Cien días de Maduro en la Presidencia: nueva etapa para la Revolución Bolivariana

02/08/2013
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La expresión del propio Presidente Nicolás Maduro, en un acto para celebrar el natalicio de Hugo Chávez, no pudo ser más clara: “No es fácil, compañeros, esta lucha que hemos dado en estos últimos 100 días”.
 
Y ciertamente, los primeros 100 días que constituyen normalmente un período de gracia que se otorga a cualquier gobierno, se convirtieron en una extensión de la intensa lucha electoral que se pensaba terminada el 14 de abril con la elección de Maduro. Y es que el duelo por la muerte del Presidente Chávez apenas fue una breve tregua en la confrontación política que ha perdurado en los 15 años del proceso bolivariano.
 
Las elecciones del 14-A, una situación inédita
 
Estas elecciones, aunque previsibles, se realizaron en forma apresurada, las giras de los candidatos fueron vertiginosas. Por primera vez se elegía un Presidente para terminar el período de otro que había desaparecido físicamente. Sin embargo, las maquinarias políticas estaban intactas, y nuevos ingredientes se incorporaron al nuevo episodio electoral. 
 
Apenas se conoció el triunfo por una diferencia de 1,5%, margen pequeño en relación a los procesos electorales anteriores, la oposición con Henrique Capriles a la cabeza, le dio continuidad a sus planes de desconocimiento de la decisión popular. En una especie de crónica anunciada, previamente Capriles había faltado a un acto de compromiso en el Consejo Nacional Electoral (CNE) para reconocer los resultados electorales antes del 14-A. Y apenas supo los resultados, desplegó la estrategia de no reconocer a Maduro, exigir una auditoría del 100% de las actas, convocar a sus seguidores a las calles, con las consecuencias nefastas de más de 10 muertos en distintos puntos del país, denunciar posteriormente “que le robaron las elecciones”, y finalmente, impugnar las elecciones ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). 
 
Una vez más, como se hizo en otros procesos electorales, la oposición puso en tela de juicio la labor del CNE denunciando fraude y acusando al gobierno de ilegítimo. Con esta bandera, luego de un breve repliegue, retomó con mayor fuerza una campaña apoyada en la fuerza mediática, para llamar la atención de sus aliados nacionales e internacionales y denunciar una crisis política en la democracia venezolana, precisamente por haber perdido las elecciones.
 
El tono firme de la denuncia y las acusaciones directas al Presidente Maduro, dejaron atrás otras estrategias políticas utilizadas en las elecciones de octubre de 2012, cuando en competencia con Chávez, se evitó confrontar al líder bolivariano. Capriles, a ratos desempeñó un rol de alter ego de su contrincante, sembrando una visión de centro izquierda que intentó captar el voto chavista, cuestión que no pudo lograr entonces, pero que le dio resultados el 14-A.
 
En esta oportunidad, la emocionalidad popular, por la pérdida del líder fundamental de proceso bolivariano, no fue un factor favorable en la votación del sector bolivariano. Sin embargo, el esfuerzo realizado por Maduro y las fuerzas del Gran Polo Patriótico permitió mantener un caudal electoral sólido como el logrado en octubre de 2012.
 
El Gobierno Eficiencia en la Calle
 
Una vez logrado el objetivo de ganar las elecciones, se puede decir que el gobierno acusó el golpe de la campaña mediática de la oposición, y pudo sortear las acusaciones de ilegitimidad, mientras recuperaba la iniciativa política, tanto a nivel nacional como internacional.
 
En tal sentido, fue clave lanzar el “Gobierno de Calle”, con lo cual el Presidente Maduro mantuvo cierta distancia de la diatriba en los medios y se orientó a tomarle el pulso al pueblo en todo el territorio nacional. Al mismo tiempo, se cumplieron varios objetivos como visibilizar mucho más su figura de liderazgo y movilizar al gabinete de ministros, los gobernadores y las instituciones del gobierno en general para que se volcaran a constatar las necesidades más apremiantes, retomar decisiones rezagadas en el tiempo, y por tanto, desplegar la acción del gobierno en todos los rincones del país. En la mayoría de las encuestas se valora positivamente la iniciativa del Gobierno de Eficiencia en la Calle.
 
La cobertura y volumen de la acción política ha sido contundente: en menos 100 días visitar 36 municipios en los 24 estados del país; y desarrollar 3324 acciones concretas de gobierno que arrojaron 2450 compromisos por el orden de 125.492 millones de Bs. Y al mismo tiempo, se ha cuidado la agenda internacional con 23 días en el extranjero y 18 viajes a 15 países.
 
La activación de la Agenda Internacional llevó al Presidente Maduro a los escenarios naturales donde Venezuela, con Chávez al frente, desarrollaba su liderazgo en favor de la unidad latinoamericana. Es así como, inicialmente se acudió a UNASUR, donde se ratificó el apoyo que ya había realizado este ente al proceso electoral en tanto que Observadores Electorales. Se convocaron encuentros de PETROCARIBE. Hubo giras específicas a países aliados y el punto culminante ha sido asumir la presidencia Pro-tempore de MERCOSUR, comenzar a desplegar la estrategia de enlazar a este espacio con la ALBA-TCP, CARICOM y otros espacios de integración de América Latina.
 
La crisis económica contenida
 
En paralelo con la turbulencia política, después de las elecciones, fue imposible contener los síntomas de una crisis económica considerable que tenía dos expresiones concretas: un aumento importante de la inflación, mientras la economía se iba desacelerando bruscamente, y por otro lado, una fuerte escasez de productos, especialmente alimentos, en medio de la dependencia de las importaciones mermadas por la disminución en el flujo de divisas para alimentar la economía. El control de cambio parecía hacer aguas como mecanismo de distribución de las divisas. Y también hubo evidencias de especulación y acaparamiento de sectores productivos, quienes fueron acusados de saboteadores.
 
Y es que, además del duelo por la muerte del Presidente Chávez, las incertidumbres económicas que se generaron con medidas como la devaluación ocurrida antes de las elecciones, fueron un factor clave para entender la abstención o la migración de la votación de las filas bolivarianas hacia la oposición.
 
En estos 100 días, la escasez se disparó, llegando a niveles “record”, algo inexplicable en medio de la bonanza que permiten los precios petroleros. La inflación empezó a subir vertiginosamente casi al nivel de 25% acumulado para este año, y que para el lapso abril-junio llegó a casi 16%. El PIB cayó y empezó a mostrar el posible inicio de una recesión. Se produjo una fuerte caída en las reservas internacionales en más de 3.000 millones de dólares, con todo y el control de cambios.
 
Algunos analistas acusan la falta de un programa económico contundente, donde entre otros aspectos, resalta la ausencia de una política industrial, aspecto crítico cuando se aceleran los tiempos para la integración económica al Mercosur. Sin embargo, el gobierno ha abierto un canal de comunicación inédito con el sector privado de la economía para atender las necesidades sectoriales y enfrentar el problema de la escasez de productos, con una asignación de divisas más racional y buscando fórmulas para elevar la producción, especialmente en materia de alimentos. Mientras tanto, apeló a sus relaciones internacionales para obtener importaciones de emergencia provenientes de Brasil, Argentina y otros países para atender la escasez en algunos alimentos y productos.
 
Balance positivo con observaciones
 
Si bien la opinión de la oposición no pasa de hablar del fracaso, de negar todo, de denunciar un paquete económico de ajustes, y no valorar casi ningún acto del gobierno, el peso de las acciones post-electorales hace que sólo tengan eco en los aliados del poder mediático y otros socios políticos a nivel internacional, especialmente en Estados Unidos y España, así como los aliados del Pacífico: Colombia, Perú y Chile.
 
Aparte de su despliegue internacional con las respectivas visitas a Washington y Europa y algunos países latinoamericanos, la oposición se ha estado apoyando en algunos conflictos como el paro de profesores universitarios que ha paralizado una parte del sistema de educación superior, quienes aun cuando hubo aumentos salariales superiores al 100% mantienen la huelga.
 
Lo cierto es que también hay observaciones desde las fuerzas socialistas. Se han escuchado voces que cuestionan el diálogo con los empresarios. Se formulan acusaciones tales como un viraje a la derecha. Hay denuncias como el otorgamiento de 20 mil millones de dólares a “empresas de maletín” realizado por ministros del gabinete, para lo cual no hay investigación alguna en marcha.
 
Otros no entienden como se ofrece asilo a Snowden y se niega a Julian Conrado. Del mismo modo, no termina de aclararse cuál es la situación económica real, y hasta cuándo será posible mantener el esquema rentista y el modelo importador, con baja productividad y pocas posibilidades para la soberanía alimentaria. Otros críticos más acuciosos, destacan que se están produciendo elecciones a dedo para los candidatos a las elecciones municipales y para las cientos de protestas que se producen cada mes no se ocultan intenciones de criminalización.
 
Superado el proceso electoral y la lucha mediática por la legalidad y la legitimidad, en cierta forma el Gobierno de Eficienciaen la Calle, recogió los postulados del discurso denominado “Golpe de Timón” esbozado por Chávez en octubre 2012. El Plan de la Patria presentado como oferta electoral, sigue orientando la acción de gobierno. Los desafíos son inmensos. ¿Cómo mantener los programas sociales o misiones? ¿Cómo avanzar en los procesos de participación y protagonismo del Poder Popular, de las comunas para avanzar en la construcción del Socialismo? ¿Cómo retomar el desafío del nuevo modelo económico que supere el rentismo? Estas y otras interrogantes siguen vigentes, y en peligro de posponerse, en vista que ya se está trabajando en función del nuevo escenario electoral del 8 de diciembre.
 
Se abrió un frente de suma importancia, el de la seguridad ciudadana, con algunos resultados concretos en la lucha contra la criminalidad por medio del programa PATRIA SEGURA que lanzó a las calles a personal militar para brindar mayor seguridad a toda la ciudadanía. Este programa no ha estado exento de críticas.
 
Un nuevo componente a favor de este balance positivo se ha sumado en estos cien días y han sido las medidas para enfrentar casos de corrupción en el propio gobierno. Estas medidas han permitido el encarcelamiento de funcionarios de SENIAT, INDEPABIS, FERROMINERA, incluso el ex gobernador de Guárico Luis Gallardo y 5 de sus colaboradores más cercanos. Al mismo tiempo, el parlamentario Richard Mardo enfrenta una acusación de fraude y recientemente se ha allanado su inmunidad parlamentaria para enfrentar la justicia.
 
El legado de Chávez
 
Nicolás Maduro ha ido logrando poco a poco un posicionamiento a nivel interno, tanto de las fuerzas bolivarianas, como del país en su conjunto, así como en el plano internacional que ya conocía debido a su experiencia de canciller. Especiales esfuerzos ha dedicado al componente militar y el Partido Socialista Unido de Venezuela, en aras de fortalecer su liderazgo político. Y hasta el momento ha tomado el testigo de continuar el proceso bolivariano entre la herencia de Chávez y forjarse un perfil propio. Hay que destacar su llamado al liderazgo y la dirección colectiva del proceso.
 
El legado de Hugo Chávez está presente en cada discurso del Presidente Maduro y de los principales voceros del gobierno bolivariano. Ese legado es un espejo donde mirarse con cada acción política. Y hay aspectos fundamentales del discurso denominado Golpe de Timón que siguen como materia pendiente.
 
Dice Chávez, advirtiendo sobre quedarse en el discurso: “Nicolás, te encomiendo esto como te encomendaría mi vida: las comunas, el estado social de derecho y de justicia. Hay una Ley de Comunas, de economía comunal… yo soy enemigo de que le pongamos a todo “socialista”, estadio socialista, avenida socialista, ¡qué avenida socialista, chico!; ya eso es sospechoso. Por allá alguien le quería poner a una avenida “socialista”, panadería socialista, Miraflores socialista. Eso es sospechoso, porque uno puede pensar que con eso, el que lo hace cree que ya, listo, ya cumplí, ya le puse socialista, listo; le cambié el nombre, ya está listo…”
 
Sigue Chávez con una exposición de la problemática interna del gobierno en materia de coordinación inter-institucional: “Necesitamos un nivel de interacción, de comunicación, de coordinación, de cruzamiento o cruce de planes, de diagnósticos, de problemas, de acción conjunta. Es como una guerra: ¿qué va a hacer la Infantería sola sin nosotros los tanques? ¿Y qué hacemos los blindados sin la Infantería o la Marina sin el Ejército? ¿Qué hace el macho solo o la hembra sola o la noche sola..., o la raíz sola o las ramas solas? No somos nada, sin integración en la visión, en el trabajo, en todo esto, difícilmente lo lograríamos…”
 
Y tampoco deja Chávez de lado el aspecto estratégico de la Comunicación: “Otra crítica… en estos días he estado viendo, como siempre, televisión. Veo algunos programas de nuestro canal, el canal de todos los venezolanos y seguimos aferrados a aquello que ya pasó, incluso dándole vocería a quienes casi no tienen nada que decirle al país, poniendo videos… ¿Será eso lo más importante en este momento? ¿Y la gestión de gobierno? ¿Por qué no hacer programas con los trabajadores? Donde salga la autocrítica, no le tengamos miedo a la crítica, ni a la autocrítica. Eso nos alimenta, nos hace falta. Estoy seguro que es así, no hay un Sistema Nacional de Medios Públicos, no lo tenemos. Vamos a crearlo; tenemos los instrumentos. Lo que nos falta es más voluntad y, a lo mejor, seguramente, más capacidad. Atrevámonos, hagámoslo. Es necesario…”
 
Finalmente, ha llegado el escenario del “chavismo sin Chávez”. Nicolás Maduro parece haber sido “el elegido” para esta nueva etapa de la revolución bolivariana, cuando manifiesta: “En nombre de nuestro comandante Hugo Chávez: apretemos los tornillos donde haya que apretarlos y unamos al pueblo cada vez más y preparémonos para nuevas batallas, para nuevas victorias.
 
 
 
 
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