestida corrió a cargo de los estrategas de la denominada Causa, diseñada por la CIA con el apoyo de la Iglesia de la Unificación y la CIA coreana (KCIA).
El ciclo invariable de la deformación económica que apareció en 1997-1998, la vimos recrudecer en 2007-2008 y, desde entonces, se mantiene a pesar del oxígeno que logró el sistema incorporando en su dinámica a China y a Rusia cuando había dejado de ser soviética.
Esta mediatización del socialismo amputó al movimiento obrero internacional, y hoy día no queda en pie un solo movimiento socialista mundial en el mundo. Los partidos socialdemócratas se han pasado al liberalsocialismo y se han transformado, como el francés, en algo semejante al Partido Demócrata estadunidense; mientras, los partidos comunistas han terminado convertidos también en socialiberales (como el antiguo partido comunista italiano).
Los burócratas estalinistas y los servicios secretos de la URSS y de la Europa Oiental terminaron apoderándose de los bienes colectivos y se convirtieron en gerentes del modelo neoliberal y en organizadores y gerentes de los cárteles (el cártel es una organización criminal moderna, a diferencia de la mafia) del crimen organizado, enlazados a la mafia rusa, que fue organizada entre 1970 y 1981 en Estados Unidos (un proceso explicado por la ensayista búlgara Rumiana Ugarchinska, autora del libro KGB). En China se desarrolló una poderosa burguesía nacional dentro del partido comunista.
El capital financiero y especulativo predominó desde entonces sobre el productivo y se independizó exponencialmente del Estado, que le sirve para hacer negocios o para reprimir. El capital, mediante sus organismos internacionales, como el FMI o la OMC, pesa más en las legislaciones de los países que las leyes de los estados, que pierden parcelas enteras de su control soberano sobre territorios y poblaciones.
Las deudas contraídas con el capital financiero crecen y son impagables. La inmensa mayoría de la humanidad tiene trabajos precarios o en peligro de perderlos. Los derechos democráticos están bajo ataque y se intenta el retorno al pasado medieval con las guerras de religiones para dividir a los trabajadores, y a la fusión entre esas religiones y el Estado (Rusia impone la enseñanza religiosa semejante a la que existió en el zarismo. China acepta el taoísmo y la doctrina conservadora de Confucio, aunque no otras religiones; consciente es el Estado de que las religiones, en especial las que llegan “de fuera”, son máquinas de guerra.
Por el contrario, surgen con fuerza los fundamentalismos religiosos protestante, islámico, ortodoxo, hinduista, el integrismo católico); crecen los localismos xenófobos y el racismo, ambos fomentados desde el poder.
Ed Vulliamy, periodista del periódico británico The Guardian, dice que Los cárteles ahorcan, decapitan, mutilan a sus víctimas bajo la luz del día y ante la mirada de todos. Esto ocurre, dice el periodista, en Ciudad Juárez, ciudad importante del estado de Chihuahua Los maleantes se divierten en los centros del espectáculo; sexualizados al máximo; sus asesinatos suelen ser exhibidos gráficamente en YouTube; la narcoguerra se libra con gran intensidad en el Internet, y en la calle, poniendo a funcionar la ciber-sado-pornografía.
Periodista de investigación de The Guardian, y autor de Amexica, Ed Vulliamy ha investigado al crimen organizado, enraizado a todo lo largo de la frontera norte de México (amexicana), y escaparate rotativo de todos los tráficos entre la América latina y Estados Unidos. A lo largo de poco más de 3 mil kilómetros, siguiendo una línea casi recta entre el Océano Pacífico y el Atlántico, transita todo tipo de drogas del sur al norte, y armas en sentido contrario. El propio Xavier Raufer se ha ocupado de la evolución de las mafias desde su punto de partida común que es la intimidad del clan. Nos ocupamos someramente de la china y la japonesa porque es toda una lección para los dirigentes del Estado mexicano que buen cuidado han tenido de apartarse de los estudios geopolíticos aparecidos hace un siglo y, como consecuencia, han pasado por alto la necesidad de contar con órganos de inteligencia eficaces.
Las triadas
Las tríadas chinas son un conglomerado de muchas organizaciones criminales con base en la China continental, Malasia, Hong Kong, Taiwán, Singapur. También son muy activas en Nueva York, Los Angeles, Seattle, Vancouver y San Francisco. En México quedaron implantadas desde finales del siglo XIX en el noroeste de México. Bajo el principio de que donde hay dinero y hay chinos hay triadas, la revista ya desaparecida Sucesos para todos desde los años veinte hizo revelaciones periódicas de la actividad mafiosa en el norte de México incluyendo la zona petrolera huasteca.
La tendencia criminal mafiosa implica el robo, el asesinato por encargo, el tráfico de drogas, la extorsión, la piratería. Empezaron en el siglo XVIII, aunque su nombre era entonces Tian Di Hui. A pesar de que está en constante aumento su poder, las actividades siguen siendo discretas. Las tríadas probablemente cuentan con entre 50 mil y 300 mil miembros.
El cultivo de la amapola para la extracción de opiáceos fue traído a México con sus semillas por los chinos que participaron en la construcción de vías férreas en el oeste como en California (EE.UU.) y el noroeste mexicano.
La triada original era une sociedad secreta nacida en la guerra de oposición a la dinastía manchú king a finales del siglo XVII. Sus fundadores fueron monjes del monasterio de Shaolín, donde el kung-fu fue inventado y enseñado. Sociedad patriota, que se propuso restaurar la antigua dinastía Ming defenestrada por los manchús.
Para conseguirlo, provocó numerosas revueltas contra los usurpadores manchús, con las cuales se cubrió el expediente de que toda mafia sería el resultado de una conflagración patriótica, como ocurrió más tarde en Sicilia, Turquía, Japón. Los miembros de las triadas se comunicaban en un lenguaje codificado, que incluía signos de reconocimiento y practicaban disciplinas de combate guardadas en estricto secreto
En el siglo XIX, las sociedades secretas chinas eran a la vez sociedades de apoyo mutuo, organizaciones políticas que influían en el lugar de origen del clan; eran también grupos económicos importadores y exportadores.
Las triadas pasaron por una etapa política y bélica. El primer presidente de la república de China, Sun Yat-sen, era un 426, es decir, un responsable de la seguridad y de la disciplina de la triada de las Tres Armonías. Entre 1903 y 1908, Sun Yat-sen pasó cuatro temporadas en Siam, en el curso de las cuales se relacionó con los líderes de diversas sociedades secretas. Con su contribución todas las triadas participaron en la sublevación de 1911 que desembocó en la derrota de los King y la proclamación de la república.
En 1949, los comunistas declaran a las triadas fuera de la ley. Huyen entonces de la China Popular y se instalan en Hong Kong, Macao y Taiwán. Desde entonces, esas sociedades no fueron más que un pálido reflejo de su glorioso pasado. Toda su actividad se centró desde entonces en el crimen organizado. Algo parecido sucedió a la mafia siciliana: apoyó a las fuerzas garibaldinas en la unificación de Italia, pero no tardaron los clanes en enfrentarse a ellas. De manera que, para protegerse echaron mano del clandestinaje que los puso primero al borde de la actividad criminal, un solo paso que los hombres de honor (se llaman hombres de honor los mafiosos) no vacilaron en dar.
Las triadas chinas están hoy en el centro del tráfico de las drogas procedentes del Triángulo dorado, región situada entre Laos, Tailandia y Birmania, que produce cada año buena parte del volumen mundial de opiáceos, principalmente la heroína.
La reunificación de Hong Kong a China en 1997 levantó inquietudes entre los jefes mafiosos. Sin embargo, el gobierno chino mostró una gran complacencia a las triadas. Eso se explica por la disposición de los grupos a invertir su dinero sucio bajo la forma de inversiones nacionales. El ministro chino de la Seguridad Pública, Tao Siju, declaró en 1995 que los miembros de las triadas no son gánsteres en todos los casos. Sí son, en cambio, buenos patriotas que aseguran la prosperidad de Hong Kong, “por lo que debemos respetarlos”.
Incluso afirmó que el gobierno chino está satisfecho de haberse aliado a ellas. La reunificación de Hong Kong y Macao y la apertura económica y comercial de China permiten a las triadas su reinstalación masiva en el continente sobre todo la 14K, que es el gang de los bambús unidos, además del gang de Los cuatro mares
La expansión territorial de Yakuza, de Japón
Los yakuzas forman una organización japonesa enraizada en varios clanes, con influencia en el gobierno de su país y con ramificaciones incluso en México. Se han extendido al Asia sudoriental desde los años sesentas del siglo XX, dedicadas a explotar el turismo sexual y el tráfico de drogas. Japón es su principal zona de actividad conectado por vía marítima con Filipinas, Corea, Hawai y la costa occidental de América del Norte. También está presentes en China, Taiwán, Tailandia y Vietnam.
En Estados Unidos
En un momento de su proceso de formación, la mafia japonesa acompañó a la expansion de la de la comunidad de su país en el planeta. De tal manera aparece lo mismo en Estados Unidos, que cuenta con una importante comunidad japonesa inmigrada (más de 850 mil personas), sobre todo a Hawaï y California, que en Filipinas y México. En los años ochenta, se beneficiaron del boom inmobiliario en EE.UU. para invertir en Hawái, Las Vegas y Los Angeles.
En California, las yakuzas han acordado alianzas con los grupos vietnamitas y coreanos locales y con las triadas chinas. Están presentes en Los Angeles, San Francisco, Seattle y Las Vegas. También en Nueva York guiando a los turistas japoneses hacia los sitios de juego, legales e ilegales.
En Los Ángeles procuran atraer a las jóvenes soñadoras que desean entrada en el medio cinematográfico. Los miembros de los clanes se sirven de esta aspiración para reclutarlas, y con ellas alimentar sus redes de producción pornográfica y de prostitución en Japón. En efecto, las mujeres occidentales son bien aceptadas por los japoneses, en particular las rubias.
En México
Las yakuzas están presentes en casi todo el planeta, y también en México, sobre todo en los circuitos de la migración y emigración clandestinas. En ese país, desde los años noventa, los empleadores han reclutado a lo largo y lo ancho del territorio nacional a chicas (sobre todo a las provistas de diplomas de turismo y con dominio del idioma inglés), a quienes prometen un trabajo en Japón. Pero en cuanto llegan al territorio japonés, son sumergidas en una red de prostitución. Algunas consiguen escapar y a su regreso a México, informan a las autoridades.
Según las estimaciones de la Asociación de mujeres hispanas (con sede en Miami), cerca de 3 mil mujeres mexicanas se han prostituido en Japón después de haber sido reclutadas, para la actividad turística por distintos clanes yakuza. No obstante, ningún centro policial mexicano ha mencionado jamás a las yakuzas como hipótesis explicativa del punto de atracción japonés de chicas mexicanas para el ejercicio de la prostitución en el archipiélago, a pesar de tener conocimiento cuantitativo de su actividad criminal.
La hibridación es la marca de la complejidad criminal
Hay sin duda numerosos fenómenos que los anglosajones llaman de convergencia y que Xavier Raufer, autor de Una geopolítica de los riesgos, (marzo de 2011) designa con la palabra hibridación. Desde los años de la guerra fría, las entidades criminales viven en espacios delimitados y por el tiempo que determinan ellos mismos de estancia, siguiendo un estilo propio de apartheid social.
Las entidades y los métodos resultan familiares. Dos formas mayores de hibridación pueden ser observadas. Por una parte, entre los universos criminal y terrorista (o designado como tales), de cuya convergencia tenemos ejemplos en las Farc en Colombia o con una parte de los grupos que operan en Mali o en Sahel.
Muchos sospechosos arrestados en los llamados cinturones urbanos de miseria por implicaciones con el terrorismo, son pequeños delincuentes que conocen los buenos resultados del hecho de vincular su ejercicio delictivo con la religión. En las migraciones por territorio mexicano que son alentadas por clérigos católicos, aparece un tipo de contrabando de estupefacientes. El internacionalista colombiano Omar Bula ofrece un importante estudio sobre este tipo de hibridación en su libro El plan maestro, cuya lectura recomendamos.
Otra forma de hibridación tiene lugar entre el crimen organizado y la criminalidad de cuello blanco. Esta última es un poderoso coadyuvante de las crisis de los últimos treinta años, principalmente en la crisis de las inversiones de alto riesgo llamadas subprimes. Esos cuellos blancos no son percibidos a simple vista como criminales. Pero las policías del fisco dicen que buscan entre los conductores financieros las estrategias y métodos relacionados con el crimen organizado.
El FBI, para luchar contra el crimen de iniciados en materia financiera, emplea los métodos y recursos jurídicos que utiliza contra el crimen organizado, en especial contra la mafia. El FBI ha localizado el carácter clandestino y asociativo de ciertos hábitos en Wall Street o la City de Londres. En contra de lo que se cree, nada tienen que ver ciudadanos aislados. Cuando algunos bancos grandes, en particular los anglosajones (HSBC, por ejemplo), son sorprendidos en infracción con flagrancia, las autoridades plantean preguntas sobre la frecuencia de ciertas colusiones peligrosas.
La hibridación mayor es la que integra lo legal a lo ilegal
Hay quienes piensan que el crimen organizado trasnacional aspira a tomar el poder. No se trata de una aspiración permanente. No obstante, la constante es que toda organización criminal procura acercarse al poder público, pero ni remotamente intenta acapararlo; la mafia aspira a sobrevivir lográndolo con el simple ejercicio de cierta influencia sobre los gobiernos.
Quien dice poder dice exposición pública y, con ella, la visibilidad; lo que no es recomendable para esas estructuras criminales. Es el caso de Yakuza en Japón, de la que todos los ciudadanos sospechan que hay miembros de su asociación secreta ni más ni menos que en el nivel ministerial, pero ignoran por completo y sin remedio el lugar que ocupan esos supuestos hombres de honor en la estructura mafiosa. En suma, y con toda la reserva, no se puede excluir cierta influencia ya reconocida de las mafias sobre el Estado en Japón, Turquía e Italia, como aspiración geoestratégica del crimen organizado, el cual está activo, aunque no cuente con conexiones oficiales.
Tal es el alcance de su estructura. Y no se puede cuestionar la aseveración de Xavier Raufer de que la investigación de una mafia es misión imposible. Sin duda eso es correcto. Pero el método del diagnóstico oportuno por él formulado indica cómo llegar cómo llegar a cierto punto.
En el entorno social de los cinturones de población marginal, a partir de los cuales los cárteles mexicanos proliferan e infiltran la economía y la esfera política contaminando a los partidos actuantes, así como a la administración pública y la policía; deformando así el tejido social, al punto de que algunos observadores hablan de estado fallido cuando se refieren a México. El prestigio del cártel permanece, sin embargo, intacto. El cártel recibe el beneficio directo de la relación con el poder establecido. La mafia no necesita de esa relación hasta un cierto límite.
El cártel y el poder público dan como resultado una alianza de iguales. La mafia tiene por su parte conexiones discretas con el poder establecido, siempre modificables al gusto de los criminales.
Como consecuencia de la represión circunstancial de un cártel en un hecho ilegal el gobierno emite boletines de prensa asegurando que las bandas han perdido la partida y que se seguirá actuando contra ellas. En la realidad las fuerzas de orden público no cumplirán lo prometido y en el periodo que transcurre entre ese boletín y el siguiente el poder del estado no sólo no recuperó terreno; mientras que el cártel sí que lo hizo. Ninguna mafia ha sido atacada en México y si lo hubiera sido el resultado no habría sido mejor que el de la lucha contra los cárteles.
Su poder es enorme lo cual se deduce del informe publicado en 2000 por la revista Insight mencionó la existencia de una entidad capitalista en manos de la mafia rusa, formada por emigrantes de la URSS, en el períoso 1970- 1981, conocida ahora también como mafia rusa. El nombre más atinado da título al libro de Hervé Rissen, La mafia juive. Esa estructura, cuya salida liberadora de la URSS fue presentada como judía eslava, luego instalada en Los Angeles y Nueva York, ha tenido a su cargo el suministro de equipo de comunicaciones sofisticado, incluso de dos submarinos, al cártel de Tijuana, a cambio de estupefacientes, por supuesto.
Estas conexiones (entre un cártel mexicano y una mafia) significan cadenas de efectos aterradores en el mundo de los negocios, entre fortunas legales y pactos criminales, que son dos circuitos a priori (en el pasado) separados e irreconciliables, pero que alimentan con recursos frescos el flujo financiero globalizado. A la vez, de esa manera dan sentido al continuum de ilegalidad y legalidad, del que dan cuenta numerosos thrillers, como la trilogía del Padrino, de Coppola (Don Corleone quiere encubrir sus negocios sucios) al Casino, de Scorsese (el hotel-casino, fachada del hampa).
Entre 2004 y 2007, el banco estadounidense Wachovia (Wells Fargo) blanqueó 378 mil millones de dólares (equivalente a un tercio del PIB mexicano), resultado del tráfico de cocaína del cártel de Sinaloa, que transitó por las casas de cambio mexicanas. El mismo escenario es recurrente en una filial mexicana del banco británico HSBC.
“La proliferación del crimen organizado es algo más que el rostro negro de la globalización: es sólo uno de los síntomas de una criminalidad mayor que está en todas las estructuras”. Palabras de Jean-François Gayraud, comisario divisionario de la Policía nacional, de Francia, analista de las mafias.
Subrayamos hasta qué punto las mafias se han convertido en actores plenamente geopolíticos, a lo que Jean François Gayraud no vacila en referirse como respuesta al G 9, el gran encuentro de las entidades mafiosas en primer término y de los actores principales del crimen organizado, verdadera aristocracia del crimen, que incluye a la mayor parte de los países industrializados del planeta como Estados Unidos, Rusia y China.
Todo un conglomerado infernal dominado por Italia: Cosa Nostra de Sicilia; 'Ndrangheta, de Calabria; Camorra, de Nápoles, y Campania; y Sacra Corona Unita, de Puglia (región situada en el sureste de Italia).
Las cuatro mafias italianas concentran un PIB superior a los de Croacia y Hungría. Vale la pena mencionar también a las mafias albanesas, la maffya turca, las triadas chinas, las yakuzas japonesas y Cosa Nostra de EE.UU. entre las más notorias que agitan en los rincones oscuros del mundo.
Para penetrar las zonas grises del crimen, la lucha antimafia debió pensarse en términos globales. Comenzó a organizarse en los años noventa, cuando se institucionalizó bajo los efectos de la convención de la ONU contra la criminalidad trasnacional organizada, que firmaron en Palermo los representantes de 123 países, el 15 de noviembre de 2000. Un año antes de los atentados del 11S.
Diagnóstico oportuno o precoz para el blindaje anticriminal
Los atentados terroristas en Francia, Inglaterra, Alemania, y Reino Unido en 2017 obligan a mirar la realidad de frente. Reforzar el instrumental antiterrorista es la respuesta a esa mirada, sí, conducido por policías mexicanos, que son de muy alta calidad, incluso en la inteligencia. Es conveniente volver a pensar en lo que es necesario regenerar en los bastiones de defensa del orden público si no cambian su cultura y su estructura. En la medida que los policías mexicanos mejoren su visión cultural del mundo les será más fácil apuntar al crimen organizado y negociar lo que sea menester.
Se trata de abrir atajos a una política antiterrorista coherente, y para ello es recomendable pensar diversas en estrategias eficaces; se trata de salir del caos mediático y de la confusión de la vida cotidiana; de extraer del tsunami informativo sólo la parte que contribuya a esclarecer la política pública.
Situar los riesgos a tiempo
La generación espontánea no existe ni en el ámbito del terrorismo ni en la biología. El crimen en su etapa preparatoria deja indicios y evidencias atrás. Y los preparativos de cada atentado dejan necesariamente pistas más o menos visibles; lo que los criminólogos llaman señales débiles o rupturas ambientales. Lo mismo ocurre con las organizaciones secretas llamadas mafias. Son secretas, pero no invisibles y se puede recopilar inteligencia siguiendo sus pasos, como lo hizo la policía de Hong Kong.
A esa necesidad de responder a tiempo, sólo los criminólogos son capaces de dar respuesta. Esa respuesta se llama diagnóstico precoz o previsión oportuna de los peligros y amenazas. El método operativo y predictivo busca facilitar el abordaje de lo posible. Se parece a la medicina preventiva porque la previsión oportuna suministra la capacidad de poner a disposición del paciente, a tiempo, el mejor diagnóstico para actuar oportunamente y bien.
La inteligencia es a la vez una recopilación y un análisis. Análisis lo más preciso posible. Seguidos de la acción eficaz en la medida que sea oportuna. Pero si la segunda etapa es débil, la cadena antiterrorista y anticriminal también lo será. Y si no funciona el instrumento, en un país que rechazó la geopolítica como método de detección de amenazas externas en el interior del país, quedará condenado a recoger cuerpos cubiertos de sangre en las calles citadinas.
Trump lanza una guerra a las drogas, pero debe atacar a los bancos del narcotráfico
El 10 de febrero de 2017 la revista Executive Intelligence Review analizó la anunciada política de lucha contra las drogas anunciada por el presidente Donald Trump.
En un discurso pronunciado el 8 de febrero ante la Asociación de Jefes de la Policía de las Ciudades Importantes (MCCA, en sus siglas en inglés), en Washington, D.C., Trump dijo que el flagelo de las drogas está destruyendo el potencial de los jóvenes estadounidenses y el futuro de Estados Unidos, y “hay que aplastarlo”.
Para lograr esto nombró al nuevo secretario de Seguridad Nacional, el general (retirado) John Kelly. Al día siguiente, Trump emitió una orden ejecutiva en la que nombró al nuevo Fiscal federal ya confirmado, Jeff Sessions, para encabezar un nuevo organismo especial “que se concentre en destruir a las organizaciones delictivas trasnacionales, las mafias y a los carteles de la droga”, y le dio 120 días para presentar un informe sobre “organizaciones delictivas transnacionales y sus organizaciones subsidiarias, así como el alcance de la penetración de esas organizaciones en Estados Unidos”.
Este es el primer llamado a combatir el flagelo de la droga, problema que agobia a las comunidades y a millones de familias en Estados Unidos. El libro clásico que ha analizado el narcotráfico desde su dimensión histórica Dope Inc., documento inolvidable que entre otras cosas acuñó el término de Guerra a las drogas en 1980, cuando el medio informativo EIR contribuyó a crear la National Anti-Drug Coallition (Coalición Nacional Antidroga) y lanzó la publicación de la revista War on Drugs (Guerra a las Drogas), difundida en México.
El único problema que tiene la guerra a las drogas de Trump —y muy posible talón de Aquiles si no se corrige— es que no identifica a los actores financieros beneficiarios de esa actividad criminal y no ataca al verdadero núcleo del cartel internacional del narcotráfico, que son los bancos que hacen posible este negocio.
EIR publicó en 1978 la primera edición de Dope, Inc. (que se publicó en español bajo el título de Narcotráfico, SA), a la que siguieron media docena de ediciones de ese exitoso documento. El libro documenta al detalle cómo el negocio ilícito de las drogas, el negocio más grande del mundo, está completamente controlado por los bancos británicos y de Wall Street, desde la época de las guerras de opio de los británicos contra China, y esto sigue invariable hasta la fecha.
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