La ambivalente política hemisférica de Barack Obama
- Opinión
Introducción
Las páginas que siguen van dirigidas a realizar una primera evaluación de los objetivos y contenidos de la “nueva alianza para las Américas” que, desde su campaña electoral hasta la actualidad, ha venido propugnando el gobierno temporal del demócrata-liberal estadounidense Barack Obama.[1]
Para cumplir ese propósito se han tomado como referencias el discurso que –sintomáticamente— pronunció en Miami el 23 de mayo del 2008 ante
También se han tomado en consideración las principales acciones hacia América Latina y el Caribe emprendidas por esa administración desde el 20 de enero del 2009, hasta los primeros momentos del golpe de Estado que, a partir del 28 de junio de ese año, comenzó a desarrollarse en Honduras; pasando por la actitud asumida por
En razón del relativamente inmutable carácter socio-clasista y de la manera “bipartidista” en que históricamente se han elaborado las políticas internas y externas de Estados Unidos (Castro y otros, 2003; Sánchez Parodi, 2008; Gandáseguí, 2009), esta valoración sintetizará mis apreciaciones acerca de las continuidades y los cambios de esas estrategias respecto a otras administraciones estadounidenses y, en particular, respecto a las estrategias impulsadas por George H. Bush (1989-1993), William Clinton (1993-2001) y George W. Bush (2001-2009) con vistas a institucionalizar lo que reiteradamente he denominado “un nuevo orden panamericano” (Suárez, 1995, 1995a, 2003, 2006 y 2007; Suárez y García Lorenzo, 2008).
La “renovación del liderazgo” estadounidense
En ese sentido y sin desconocer la ruptura que su elección significó en la bicentenaria y racista historia estadounidense, ni en otras dimensiones de la proyección externa de esa potencia imperialista,[3] lo primero que hay que resaltar es que, a la saga de sus antecesores demócratas y republicanos, desde su campaña electoral hasta la actualidad, y tratando de atender los reclamos de los sectores de las clases dominantes, así como del “unipartidista” establishment de la política económica, de seguridad, de defensa y exterior norteamericana que lo respaldan, Barack Obama se planteó expresamente renovar “el liderazgo”, “la credibilidad” y “la influencia” de su país sobre el hemisferio occidental. Todas ellas deterioradas –según su sesgado y “desmemoriado” diagnóstico— porque la administración de George W. Bush “se embarcó en una guerra desquiciada con Irak” y abandonó su promesa de “hacer de Latinoamérica un compromiso fundamental de su presidencia” (Obama, 2008).[4]
En consecuencia, su política habría sido “de negligencia hacia nuestros amigos, inefectiva con nuestros adversarios, desinteresada por los problemas que sufre la gente e incapaz de hacer avanzar nuestros intereses en la región”. Ese “vacio” –a decir de Obama— habría sido ocupado por “demagogos como Hugo Chávez” y sus aliados hemisféricos, así como por otros países de Europa y Asia; entre los que destacó a
Con vistas a enfrentar esas situaciones y a “liderar el hemisferio en el siglo XXI”, Obama anunció que emprenderá la que indistintamente denominó una “diplomacia directa, fuerte, agresiva, principista y sostenida” hacia todos “los gobiernos amigos, adversarios y enemigos” del hemisferio occidental, incluidos en estas dos últimas categorías los de Cuba y
Según se infiere de las palabras de Obama, la participación de esos “voluntarios” en actividades dirigidas a “disminuir la pobreza, a combatir enfermedades como la malaria y a apoyar el desarrollo de la sociedad civil” estará orientada a contrarrestar el negativo impacto que han tenido “en la influencia de Estados Unidos” en varios países latinoamericanos y caribeños los diversos programas sociales emprendidos por Cuba y
La redefinición de “la democracia”
A la recuperación de esa “influencia” también apunta la redefinición de “la democracia” pregonada por el actual mandatario estadounidense. Así, haciendo referencias expresas a la situación de
Como ha denunciado Eva Golinger, con vistas a cumplir esos propósitos la actual administración estadounidense ha continuado y continuará financiando a través del Centro de
En este último caso, invocando reiteradamente
Cual ha planteado Esteban Morales, de lo dicho se infiere que las acciones emprendidas por esa administración hasta junio del 2009 (incluidas la ampliación de las autorización de los viajes de los cubano-estadounidenses y de las remesas que estos le envían a sus familiares radicados en Cuba) estratégicamente van dirigidas a tratar de socavar el apoyo popular al gobierno revolucionario y, por tanto, a “subvertir al país, supuestamente de manera pacífica” (Morales, 2009). Ello se confirma en las decisiones ya adoptadas por Barack Obama de continuar financiando a los “grupos disidentes cubanos” y las trasmisiones de Radio y TV Martí. Igualmente, en las sanciones que les sigue imponiendo
Lo dicho, al igual que la ambivalente (y a la postre derrotada) conducta que mantuvo el Departamento y
La “nueva” alianza de las Américas
Cualesquiera que sean los juicios que merezcan las afirmaciones anteriores, lo cierto es que utilizando la misma retórica de sus antecesores sobre “la interdependencia”, “la prosperidad”, “la seguridad”, “la libertad”, “la democracia”, los “intereses compartidos” y los “valores comunes”, todas las acciones antes referidas –y otras que veremos más adelante— formarán parte intrínseca de la que el nuevo presidente estadounidense ha denominado “una nueva alianza” entre los Estados Unidos y los gobiernos del hemisferio occidental que él considere “democráticos”. En sus enunciados públicos esa “alianza” retoma ciertos elementos de la que –antes, durante y después de la primera Cumbre de las Américas— William Clinton denominó “relación madura” con los gobiernos de América Latina y el Caribe: el presunto respeto a la soberanía y la autodeterminación de los estados-nacionales de esa región, así como un enfoque “multilateral modular” para desarrollar sus relaciones con los gobiernos de ese continente (Suárez 1995a). Igualmente retoma las condicionalidades laborales y ambientales que –según dijo Clinton y ahora repite Obama— “deben incluir todos los tratados comerciales que firme Estados Unidos” (Obama, 2008).
Desde ese presupuesto y tomando en cuenta que esos tratados “no han creado los empleos y el bienestar prometidos” para los ciudadanos y los trabajadores estadounidenses (ahora gravemente afectados por la crisis económica-financiera-inmobiliaria y los altos índices de desempleo), en su campaña electoral Obama elogió el Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado entre los gobiernos de Estados Unidos y Perú [e implícitamente con Chile]; pero se pronunció por “enmendar” el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). También expresó su oposición al TLC con Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-RD, por sus siglas en inglés) y al TLC con Colombia, ambos negociados por la administración de George W. Bush. En el primer caso porque, a decir del actual presidente de los Estados Unidos, las necesidades de los trabajadores [centroamericanos] no son lo suficientemente atendidas” y en el segundo en razón de “la persistente violencia e impunidad” existente en el mencionado país suramericano (Obama, 2008a). Sin embargo, ya estando en el gobierno, Obama no ha emprendido ninguna acción para “revisar”, ni enmendar ninguno de los tratados antes mencionados. Más aún anunció que colocará en la agenda del congreso del 2009 la aprobación del TLC con Colombia (IADPG, 2009).
Merece consignar que, previamente, Obama había convalidado los principales componentes de las represivas e intervencionistas estrategias de seguridad hacia México, Centroamérica y la región andino-amazónica impulsadas por George W. Bush. En efecto, durante su campaña electoral se comprometió públicamente a continuar apoyando y a actualizar
Contra el ALBA-TCP
Tales acusaciones fueron reiteradas en los informes al respecto difundidos por ese departamento en marzo y abril del 2009, respectivamente. Ese último informe, además de Irán, Siria y Sudán, mantuvo en su antojadiza lista de gobiernos “patrocinadores del terrorismo” (aquellos que, a su decir, proporcionan “apoyo crítico a grupos violentos” y, por tanto, no pueden recibir ayuda económica de Estados Unidos ni gozar de beneficios comerciales, ni de tratados financieros), a los gobiernos de Bolivia, Cuba, Nicaragua y de
Por su parte, en el caso de Nicaragua la acusación del DE se refirió a las “cercanas relaciones” que mantuvo su actual presidente, Daniel Ortega, con las FARC; mientras que la acusación a Bolivia se fundamentó en las “estrechas relaciones” con Irán que ha venido desarrollando el gobierno presidido por Evo Morales. A su vez –siempre según la misma fuente— el gobierno de Cuba es sindicado de patrocinar el terrorismo a causa de la permanencia en su territorio de miembros de la organización independentista vasca conocida como ETA (Euskadi Ta Askatasuna) que llegaron a ese país mediante un acuerdo con el gobierno español presidido por Felipe González (1982-1996), al igual que de las FARC y del ELN de Colombia. Asimismo, porque en las palabras del DE: “en Cuba han encontrado refugio prófugos de la justicia de EE UU”; entre ellos, luchadores por la independencia de Puerto Rico, como son los casos de algunos militantes del llamado Ejército de Liberación Boricua, más conocidos como Los Macheteros. Además porque “el sistema bancario cubano es muy opaco”, lo que –aunque reconocen que no tienen prueba alguna— pudiera ser utilizado para “operaciones de lavado de dinero vinculado al terrorismo” (URL, 2009).
Sin negar la novedad de los contactos directos que, durante la más reciente Cumbre de las Américas, desplegó el presidente Barack Obama con los mandatarios de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y
Las dimensiones militares y de seguridad de la “nueva” alianza de las Américas
Esto explica el respaldo que –en sus diálogos bilaterales con el premier Stephen Harper y con el presidente Felipe Calderón— le ha ofrecido la administración de Obama a la denominada Alianza para
En esa ocasión y retomando algunos elementos planteados en su campaña electoral, Obama anunció que –en contraste con su antecesor— emprenderá “acciones agresivas” dirigidas a reducir la demanda de drogas en Estados Unidos, así como a interrumpir el tráfico ilegal de armas, dinero y vehículos robados que, provenientes de ese país, alimentan a “los reyezuelos de las drogas” que actúan en México. Ese compromiso fue reiterado en el discurso que pronunció ante
Llama la atención que, previo a esos anuncios de Obama, visitó México, por primera vez en la historia, el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, almirante Michael Mullen (Saxe-Fernández, 2009), y que días después de esa visita el subjefe de esa dependencia, general James Cartwright, anunció públicamente que el Comando Norte de las fuerzas armadas estadounidenses (NORTHCOM) se implicará en “la lucha contra los cartels de las drogas” que actúan en México. También confirmó el inicio el 20 de abril en la base naval de Mayport, Florida, de las maniobras navales UNITAS Gold-09. En estas participaron, también por primera vez en la historia de las relaciones militares de ambos países, “más de 350 elementos de
En ese contexto, merece resaltar que la dimensión militar de las relaciones interamericanas ha estado sospechosamente ausente de los enunciados públicos de la “nueva alianza entre las Américas” propugnada por Barack Obama. A pesar de sus ambivalentes criticas al empleo de la tortura por parte de funcionarios de
Sobre todo por los voluminosos fondos asignados al presupuesto militar estadounidense (IAEDPG, 2009), por la ya referida ratificación del secretario de Defensa de la administración de George W. Bush, Robert Gates, por el mencionado respaldo que Obama le ha dado a los principales planes político-militares emprendidos por esa administración en el hemisferio occidental, así como por la confirmación pública de las gestiones emprendidas por el Comando Sur de las fuerzas armadas estadounidenses (SOUTHCOM) con vistas a trasladar hacia el territorio colombiano (en particular hacia el aeropuerto de Palanquero), las principales “facilidades” que hasta hace poco tenían disponibles en la base de Manta, Ecuador (Robledo, 2009; Díaz, 2009).
A tal fin
El “nuevo” pacto para la seguridad pública de las Américas
Por consiguiente, lo “nuevo” parece ser que, en el futuro, el pretexto legitimador de esas y otras acciones político-militares (al menos el hemisferio occidental) no será la llamada “guerra contra el narcotráfico” emprendida por las administraciones de Ronald Reagan, George H. Bush y William Clinton, ni la “guerra preventiva contra el terrorismo” impulsada por George W. Bush, sino la elaboración de un “nuevo” pacto para la “seguridad pública de las Américas”. Esto se infiere de los planteamientos al respecto realizados por Obama tanto antes, como después de su victoria electoral. Así, durante el referido discurso sobre su futura política hacia América Latina y el Caribe que pronunció en Miami el 23 de mayo del 2008, el actual presidente de los Estados Unidos anunció que, en el primer año de su mandato, instruiría al Fiscal General y al Secretario de
Aunque sin ofrecer detalles al respecto, esa idea se reiteró en el referido mensaje que Obama difundió previo a la 5ta Cumbre de las Américas (Obama, 2009). También en el discurso que pronunció en esa cita. En este recalcó su intención de construir una alianza “contra la violencia y la inseguridad sin importar de donde provengan”. Asimismo, anunció una nueva iniciativa para invertir 30 millones de dólares para fortalecer la cooperación en materia seguridad con los gobiernos del Caribe (Obama, 2009a). Aunque no ha trascendido públicamente, se supone que la distribución de esos fondos fue abordada en la reunión que, a puertas cerradas, sostuvo el 17 de abril con todos los mandatarios de los países integrantes de
Por otra parte, se supone que Obama les haya explicado a los mandatarios de
El análisis crítico de ese cuestionado documento trasciende el objetivo de estas páginas; pero es conveniente señalar que en este todos los mandatarios participantes en esa cita debían haber expresado con sus firmas (cosa que no hicieron) “su voluntad de implementar el Compromiso con
Hay que destacar que algunas ideas al respecto expresadas o apoyadas por Obama tanto antes como durante la 5ta. Cumbre de las Américas parecen inspiradas en las definiciones sobre la “seguridad multidimensional” adoptadas en
La alianza “verde” de las Américas
Sin dudas, en ese orden, Obama ha asumido públicamente un compromiso más firme que su antecesor republicano, ya que constantemente ha criticado la regresiva distribución de los ingresos existentes en América Latina y el Caribe. Para tratar de mitigarla (sin resolver las causas estructurales que la determinan) y luego de reconocer el negativo impacto social de “la crisis económica y financiera” en curso, en su discurso en
No obstante, no realizó ningún otro compromiso para incrementar los menguados fondos de Ayuda Oficial al Desarrollo que ofrece Estados Unidos a los países del hemisferio occidental. Esto a pesar de que en sus discursos en la campaña electoral se había comprometido a duplicar esa ayuda para el año 2012. En su lugar, resaltó que exhortaría a todos los accionistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) –entre ellos a los 22 Estados latinoamericanos y caribeños que lo integran— a que “maximicen los préstamos y reanuden el flujo de créditos”. También expresó la disposición de su gobierno a examinar la demandada re-capitalización y modernización de esa institución financiera controlada en cerca de un 50% por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y por los gobiernos de otros países extra-hemisféricos (Bounomo, 2009).
En esa lógica, Obama ensalzó los acuerdos adoptados al respecto por
No tengo espacio para definir y explicar todos los enunciados y componentes de la susodicha alianza; pero a los efectos de esta contribución basta decir que –en el discurso de Obama— esa formaría parte constitutiva de los componentes de “la seguridad multidimensional” y de “la prosperidad” de los países del hemisferio occidental que acepten incorporarse a ella bajo el liderazgo estadounidense; en tanto –a su decir— esa “alianza pragmática” y presuntamente despojada de “las controversias ideológicas del pasado” ayudará por igual a Estados Unidos y a los países de América Latina y el Caribe a ser “mas independientes en materia de energía” y a promover su “crecimiento sustentable” mediante el incremento de fondos dirigidos a la investigación y desarrollo de tecnologías “limpias de carbón”, así como de una nueva generación de “biocombustibles sustentables” y de energía eólica, solar y nuclear. También a coordinar el transporte de “energía verde” a través de las fronteras nacionales y a crear “mercados adicionales” para los biocombustibles y para las “tecnologías verdes” que se produzcan en todo el continente y en particular en Estados Unidos, Brasil y México (Obama, 2008a).
Para ello Obama se comprometió ante sus electores estadounidenses a crear un Programa de Transferencia de Tecnología dentro del Departamento de Energía dedicado a “exportar tecnología amistosas con el clima”; incluida la construcción de “edificios verdes” y de tecnologías avanzadas en la producción de nuevos automóviles que “ayuden a las naciones de América Latina y el Caribe a combatir el cambio climático”. También se comprometió a invertir en proyectos de producción de energías bajas en carbón en “el mundo en desarrollo”. Asimismo, a ofrecer incentivos para mantener y explotar de manera sustentable las extensas áreas boscosas existentes en América Latina y en particular en América del Sur. A tales fines respaldó
Como se recordará esa ALEP y sus implicaciones negativas para la ecología, la seguridad alimentaria y las deterioradas condiciones de vida de los trabajadores brasileños fue duramente criticada por diferentes fuerzas sociales y políticas de ese país (entre ellos, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra), al igual que por importantes sectores de la izquierda política, social e intelectual de América Latina y el Caribe. Haciéndose eco de esas críticas la declaración de Cumaná aprobada por los mandatarios integrantes del ALBA-TCP en
Algunas reflexiones finales
Como se demostró en
En las presentes circunstancias, esa estrategia conllevará la implementación por parte del poderoso aparato estatal estadounidense de acciones dirigidas a continuar institucionalizando el antes mencionado “nuevo orden panamericano” y, por tanto, a entorpecer los promisorios acuerdos que se han venido elaborando en los marcos de
Con independencia de la actitud positiva –pero también ambivalente— adoptada por la administración de Barack Obama frente al golpe de Estado que se produjo en Honduras el próximo pasado 28 de junio,[10] lo antes dicho también implica que la mencionada administración estadounidense continuará sus acciones dirigidas a “contener”, aislar y, si fuera posible, derrotar (roll back) por vías predominantemente “pacíficas” y “democráticas” a algunos o todos los gobiernos fundadores o integrantes del ALBA-TCP. En particular, a los gobiernos de Cuba y de
A ello se une la reiterada disposición de Barack Obama a encabezar “alianzas modulares y pragmáticas” con los demás gobiernos latinoamericanos y caribeños que él considere “democráticos”, tanto en materia de defensa y seguridad pública, como de energía renovable y mitigación del cambio climático. En primer lugar, con los gobiernos de Brasil y México, socios minoritarios –junto al gobierno de Argentina— del G-20 y del BID. Sin negar las diversas contradicciones que afectan sus correspondientes relaciones con Estados Unidos, ni las diferencias existentes entre uno y otro, ellos –junto a los actuales gobiernos de Colombia, Costa Rica, Chile, Panamá, Perú, República Dominicana y de otros países del Caribe— pudieran contribuir a la “neutralización” de las posiciones más radicales y antiimperialistas que actualmente se debaten tanto dentro de los diferentes foros oficiales latinoamericanos y caribeños, como en diferentes ámbitos del Sistema Interamericano.
Así se evidenció en las reuniones efectuadas por el Consejo de
De todo lo antes dicho se desprende que la posibilidad de que en el futuro más o menos próximo la administración de Barack Obama logre o no el cumplimiento de sus principales objetivos hemisféricos y en primer lugar la pretendida “renovación” del “liderazgo estadounidense” será directamente proporcional a los avances o retrocesos de las multiformes resistencias estatales y no estatales al sistema de dominación hemisférico que se están desplegando en América Latina y el Caribe. Y, en particular, de la movilización y unidad de los diversos movimientos sociales y políticos, así como de los gobiernos de raigambre popular en sus luchas dirigidas a convertir en realidad las utopías unitarias y libertarias de los que José Martí llamó los “tres héroes” de las luchas contra el colonialismo español (Simón Bolívar, José de San Martín y Miguel Hidalgo) y de los próceres y mártires de la que el propio Martí denominó “segunda independencia” de Nuestra América frente a la Roma Americana.
Nota: Este artículo es una de las partes de un excelente ensayo que próximamente será publicado, en forma de folleto, por
- Dr. Sc. Luis Suárez Salazar es Licenciado en Ciencias Políticas, Doctor en Ciencias Sociológicas y Doctor en Ciencias. Asimismo, escritor y Profesor Titular (a tiempo parcial) del Instituto Superior de Relaciones Internacionales adscrito al Ministerio de Relaciones Exteriores, al igual que de
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[1] En la literatura marxista, siempre se ha diferenciado los términos Estado y Gobierno. Desde el reconocimiento del carácter socio-clasista de cualquier Estado-nación, el primero alude a lo que se denomina “la maquinaria burocrática-militar” y los diferentes aparatos ideológico-culturales que de manera permanente garantizan la reproducción del sistema de dominación. Mientras que el término “gobierno” alude a los representantes políticos de las clases dominantes o de sectores de ellas que se alternan en la conducción de la política interna y externa de ese Estado. Curiosamente la diferenciación entre los “gobiernos permanentes y temporales” fue retomada por los redactores del famoso documento Santa Fe I. Con los primeros se referían a los que llamaron “grupos de poder y poderes fácticos”, mientras que los segundos aludían a los gobiernos surgidos de los diversos ciclos electorales que se producen en diferentes países del mundo. De ahí la validez de emplear el término “gobierno temporal” para referir a la administración de Barack Obama; quien, al igual que otros mandatarios estadounidenses, de una u otra forma, está subordinado al “gobierno permanente” de ese potencia imperialista.
[2] El Sistema Interamericano está conformado por un entramado de diversas instituciones políticas, jurídicas, político-militares y económico-sociales. Dentro de estas últimas, la más importante es
[3] Como en otros de mis trabajos, utilizo el concepto “proyección externa” para connotar acontecimientos y definiciones de las políticas internas, económicas o ideológico-culturales de cualquier Estado que contribuyen o no al cumplimiento de los objetivos de su “política exterior”.
[4] Según indicó un informe elaborado por el Coincil on Foreig Relations en el año 2008, ese enfoque desconoce que George W. Bush fue el presidente estadounidense que más veces visitó América Latina y el Caribe durante su mandato (CFR, 2008). Desde mi punto de vista también desconoce todos los esfuerzos políticos, económicos y militares desarrollados por esa administración con vistas a fortalecer su sistema de dominación en el continente. Igualmente oculta que la disminución de “la influencia” de Estados Unidos en América Latina y el Caribe tiene causas muchos más profundas que “los errores” cometidos por esa administración republicana. Entre esas causas simpre hay que incluir las multiformes y algunos casos exitosas resistencias, estatales y no estatales, de los pueblos latinoamericanos y caribeños que se han desarrollando a lo largo de la historia y, en particular, desde la última década del siglo XX y en los años transcurridos del presente siglo.
[5] En el caso del presidente de
[6] En correspondencia con ese anunciado,
[7] El 3 de junio del 2009
[8] Comúnmente se le llama “desastres naturales” a los inevitables movimientos telúricos de la naturaleza: ciclones, terremotos, erupción de volcanes. Tal enfoque desconoce que esos movimientos lo generan son “desastres sociales”; buena parte de ellos provocados por las imprevisiones de los seres humanos.
[9] A esa reunión no asistieron los mandatarios de Honduras y Nicaragua, como protesta por el desconocimiento de la institucionalidad del Sistema de Integración Centroamericana (SICA). En el momento en que se produjo la reunión, Daniel Ortega era el presidente pro tempore del SICA. Sin embargo, la administración de Obama la organizó en San José de Costa Rica. Por consiguiente actuó como anfitrión el mandatario de ese país, Oscar Arias, con el que la administración de Obama ha mantenido lo que algunos califican como una “relación preferente” respecto a los demás mandatarios centroamericanos; incluido el recién electo presidente salvadoreño Mauricio Funes; quien, sin embargo, ha mantenido una fluida relación con
[10] Según la información disponible al momento de redactar este artículo (1 de julio del 2009), el presidente Barack Obama había calificado de “ilegal” la “sustitución” del presidente hondureño José Manuel Zelaya; pero –a pesar del acuerdo de prácticamente todos los gobiernos latinoamericanos y caribeños— el Departamento de Estado se negaba a calificar esos acontecimientos como “un golpe de Estado”, ya que tal calificativo implicaba la suspensión inmediata de toda la “ayuda” económica y militar que le sigue ofreciendo el gobierno de Estados Unidos al espurio gobierno de Roberto Micheletti y las represivas fuerzas armadas y policiales hondureñas.
[11] Según han denunciado los gobiernos de Cuba y Venezuela, hasta el día antes de la aprobación de esa Resolución (3 de junio del 2009), la secretaria de Estado Hilary Clinton estuvo presionando a diversos gobiernos latinoamericanos y caribeños con vistas a que la resolución le impusiera diversas “condicionalidades” al gobierno cubano. A pesar de ello, días después, el DE calificó esa resolución como “una victoria” de
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