El andar zapatista y la otra campaña
- Opinión
Subcomandante Insurgente Marcos
“Su causa es justa, tienen razón, los apoyamos, los admiramos, los queremos, van a ganar. Además, son el síntoma de ‘algo’ de lo que nosotros también somos síntoma: la crisis política o del quehacer político...”
Subcomandante Insurgente Marcos, en carta dirigida a través de Carlos Monsiváis,
a los estudiantes en huelga de
Apuntes sobre el EZLN: Una Introducción
El zapatismo es un movimiento político y social que se va definiendo en un andar que reconoce diálogos, derrotas simbólicas, continuidades, dudas e interrogantes, virajes, rupturas, puntos de inflexión, paradojas... y silencios. Que sabe escuchar, haciendo de esa práctica una fuente de enriquecimiento y de contacto con la realidad. Que practica una nueva forma de hacer política que no aspira a la toma del poder “constituido” (capitalista), sino que lo rechaza y apuesta desde abajo a la construcción de uno distinto, de un poder “muy otro”[1]. Un ejército que tiene “voluntad de suicidio”, que quiere desaparecer, “soldados que quieren dejar de ser soldados”[2]. Una organización revolucionaria que no busca seguidores, sino interlocutores. Que introduce un fuerte contenido ético en su praxis cotidiana. Un grupo armado jerárquico y autoritario (según sus palabras) que, no sin dificultades, da una vuelta de tuerca a la relación mando-obediencia para decir y hacer de su práctica un “mandar obedeciendo”. Que pelea por un mundo donde quepan muchos mundos. Una guerrilla que se levanta en armas cuando su base social le exige comenzar la guerra y que deja de disparar cuando la “sociedad civil” los llama a ello. Cien mil hombres, mujeres, niños y ancianos indígenas que cubren sus rostros para ser vistos. Que luchan por la autonomía en sus territorios, donde pretenden que “mande el pueblo y el gobierno obedezca”. Un movimiento que, apenas aparece, alcanza de manera inesperada un gran reconocimiento internacional. Todo eso; nada más, pero nada menos, es el zapatismo.
Quizás, en esta pléyade de intentos por lograr superar viejos esquemas, es donde sea posible encontrar la explicación al apoyo y adhesión global que ha logrado el EZLN (después de todo, una guerrilla mal armada, situada en una región marginada a lo largo de la historia de México –país que cuenta con otras 19 organizaciones armadas- y compuesta, casi en su totalidad, por un sujeto -el indígena- que fue ignorado por los movimientos revolucionarios a lo largo del siglo XX). En otras palabras, ¿Qué hay detrás del zapatismo, un movimiento lanzado en armas luego de una importante derrota (o fracaso) de los movimientos revolucionarios que habían optado por esa vía, en la segunda mitad del siglo XX en Latinoamérica, para que siga siendo un importante “faro” para innumerables resistencias antisistémicas en el mundo?, ¿No debería haber sido otra experiencia condenada al aislamiento y al olvido?
Los orígenes del conflicto
Para entender el alzamiento armado del 1º de enero de 1994 y al movimiento zapatista[3] en general, en toda su dimensión, deberíamos remontarnos, al menos, veinte años atrás. Tomaremos algunos elementos que creemos indispensables para ilustrar la situación que dio origen al levantamiento zapatista.
Los años ochenta fueron de profundos cambios en México, el Estado Chiapas no fue ajeno a los mismos, e incluso los vivió de manera particular.
A principios de la década se refugian en el sureño Estado alrededor de 100.000 guatemaltecos, indígenas mayoritariamente, huyendo de las masacres que estaba cometiendo el ejército de su país. En 1988 asume la presidencia de
Un año después, en 1989, al no renovarse los acuerdos internacionales entre los países productores, se produce una fuerte caída del precio del café, lo que afectará de manera abrupta la economía de los campesinos del sector.
En 1992 la “revolución modernizadora neoliberal” va a aportar otro elemento significativo en lo atinente a la precarización de la ya desesperante realidad de campesinos e indígenas: la reforma del artículo 27 de
El nacimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Crecimiento y primer “derrota”
El 17 de noviembre de 1983 se funda, en Chiapas, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, sin un trabajo político previo en la zona. El pequeño grupo fundador (un par de decenas de integrantes), está compuesto esencialmente por miembros de la clase media mexicana.
Con una concepción política inscripta en la tradición marxista-leninista, su plan era “introducir” la verdad revolucionaria en la conciencia de los indígenas. Pero ese ideario choca de plano con la realidad de éstos. “Tu palabra es dura”, les advierten las comunidades. No tenían respuestas frente a esa universalidad desconocida. Es ahí cuando el EZLN sufre su “bautismo”, el cual lo marcará, e incluso (junto a otros elementos) definirá su dinamismo como movimiento. Darse cuenta que, en lugar de hablar y enseñar, deberían escuchar y aprender. Ahí precisamente residirá una de las ideas fuerza de su hacer política de nuevas formas. El vocero zapatista, el Subcomandante Insurgente Marcos, lo explica en éstos términos: “... el principal acto fundacional del EZLN fue el aprender a escuchar y a hablar. Creo que, entonces, aprendimos bien y tuvimos éxito. Con la nueva herramienta que construimos con la palabra aprendida, el EZLN se convirtió pronto en una organización no sólo de miles de combatientes, sino claramente ‘fundida’ con las comunidades indígenas”[6]. Ese mismo proceso -que continúa unos años más- genera también que se imponga una dinámica más colectiva y horizontal por sobre la típica estructura vertical de toda organización político-militar.
Decíamos que esa es, entonces, la primer derrota del EZLN. El propio portavoz zapatista, lo reconocerá años más tarde. En una entrevista con la prensa uruguaya grafica el hecho: “Llegamos... (dibuja un cuadrado con el dedo índice en el aire) marxista-leninistas, y la realidad indígena empezó a limar los bordes y lo convirtió en algo redondo.”[7] Se da así una fusión entre la cultura de la resistencia indígena y la tradición emancipatoria revolucionaria del siglo XX que potencia la matriz originaria del movimiento. A partir de ese choque, se produce la transformación del EZLN: de un ejército de vanguardia a un ejército de las comunidades indígenas, que es engrosado masivamente por éstas (sobre todo en el período 1988-1992).
Después de la reforma del artículo constitucional antes mencionado, la realidad de los indígenas chiapanecos se vuelve cada vez más asfixiante. Ese mismo año[8], las etnias tzotziles, tzeltales, tojolabales y choles, entrarán en un fuerte proceso de discusión en torno al comienzo de la guerra. Consideran que la realidad en la cual están inmersos no deja espacio más que para la opción “muerte digna o muerte indigna”. Es la primera vez que las mujeres y los jóvenes participan activamente en ese tipo de decisiones comunitarias.
En esa coyuntura las comunidades indígenas, que ya forman un todo indivisible con el EZLN, votan por amplia mayoría a favor de comenzar la guerra.
El levantamiento de enero de 1994
Subcomandante Insurgente Marcos, 1997
En las primeras horas del 1º de enero de 1994 el EZLN toma militarmente, entre otras, las ciudades chiapanecas de Las Margaritas, Altamirano, Rancho Nuevo, Ocosingo y San Cristóbal de las Casas (la segunda más importante de Chiapas) y anuncian sus 11 demandas principales[9]. Paradójicamente -y las paradojas serán fieles compañeras del zapatismo-, ese mismo primero de enero, México ingresaba oficialmente en la “modernidad” neoliberal, a través de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Canadá y Estados Unidos (NAFTA).
Sin embargo, el amanecer del primer día del año hacía despertar a los mexicanos de una realidad invisibilizada a lo largo de la historia del país pero que conforma entre el 10 y el 15 por ciento de su población: la realidad indígena, el “México profundo”[10]. En efecto, el indígena era negado como ser humano, en sus especificidades y singularidades, era despreciado como ser diferente, humillado, (cuentan que en San Cristóbal de las Casas, los indígenas sólo podían caminar por las calles... las veredas eran para los blancos); era, sobre todo para las elites criollas, un obstáculo para la modernización, un “sobreviviente incómodo”, como lo definió alguna vez el escritor español Manuel Vázquez Montalbán, en una entrevista editada bajo el título “Marcos: El señor de los espejos”[11]. En la misma, el Subcomandante explica “El neoliberalismo, la globalización están preparando en México una gran simulación: podemos conseguir ser del primer mundo no si incluimos todas las capas sociales, sino si eliminamos aquellas que no llegan a estos estándares... Es el neoliberalismo el que lleva a los indígenas a la revuelta, desde que empieza a instalarse con toda su crudeza en
Volvamos a las particularidades de los miles de combatientes que despliega y que conforman el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Como señala Ana Esther Ceceña, “El sujeto revolucionario, el portador de la resistencia cotidiana y callada que se visibiliza en 1994, es muy distinto al de las expectativas trazadas por las teorías políticas dominantes. Su lugar no es la fábrica sino las profundidades sociales. Su nombre no es proletario sino ser humano; su carácter no es el de explotado, sino el de excluido. Su lenguaje es metafórico, su condición indígena, su convicción democrática, su ser, colectivo.”[13]
Los “nunca vistos”, los negados y olvidados de siempre, los despreciados de la historia, eran ahora visibilizados. El pasamontañas negro, característico de los zapatistas, toma un fuerte sentido metafórico y simbólico. “Nosotros usamos pasamontañas negros para mostrarnos, sólo así somos vistos y escuchados”.[14], dicen.
Fueron casi dos semanas de guerra entre el EZLN y el ejército federal mexicano, dejando casi 200 muertos, hasta que aparece en escena ese actor inesperado que es la “sociedad civil”. La población detiene el avance de la guerra, “… resulta que toda esa gente, que eran miles, decenas de miles, centenas de miles, tal vez millones, no querían alzarse con nosotros, pero tampoco querían que peleáramos, y tampoco querían que nos aniquilaran. Eso rompe con nuestro esquema y acaba por definir al zapatismo, al neozapatismo.”.[15] El día 12 de enero decenas de miles de mexicanos colman la plaza del Zócalo capitalino. El EZLN, que se había entrenado durante más de 10 años para ese momento, detiene los disparos ante el llamado de la gente. El fuego es acallado por la palabra. Es la segunda “derrota” del zapatismo.
Ya desde
Las etapas estratégicas del camino Zapatista
Siguiendo al sociólogo y militante mexicano Enrique Pineda[16] reconocemos tres grandes etapas estratégicas en el recorrido zapatista, previas a
Cada uno de estos espacios tienden a poner en practica ese principio del EZLN que se mantendrá hasta el día de hoy: el de escuchar, el de buscar nuevos interlocutores, y el de tomar las decisiones y definir su estrategia como resultado de la apertura a todas esas voces distintas. Por esos momentos han preguntado públicamente si, como movimiento, seguían siendo útiles, o si ya no servían.[18] Son rasgos que distinguen al zapatismo, alejándolo de las organizaciones tradicionales que, lejos de escuchar y aprender de otros, se consideran dueños de la verdad revelada y hacen girar todo su accionar en torno a ello. Podemos preguntarnos cuántas organizaciones revolucionarias han tenido la humildad revolucionaria de someter a discusión su utilidad para la emancipación de los pueblos?
Durante todos esos años (principio del 94-fines del 96), el zapatismo es un actor central en la vida política nacional de México.
Como ya afirmamos, en ese periodo, el Estado mexicano abre sus canales institucionales a la participación de la izquierda. Es el momento en que el EZLN comienza a perder aliados. Esta apertura política precipita la conclusión de la primer etapa estratégica de los zapatistas y da inicio a la segunda (la cual se extiende desde fines del año 1996 hasta comienzos del 2001), aquella que pone en el centro del tapete la pelea por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios (lograr otro status jurídico, político y social para ellos) y la aplicación efectiva de los acuerdos de San Andrés[19]. La vía que para ello se da el EZLN se vincula al intento de modificar
Esta etapa culminaría con
Luego de la traición del año 2001, comienzan a desplegar un proceso autonómico y autogestivo muy profundo que da lugar a la tercera etapa (la cual se extiende desde fines del año 2001 hasta mediados del año 2005). La autonomía de las comunidades indígenas no reconocida por el Estado-nación mexicano es desde ese momento aplicada de facto por las bases zapatistas.
En agosto de 2003 comienzan a funcionar las Juntas de Buen Gobierno (JBG). A través de ellas, son los mismos indígenas los que ejercen su autogobierno. Es el pueblo superando la lógica de la representación e intentando darse su propio modo de administración, no sin limitaciones y tensiones.[21] Marcos explica el proceso en éstos términos: “El plan es que el trabajo de
Algunos apuntes sobre “
Luis Hernández Navarro
La otra campaña comenzó a rodar el 1 de enero de 2006. Nace un tiempo antes, como corolario de un proceso colectivo de auto-consulta, que registró como protagonistas centrales a las comunidades indígenas zapatistas, quienes utilizando sus formas de auto-organización y toma horizontal de decisiones pensaron los pasos a seguir[23].
Ahora bien, es de destacar que
El no reconocimiento de los Acuerdos de San Andrés son para el movimiento zapatista el hecho que les permite constatar que en el marco del capitalismo periférico mexicano no hay espacios para el reconocimiento de los derechos indígenas, como así tampoco para que sus demandas dejen de ser abstracciones y se concreticen en y como una justicia justa, una democracia plena y una libertad fáctica. De la conformación y agudización de una estructura económica y social capitalista mexicana cada día más dependiente[28] y desigual, si se quiere trastocar en empíricas esas demandas se desprende la necesidad imperante de superar el orden social capitalista, de allí la decisión por formar “… un programa nacional de lucha, pero un programa que sea claramente de izquierda o sea anticapitalista o sea antineoliberal, o sea por la justicia, la democracia y la libertad para el pueblo.”[29] En pos de una construcción política de mediano y largo plazo de alcance nacional
Un elemento clave en la construcción de una intersubjetividad colectiva que trascienda los particulares que la componen es el conjugar el “escuchar al Otro” (que se repite) junto con la realización de prácticas horizontales que logren tejer una red o tejido de experiencias y saberes que operen como insumos comunes para la realización de una síntesis superadora, como afirma Marcos “Lo otro que se plantea es que hay que aprender a escuchar. Desde la posición que teníamos nosotros, privilegiada, pues ahora sí que somos los únicos que podemos decir que escuchamos todo de todos, sin dormirnos y sin irnos a otro lado, y sentimos que en ésta como en las otras reuniones falta todavía que aprendamos a escuchar. En ese momento la otra campaña va a dejar de ser del EZLN y se va a convertir de esto como se llame. Y sentimos que si se sigue el espíritu de la otra campaña, que es escuchar, hay que aprender mucho todavía. El que le entre a la otra campaña no sólo tiene que definirse anticapitalista y de izquierda, tiene que definirse con disposición a escuchar."[32] Esto último ilustra que las nuevas formas de hacer política deben polemizar frente a las practicas de la izquierda tradicional. Posibilitando un proceso de autoorganización por parte de los diversos grupos que conforman
Son los propios zapatistas quienes se comprometen a llevar a cabo este proceso de escucha y síntesis de largo alcance, a través de una serie de visitas y acercamientos con sectores en lucha de todo México[33], nucleados en diversas formas de organización, tales como colectivos, organizaciones gremiales, grupos de afinidad, articulaciones etnopoliticas, plataformas políticas, protopartidos, frentes sociales, agrupamientos cívicos, ONG, medios de comunicación alternativos. Ponen en marcha este proceso itinerante a través de la puesta en acto de principios como el “mandar obedeciendo” y “el caminar al paso del más lento, para ir todos juntos”. Así la otra campaña coloca a trasluz la distancia insalvable frente a la izquierda institucional (representada fundamentalmente en el Partido de
Las preocupaciones zapatistas no se reducen a la dimensión electoral, de hecho no llaman a votar pero tampoco a la abstención. Sus utopías emancipadoras trascienden el mero juego institucional desmovilizador de la representación, son las de crear las condiciones de posibilidad para la construcción humana de otro mundo, un mundo donde quepan muchos mundos.
Ahora bien, el escenario político mexicano en el que comienza
Sostenemos que
A modo de conclusión
La aparición de
En el plano discursivo es relevante destacar que el EZLN, por vez primera, se autodefine como un movimiento político-militar de carácter anticapitalista. En los doce años transcurridos desde el levantamiento de 1994 hasta mediados de 2005 (con la publicación de
A
Si bien la articulación de diversos sujetos aparece como algo netamente enriquecedor (con lo cual concordamos), la plétora de reivindicaciones que supone tantos actores a los que convoca
Pero son los desafíos propios de quienes se plantean búsquedas nuevas y no la continuidad de trazos prefijados, en la pelea por un mundo no capitalista.
Bibliografía consultada
Almeyra, Guillermo, EZLN: política y poder desde los movimientos sociales, en Revista El Cotidiano, Mayo-Junio 2006.
Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Sexta Declaración de
Colectivo Situaciones. Contrapoder, una introducción. Ed. De mano en mano, Buenos Aires, 2003.
Le Bot, Yvon, Subcomandante Marcos, El sueño zapatista. Plaza Janes, México, 1997.
Montemayor, Carlos. Chiapas. La rebelión indígena de México. Ed. Joaquín Mortiz. México, 1997.
Muñoz Ramírez, Gloria. 20 y 10, el Fuego y
Navarro Hernández Luis,
Navarro Hernández, Luis, La otra campaña: las cuentas del collar, en Diario
Subcomandante Marcos, Los Zapatistas y
Subcomandante Marcos, Chiapas: La treceava estela. En http://www.ezln.org/documentos/2003/200307-treceavaestela-a.es.htm
Vázquez Montalbán, Manuel. Marcos: El señor de los espejos. Ed. Punto de lectura, España, 2001. http://www.cedoz.org
- Marcelo Barrera es Licenciado en Sociología, UBA, Juan Rey es estudiante de la carrera de Abogacía, UBA.
[1] El EZLN fomenta, en sus bases de resistencia, la constitución de múltiples contrapoderes o anti-poderes. El anti-poder, en términos de John Holloway, consiste en la construcción de relaciones sociales fundadas en el respeto y reconocimiento de la dignidad del otro en tanto tal. Al respecto ver el artículo de Holloway, John, en Contrapoder, una introducción. Ed. De mano en mano, Buenos Aires, 2003.
[3] Utilizaremos indistintamente los términos zapatismo y neozapatismo para referirnos al Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
[4] Adolfo Gilly entre ellos. Ver http://www.lafogata.org/06latino/latino3/mex_4-2.htm
[5] Los ejidos, principal conquista social de
[6] Subcomandante Marcos, Chiapas: La treceava estela. En http://www.ezln.org/documentos/2003/200307-treceavaestela-a.es.htm
[7] Entrevista al Subcomandante Marcos por Matilde Campodónico y Eduardo Blasina. El Observador. Uruguay, marzo de 2001, en http://www.ezln.org/entrevistas/20010324.es.htm
[8] Nos referimos al año 1992.
[9] Ellas son: Trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz.
[10] Este famoso concepto pertenece al ya fallecido historiador mexicano Guillermo Bonfil Batalla, quien en su trabajo más importante, El México Profundo, una civilización negada, señaló la existencia simbólica de dos México: el imaginario, inspirado en culturas lejanas, y el profundo, que viene de una civilización milenaria, que le da una forma definitiva al pueblo, un rostro propio.
[11] Vázquez Montalbán, Manuel, Marcos: El señor de los espejos. Ed. Punto de lectura, España, 2001.
[12] Ibid., P. 146
[13] Ceceña, Ana Esther, Por la humanidad y contra el neoliberalismo, líneas centrales del discurso zapatista, en Resistencias mundiales, de Seatlle a Porto Alegre. Clacso, Buenos Aires, 2001.
[14] Subcomandante Marcos, carta para Mumia Abu-Jamal.
[15] Le Bot, Yvon, Subcomandante Marcos, El sueño zapatista. Plaza Janes, México, 1997, p. 145.
[16] Remitimos al lector al texto “Tres bifurcaciones para entender al zapatismo”, en http://www.nuestraamerica.info/leer.hlvs/4348
[17] El Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernó México por más de setenta años.
[18] Con fecha 30 de agosto de 1996, el Subcomandante Marcos dirige una carta a la sociedad civil nacional e internacional donde, percibiendo ese incipiente aislamiento en que se va a ir encontrando el EZLN, pregunta: “¿Dejamos de ser útiles? ¿Ya no servimos? Sea. Como quiera tenemos la satisfacción de haber abierto espacios nuevos de discusión y pensamiento en México y en el mundo. No es poco lo logrado hasta ahora a nivel nacional e internacional, y ha sido posible por usted, señora. Si ahora ya se acabó nuestro tiempo, pues que así sea.”.
[19] Los acuerdos de San Andrés (llamados así por el poblado chiapaneco donde se desarrollaron los encuentros) se llevaron a cabo en el mes de febrero del año 1996 entre
[20] Marcos, entrevista realizada en septiembre de 2005, al respecto ver http://www.rebelion.org/noticia.php?id=3613.
[21] Nos referimos, por un lado, a las limitaciones que implica construir, en la práctica, una alternativa que está inmersa e un orden social capitalista. Y por el otro, a las contradicciones que se generan dentro del zapatismo, entre la dinámica verticalista propia de su esfera militar, frente al pretendido carácter horizontal de las comunidades indígenas.
[23] Con el “caminamos preguntando”, los zapatistas sugieren no tener el camino trazado de antemano, sino ir explorándolo, no sin tropiezos y errores. Buscando, sin certezas, vías emancipatorias.
[24] Navarro Hernández Luis,
[25] Almeyra, Guillermo, EZLN: política y poder desde los movimientos sociales, en Revista El Cotidiano, Mayo-Junio 2006.
[26] En
[27] EZLN, Sexta Declaración de
[28] Dependencia que es fomentada principalmente por los Estados Unidos, pero que tiene en la elite local mexicana a un actor que colabora permanentemente con dicho proceso ya que a cambio de tal fin se ve beneficiada a través de diversos mecanismos, tales como con la obtención de incentivos materiales y simbólicos.
[29] Marcos, entrevista realizada en septiembre de 2005, al respecto ver http://www.rebelion.org/noticia.php?id=3613
[30]Ibíd.
[31] Navarro Hernández, Luis, La otra campaña: las cuentas del collar. Diario
[32] Marcos entrevista realizada en septiembre de 2005, al respecto ver http://www.rebelion.org/noticia.php?id=3613.
[33] Para ello “Usan un lenguaje inmediatamente incluyente -incluyente de todos los estratos y todos los pueblos-, pero en la izquierda, sin atarse necesariamente a ningún partido”. Wallerstein, Immanuel, Los zapatistas: la segunda etapa. Diario
[34] Como sostiene Enrique Pineda “Algunos hemos decidido no votar por un partido que aprueba leyes indígenas espurias, leyes monsanto, hace fraudes con empresarios `progresistas´ o impulsa la tolerancia cero” en Pineda, Enrique, Mitos y demonios que hay que exorcizar, 2005
[35] Pineda, Enrique, Siete claves para entender la nueva fase Zapatista, 2006.
[36] En ese Estado, desde mayo y por varios meses, se generó lo que en cierta tradición de pensamiento se denomina “doble poder” o “dualidad de poderes”. Cientos de organizaciones populares fundan y alimentan cotidianamente, al calor de ese proceso,
[37] Durante un largo periodo el zapatismo utilizó la frase “Por la humanidad, contra el neoliberalismo” para concluir sus documentos.
[38] Subcomandante Marcos, Los Zapatistas y
[39] Cabe recordar que llama a trabajadores del campo, trabajadores de la ciudad, estudiantes, jóvenes, homosexuales, lesbianas, transexuales, sacerdotes y monjas y a todos lo que denominan luchadores sociales.
Del mismo autor
- El andar zapatista y la otra campaña 09/01/2007