Violencia, represión y tortura
El “Terrorismo de Estado” de cada día
20/11/2006
- Opinión
Lo que parecía haber quedado atrás en los años setenta resurge de la mano de gobiernos que dicen ser democráticos.
Cuando el paraguayo Martín Almada descubrió los "archivos de la muerte" en su país, ya la Operación Cóndor había cobrado lo suyo. Siete jóvenes argentinos, entre 14 y 18 años, fueron secuestrados y torturados el 16 de septiembre de 1976 por un comando policial de la dictadura militar en la nación sudamericana. Sólo uno sobrevivió.
La conocida mundialmente Noche de los Lápices trascendió a la historia como símbolo del horror, testimonio del genocidio de una época que dejó en los países del Cono Sur latinoamericano 50 mil asesinados, 30 mil desaparecidos y 400 mil encarcelados.
Los registros encontrados por Almada confirmaron la existencia de una conspiración entre los regímenes castrenses de los años 70 en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay para perseguir y eliminar a los opositores políticos, con el empuje y asesoramiento de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA).
Sin embargo –según la agencia de noticias cubana Prensa Latina-, tras la desaparición de las dictaduras sudamericanas, la política de terrorismo de Estado y la legitimación de la tortura como instrumento perduró en otros contextos y espacios geográficos.
En entrevista para el diario La Jornada, el célebre autor del hallazgo de los archivos del horror comparó lo ocurrido entonces con la actual situación en el estado mexicano de Oaxaca, donde hay centenares de arrestados y desaparecidos.
Con los ojos sobre el Norte, Robert Goldman, ex presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció a Estados Unidos por mantener cárceles clandestinas, torturar y hacer uso del fuero militar en vez de los ordinarios para procesar a sospechosos de terrorismo.
Grupos de derechos humanos demandaron recientemente en Alemania al ex secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld y a otros altos militares de Washington por crímenes de guerra y violación de los derechos humanos.
El otrora Jefe del Pentágono, hoy chivo expiatorio de la Casa Blanca por la debacle electoral del Partido Republicano, aprobó en Iraq torturas que incluían el uso de perros, desnudar, encapuchar y la humillación sexual para obtener información de los prisioneros.
La dantesca técnica del submarino, mediante la cual el interrogador induce la sensación de muerte por ahogamiento, muy usada por los torturadores durante el Plan Cóndor, fue también defendida por Rumsfeld.
Resulta revelador que haya sido Janis Karpinski, ex directora de las prisiones estadounidenses en la nación árabe, una de las testigos de la acusación contra el hombre de confianza del presidente George W. Bush hasta hace muy poco.
No por gusto, la Karpinski imputó al gobierno de Bush por haber sido degradada y utilizada para proteger a otros altos funcionarios del país del Norte.
Las declaraciones de Wolfgang Kaleck, uno de los demandantes contra Rumsfeld, revelaron la analogía entre las prácticas empleadas por los cabecillas de la Operación Cóndor con los métodos para "interrogar" usados en Abu Grahib o en la Base Naval de Guantánamo.
Conocido por sus querellas a militares de la dictadura argentina, Kaleck admitió que el intento de enjuiciar a Rumsfeld podría tal vez fracasar por artilugios de diferente naturaleza. "Pero por lo menos, habremos dejado claro nuestro mensaje: fue tortura y fue ordenada desde la cúpula", recalcó Kaleck.
Pese al recuerdo de los horrores que vivieron hombres, mujeres y niños durante las dictaduras militares en el Cono Sur, el terror, como política de Estado, sigue cobrando vidas inocentes.
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina
http://www.prensamercosur.com.ar
Cuando el paraguayo Martín Almada descubrió los "archivos de la muerte" en su país, ya la Operación Cóndor había cobrado lo suyo. Siete jóvenes argentinos, entre 14 y 18 años, fueron secuestrados y torturados el 16 de septiembre de 1976 por un comando policial de la dictadura militar en la nación sudamericana. Sólo uno sobrevivió.
La conocida mundialmente Noche de los Lápices trascendió a la historia como símbolo del horror, testimonio del genocidio de una época que dejó en los países del Cono Sur latinoamericano 50 mil asesinados, 30 mil desaparecidos y 400 mil encarcelados.
Los registros encontrados por Almada confirmaron la existencia de una conspiración entre los regímenes castrenses de los años 70 en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay para perseguir y eliminar a los opositores políticos, con el empuje y asesoramiento de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA).
Sin embargo –según la agencia de noticias cubana Prensa Latina-, tras la desaparición de las dictaduras sudamericanas, la política de terrorismo de Estado y la legitimación de la tortura como instrumento perduró en otros contextos y espacios geográficos.
En entrevista para el diario La Jornada, el célebre autor del hallazgo de los archivos del horror comparó lo ocurrido entonces con la actual situación en el estado mexicano de Oaxaca, donde hay centenares de arrestados y desaparecidos.
Con los ojos sobre el Norte, Robert Goldman, ex presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció a Estados Unidos por mantener cárceles clandestinas, torturar y hacer uso del fuero militar en vez de los ordinarios para procesar a sospechosos de terrorismo.
Grupos de derechos humanos demandaron recientemente en Alemania al ex secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld y a otros altos militares de Washington por crímenes de guerra y violación de los derechos humanos.
El otrora Jefe del Pentágono, hoy chivo expiatorio de la Casa Blanca por la debacle electoral del Partido Republicano, aprobó en Iraq torturas que incluían el uso de perros, desnudar, encapuchar y la humillación sexual para obtener información de los prisioneros.
La dantesca técnica del submarino, mediante la cual el interrogador induce la sensación de muerte por ahogamiento, muy usada por los torturadores durante el Plan Cóndor, fue también defendida por Rumsfeld.
Resulta revelador que haya sido Janis Karpinski, ex directora de las prisiones estadounidenses en la nación árabe, una de las testigos de la acusación contra el hombre de confianza del presidente George W. Bush hasta hace muy poco.
No por gusto, la Karpinski imputó al gobierno de Bush por haber sido degradada y utilizada para proteger a otros altos funcionarios del país del Norte.
Las declaraciones de Wolfgang Kaleck, uno de los demandantes contra Rumsfeld, revelaron la analogía entre las prácticas empleadas por los cabecillas de la Operación Cóndor con los métodos para "interrogar" usados en Abu Grahib o en la Base Naval de Guantánamo.
Conocido por sus querellas a militares de la dictadura argentina, Kaleck admitió que el intento de enjuiciar a Rumsfeld podría tal vez fracasar por artilugios de diferente naturaleza. "Pero por lo menos, habremos dejado claro nuestro mensaje: fue tortura y fue ordenada desde la cúpula", recalcó Kaleck.
Pese al recuerdo de los horrores que vivieron hombres, mujeres y niños durante las dictaduras militares en el Cono Sur, el terror, como política de Estado, sigue cobrando vidas inocentes.
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina
http://www.prensamercosur.com.ar
https://www.alainet.org/en/node/118279?language=en
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