El desastre del <i>catarrito</i>

24/02/2010
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De 6.5 por ciento es la caída de la producción de bienes y servicios, si nos atenemos al Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, órgano autónomo encabezado por un panista leal al foxismo y gris exsecretario de Economía, pero no tanto como Gerardo Ruiz Mateos.
 
Para darse una idea de la magnitud del desastre provocado, ciertamente, por una crisis económica y financiera global --como sostiene la insultante propaganda que oculta se multiplicó con la imprevisión y la arrogancia del “muy buen equipo económico”, como lo llama Felipe de Jesús Calderón Hinojosa--, es el mayor desplome de la economía mexicana en 77 años, sólo superado por la caída de -14.83 por ciento, bajo el gobierno de Pascual Ortiz Rubio, en 1932, como lo apunta Carlos Fernández-Vega.
 
Visto desde la perspectiva de la aldea global, el desempeño de la economía mexicana y sus conductores –todavía aferrados al optimismo desbordado y el fundamentalismo económico--, sólo es comparable al que se produjo en las otrora repúblicas soviéticas del Báltico (Letonia, Lituania y Estonia) y junto con Hungría, se colocó en 2009 a la vanguardia del decrecimiento.
 
Con el atinadísimo catarrito que brillante y oportunamente pronosticó Agustín Carstens Carstens y, por ello mismo, fue premiado por Calderón Hinojosa con la anuencia de la Cámara de Senadores que lo hicieron gobernador del Banco de México, la economía se colocó en los niveles de 2006 y requerirá hasta 2012 para adquirir los tamaños de entonces.
 
Además, con el récord establecido por el abogado y economista al conquistar el mayor desplome económico en más de tres cuartos de siglo, logra una tasa de decrecimiento económico de 0.69 por ciento en los tres años de un gobierno apuntalado por las fuerzas armadas y el país teñido de rojo –otras dos medallas de oro con las que supera al mismísimo Gustavo Díaz Ordaz--, y se coloca a la cola de su antecesor Vicente Fox Quesada, quien sin presumir títulos académicos pero con el precio del petróleo por las nubes, acumuló un crecimiento de sólo 0.63 por ciento en el primer trienio.
 
Antes de que la abulia y la soberbia se mutaran en métodos de trabajo del grupo gobernante, Calderón Hinojosa hizo a un lado las primeras lecciones que recibió de economía política y prometió lo imposible, aquí y en China, con tal de ser ovacionado por el auditorio: “(…) estamos trabajando de manera decidida para nunca más volver a tener una crisis económica en el país (...)”
 
Lo bueno es que desde el 28 de septiembre de 2007, Calderón hizo público que laboraba en tan noble como irrealizable dirección y magno propósito. Si el jefe del política y socialmente insensible grupo gobernante formuló un objetivo imposible de materializar, pareciera completamente lógico que el más destacado integrante del “muy buen equipo económico”, el ahora gobernador del banco central, se abocara con frivolidad criminal a subestimar los alcances del tsunami económico y financiero que estremeció a la aldea global, para inyectar optimismo en los actores económicos y los agentes sociales.
 
Procedieron igual que durante enero-julio de 2006, cuando inventaron Un peligro para México para aterrorizar a los electores y coaccionarlos para que sufragaran por el michoacano de Morelia que ostentaba tener las manos limpias, prometía empleo y, después, Vivir mejor. Y, como era previsible, no sólo resultaron ineptos sino voraces para hacer negocios al amparo del poder público, e intolerantes ante la diversidad nacional en todos sus ámbitos, hasta el punto de convertirse, sin hipérbole, en un peligro para el presente y el futuro de los mexicanos.      
 
Utopía 794
https://www.alainet.org/en/node/139634?language=es
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