Los enemigos del desarrollo

15/01/2015
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  • Opinión
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Sin embargo, este objetivo de tener una economía nacional, que debería por lógica tener el apoyo de toda la población, se enfrenta a enemigos internos no tan poderosos pero si tenaces.
 
La macabra alianza de especuladores y la MUD
 
En primer lugar, están los grupos económicos que nacieron y se formaron  en una Venezuela rentista y que están acostumbrados a vivir de la especulación y del parasitismo de la renta petrolera, y cuya expresión política la constituyen los partidos que integran la MUD. Esa alianza política-económica constituye hoy la más retrógrada que haya conocido el país desde los tiempos de Boves.
 
Para lograr tan despreciables propósitos, cuando estaban en el poder esos grupos articularon una serie de leyes, organismo y procedimientos para garantizar el funcionamiento y continuidad del modelo, los cuales, lamentablemente, siguen vigentes en la mayoría de los casos y constituyen hoy un traba formidable para cualquier intento de llevar adelante la industrialización.
 
El que más nos está afectando es el referido al aspecto impositivo, en el cual rige la estrategia de permitir que se llenen los bolsillos de los parásitos más acaudalados sin casi ser pechados. El economista Britto García explicó que la tasa mayor de impuestos es del 34%, independientemente de la cantidad declarada.
 
Pero como contraparte, esa política impositiva se afinca con dureza en contra de aquellos profesionales y técnicos que obtienen sus ingresos a través de un sueldo, con tablas de cálculo verdaderamente expoliadoras.
 
El desangre de nuestras divisas
 
Esa política fríamente implementada por los partidos de la MUD en el pasado ha permitido que la especulación tenga completa luz verde, ocasionando que las ganancias así mal habidas se hayan destinado a la adquisición de divisas extranjeras.
 
Se calcula que los venezolanos (?) posean más de 400.000 millones de dólares en el exterior, y sin pagar ningún impuesto al país.
 
Fuga de divisas que ha ocasionado una pérdida continuada del valor de nuestra moneda. Así vemos como desde el año 1983 a la fecha ella se ha devaluado con relación al dólar, y calculado al cambio oficial, en cerca de 1.500% o de 12.000% si se toma como referencia la tasa de Sicad II.
 
Es de resaltar que uno de los argumentos esgrimidos para desestimular políticas exportadoras es el de sostener que nuestros productos no son competitivos en el exterior porque son muy caros de producir.
 
Pero, si la energía es barata, si poseemos la mayor parte de las materias primas, si la mano de obra devenga salarios moderadamente bajos, ¿cuál es el problema?
 
No es otro sino la especulación, los excesivos márgenes de ganancias facilitados por esa irracional política impositiva. Y no sólo la posible especulación del industrial, sino la que hay a través de toda la cadena local de suministros de bienes y servicios, que también nada en la especulación y que se reflejan en los precios finales.
 
Y así no sea para exportar. Ha sido política reiterada de todos los gobiernos que, ante los altísimos costos locales, buena parte, sino la mayor, de la adquisición de bienes que ha hecho el ejecutivo se haga en el exterior por el diferencial de precio. Desperdiciándose así una magnifica fuente de estímulo a la industria nacional.
 
Cualquier proyecto de industrialización, si se quiere que sea exitoso, debe estar acompañado de una fuerte y eficaz política impositiva, a todos los niveles empresariales y de servicios.
https://www.alainet.org/en/node/166813?language=es
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