Se escuchan propuestas!
Uruguay y su endeudamiento interno
29/05/2003
- Opinión
¿Cómo resolver una situación en que el culpable principal,
que es el gobierno, parece sentirse desvinculado? El tema de
los deudores en dólares se ha convertido en un gravísimo
problema que, dada la situación que vive el país, su
parálisis económica, puede derivar a una catástrofe de
imprevisibles consecuencias.
Lo ocurrido luego de la devaluación del 2002 - en que el
presidente Jorge Batlle y su escudero Alberto Bensión,
sostuvieron cosas tan peregrinas como que la cotización de la
divisa no se dispararía y que sería el fiel reflejo de la
libertad de mercado en el marco del juego de la oferta y la
demanda - fue uno de los factores que desencadenaron el
problema.
Contrariamente a sus predicciones, en pocos días, el dólar
había saltado el cien por ciento de su cotización,
determinando que las deudas en divisas comenzaran a
multiplicarse, convirtiéndose en impagables. Pero la
devaluación no fue lo único que ocurrió en el país: a ese
cambio de las reglas del juego cambiario se sumaron las
consecuencias de los más de cuatro años de recesión que se
acumulaban para esa fecha provocando un gigantesco
empobrecimiento de los uruguayos agobiados además por la
voracidad fiscal que multiplicó el peso, en distintas etapas,
del famoso Impuesto a las Retribuciones Personales.(IRP), al
tratarse de asalariados y que determinó, junto a la
aplicación de decenas de nuevos impuestos, una catastrófica
caída del mercado interno. A ello no fue ajeno, tampoco, el
incesante incremento de las tarifas.
Claro que tienen razón quienes, al no estar endeudados,
reclaman que los coletazos de las soluciones que se arbitren
para el endeudamiento, no los afecten. Por supuesto que
quienes tuvieron una actitud moderada y no se dejaron llevar
por las palabras del oficialismo gobernante, que aconsejaban
endeudarse en dólares, se sentirían víctimados por una
solución para quienes, más allá de la realidad que se vivió
en ese momento, se hipnotizaron por los cantos de sirena o -
como también ocurrió - resolvieron, por otras razones,
endeudarse en dólares para adquirir bienes de distinta
índole.
Pero, en este país convulsionado, existen más actores con una
participación destacada que también están distorsionando la
solución del problema. Hay representantes de la banca, que es
otro de los actores con papel de primera magnitud, que
hablan ahora del respeto que hay que tener por el
cumplimiendo de los contratos privados y que no hacerlo
rompería el equilibrio financiero. Aseguran que quienes han
mantenido o retomado su confianza en el sistema financiero,
los depositantes, perderían las razones para mantener sus
depósitos a buen resguardo en esas instituciones.
Claro, no menciona que el país vivió una crisis financiera
brutal que fue el resultado de la existencia de un sistema
financiero ficticio, funcional a los depósitos de dineros mal
habidos provenientes, especialmente, de la Argentina. Sistema
que ante un cambio de las reglas del juego, se cayó a
pedazos. Tampoco se dice que el gobierno, cuando se estaba
produciendo del desplome, en lugar de adoptar las medidas
precautorias y adecuadas, tratando de evitar males mayores,
puso en marcha un descomunal plan de salvataje que tuvo, como
corolario, la pérdida de más de 6 mil millones de dólares y
el inicio de un default interno que afecta todavía a
infinidad de proveedores del Estado y que luego, vía "canje
amigable" de deuda externa, quedó flotando como resultado
final o último capítulo del drama que estamos viviendo los
uruguayos, asistiendo a los últimos coletazos de un modelo
cuya aplicación desordenada e irresponsable, logró quebrar al
país.
Este es el marco en que aparece en endeudamiento interno. Una
verdadera catástrofe nacional que engloba a cientos de miles
de familias y cuya resolución es compleja. En primera
instancia, es más que evidente, que existe un camino que
tendría un resultado dudoso que, en definitiva, no resolvería
nada. ¿El respeto de los contratos que quiere los bancos, en
que los deudores acordarían con los acreedores, rebajas,
mayores plazos y menores tasas de interés, sería una
resolución cabal para la controversia? ¿Alguien cree
realmente que hay muchos uruguayos que pueden destinar alguna
parte más de sus menguados ingresos en pagar lo adeudado?
Los autores de esa solución no deben haber recordado que
el consumo privado ha caído en más de un 60 por ciento, con
una destrucción de riqueza, medida a fin del año pasado en 10
mil millones de dólares del Producto Bruto Interno. ¿Cómo
estiman la morosidad que se vive, por ejemplo, a nivel del
Banco Hipotecario, en que ya el 50 por ciento de los deudores
no pagan sus cuotas?
Obviamente el acuerdo privado desembocaría en la ejecución de
garantías en un marco negativo, de una deflación de precios
de bienes que ya no tienen colocación ¿Verdaderamente creen
los acreedores que podrán resarcirse de lo adeudado
liquidando esas garantías? ¿No se estaría alimentando,
echando más nafta a la hoguera, una situación explosiva de
difícil pronostico?
Por supuesto que existen otras prevenciones a analizar. Ante
cualquier solución que se establezca, se dice: ¿no se
produciría la incorporación de oportunistas, malos pagadores
consuetudinarios, que se subirían también a este carro de
cualquier solución?
Claro, todo ello puede ocurrir, es casi inevitable por más
que se analice caso por caso. Y muchos, en esta problemática,
más parecida a una vorágine kafkiana, que es el resultado de
la aplicación de medidas económicas por parte de un gobierno
que no entendió, ¿quizás siga con la misma enfermedad? que se
había derrumbado todo un modelo económico, caducando todas
sus expectativas, fundamentalmente las más peregrinas, que
querían que Uruguay fuera un ámbito privatizado que ofreciera
servicio, convertido en un "paraíso financiero" funcional" a
los demás países del MERCOSUR.
Es evidente que no todo se puede dejar a la deriva. Parece un
despropósito que un problema de esta magnitud, que tiene una
gravísima connotación social, afectando a miles de familias y
a empresas financieras, sea resuelto sin ser determinante el
análisis de lo ocurrido en el país y que afecta, gravemente,
a la sociedad. Mantener, como reclaman los bancos, la
vigencia de los contratos, es no considerar que las reglas
del juego en toda la economía uruguaya se han modificado. Es
no tener en cuenta ni la crisis, que todavía se vive, ni la
política de "perdonazos" que se han reiterado en el país con
otros sectores y, en especial los arbitrados para el sistema
financiero. Miles de millones de dólares que han sido
"socializados" entre todos los uruguayos y que, siempre, han
favorecido a los mismos protagonistas que, nunca, se han
caracterizado por su "patriotismo".
https://www.alainet.org/en/node/107611
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