Enmendar es arreglar

02/02/2009
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Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, enmendar, significa arreglar, quitar defectos. Y de eso se trata en la enmienda. Tal y como está planteada en la propuesta de la Asamblea Nacional, y aún mas haciéndola extensiva a los demás cargos de elección popular, es un arreglo, un mejoramiento, un perfeccionamiento de la ley.

Ya en el Título I de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, referido a los Principios Fundamentales, en su artículo quinto, está establecido claramente el principio rector  de la democracia: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder público” 

Tal y como fue formulado el artículo 230 referido a la reelección, comporta una  contradicción con el espíritu mismo de la Constitución. Una de dos: o la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, caso en el cual el soberano haciendo uso de la herramienta del sufragio, elige a sus representantes y voceros cuantas veces lo decida, o, el presidente puede ser reelecto por una sola vez por mandato de una ley, caso en el cual la misma ley se estaría colocando por encima del soberano.

Cabe preguntarse: Si la soberanía es del pueblo y éste no la puede delegar, (reside intransferiblemente en él) ¿puede existir alguna persona, comisión o partido que usurpe la misma y ponga cortapisas a la voluntad popular? ¿Quién decidió que el presidente (o cualquier funcionario elegido por voto directo) puede ser reelegido por solo una vez?
Hasta el momento existe la posibilidad de que los electores sancionen la mala gestión de sus elegidos apelando al referendo revocatorio,  pero ¿qué pasa si el pueblo decide sancionar la gestión positiva de sus gobernantes?  ¿No sería lógico hacerlo con la reelección? ¿No hay una descompensación en la ley?

Después de mucho debate, y sobretodo después de mucha manipulación mediática, nos estamos acercando, (por fin) al verdadero sentido de la enmienda constitucional propuesta por la Asamblea Nacional. De lo que se trata en la enmienda, como ya está claramente establecido, no es de la reelección continua (la ley no elige) sino de la postulación continua (el derecho a elegir y a ser elegido) La única forma en que puede ser ejercida la soberanía popular sin restricciones es que el ciudadano tenga la posibilidad de reelegir libremente al candidato o candidatos de su preferencia, una y otra vez  y que, obviamente, estos tengan la posibilidad de postularse. En esa posibilidad es donde reside plenamente la democracia.

En esa posibilidad es que reside también el sentido de la alternabilidad. Al ejercerla, el pueblo hace la democracia. Por eso sin la enmienda, la democracia esta incompleta. No se puede hablar de alternabilidad si no existe elección. La libertad solo se puede ejercer frente a, mínimo, dos alternativas; si solo existe una, no se puede hablar de libertad y menos de democracia. Y en la forma como está planteada hoy la reelección (por una sola vez) no existe alternativa. Es la ley la que esta decidiendo por el ciudadano.

Los enemigos de la enmienda solo hablan de alternabilidad como sinónimo de relevo, pero no puede haber relevo a juro. El relevo solo es legítimo si nace del voto popular. No puede haber alternabilidad (entendida como relevo) por encima de la voluntad popular.

Por otra parte, en la alternabilidad, lo trascendente no es el derecho de quien se postula (asumido como privilegio) sino la potestad del pueblo de elegir a sus representantes (asumida como ejercicio de soberanía). Los cargos de elección popular no existen para que tal o cual se luzca, ni “para dar oportunidad a determinados ciudadanos”. No: están hechos para que se cumpla la voluntad popular. De Presidente de la República hacia abajo, los funcionarios son mandatarios, el Pueblo es el mandante.

Lograr la aprobación de la enmienda constitucional representará sin lugar a dudas un perfeccionamiento de la ley, dentro del espíritu democrático (el gobierno del pueblo), de una manera como no existe en ningún país. Hay países en los que existe la reelección presidencial sin límites, pero no existe el referendo revocatorio. 

La postulación continua, complementada por el referendo revocatorio, hará de la democracia venezolana un ejemplo acabado para el mundo del ejercicio cabal de la soberanía popular.

- Armando Cerón Silva es periodista.

https://www.alainet.org/en/node/132149?language=en

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