Conflicto armado
Primer paso
02/09/2012
- Opinión
Ante los rumores de una negociación entre el gobierno colombiano y las FARC-EP, Juan Manuel Santos se encargó de confirmar la existencia de la reunión. Si bien en general la iniciativa fue bien recibida, los sectores de la derecha más recalcitrante, defensores de los intereses estadounidenses en el país, dejaron en claro su desacuerdo.
“Desde el primer día de mi gobierno he cumplido con la obligación constitucional de buscar la paz y en esa obligación se han desarrollado conversaciones exploratorias con las FARC-EP para buscar el fin del conflicto”, afirmó el presidente colombiano Juan Manuel Santos.
Con estas palabras, Santos confirmó la reunión que mantuvieron en La Habana, Cuba, representantes de su Gobierno con integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP). El objetivo es alcanzar un acuerdo de paz.
Desde el Palacio de Nariño -sede de Gobierno colombianp-, el Mandatario agregó: “Pueden confiar plenamente en que este gobierno está obrando con prudencia, seriedad y firmeza, anteponiendo siempre el bienestar de todos los habitantes de nuestro país”.
Así, el Presidente colombiano salió a corroborar lo que ya se había convertido en un secreto a voces. Tanto la radio RCN, como Telesur, se habían encargado de divulgar las negociaciones entre el Gobierno y las FARC-EP.
Si algo favoreció a que el rumor tomara credibilidad con el correr de las horas fue que quienes se encargaron de difundir la noticia fueron los principales responsables de estos medios: Francisco Santos, director de noticias de RCN -además de ex vicepresidente y primo del Mandatario-, y Jorge Enrique Botero, director de información de Telesur.
Estos dos medios confirmaron que las negociaciones entre las partes comenzaron en agosto de 2010, poco tiempo después de la asunción de Santos al gobierno, cuando se reanudaron las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia.
Desde RCN, Francisco Santos señaló que “la agenda de negociación entre el gobierno y las FARC tendría seis temas básicos, pero por primera vez se hablaría de asuntos como la desmovilización de guerrilleros, cese de hostilidades y entrega de armas, asuntos que han limitado en el pasado las conversaciones”.
Por su parte, Botero aseveró que “los delegados de Gobierno y guerrilla se van a sentar a negociar con la aspiración de no levantarse de la mesa hasta no suscribir un pacto de paz que ponga fin a casi de 50 años de conflicto”.
Los seis puntos que se tratarían en la mesa de negociación entre el Gobierno de Santos y las FARC-EP serían: política de desarrollo agrario integral; participación política en general y “en particular para los nuevos movimientos que surjan luego de la firma del acuerdo”; cese al fuego y de hostilidades bilaterales; solución al problema de las drogas; resarcimiento a las víctimas y, por último, la implementación y verificación del acuerdo.
Tras el anuncio del presidente Santos, diversos movimientos sociales, legisladores y gobernadores salieron rápidamente a respaldar el anuncio de las negociaciones de paz.
Andrés Pastrana, expresidente del país entre 1998 y 2002, y quien llevó adelante el último intento de negociación con las FARC-EP, se mostró a favor del anuncio y aseguró que la negociación servirá para “consolidar así una salida política a la confrontación armada”.
Por otra parte, tampoco faltaron opiniones en contra de las negociaciones: “Qué dolor que negocien los temas del país con el terrorismo, que dirían si nuestro gobierno hubiera hecho lo mismo con narcoparamilitares”, manifestó en la red social Twitter el exmandatario Álvaro Uribe.
Para Uribe, quien mantiene un duro enfrentamiento con su sucesor, Santos, la negociación entre el gobierno y las FARC-EP no es otra cosa que un intento del Mandatario para obtener la reelección.
El general Harold Bedoya, ex comandante de la Fuerzas Armadas, compartió la apreciación de Uribe: “(Santos) sólo busca la reelección”, sentenció Bedoya. Y agregó que la negociación es “una reacción de presidente Santos ante la pérdida de su popularidad”. Además, para el excomandante no están dadas las condiciones para llevar adelante un acuerdo con las FARC-EP.
La oposición de Uribe y Bedoya, entre otros, a la negociación por el acuerdo de paz no se debe sólo a la negativa a acordar con la “guerrilla”. Un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP no haría más que terminar con el Plan Colombia.
El Plan Colombia, también llamado Plan para la Paz, la Prosperidad y el Fortalecimiento del Estado, es un acuerdo bilateral entre Estados Unidos y Colombia, firmado en 1999 por los presidentes Bill Clinton y Andrés Pastrana.
Si bien el Plan fue presentado como un recurso para la restauración de la paz en Colombia y combatir al narcotráfico, no es otra cosa que el brazo armado del fracasado Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Cabe destacar que Colombia constituye un enclave del Imperio en América Latina.
Queda claro que Uribe, como valuarte de las políticas imperialistas en la región, no ve con buenos ojos que se acepte el fracaso del Plan Colombia. Por su parte, la negativa de Bedoya se entiende: la caída del Plan conllevaría la pérdida de millones de dólares que el Departamento de Defensa de Estados Unidos destina para “ayuda” militar al país cafetero.
Ante el temor de los intereses pro imperiales, y para dejar en claro en que no tocará los intereses de las Fuerzas Armadas, Santos se encargó de poner paños fríos, y aseguró rotundamente que “se mantendrán las operaciones y la presencia militar sobre cada centímetro del territorio nacional”.
Según informaron RCN y Telesur, la primera reunión se llevaría a cabo el 5 de octubre en Oslo, con Cuba y Noruega como garantes, y Venezuela y Chile como acompañantes.
Tanto Santos como las FARC-EP dieron el primer paso. Si bien en poco más de un mes se sabrá cual será el camino que transitará el acuerdo de paz, lo que ya quedó claro es que Santos no está dispuesto a darle un gran disgusto al Imperio.
Con estas palabras, Santos confirmó la reunión que mantuvieron en La Habana, Cuba, representantes de su Gobierno con integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP). El objetivo es alcanzar un acuerdo de paz.
Desde el Palacio de Nariño -sede de Gobierno colombianp-, el Mandatario agregó: “Pueden confiar plenamente en que este gobierno está obrando con prudencia, seriedad y firmeza, anteponiendo siempre el bienestar de todos los habitantes de nuestro país”.
Así, el Presidente colombiano salió a corroborar lo que ya se había convertido en un secreto a voces. Tanto la radio RCN, como Telesur, se habían encargado de divulgar las negociaciones entre el Gobierno y las FARC-EP.
Si algo favoreció a que el rumor tomara credibilidad con el correr de las horas fue que quienes se encargaron de difundir la noticia fueron los principales responsables de estos medios: Francisco Santos, director de noticias de RCN -además de ex vicepresidente y primo del Mandatario-, y Jorge Enrique Botero, director de información de Telesur.
Estos dos medios confirmaron que las negociaciones entre las partes comenzaron en agosto de 2010, poco tiempo después de la asunción de Santos al gobierno, cuando se reanudaron las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia.
Desde RCN, Francisco Santos señaló que “la agenda de negociación entre el gobierno y las FARC tendría seis temas básicos, pero por primera vez se hablaría de asuntos como la desmovilización de guerrilleros, cese de hostilidades y entrega de armas, asuntos que han limitado en el pasado las conversaciones”.
Por su parte, Botero aseveró que “los delegados de Gobierno y guerrilla se van a sentar a negociar con la aspiración de no levantarse de la mesa hasta no suscribir un pacto de paz que ponga fin a casi de 50 años de conflicto”.
Los seis puntos que se tratarían en la mesa de negociación entre el Gobierno de Santos y las FARC-EP serían: política de desarrollo agrario integral; participación política en general y “en particular para los nuevos movimientos que surjan luego de la firma del acuerdo”; cese al fuego y de hostilidades bilaterales; solución al problema de las drogas; resarcimiento a las víctimas y, por último, la implementación y verificación del acuerdo.
Tras el anuncio del presidente Santos, diversos movimientos sociales, legisladores y gobernadores salieron rápidamente a respaldar el anuncio de las negociaciones de paz.
Andrés Pastrana, expresidente del país entre 1998 y 2002, y quien llevó adelante el último intento de negociación con las FARC-EP, se mostró a favor del anuncio y aseguró que la negociación servirá para “consolidar así una salida política a la confrontación armada”.
Por otra parte, tampoco faltaron opiniones en contra de las negociaciones: “Qué dolor que negocien los temas del país con el terrorismo, que dirían si nuestro gobierno hubiera hecho lo mismo con narcoparamilitares”, manifestó en la red social Twitter el exmandatario Álvaro Uribe.
Para Uribe, quien mantiene un duro enfrentamiento con su sucesor, Santos, la negociación entre el gobierno y las FARC-EP no es otra cosa que un intento del Mandatario para obtener la reelección.
El general Harold Bedoya, ex comandante de la Fuerzas Armadas, compartió la apreciación de Uribe: “(Santos) sólo busca la reelección”, sentenció Bedoya. Y agregó que la negociación es “una reacción de presidente Santos ante la pérdida de su popularidad”. Además, para el excomandante no están dadas las condiciones para llevar adelante un acuerdo con las FARC-EP.
La oposición de Uribe y Bedoya, entre otros, a la negociación por el acuerdo de paz no se debe sólo a la negativa a acordar con la “guerrilla”. Un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP no haría más que terminar con el Plan Colombia.
El Plan Colombia, también llamado Plan para la Paz, la Prosperidad y el Fortalecimiento del Estado, es un acuerdo bilateral entre Estados Unidos y Colombia, firmado en 1999 por los presidentes Bill Clinton y Andrés Pastrana.
Si bien el Plan fue presentado como un recurso para la restauración de la paz en Colombia y combatir al narcotráfico, no es otra cosa que el brazo armado del fracasado Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Cabe destacar que Colombia constituye un enclave del Imperio en América Latina.
Queda claro que Uribe, como valuarte de las políticas imperialistas en la región, no ve con buenos ojos que se acepte el fracaso del Plan Colombia. Por su parte, la negativa de Bedoya se entiende: la caída del Plan conllevaría la pérdida de millones de dólares que el Departamento de Defensa de Estados Unidos destina para “ayuda” militar al país cafetero.
Ante el temor de los intereses pro imperiales, y para dejar en claro en que no tocará los intereses de las Fuerzas Armadas, Santos se encargó de poner paños fríos, y aseguró rotundamente que “se mantendrán las operaciones y la presencia militar sobre cada centímetro del territorio nacional”.
Según informaron RCN y Telesur, la primera reunión se llevaría a cabo el 5 de octubre en Oslo, con Cuba y Noruega como garantes, y Venezuela y Chile como acompañantes.
Tanto Santos como las FARC-EP dieron el primer paso. Si bien en poco más de un mes se sabrá cual será el camino que transitará el acuerdo de paz, lo que ya quedó claro es que Santos no está dispuesto a darle un gran disgusto al Imperio.
- David García desde la redacción de APAS La Plata
APAS | Agencia Periodística de América del Sur | www.prensamercosur.com.ar
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
https://www.alainet.org/en/node/160755?language=es
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