Después del despido de Bolton el “Enfócate en las elecciones ¡estúpido!”

Si busca ganar las próximas elecciones presidenciales, Trump tendrá que ser muy precavido para evitar empantanarse en un grave conflicto internacional.

23/09/2019
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En 1992, para enfocar el tema principal de la campaña electoral contra el saliente presidente Republicano George H. W. Bush, el estratega electoral del candidato Demócrata Bill Clinton, James Carville, acuñó la expresión “¡Es la economía ¡estúpido!”. En la actualidad y para conservar una esperanza con vistas a la campaña electoral del 2020 en la cual el presidente Republicano Donald Trump buscará reelegirse, es evidente que en esta etapa pre-electoral lo que no puede o debe hacer el inquilino de la Casa Blanca debería responder a la consigna “Enfócate en las elecciones ¡estúpido!”.

 

Señalar esto me parece importante porque si Trump tiene un objetivo irrenunciable ese es el de ganar un segundo mandato, y quizás un tercero mientras prepara a su hija Ivanka o a uno de sus dos hijos (en particular a su hijo mayor Don Trump) para establecer la “dinastía Trump”, o sea el triunfo a largo plazo de un egocentrismo desbordante, como veremos más adelante.

 

De hecho la campaña electoral ya está en marcha con las primarias de los Demócratas y aunque sea muy temprano para empezar a hacer una previsión realista, hay que decir que los sondeos sobre la popularidad de Trump y su gobierno no le son favorables, y que en teoría y en este momento cualquiera de los tres principales candidatos de la primaria Demócrata, o sea Joe Biden, Elizabeth Warren o Bernie Sanders podría derrotarlo en el voto nacional por márgenes respetables (1), aunque recordando que por la particularidad (antidemocrática) del sistema electoral de EEUU puede repetirse el escenario del 2016, con Trump perdiendo frente a Hillary Clinton en el voto nacional y ganando los comicios con el número de delegados en el Colegio Electoral.

 

De todas maneras, a poco más de un año del voto es absurdo anticipar un resultado, ya que los sondeos actuales no son más que “imágenes fijas del momento” y que la intención de voto se cristaliza pocas semanas o días antes de la elección, pero un especialista apuntó que “dada la consistencia del índice de aprobación de Trump, yo no le daría demasiada importancia a la última tendencia a la baja. Podría volver a subir un poquito antes de que pase mucho tiempo. Al mismo tiempo, su índice de aprobación era mediocre, incluso cuando estaba un par de puntos por encima, por lo que la estabilidad no es exactamente una buena señal para Trump. Si no mejora notablemente, la aprobación de Trump podría hundirlo en 2020” (2).

 

Pero si se trata de ganar las próximas elecciones presidenciales, en primer lugar Trump tendrá que ser muy precavido en el plano internacional para evitar empantanarse en un grave conflicto internacional, por ejemplo en una guerra contra una potencia regional como es Irán luego del atentado de los hutíes yemenitas contra instalaciones petroleras de Arabia Saudita, o en una intervención militar directa o indirecta (vía su satélite colombiano) en Venezuela, que sin lugar a dudas tendrá repercusiones regionales en un momento en que los restablecidos regímenes compatibles con el imperialismo estadounidense están finiquitando (Argentina) o haciendo aguas (Brasil y Ecuador).

 

Al analizar el despido de Bolton el editor de la revista The American Conservative, W. James Antle III, señala que “muchas () iniciativas de política interna están fuera del alcance de Trump siempre y cuando los demócratas controlen al menos una cámara del Congreso. Sin embargo, todavía puede cumplir con la política exterior, si es en serio lo que dice. De lo contrario, puede permitir que un “equipo B” de los Bushies una vez más haga que los Republicanos sean expulsados de la Casa Blanca, esta vez después de un único mandato. Trump puede trazar un rumbo diferente o seguir los consejos de aquellos que sólo saben cómo perder elecciones y guerras. La decisión es suya, no ya de John Bolton. Y se le está acabando el tiempo” (3).

 

Debería asimismo impedir que se agrave la guerra comercial que lanzó contra China, que llevaría a una confrontación que desatará o agravará la recesión económica que ya está dando sus primeros pasos en los principales países occidentales, como alerta la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) en una de las previsiones más pesimistas sobre la economía mundial que hemos visto en lo que va de año y en la cual advirtió que la economía mundial se dirige hacia una recesión y que los gobiernos no están haciendo lo suficiente en términos de estímulo fiscal para tratar de impulsar la economía () La escalada de las tensiones en materia de política comercial está afectando cada vez más a la confianza y la inversión, agravando la incertidumbre en materia de políticas, influyendo en el sentimiento de riesgo de los mercados financieros y poniendo en peligro las perspectivas de crecimiento futuro.

 

Otro punto de tensión con China es a nivel militar, con la política estadounidense de ir cercando militarmente a ese país, a lo cual Pekín está respondiendo con una rápida modernización de su potencial militar, lo que el mismo Trump destacó recientemente y que calificó como una amenaza, siguiendo al pie de la letra las directivas de Seguridad Nacional y de Defensa Nacional (4) dadas a conocer en diciembre del 2017 y enero del 2018, donde se enuncia claramente la necesidad de luchar contra “potencias revisionistas, como China y Rusia, que utilizan la tecnología, la propaganda y la coerción para imponer un mundo que representa la antítesis de nuestros intereses y valores”.

 

En cuanto a Rusia, el presidente Trump tendrá que decidir si permite que continúe la política actual de ampliar y reforzar el cerco de ese país con más bases militares de la OTAN dotadas de misiles de corto y medio alcance, así como la opción que parece prevalecer en el Pentágono, y que fue originada bajo influencia de Bolton, de poder utilizar “tácticamente” armas nucleares de corto y medio alcance, lo que nos lleva a recordar el nefasto papel de Bolton comentado recientemente por el ex coronel Lawrence Wilkerson, quien fue jefe de personal del Secretario de Estado Colin Powell bajo la administración de George W. Bush. Wilkerson declaró recientemente que Bolton había supervisado personalmente el desmantelamiento de dos tratados de control de armas críticas: el Tratado de Misiles Antibalísticos (ABMT, por sus siglas en inglés) bajo George W. Bush, y el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés) bajo Trump: "Bolton nunca vio un acuerdo de control de armas que le gustara", comenta Wilkerson, y agregó que "no puedo decirles cuántos controladores de armas en el Departamento de Estado llegaron a mi oficina semana tras semana casi llorando, y uno de ellos llorando. No podían entender por qué tenían que trabajar bajo la dirección de Bolton -el hombre que odiaba el control de armamentos- cuando su profesión, su misión, su responsabilidad, era abogar por el control de armamentos y asegurar acuerdos de control de armamentos... La teoría de Bolton –al menos como me lo expresaba a mí– era que se bombardeaba a todo el mundo si había que hacerlo. No hay que tener control de armas porque la gente hace trampas" (5).

 

Todo lo anterior, aunque más no sea por inercia, seguirá alimentando nuevas tensiones y terrenos de disputa en las ya difíciles relaciones entre ambos países, creadas por las sanciones de todo tipo que Trump aprobó desde el 2017, sin contar las que afectan o dependen de la relación entre Washington y Moscú a nivel regional (Oriente Medio y Nuestra América) e internacional.

 

La larga lista de derrotas en política exterior

 

En materia de política exterior es claro que el objetivo de Trump ha sido y sigue siendo restaurar el imperio estadounidense a nivel global, pero no a través de las fracasadas políticas neoliberales sino imponiendo de facto la supremacía que EEUU goza con el dólar como principal moneda de los intercambios comerciales y las transacciones financieras, un poder extraterritorial que le permite lanzar guerras comerciales y aplicar criminales sanciones contra Cuba y Venezuela, países hacia los cuales Trump aclaró que era “más extremista” que Bolton.

 

Hasta el reciente bombardeo de las instalaciones petroleras en Arabia Saudita por parte de los hutíes de Yemen, que dio lugar a versiones infundadas de que fue un “acto de agresión” por parte de Irán, Trump privilegió las sanciones de todo tipo para debilitar (y eventualmente derribar) el gobierno de Teherán, y la derrota electoral de su “socio” Benjamín Netanyahu en Israel, quien siempre presionó para que EEUU lanzara una guerra total contra Irán, le permite a Trump evitar lanzarse en una guerra que cortará los suministros de petróleo del Golfo Pérsico, provocando una multiplicación del precio del crudo y en consecuencia una recesión o depresión global en plena campaña electoral.

 

La ruptura por Trump del acuerdo internacional de 2015 con Irán y las brutales sanciones de todo tipo que le siguieron fue un fracaso para Washington, porque puso fin a la diplomacia en ese asunto de tanta importancia para evitar la proliferación nuclear, e internacionalmente aisló más a Washington que a Teherán.

 

En el caso de Venezuela el fracaso de la estrategia diseñada por Bolton (con la aprobación de Trump) es más que evidente: el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro sigue en su lugar, ha salido fortificado por el definitivo fracaso del títere Guaidó, Maduro ya recogió más de 13 millones de firmas para rechazar las políticas de Trump que serán presentadas ante la ONU, y además negoció con la oposición que rechaza el intervencionismo estadounidense para poner en marcha un proceso para rehabilitar la Asamblea Nacional en desacato y revivir el dialogo político venezolano. En este contexto una intervención militar de Washington –aunque fuera instrumentalizada a través de Colombia–, suscitaría un rechazo regional y global, y sería también un modo muy seguro para Trump de perder los comicios presidenciales del 2020.

 

La política exterior era la esfera donde Trump tenía las mayores posibilidades de efectuar los cambios que había prometido en el 2016, y ha sido en la cual ha cosechado (y plantado las semillas para todavía) más fracasos.

 

En el caso de Cuba la criminal política de Trump, que fracasará como han fracasado todas esas políticas emanadas de Washington desde hace seis décadas, es un asunto “típicamente domestico” y explicable por la influencia de su “amigote” Marco Rubio, senador Republicano que vive reclamando extremas sanciones contra Cuba y Venezuela para captar el voto de los emigrados de esos y otros países.

 

Pero al mismo tiempo la radical política que Trump aplica en cierre de fronteras y construcción de un muro fronterizo para impedir la entrada de los “latinos”, también afecta a los cubanos que vía México quieren emigrar hacia EEUU, y por otra parte su política de brutales sanciones contra Cuba afecta a los cubanos que desde EEUU quieren enviar remesas a sus familias. Trump tampoco parece entender que el muro fronterizo y toda su política anti-inmigratoria, que incluye encarcelamiento de los “ilegales” y su expulsión vía México, está construyendo un “muro político” entre él y las decenas de millones de votantes de origen mexicano o centroamericano que residen legalmente en EEUU y que si tienen derecho a votar esta vez votarán teniendo en mente la construcción del muro de acero que separará a millones de emigrados mexicanos y centroamericanos de sus familias y amigos.

 

¿Y qué viene después de Bolton?

 

 Numerosas notas y análisis sobre el despido del Asesor de Seguridad Nacional John Bolton apuntaron a que con esa decisión el presidente Donald Trump buscó poner fin a la fracasada y criminal política de provocar “cambios de régimen” en Irán y Venezuela, evitando así volver a la política exterior de las anteriores administraciones de lanzar intervenciones armadas en las cuales EEUU quedó empantanado. La publicación china Global Times cita a Diao Daming, experto en estudios de EEUU y profesor asociado en la Universidad Renmin de China en Pekín, para quien “Bolton simplemente ya no era útil () Trump está entrando en el período electoral y su diplomacia necesita más flexibilidad que la línea dura" (6).

 

En todo caso el nombramiento del enviado especial para las negociaciones sobre rehenes Robert C. O'Brien como su nuevo asesor de Seguridad Nacional –o sea el cuarto asesor de Seguridad Nacional en tres años–, siembra dudas, ya que O’Brien declaró recientemente en Israel que se podría lanzar una guerra contra Irán para liberar a los estadounidenses encarcelados en ese país (7).

 

¿Será O’Brien un “halcón sin bigotes”? La sospecha tiene fundamento, ya que confirmando que proseguirá con su agresiva política de “máxima presión” el pasado 20 de septiembre, en rueda de prensa conjunta con el primer ministro de Australia, Scott Morrison, Trump declaró que “obviamente, China es una amenaza para el mundo, en cierto sentido, porque están construyendo sus fuerzas armadas más rápido que nadie”, y sobre Irán informó que se habían tomado nuevas sanciones, las “sanciones más elevadas jamás impuestas a un país”, lo que fue confirmado por su secretario del Tesoro Steven Mnuchin, quien por su parte aseguró que "ahora hemos cortado toda fuente de fondos para Irán."

 

Para Nancy Cook, de la revista Político, la guerra comercial con China, las conversaciones con los talibanes, la respuesta a Irán tras los ataques a Arabia Saudita, el control de armas en EEUU, la nueva legislación fiscal y una larga lista de otras cuestiones de política están en el aire y a la espera de las decisiones del presidente Donald Trump –y sólo de él– de cara a la temporada electoral de 2020. En muchos sentidos, esta “es la presidencia que Trump siempre ha querido. Está en el centro de la acción. Está completamente al mando. Y mantiene a los líderes mundiales nerviosos e inseguros de sus próximos movimientos, todo ello sin estar rodeado de ayudantes ni de las tradicionales restricciones de la Casa Blanca”.

 

Cook añade que después de cuatro asesores de seguridad nacional, tres jefes de personal, tres directores de operaciones de la Oficina Oval y cinco directores de comunicaciones, el presidente se encuentra ahora con que la Casa Blanca finalmente funciona de una manera que se ajusta a su personalidad. Los que dudaban de Trump han sido expulsados en gran medida, dejando a sus sucesores para que lo animen y ejecuten sus directivas con menos limitaciones que nunca antes () Es un gobierno de él de la misma manera que la Organización Trump era su compañía", según un ex alto funcionario de la administración (8)

 

¿“Hombre de negocios” o político?

 

En realidad en la campaña electoral del 2016 la candidatura de Trump, que entró al ruedo político sin experiencia política previa, tuvo los dos “ingredientes” necesarios para triunfar: prometer poner fin a las políticas que llevaron a las criminales e interminables intervenciones militares que drenaron enormes recursos financieros, y terminar con las políticas de la globalización neoliberal que permitieron a las empresas transnacionales de EEUU transferir a otros países –en particular a China- las cadenas de producción de valor y por lo tanto desindustrializaron gran parte de la economía industrial estadounidense. Al menos fue así como la mayoría de estadounidenses que votaron a Trump interpretaron el “America First”.

 

Las políticas de Trump al comienzo de su primer mandato indicaban ese rumbo, pero la falta de apoyo y de relaciones amplias dentro del Partido Republicano (y la tozudez típica de un “hombre de negocios” triunfante, sociópata y con falta de conocimiento sobre cómo opera el Estado en su país) no le permitió ejecutar debidamente el primer acto para una efectiva “toma del poder” estatal, o sea de los organismos e instituciones claves del Ejecutivo mediante el reemplazo de los funcionarios que ocupan los puestos claves y constituyen la cadena de transmisión de mando con el nombramiento de gente de confianza, con experiencia y leales al nuevo mandatario. Sin esta “toma del poder” las intenciones del nuevo mandatario quedaron “en el aire” o fueron frustradas, como se vio con el “rusiagate”, y finalmente tuvo que resignarse recurrir a nombramientos de halcones ligados a administraciones anteriores, de George W. Bush en particular, lo que hizo que en política exterior mantuvo el estatus quo o lo empeoró. Es así que sus iniciativas más importantes, entre ellas el dialogo con Rusia y retirar las tropas estadounidenses de Siria, Afganistán e Irak, fueron abortadas.

 

Trump no fue y difícilmente podrá ser un político porque siempre ha sido y sigue siendo un “hombre de negocios” ambicioso, porque siempre ha estado en búsqueda de oportunidades y presas fáciles para enriquecerse, porque carece de empatía hacia el “otro”, sea quien sea, y porque razona sin ninguna regla ética o moral, sin sentir necesidad de dialogar ni buscar compromisos, porque en ese mundo de “hombres de negocios” triunfantes y brutales lo que se impone en la fuerza del dinero, la “presión máxima” que fue también la “marca de comercio” de Bolton.

 

La desconcertante “oferta” de comprar Groenlandia, territorio semiautónomo con un primer ministro bajo administración de Dinamarca, lo pinta bien. Y como los negocios de bienes raíces son el negocio de Trump y se hacen mediante acuerdos entre partes privadas donde se vale utilizar diversas formas de intimidación, es normal pensar que ahora desde la Casa Blanca Trump ve como normal imponer con esos mismos criterios su voluntad sobre Cuba, Irán, Venezuela, Rusia, China y pronto algunos países de la Unión Europea, o sea dictando las condiciones y en caso de rechazo imponiendo brutales sanciones monetarias y comerciales, impidiendo el uso del dólar en las transacciones de divisas y del comercio , introduciendo aranceles o cuotas a la importación, prohibiendo la exportación de ciertos productos, etcétera.

 

Poco le importa al “hombre de negocios” que habita la Casa Blanca que millones de personas sufran hambre, mueran por falta de medicamentos o por bombardeos, como en Yemen, Siria o Libia, y que más cerca de nosotros en Venezuela y Cuba, millones de personas sufran privaciones por los bloqueos comerciales.

 

Entrevistas con uno de sus biógrafos y ex colaboradores cercanos en los negocios privados de Trump nos muestran lo que probablemente es el verdadero Trump. Por ejemplo Alan Lapidus, un arquitecto que trabajó para la Organización Trump y que conoce a Trump desde que era un adolescente y comenzaba en el negocio de bienes raíces de la familia, dijo a la revista Foreign Policy (9) que "las habilidades de Donald para hacer tratos de negocio son un maravilloso producto de su propia imaginación. Su habilidad negociadora consiste en gritar y amenazar. Donald no tiene sutileza ni sentido del humor. Es porrazo, porrazo, porrazo, porrazo". Lapidus añade que los acuerdos exitosos de Trump y su empresa se debieron en gran medida a la habilidad de sus ejecutivos principales, como Harvey Freeman y Susan Heilbron, quienes manejaron la mayor parte de las negociaciones de arrendamiento de Atlantic City para la Organización Trump, y que fueron quienes "hicieron todo el análisis detallado y la lectura, nada de lo que él haría".

 

Michael Hirsh escribe, en Foreign Policy, que “el enfoque intimidatorio y maximalista de Trump no funciona con otros gobiernos, y que este enfoque no puede funcionar porque el Presidente ve todo como un juego de suma cero, y ganar requiere la capitulación de la otra parte. El resultado es que ningún gobierno le da algo a Trump y en su lugar todos ellos toman represalias en la medida de sus posibilidades. (Trump) no puede estar de acuerdo con un compromiso mutuamente beneficioso porque rechaza la idea de que el otro lado se salga con la suya. Debido a que cada acuerdo existente negociado en el pasado ha requerido algún tipo de compromiso por parte de nuestro gobierno, condena a todos ellos como "terribles" porque no resultaron en la capitulación de la otra parte”. Y Hirsh apunta que Michael D’Antonio, un biógrafo de Trump, cree que “temperamentalmente, el Presidente no está preparado para la diplomacia y las negociaciones con Estados soberanos”, porque “no sabe cómo practicar el dar y recibir que produciría logros bilaterales o multilaterales y se toma las cosas tan a pecho que considera enemigos a los que tienen un punto de vista diferente”.

 

D'Antonio está de acuerdo con Lapidus en que no hay diferencia discernible en la forma como Trump negocia hoy, como Presidente, comparada a su carrera en los negocios. Su estilo implica una actitud hostil y un método de intimidación diseñado para sacar todas las concesiones posibles del otro lado mientras maximiza su propia ganancia”, o sea que no le interesan los acuerdos "ganar-ganar", sino tan sólo los resultados "yo gano" (10). Este tema saldrá probablemente durante la campaña electoral, ya que las últimas semanas varios artículos sobre los problemas de personalidad y de comportamiento de Trump hacia sus colaboradores aparecieron en publicaciones como el diario The Washington Post y Business Insider (11)

 

En realidad el único momento en que Trump tuvo un destello político fue cuando emprendió un diálogo con Kim Jong-un, el líder de la República Popular Democrática de Corea, iniciativa que fue saboteada abiertamente por John Bolton y sin que su Secretario de Estado Mike Pompeo interviniera para salvarlo.

 

En cuanto a los intentos de diálogo con el presidente ruso Vladimir Putin, es cierto que desde el comienzo hubo un sabotaje sistemático con el “rusiagate” creado por dirigentes del Partido Demócrata en estrecha cooperación con agencias del Estado no controladas por Trump, como el FBI, la CIA, la NSA y parte del Departamento de Justicia y de la Secretaria de Estado, todo esto en contubernio con los medios de prensa. Pero también es cierto que Trump nunca se arriesgó a tomar una decisión política, presidencial y digna de un estadista, y por otra parte totalmente legal y aceptable dada la amplitud de su mandato en materia de relaciones internacionales, para sostener reuniones y diálogos con Putin, lo que confirma que poco o nada tiene de político.

 

Sobre la guerra comercial contra China, la única interpretación posible es que fue una decisión típica del “hombre de negocios” acostumbrado a aplicar la “presión máxima” para salir ganando rápidamente, y no de un político asesorado como se debe y conocedor de la larga y rica historia de China, tanto en materia de comercio y diplomacia como del arte de la guerra y de las artes marciales. Y es por ello que la “presión máxima” de Trump terminó siendo un “tiro por la culata”, ya que la respuesta China estuvo y seguirá estando a la altura de la ofensa.

 

Los equipos de negociadores de EEUU y China se reunirán nuevamente a finales de septiembre y lo realista sería que esta vez la posición de Trump refleje sus prioridades electorales y los intereses tanto de la población como de la economía y empresarios, y estos últimos ya están organizado (vía una red política financiada nada menos que por una organización creada por el multimillonario Charles Koch) “una nueva estrategia contra la guerra comercial del presidente Donald Trump con China” (y el nuevo plan) es una ‘estrategia de dos pasos atrás’, que implicará reunir a un equipo de casi 100 líderes empresariales para pedir a la administración de Trump y a los legisladores que pongan fin a la guerra comercial con China. Algunos de estos ejecutivos tienen vínculos con el negocio agrícola, una industria que ha sido impactada negativamente por los aranceles” (12) y que votó mayoritariamente por Trump en el 2016. En efecto, según la revista Forbes (13) el sector agropecuario ha sido muy afectado por las bajas de compras de China y por la política de Trump que desfavoreció la producción de etanol, lo que explica el alto porcentaje de bancarrotas y de atrasos en los pagos de deuda de los agro-productores, así como el aumento de suicidios y problemas síquicos.

 

En definitiva lo que Trump no ha entendido y aparentemente no podrá entender es que en un régimen capitalista (y más aún cuando se trata de un imperio) el Estado es el “sindicato” de la clase capitalista para negociar nacional e internacionalmente los intereses de esa clase, y negociar se basa en el “dar y tomar”, y no solamente de imponer presiones “máximas”, lo que explica que las críticas mencionadas vienen muy seguido del espectro político conservador.

 

De la reelección a la fundación de “la dinastía Trump”

 

Para Trump los comicios del 2020 serán algo más que la reelección para un segundo mandato, ya que con toda la sinceridad de quien ya se considera un Emperador supremo universal en espera del debido reconocimiento domestico e internacional, esta reelección debe sentar las bases de la “dinastía” Trump, como él mismo lo dejó saber y bien describe un extenso artículo de McKay Coppins en la revista The Atlantic (14).

 

El artículo de Coppins detalla muy bien la preparación de esta “dinastía” entre los vástagos de Trump, y la lucha entre los dos mayores, o sea Don(ald) e Ivanka. Y aunque Ivanka es la predilecta y hasta hace poco la señalada para ser Emperadora, según Coppins en los últimos meses fue Don quien mostró las “cualidades” –o sea que se convirtió en la copia de su padre- para posicionarse e ir ascendiendo dentro de la maquinaria electoral republicana, lo que sucedió en junio pasado, en el mitin en Orlando donde Trump lanzó su campaña para la reelección. Y Coppins concluye señalando “en ese momento, quedaron pocas dudas de cómo sería el futuro de la familia Trump. Después de un siglo y medio de esfuerzo tenían dinero, fama y un poder sin parangón. Pero la respetabilidad seguiría siendo un espejismo tan lejano como lo era cuando (el abuelo) Friedrich la perseguía por el Yukón. Y aunque nadie sabe cuándo saldrá Donald Trump de la Casa Blanca, está claro qué es lo que dejará atrás cuando lo haga: una parte del país enfadado y paranoico, deseoso de comprar lo que esté vendiendo, y un heredero que sabe cómo mantener viva la estafa”.

 

La campaña electoral ya da sus primeros pasos

 

Mientras tanto los sondeos del electorado estadounidense vienen mostrando que el nivel de oposición a las políticas del gobierno de Trump supera el 50%, y que en el voto nacional es aventajado entre por varios candidatos Demócratas (Joe Biden, Bernie Sander, Elizabeth Warren), pero como el voto es indirecto en el sistema electoral de EEUU (el ganador del voto en cada estado obtiene una fracción de los 538 “electores” que elegirán el Presidente), puede volver a suceder que quien obtenga una mayoría del voto a nivel nacional pierda la elección en el “Colegio Electoral” si el rival triunfó en los estados que le dieron 270 o más “electores”.

 

Algunos de los candidatos Demócratas, como Elizabeth Warren, critican el sistema electoral estadounidense por no ser representativo del principio de que todos los votos cuentan, y en marzo pasado el columnista Jamelle Bouie del New York Times hizo una descripción y evaluación del “Colegio Electoral”, afirmando que ‘sean cuales sean sus méritos potenciales, es una institución claramente antidemocrática. Socava el principio de "una persona, un voto" confirmado en 1964 por la Corte Suprema en Reynolds vs. Sims - una parte clave de la revolución de los derechos civiles y electorales de esa década. (El Colegio electoral) produce crisis políticas recurrentes. Y amenaza con deslegitimar todo el sistema político creando divisiones cada vez mayores entre quién gana el voto popular y quién gana los estados” (15).

 

También es importante recordar que hasta ahora los resultados de la política de Trump de hacer retornar los empleos industriales que hace décadas se “mudaron” a China distan mucho de ser significativos y que las industrias que quisieran retornar a EEUU se enfrentarán a la falta de trabajadores calificados y con experiencia. Todo esto en un contexto en el cual la mayoría de estadounidenses cargan sobre los hombros una enorme deuda privada por el alto costo de la vivienda, los servicios médicos, los estudios, y esto debido a que los salarios promedio son inferiores a los registrados hace tres décadas, mientras que los hábitos de consumo han dejado de corresponder a los ingresos familiares. Quienes más votan son los jubilados, que están ya sufriendo el desplome de varios fondos de previsión social (16). En términos sociales es evidente que en EEUU hay ahora una mayor crisis social que en el 2016, lo que podrá reflejarse en los comicios del 2020, tanto a nivel de participación como de polarización del voto.

 

Acerca de lo que Trump podría ganar en los próximos meses con una moderación de su política exterior para diluir la oposición a nuevas guerras comerciales o militares dentro del electorado Republicano y conservador en general, todo dependerá de las iniciativas y disposición de Trump para convencer (dentro y fuera de EEUU) de que actuará como un estadista para lograr la ansiada dinastía en la Casa Blanca y no como el actual “hombre de negocios”, o sea convencer de que no seguirá con su obra de demolición de las instituciones y de la legalidad internacional.

 

Hay bastantes razones para dudar que un milagro de este tipo pueda suceder, pero lo real es que la historia seguirá su curso porque las políticas de este imperialismo decadente han llevado a un creciente aislamiento de EEUU a nivel internacional y a la formación de sistemas regionales que resisten las políticas imperialistas construyendo un nuevo sistema multilateral basado en el respeto mutuo de los intereses nacionales.

 

 

1.- Recopilación de Sondeos: https://www.realclearpolitics.com/epolls/2020/president/National.html https://fivethirtyeight.com/politics/

 

2.- https://fivethirtyeight.com/features/whats-going-on-with-trumps-approval-rating/

 

3.-W. J. Antle III, “After Bolton, Trump second term depends on America First” https://www.theamericanconservative.com/articles/after-bolton-trumps-second-term-depends-on-america-first/

 

4.- A. Rabilotta: 2017, año del imperialismo sin tapujos. ¿Y el 2018? (I) https://www.alainet.org/es/articulo/190104

 

5.- John Bolton is out, but neocon agenda stays: https://thegrayzone.com/2019/09/16/john-bolton-is-out-but-neocon-agenda-stays/

 

6.- Global Times: Bolton exit marks failure of 'maximum pressure http://www.globaltimes.cn/content/1164310.shtml

 

7.- https://electronicintifada.net/blogs/michael-f-brown/new-national-security-adviser-recently-considered-war-free-prisoners-iran

 

8.- Nancy Cook, An unshackled Trump finally gets the presidency he always wanted : https://www.politico.com/story/2019/09/19/trump-presidency-aides-white-house-1502041 ; Advisers struggle to obey Trump's Kafkaesque rules, Ashley Parker and Philip Rucker, The Washington Post: https://www.stamfordadvocate.com/news/article/Advisers-struggle-to-obey-Trump-s-Kafkaesque-rules-14432599.php

 

9.- Why Trump Fails at Making Deals, Michael Hirsh https://foreignpolicy.com/2019/08/21/why-trump-cant-make-deals-international-negotiations/

 

10.- Trump Doesn’t Know How to Negotiate, Daniel Larison https://www.theamericanconservative.com/larison/trump-doesnt-know-how-to-negotiate/

 

11.- https://www.stamfordadvocate.com/news/article/Advisers-struggle-to-obey-Trump-s-Kafkaesque-rules-14432599.php  http://www.businessinsider.fr/us/trump-aides-worried-about-mental-state-alabama-hurricane-dorian-2019-9

 

12.- https://www.cnbc.com/2019/09/19/we-were-wrong-koch-network-plans-new-strategy-against-trump-tariffs.html

 

13.- https://www.forbes.com/sites/chuckjones/2019/08/30/amid-trump-tariffs-farm-bankruptcies-and-suicides-rise/#

 

14.- The Heir, McKay Coppins, The Atlantic https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2019/10/trump-dynasty/596674/

 

15.- Jamelle Bouie, Colegio electoral: https://www.nytimes.com/2019/03/21/opinion/electoral-college-warren-trump.html

 

16.- Portal para seguir la crisis de los fondos de pensiones: http://pensiontsunami.com/index.php

 

 

https://www.alainet.org/de/node/202276?language=en
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