Entre la globalización y el nacionalismo, ¿punto medio?

10/04/2020
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Foto: http://www.biosfera.cat
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Sin ánimo de caer en la teoría de la conspiración ni en el catastrofismo, la búsqueda de las causas, efectos  y las dimensiones de las cosas que suceden  en el mundo o en un lugar en particular,  debe ser más que necesario y urgente,  encontrar soluciones globales  a problemas que aquejan a la humanidad como es el caso que nos ocupa en estos días, la pandemia y el desastre de la depresión económica; la aparición sospechosa del  COVID-19 está complicando y empeorando la situación  estructural  y ruinosa del capitalismo a nivel mundial,  en los aspectos  económico, político y social.

 

Mucho se ha especulado sobre esta nueva enfermedad viral, las opiniones están divididas entre los que creen que fue fabricado intencionalmente en laboratorio con un fin perverso y, otros opinan que surgió de manera espontánea y natural como cualquier otro en el pasado. Si fuera lo primero, el imperialismo no tardará en buscar un chivo expiatorio; se requiere entonces, realizar una búsqueda de la verdad, una investigación científica a fondo, que lleve al mundo al conocimiento verídico y castigar a los criminales.

 

Durante mucho tiempo aparecieron diferentes tipos de virus, que atacaron la salud y llevaron a multitudes humanas a la muerte y desolación; también en esos tiempos surgieron sospechas de que ciertas bacterias y virus habían sido utilizados como armas bacteriológicas letales para la humanidad, en algunos casos dirigidas a plantas y animales cuando de dañar la economía de algún país se tratara. Lo cierto es que existe evidencia de que algunos fueron armas bacteriológicas que el imperialismo utilizó sin ninguna culpa de conciencia.

 

La historia de las pandemias del pasado y las de esta época moderna, fueron detenidas gracias a la oportuna investigación científica, a la crearon de vacunas para salvar al mayor número de grupos humanos y animales. Esto dio como resultado, que disminuyeran las muertes por motivos bacteriológicos y virales; pero la humanidad siguió estando en peligro, debido a conflictos colonizadores imperiales, así como las dos guerras mundiales que sacrificaron millones de vidas humanas. Hoy el imperialismo y sus fuerzas aliadas de la OTAN siguen amenazando al mundo.

 

Es asombroso constatar  cómo algunos grupos insaciables de poder –político y económico- se empeñan en la dominación mundial, a través de  métodos fascistas, racistas, de apartheid, de supremacía y pureza blanca;  otro  grupo multimillonario ha vivido con la idea de crear guerras y someter a las sociedades humanas al caos y al miedo, tratan por muchos medios, disminuir en lo posible, a la sociedad humana que según ellos, en su pensamiento tenebroso no les aporta dividendos, es decir, manejan una falsa teoría,  de que los males de este mundo es culpa de la sobrepoblación humana.

 

Ante esta situación habría o se tiene que releer al inglés sacerdote y economista Thomas Robert Malthus, el mismo autor de la reaccionaria tesis referida a la natalidad de las clases consideradas débiles, no aptas para la sobrevivencia, es decir, este sacerdote basaba su creencia en que el crecimiento demográfico incrementa la pobreza. Este argumento aparte de perverso es falso; lo que no tomó en cuenta es que la gran riqueza económica que producen las fuerzas productivas, es decir la clase trabajadora y su plebe, se la apropia la clase burguesa y sus descendientes, son ellos los que condenan a la pobreza, a la  clase que genera con sus manos y su fuerza de trabajo físico la plusvalía, el excedente que forma el gran capital de los ricos, mientras que por medios de explotación inhumana somete a la pobreza a las mayorías; la burguesía existe a costa del proletariado, no hay vuelta de hoja. La tesis de Malthus es aberrante no solo porque no consideró que, a través de los adelantos técnico-científicos, de métodos anticonceptivos, etc., habría que inducir a disminuir las altas tasas de natalidad; aun así, el sobre acumulo de la riqueza por la burguesía parasitaria fue mayor, y siempre se negaron a la distribución equitativa de la riqueza y a la elevación de los niveles de vida de la clase explotada. La pseudo tesis de Malthus se vino abajo.

 

La pandemia ocasionada por el coronavirus –COVID-19-, insinúa  a  que  surja la idea, entre  muchos sectores de la sociedad, de varias regiones de la Tierra, que después del control de éste, debe surgir un cambio trascendente, en el modelo económico y político, en el interior de los países, que sufren los  daños a  la salud debido a la privatización de esta  y por las  endebles  economías, es decir, algunos hablan que debe establecerse  un sistema distinto al capitalismo no salvaje; lo cierto es, que no se puede cambiar la naturaleza misma de este sistema de dominación y de apropiación de la riqueza, si no hay un movimiento social decidido a transformarlo; las pequeñas oligarquías imperiales y locales, no cambiarán por voluntad el destino de sufrimiento deleznable y desesperado de las mayorías, es decir, de los pueblos compuestos por las y los trabajadores, campesinos  y amplios sectores diversos. La unidad y la acción traerá como resultado la emancipación en todos los terrenos de la vida social.

 

Buena idea, la que surge  de aquellos pensadores que se preguntan,  ¿cómo será el mundo después de los confinamientos espantosos y del sufrimiento de ver pérdidas humanas?, habría que reiterar, solo si se logra articular la unidad en la acción, en especial la de los trabajadores, manuales e intelectuales, más pueblos originarios indígenas y afrodescendientes, organizaciones sociales, se podrán lograr cambios transformadores, porque no basta con el anhelo o deseo pasivo cambiar la realidad, la teoría y práctica podrán generar esa nueva vida que se espera. La organización puede ser horizontal, tomando como soporte al Estado, como instancia organizativa y completa.

 

En esta etapa, de grandes desafíos y desigualdades esperan haya un nuevo orden internacional, y en este sentido hay dos grupos: los globalistas, cuyo objetivo es que se establezca un solo gobierno hegemónico, es decir, una sola potencia que gobierne a todos; aparte se encuentran los nacionalistas, cuyo objetivo es la multilateralidad, el cierre de las fronteras, etc., pugna por el regreso al nacionalismo, sólo que ambos tienen inconveniencias,  el peligro que se llegue a un nacionalismo exagerado o chauvinista, que poco o nada serviría a los países.

 

Se espera haya un nuevo orden económico mundial y una nueva forma de vida después que pase la pandemia, que asola a la humanidad; tendría que tomar en cuenta que el globalismo y el nacionalismo son necesarios para la convivencia humana, haciendo a un lado la negatividad de los extremos. Diferentes son los términos capitalismo-socialismo, la dialéctica muestra que cuando un sistema llega a su límite, como es el caso del capitalismo, la salida para la humanidad es el socialismo científico, que arribará en cada país, cuando se busquen las condiciones objetivas y subjetivas, según el avance de las fuerzas revolucionarias que tengan como objetivo este tránsito inobjetable.

 

Los pueblos se preparan para los cambios que desean, saltando los obstáculos que los capitalistas globalizadores han impuesto.  

 

Habría que Desglobalizar la deuda externa, la pobreza, el hambre, la injusticia, la inequidad, el desempleo, la insalubridad, el analfabetismo y falta de vivienda digna. Consolidar la integración a la vida política y económica, a la diversidad de pueblos indígenas y afrodescendientes, garantizar la preservación de las culturas y lenguas maternas y, ante todo, legislar preponderantemente el respeto a la naturaleza y a los ecosistemas.

 

Habría que Globalizar la solidaridad, la cultura, el comercio justo, el combate común contra el calentamiento global y la pobreza, como causa de las migraciones humanas; tomar muy en cuenta la necesidad consciente de que el capitalismo salvaje, de ningún modo puede ser ya la opción de vida ni para la humanidad ni para el planeta, el desarrollo y el crecimiento de las naciones tendrá que darse en base a la planeación económica, con beneficios colectivos, que  cubra  las necesidades indispensables de la humanidad, con la importancia del valor de uso y disminuyendo lo innecesario.

 

 

 

 

 

 

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