Cuba, Venezuela y el enfermizo deseo del mundo reaccionario
19/03/2013
- Opinión
Ya han pasado dos semanas desde la muerte física del Presidente Hugo Chávez, y siguen sin cesar los tendenciosos comentarios por parte del mundo reaccionario en sus poderosos medios de comunicación. Sobre la Revolución Bolivariana lo han dicho prácticamente todo durante estos días, para llegar a la conclusión de que sin Hugo Chávez el chavismo -y por ende la citada Revolución- dejará de existir en un futuro más o menos próximo. Supeditados a sus mentes enfermizas, eso es lo que desean, pero una revolución como la Bolivariana no puede ser obra de una sola persona, sino de todo un pueblo. Es por eso que, aun con la ausencia física del carismático líder, la Revolución Bolivariana continuará imparable hacia adelante. El paso del tiempo se encargará de confirmarlo contradiciendo a la oligarquía nacional -destinada a desaparecer a medida que avance el proceso revolucionario- y extranjera.
Pero la citada reacción no sólo ha aullado contra la Revolución Bolivariana; también lo ha hecho contra la de Cuba. Enfermo Chávez y antes de su lamentable y dolorosa muerte física -después también, nunca se cansan-, decían que la población de la Isla estaba atemorizada, “con los pelos de punta”, por su posible deceso, y argumentaban su opinión diciendo que “si la Revolución Cubana existe es por el petróleo venezolano”, dando por hecho de que sin Chávez todo se viene abajo.
No se puede negar la ingente ayuda de Venezuela al pueblo cubano, pero afirmar que este mantiene su Revolución sólo por la mano tendida de aquella es completamente ridículo y falso. En realidad, la ayuda -ambas muy importantes- es mutua, como corresponde a dos pueblos hermanos empeñados en alcanzar una calidad de vida más humana para cada uno de sus habitantes y los de todo el mundo.
En 1999, el pueblo venezolano, prácticamente abandonado por sus anteriores gobernantes, carecía de infraestructuras y especialistas comprometidos con la población no elitista en materias tan importantes como la salud, educación, deporte, agricultura, trabajo social, cultura... Llegó Chávez y, para poner en marcha y desarrollar sus impresionantes programas sociales, contó con la ayuda de decenas de miles de cubanos y cubanas que nunca tuvieron reparos en laborar en las zonas más intrincadas del país y en los barrios más humildes de sus pueblos y ciudades, donde muchos de sus habitantes jamás antes habían visto a un médico. Esta importante aportación, el Gobierno venezolano la paga con un recurso natural muy abundante en Venezuela y escaso en Cuba: petróleo. Me estoy refiriendo a la puesta en práctica de la llamada cooperación Sur-Sur, que se basa en las relaciones comerciales estables no supeditadas a los movimientos y burbujas especulativas, tan nefastas como habituales en el mundo capitalista.
Cierto que el petróleo vale lo suyo, pero ¿acaso la formación y mantenimiento de personal médico, docente etc. no cuesta dinero? Hace tiempo, el propio Chávez, incluso, desmintiendo a los tendenciosos tergiversadores llegó a decir que si se hiciese un estudio exhaustivo sobre el monto económico generado por la ayuda cubana a Venezuela y viceversa, llegaríamos a la conclusión de que los cubanos han realizado un esfuerzo económico –a través de envíos de médicos, maestros, formación de galenos, etc.- mayor que los venezolanos.
No importa lo dicho, sin embargo; la cosa es negar el mérito de Cuba revolucionaria. De modo que, seguiremos leyendo y escuchando hasta la saciedad en los medios reaccionarios de todo el mundo mentiras tan enormes como que, para no desaparecer, anteriormente, la Revolución Cubana siempre dependió de la “protección” soviética, y que ahora, desaparecida aquella Unión, subsiste gracias al petróleo venezolano. Información completamente falsa, insisto. Prueba de ello es que la URSS se derrumbó definitivamente en 1991; Hugo Chávez fue investido por primera vez como Presidente de Venezuela en 1999, y, a pesar de ello, durante toda la década anterior –la de los noventa-, Cuba no sólo resistió, sino que se recuperó y creció caminando en solitario sin la ayuda de nadie.
Y quede claro que no estoy obviando la importancia que tuvo la URSS para Cuba, como tampoco la excelente relación hoy existente entre la patria de Martí y la de Bolívar. Tan sólo estoy demostrando que la Revolución Cubana existe por méritos propios.
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