¿Los bosques correrán la misma suerte que el Lago Poopó?
- Opinión
Fue una gran alegría que el pasado 25 de septiembre los gobiernos de 193 países aprobaran en las Naciones Unidas el Objetivo de Desarrollo Sostenible 15.2 que plantea “poner fin a la deforestación” para el 2020. Por fin una medida concreta y urgente, ya que cada año se queman en el mundo 13 millones de hectáreas de bosques que generan alrededor de un 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, tres meses más tarde en la COP21, los mismos gobiernos no incluyeron esa meta en el Acuerdo de París y los países con más altos índices de deforestación como Brasil, Indonesia, Myanmar, Nigeria, Tanzania, Paraguay, Argentina y Bolivia en sus contribuciones para reducir emisiones de gases de efecto invernadero, no se comprometieron “a poner fin a la deforestación” para el 2020. A lo mucho que llegaron países como Brasil y Bolivia, fue a plantear la eliminación de la deforestación “ilegal” para el 2020.
En el caso de Bolivia su “contribución” oficialmente presentada a la COP21, plantea la deforestación de 3 millones de hectáreas de bosques nativos hasta el 2030, algo que viola totalmente el ODS 15.2. La situación es extremadamente preocupante y se ha agravado el 2015. Según datos de la ABT en el año que acaba de concluir ha habido un incremento del 21% en los focos de calor (incendios forestales) con respeto al año 2014. No podemos permitir que ocurra con nuestros bosques lo mismo que pasó con el lago Poopó.
Es muy loable plantar arbolitos y todos tenemos que involucrarnos en la campaña “Mi Arbol”, sin embargo la pregunta es ¿Cuánto de la deforestación compensa la campaña “Mi Arbol”? Según el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, hasta fines de 2015 se ha plantado un millón de plantines y la meta es plantar cinco millones para 2016, cubriendo una superficie de 7.731 hectáreas, es decir menos del 5 % de lo que se deforestó sólo en el año 2013. A esto hay que añadirle que estos millones de plantines necesitarán de cuidado por más de 10 a 20 años y que aún cuando alcancen su madurez, jamás compensarán la exuberante biodiversidad perdida de los bosques deforestados.
La contribución de reducción de emisiones que Bolivia presentó en la COP21 en París señala que para compensar la deforestación de las 3 millones de hectáreas se plantarán 4,5 millones de hectáreas de plantines sólo con esfuerzos nacionales y que con apoyo de la cooperación internacional se podría llegar a 6 millones de hectáreas reforestadas hasta el 2030.
Para alcanzar la meta de 4,5 millones de hectáreas “con sólo esfuerzos nacionales” habría que plantar más de 250 millones de plantines cada año y gastar un total de 4.500 millones de dólares que son equivalentes a dos terceras partes de la actual deuda externa de Bolivia.
No podemos engañarnos a nosotros mismos. La reforestación de 4,5 millones de hectáreas nunca será realidad, pero la deforestación de 3 millones de hectáreas será catastrófica para los bosques que sobrevivan, desprotegerá a poblaciones enteras frente a inundaciones, incrementará la sequedad del suelo y el ambiente, y será muy nociva para el cambio climático ya que significará enviar a la atmosfera unos 1.500 millones de toneladas de dióxido de carbono.
Aún es posible cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible 15.2 en Bolivia. Para ello debemos: 1) Abrogar la ley que amplía el área de desmonte de 5 a 20 hectáreas, 2) Acabar con los perdonazos a las multas por deforestación ilegal y aplicar fuertes sanciones, 3) Verificar ya el cumplimiento de la función económica social de la tierra garantizando el respeto de los propietarios a la ley de derechos de la Madre Tierra, 4) Dejar de promover la ampliación de la frontera agrícola para favorecer a grandes agroindustriales exportadores de productos transgénicos, 5) Promover proyectos de agroforestería y de recuperación de tierras desertificadas y 6) Dejar de impulsar proyectos extractivistas en nuestros parques nacionales y áreas protegidas.
En Bolivia podemos garantizar la soberanía alimentaria de todos los bolivianos sin quemar más bosques, pero aún quemando todos nuestros bosques jamás podremos satisfacer la codicia de unos pocos agroindustriales exportadores.
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