La batalla de Cancún: Balance de una victoria
25/09/2003
- Opinión
Son pocas las veces en que el movimiento social puede cantar victoria. Cancún es
ya una de ellas. Junto con Seattle, la batalla de Cancún forma ya parte de los
hitos del movimiento global de resistencia. El "colapso" (según las propias
palabras oficiales) de la V Cumbre Ministerial de la Organización Mundial de
Comercio (OMC), con un desenlace que ni en los cálculos más optimistas
imaginábamos, y el saldo positivo de la gran diversidad de acciones desplegadas
en Cancún adentro y afuera de la Cumbre, incluyendo el sacrificio del compañero
Lee que la dejaría marcada tempranamente y para siempre, representaron un triunfo
en toda la línea para quienes convocamos a la movilización para descarrilar el
tren de la OMC --porque ciertamente éste se descarriló estrepitosamente en
Cancún. Claro, como se dice comúnmente, para no caer en triunfalismos, se ganó
una batalla, no la guerra, pero el hecho queda ahí para celebración y estímulo
del movimiento global. Intentarán encarrilar de nuevo a la OMC, no hay duda, y
los dueños del poder y el dinero del mundo lo siguen teniendo, pero el panorama
se les ha complicado, tendrán que partir de este fracaso.
Ciertamente, el desenlace no es sólo mérito del movimiento social. Éste, no sólo
en Cancún sino antes y en su dimensión global, jugó un papel fundamental --sin la
presión social los gobiernos podrían haber tenido más comodidad para arreglar sus
diferencias. Pero, en realidad, detrás del naufragio de la OMC en Cancún se
encuentra la combinación de un conjunto de factores, entre ellos las
contradicciones entre las grandes potencias y, sobre todo, el surgimiento de un
bloque de países del Sur que por primera vez en mucho tiempo no se alinearon
ciegamente a la agenda y los designios de las grandes potencias.
La unilateralidad se empantana en Cancún
En efecto, un elemento determinante para el fracaso de la OMC en Cancún fue la
aparición de un bloque de países "pobres" de África, Asia y el Caribe, y del
llamado grupo de los 20 (que terminó en 23) encabezado por Brasil que, muy
limitadamente y sin cuestionar el fondo de las reglas del "libre comercio", se
resistieron sin embargo a aceptar que se pasase de lado el tema de los subsidios
agrícolas y se avanzase en abrir una ronda de negociaciones sobre los temas de
servicios y propiedad intelectual, así como sobre los llamados "nuevos temas" o
"temas de Singapur" (inversiones, compras gubernamentales, políticas de
competencia y facilidades al comercio) sobre los cuales además crecían también
las controversias.
Si bien las divergencias entre Estados Unidos y la Unión Europea sobre los
subsidios agrícolas, y entre ambos y algunos países en desarrollo sobre éste y
otros temas, presagiaban la posibilidad de que no se avanzara en abrir una nueva
ronda de negociaciones en Cancún, no se esperaba un rol tan decisivo del bloque
del Sur y un desenlace tan abrupto. Todavía la noche del 13 de septiembre el
gobierno mexicano, que presidía la cumbre y que estuvo jugando un doble juego
"aliándose" al grupo de los 20 y al mismo tiempo empujando la agenda de los
países ricos, se decía seguro de que el texto de declaración que presentaría al
día siguiente y que principalmente reflejaba la visión norteamericana, sería
aprobado. Las grandes potencias no dejaron de presionar para imponer su agenda e
incluso se hablaba de prolongar la cumbre hasta el 15 para llegar a acuerdos. El
14 a las tres de la tarde la cumbre se colapsaba ante la negativa definitiva de
países en desarrollo de llegar a un "consenso". Es decir, la OMC fracasaba en su
intento de adquirir nuevos temas y más poderes para regir la economía mundial,
pues era esto y no sólo el intercambio comercial lo que estaba en juego.
Aún antes de la cumbre y especialmente ahora después de su fracaso, los
gobiernos han insistido en la versión de que Cancún era simplemente una estación
de paso, pero la verdad es que ha representado un golpe importante a la OMC y a
la institucionalidad global neoliberal de la que forma parte. Así lo han tomado
el FMI y el Banco Mundial en la reunión que inmediatamente después sostienen en
Dubai. Además del intento por reencarrilar a la OMC en próximas reuniones y del
chantaje que inmediatamente comenzarán a jugar las grandes potencias, con las
múltiples palancas a su disposición que se han encargado de brindarles los
propios países del "tercer mundo", las potencias seguramente se enfocarán ahora
en empujar sus intereses encubiertos bajo el "libre comercio" en otros
escenarios: los tratados de libre comercio regionales y bilaterales. En América,
Estados Unidos seguramente presionará para avanzar en el Área de Libre Comercio
de las Américas (ALCA) y en tratados bilaterales como el que negocia con Centro
América, para los que tiene un terreno muy avanzado desde el TLCAN. Falta ver,
sin embargo, si las dificultades enfrentadas en la OMC se trasladan también hacia
escenarios como el del ALCA.
Precisamente, la principal interrogante que nace de Cancún es si el bloque, o
los bloques mejor dicho, de países en desarrollo se mantendrán en lo que sigue
del proceso de la OMC y aun en otros escenarios regionales. Hay que tomar en
cuenta que la "oposición" de estos gobiernos aun en temas como el de la
agricultura era muy limitada, pues se centraba en la cuestión de los subsidios y
en el acceso a los mercados del norte, soslayando el tema central de la
protección de las economías agrícolas propias, la soberanía y la seguridad
alimentarias. Sobre todo está en cuestión cuál será su actitud frente a la
negociación de los nuevos temas, que constituyen el corazón de la nueva ofensiva
de las grandes corporaciones para ir más allá del comercio: imponer reglas
mundiales a su favor sobre inversiones y limitar aún más la rectoría de los
estados.
Habrá que analizar más detalladamente al mentado bloque para prever su posible
dinámica, pues en realidad está muy lejos de representar un bloque homogéneo
"tercermundista"o una convergencia profunda y de mediano plazo en torno a un
proyecto alternativo de globalización, de otro modelo de intercambio entre
naciones o de un nuevo multilateralismo; en él coincidieron hasta ahora
circunstancialmente una diversidad de razones e intereses que está por verse si
resistirán las nuevas presiones imperiales en puerta. No hay que olvidar que la
mayoría de esos gobiernos son de corte neoliberal y, como ya dijimos, no
cuestionan el fondo del llamado "libre comercio". Sin embargo, sea por un mínimo
gesto de dignidad, por simple pragmatismo, por cálculos e intereses
contradictorios en las negociaciones o por un cierto renacimiento de una visión
"tercermundista" -habrá que diferenciar entre países- el hecho es que la
existencia misma del bloque de países en desarrollo -para seguir con la
terminología en uso- significó un tropiezo serio para los planes imperiales y,
esto es lo más importante e interesante, de mantenerse podría quizás estar dando
paso a un nuevo escenario mundial en el que el unilateralismo de las grandes
potencias, especialmente la norteamericana, no es tan incontestable, en el que el
imperio desbocado comienza a encontrarse con un contrapeso, así sea tímido y
limitado, desde un Sur que lo encara ciertamente no en una lógica
anticapitalista, antiimperialista o siquiera antineoliberal, sino simplemente de
elemental sobrevivencia. Para el movimiento social, para la resistencia global y
aun para la izquierda esta contradicción será materia de valoración obligada en
su estrategia.
Precisamente, existen redes internacionales que desde hace años vienen
trabajando en alimentar visiones alternativas que influyan en las esferas
oficiales o en sus contradicciones, y que ahora deberán replantearse sus
estrategias ante la posibilidad de un campo más fértil. Desde luego, estuvieron
presentes en Cancún y, junto con el movimiento o como parte de él, contribuyeron
a ganar esta batalla.
La Batalla de Cancún
Cualquiera que sea el peso que en el análisis de los resultados finales se le
asigne al movimiento, lo cierto es que éste logró con gran éxito desplegar una
diversidad de iniciativas de alto impacto tanto fuera como dentro de la cumbre
oficial, lo que consiguió poner a ésta en jaque, alcanzar gran visibilidad, ganar
la batalla de la legitimidad a pesar de las campañas de desprestigio y también
que al final no tuviese que concentrarse en recoger heridos y sacar presos.
Ciertamente también, como siempre, existen saldos positivos y negativos, y sacar
las lecciones de ambos es fundamental para el camino que está por delante Veamos
los primeros.
Durante meses, el movimiento internacional fue fraguando lo que sería la cita que desde el 2002 fijó como la más importante en el escenario de la lucha
global de este período. Además de aprovechar los espacios de otras citas
internacionales, dos encuentros internacionales en la ciudad de México y
múltiples visitas a la propia ciudad de Cancún la precedieron. En México se
crearon para el efecto el Comité de Bienvenida a Cancún y el Espacio Mexicano
encargado de coordinar las actividades. Diversas organizaciones instalaron sus
"cuarteles generales" con antelación. Foros, seminarios y actividades
preparatorias tuvieron lugar en diversas regiones de México, así como una
importante campaña de propaganda. Se decidió convocar a un Foro de los Pueblos
como paraguas un tanto virtual de la diversidad de actividades que de manera
autónoma por parte de cada red y movimiento tendrían lugar (el foro campesino
decidió funcionar completamente de manera paralela). Asumiendo la nueva fase del
movimiento global, es decir, su capacidad no sólo de crear grandes
acontecimientos en un lugar determinado, sino de actuar simultáneamente en
diversas partes del mundo, se convocó a una semana de acción global del 7 al 14
de septiembre, con énfasis en las acciones del 9 y el 13.
Llegó finalmente septiembre El movimiento global mostró nuevamente en Cancún su capacidad de darse cita para --por medio no sólo de actuar dentro de
los espacios oficiales como ya se ha señalado, sino de de organizar una
contracumbre y generar un acontecimiento social a partir de la diversidad de sus
acciones- librar una batalla política en el lugar mismo donde se reúnen los
poderes globales; ello se hizo en una lógica en primer lugar de resistencia,
punto de partida indispensable, pero cada vez más también de generación de
alternativas, las que contribuyen igualmente a ganar la batalla de la legitimidad
y a construir una mejor correlación de fuerzas.
En este último sentido, tuvieron lugar un amplísimo número de actividades y
foros. Para sólo mencionar a algunos, antes del inicio de la cumbre oficial se
realizaron la Convergencia de Medios Alternativos, el Foro Campesino, el Foro
Indígena, el Foro de Pescadores, el Foro de Mujeres y el Foro Parlamentario
ligado al Foros Social Mundial. A partir del 10, continuaron algunos de los
mencionados y se llevaron a cabo el campamento de la juventud, el foro sobre
macroproyectos, el foro de maquiladoras, el Foro Sindical, la Feria de Comercio
Justo, la mesa de solidadridad con Cuba, seminarios sobre bosques, medio
ambiente, guerra y libre comercio, y sobre los temas mismos de la cumbre, además
de lanzamientos de iniciativas como la del Foro Social Americano y la campaña de
Cancún a Miami, entre muchas otras actividades y reuniones, como las que sostuvo
la Red Internacional de Movimientos Sociales y la Campaña Continental contra el
ALCA. Estos foros alternativos funcionaron también sin duda como colchón,
referente o retaguardia -según se les quiera ver-- de las acciones en la calle y
adentro del perímetro de seguridad.
Precisamente porque, tratándose de una cita que tenía lugar de cara y
simultáneamente a un evento gubernamental --a diferencia de encuentros como el
Foro Social Mundial que tienen una lógica propia o autónoma-, el perfil de la
protesta era más relevante que el de las discusiones.
La primera movilización importante fue la convocada por la Vía Campesina, a la
que se sumaron todos los actores nacionales e internacionales presentes en
Cancún en ese momento. La marcha partió de la conocida como Supermanzana 21, la
zona en la que funcionaron muchos de los foros y se instalaron los campamentos
campesino, indígena, de jóvenes, de la caravana de Chiapas y de diversas
organizaciones civiles, zona que deliberadamente se concibió como territorio
propio del movimiento social durante esos días.
Fue precisamente al final de esa marcha, al momento de topar con la valla
policíaca que se instaló nueve kilómetros antes del Centro de Convenciones donde
sesionaban los gobiernos, que el compañero Lee Kyung Hae de Corea subió a la
valla y se encajó en el pecho la navaja que horas después le causaría la muerte,
en un sacrificio que marcó desde ese momento a la cumbre y a la movilización,
cambiando por completo la dinámica de los acontecimientos, colocándolos en el
nivel más alto de la protesta. En medio de la sorpresa de todos, incluyendo la de
sus compañeros, e incomprendido y controvertido desde la perspectiva de la
cultura occidental judeocristiana en un principio, con el paso de las horas la
decisión tomada con toda conciencia y antelación por Lee para sacudir al mundo
con la imagen de las víctimas de la globalización neoliberal, a costa de su
propia vida, quedó como un hecho claro y contundente que pesa sobre los gobiernos
de la OMC. Ahora todos se pelean por adueñarse de Lee, hasta el presidente
municipal de Cancún, que se ha propuesto erigirle un monumento en el lugar en que
se inmoló.
Pero más allá del impacto del sacrificio del Sr. Lee (como lo nombran sus
propios compañeros), definitivamente lo más destacado del movimiento en Cancún
fue sin duda la participación de la delegación coreana. Primero porque como nadie
hizo el esfuerzo para que casi 200 compañeros de un país tan alejado como Korea -
-entre campesinos, sindicalistas de la KCTU, organismos civiles y políticos
agrupados en la coalición KOPA-- llegaran hasta México, precedidos por muchas
actividades en Korea mismo y sorteando todos los obstáculos. Segundo, porque
fueron permanentemente, desde el primero hasta el último día que estuvieron en
Cancún, un ejemplo de combatividad, organización y disciplina como venido de
otros tiempos. Esa disposición, y aún más después del sacrificio del Sr. Lee, les
ganó una autoridad moral y política que fue la clave para el éxito de la
manifestación final, como veremos.
Lo importante, sin embargo, no fueron sólo las manifestaciones. Diversas
acciones callejeras fueron realizadas diariamente por la caravana de jóvenes,
otros de los principales protagonistas. Conforme pasó el tiempo, de más en más
los jóvenes también incursionaron dentro de la zona restringida, traspasando y
resistiendo los desproporcionados dispositivos policíacos (con la asesoría de la
policía internacional, incluyendo a Sctodland Yard) hasta el mismo frente del
Centro de Convenciones.
Mención aparte merece el Centro de Convergencia (de colectivos por afinidad)
que, como en otras citas del movimiento global de resistencia, estuvo presente
con una actividad intensa desde días antes de la cumbre con toda su imaginación y
creatividad, con sus cientos de efectivos nacionales e internacionales, algunos
veteranos de otras batallas. De ahí salieron los jóvenes de Argentina y Estados
Unidos que tomaron de madrugada una grua de construcción de sesenta metros de
altura que se encontraba exactamente frente a la sede oficial para colgar una
manta gigante en la que le decían a los gobiernos de la OMC "que se vayan todos"
y en la que estuvieron más de 24 horas frente al temor del Estado Mayor que
controlaba la seguridad de que se fueran a tirar --tuvimos que aclararle a las
tres de la mañana que no se pensaban tirar a menos que fueran por ellos-para
después retirarse sin ser detenidos. De ahí salieron los que protestaron desnudos
en la playa, o la banda que venida desde Seattle animó las manifestaciones, de
ahí muchas otras iniciativas hasta la marcha final en la que también contó su
alto grado de organización.
Y no hay que olvidar que hasta adentro del propio recinto oficial redes de ong's
-destacadamente de Nuestro Mundo no Está en Venta- realizaron protestas y
desobediencia civil, con un mecanismo de coordinación "adentro y afuera" que
mostró que no iban sólo a cabildear. Total que el cerco se rompió aunque las
manifestaciones hayan sido detenidas kilómetros atrás. Y no se diga de otras
acciones "colaterales", como la del barco de Green Peace que simultáneamente
impidió la salida de un barco cargado de transgénicos del Puerto de Veracruz.
Así se llegó a la manifestación del 13. Mientras que algunas organizaciones,
principalmente sindicales, decidieron permanecer en el llamado Km 0, la mayoría
de los manifestantes continuaron hasta la valla que la policía había recorrido
500 m. adentro de la Av. Kukul Kan que comunica a la ciudad con la zona hotelera.
Con pinzas para cortar alambre y con enormes cuerdas tejidas por los coreanos
jaladas por cientos, se derribó la doble valla metálica que nos separaba del
cordón policiaco. Al frente mujeres, principalmente indígenas y jóvenes de
distintos países. Rodeados por los cuatro costados por la policía, cuando todos
temían el enfrentamiento, se realizó únicamente un acto simbólico de quema de
muñecos de la OMC, se les entregaron flores a los policías y se retiró
ordenadamente la manifestación. Aun los grupos que iban listos para todo, con
cascos, mascaras antigas e incluso palmeras que habían derribado para ser usadas
como arietes, se replegaron. Lo más "agresivo" que ocurrió fue una cubetada de
mierda que le tiraron a la policía. Todo mundo, empezando por el gobierno y la
policía, quedó sorprendido. El grado de organización y disciplina, al que se
plegaron aun los grupos más inclinados al enfrentamiento, para mostrar que se
podía traspasar la valla que coartaba el derecho a manifestación pero al mismo
tiempo guardar la calma y retirarse en orden antes de propiciar una confrontación
fue posible como decíamos en buena medida por la autoridad moral que había ganado
la delegación coreana en varios días de lucha común. La repercusión mediática fue
inmediata y la opinión pública respondió positivamente valorando al final de
cuentas la disposición y entrega mostrada por quienes llegaron a protestar a
Cancún pero también su inteligencia.
En fin, que éstas fueron algunas de las múltiples caras que tuvo la batalla de
Cancún. El 14 se colapsaba la cumbre y las acciones terminaban con una
manifestación impactante y aleccionadora, con un símbolo de lucha encarnada en el
compañero Lee y con un saldo blanco sin presos y heridos. El movimiento puede
celebrarlo, ha salido de Cancún con una victoria y muchas lecciones cargando en
sus mochilas.
Algunos otros saldos y lecciones
Si el saldo global es positivo, no todo es miel sobre hojuelas, sin embargo. De
los errores también se tiene que aprender. Y no me refiero a aquellos que sólo
ven los organizadores, que siempre los hay, sino a los saldos políticos negativos
de los que también tiene que partir el movimiento en la siguiente etapa.
Para empezar, no todo salió conforme a lo planeado. Se llamó a una acción global
y, aunque se realizaron diversas acciones en varias regiones de México y el
mundo, éstas estuvieron muy lejos de lo que se esperaba a partir de las múltiples
convocatorias y compromisos que se hicieron en diferentes espacios
internacionales. La capacidad del movimiento de conectar la agenda global a lo
local y de actuar simultáneamente en el plano internacional no se mostró del
todo. Pueden existir diversas explicaciones, incluso prácticas, para ello, pero
ahí está un déficit sobre el que es necesario reflexionar.
Cierto, el hacer transcrecer al movimiento en ese plano no resta importancia a
la necesidad de continuar concentrando esfuerzos en citas como las de Cancún, no
por perseguir las reuniones de los poderosos como objetivo central que puede
terminar desgastándose, pero sí como un elemento estratégico en la batalla
política por cambiar la correlación de fuerzas. Victorias como la de Seattle y la
de Cancún fortalecen la lucha contra la globalización neoliberal en todas partes.
Pero hay que librarla en todas partes si se quiere realmente ganar.
El problema fue, sin embargo, que tampoco llegaron a Cancún todas las fuerzas
internacionales que se esperaba. ¿Qué las detuvo, además de los obstáculos
migratorios que interpuso el gobierno mexicano, los calendarios regionales y los
aspectos financieros, que sin duda pesaron pero que no lo explican del todo?
Tampoco llegaron todos los miles de mexicanos que se esperaban. Sin duda pesó en
buena medida la falta de recursos para transportar a muchísima gente que quería
ir y no tenía posibilidades de pagarse el viaje y su manutención en Cancún. Pero
tampoco lo explica del todo. Lo cierto es que el movimiento social mexicano no
atraviesa por su mejor momento. Sería largo entrar a analizarlo a detalle en
este artículo. Lo que sí se puede decir en general --más allá de la
desarticulación, atonía o perspectivas confusas que pueden existir en el
movimiento mexicano-- es que en la medida en que sí se vienen dando luchas
importantes y masivas, su falta de expresión en Cancún revela la todavía gran
desconexión entre las luchas reivindicativas o defensivas específicas y la agenda
global. Pero esto es quizás también cierto en el plano internacional. Existe una
diferencia notoria, sin embargo, entre el desarrollo del movimiento sobre temas
globales en Europa, por ejemplo, y el de América Latina, lo que quedó claro
incluso durante las movilizaciones contra la guerra de intervención en Iraq.
Queda ahí para la reflexión y el debate.
El saldo más preocupante, sin embargo, fue el hecho de que, a pesar de los
buenos resultados y de que no explotó frente a la opinión pública a costa del
hígado de muchos, antes y durante Cancún se produjeron divisiones y falta de
coordinación que hicieron peligrar por momentos la buena marcha de las cosas.
Hubo un renacimiento preocupante de visiones sectorialistas, hegemonistas,
sectarias, anti ong's (aunque el que esto escribe comparte muchas de las críticas
a algunas ong's), de desprecio a otros actores o de plano de "agandalle" (en buen
mexicano) y mezquindad que se habían venido superando en los diferentes espacios
del movimiento global con un espíritu de alianzas multisectoriales, de unidad
sobre consensos, de horizontalidad y de respeto por el otro, lo que significó un
retroceso. Una cosa es el indispensable fortalecimiento de las coordinaciones
sectoriales, de su autonomía, de su natural protagonismo (en el buen sentido), y
otra el querer imponerse por encima de los demás y vulnerar la necesaria unidad
sobre todo en momentos críticos frente a los gobiernos, como era el caso en
Cancún. Tal situación se reflejó incluso en el hecho de que no todos los
participantes coincidieron en la marcha "central" del 13, pues la mayor parte de
los contingentes campesinos e indígenas se habían retirado ya, y algunos otros
como los sindicalistas, que llegaron hacia el final de la semana, lo hicieron
mermadamente al parecer por sus reservas ante el "clima de enfrentamiento".
Aunque esta marcha fue mayor que la del 10 podría haber sido más grande en otras
circunstancias. Y también queda para la reflexión la cuestión de si es
conveniente realizar foros alternos antes de los eventos oficiales y retirarse
cuando éstos están en su apogeo, pues esto había venido siendo superado por el
movimiento que ha tendido a actuar simultáneamente. Así que a pesar del triunfo,
el movimiento sale un poco lastimado de Cancún. Y de esto también hay que partir
para las luchas futuras.
De Cancún a Miami
La siguiente cita importante para el movimiento, al menos en América, es la que
tendrá lugar en Miami del 19 al 21 de noviembre. Ahí estarán reunidos los
ministros de economía y comercio que negocian el Área de Libre Comercio de las
Américas (ALCA). La cita cobra mayor importancia después del fracaso de la OMC en
Cancún, pues como ya señalamos Estados Unidos intentará presionar más
beligerantemente y avanzar en sacar en el plano regional las ventajas que no pudo
obtener aún en el marco global. Para ello cuenta con el terreno avanzado por
medio de los tratados bilaterales que ha venido imponiendo desde el TLCAN, los
que contienen ya candados más graves a favor de las corporaciones que lo que se
discutía en la OMC. Seguir afirmando su hegemonía en el continente americano por
medio de estos tratados bilaterales y macroproyectos subregionales (como el PPP)
adquiere ahora aún más relieve en la estrategia norteamericana, incluso en la
perspectiva de la competencia global exacerbada con los otros bloques económicos.
Pero no deja de tener importancia para EU el contar con un marco formal
estratégico en el cual acomodar estas piezas del rompecabezas que viene armando,
es decir, el ALCA como constitución económica continental bajo la hegemonía
norteamericana.
Por otro lado, ciertamente el tropiezo de Cancún coloca al mismo tiempo mayores
dificultades para las pretensiones estadunidenses, pues los países
latinoamericanos cuentan a su favor con las objeciones levantadas por los países
en desarrollo en el marco de la OMC. Si la lógica del bloque de países en
desarrollo que se dio en Cancún se traslada al escenario del ALCA, podríamos
estar viendo en Miami también su descarrilamiento o al menos un estancamiento que
podría poner en cuestión el plazo de enero del 2005 para la aprobación del ALCA.
Por lo pronto, las organizaciones norteamericanas se preparan ya con grandes esfuerzos para llegar a la cita de Miami, en un país que continúa
sometido deliberadamente al espectro del 11 de septiembre y en una ciudad
especialmente difícil para las protestas sociales. Estarán acompañadas desde
luego por la Alianza Social Continental (ASC) y por la Campaña Continental contra
el ALCA, no sólo para ayudar a organizar y estar presentes, sino también como ya
lo han acordado para acompañar las actividades de Miami con una jornada
continental de movilizaciones. La experiencia acumulada durante estos años por la
ASC y por la campaña contra el ALCA en el terreno de la construcción de la unidad
y la acción ayudará también sin duda a no repetir los errores de Cancún.
El camino de Cancún a Miami y a las siguientes luchas parte entonces de una victoria; el movimiento global enfrenta sus próximos retos con este acervo
y con sus lecciones, buenas y malas, y con formas de articulación valederas.
Permitámonos, entonces y por un momento, pecar un poco de optimismo.
* Artículo escrito para el No. 11 de la publicación del Observatorio Social de
América Latina (OSAL) del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)
https://www.alainet.org/en/node/108460
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