SAN JUAN, 26 de septiembre de 2017 (NCM) – El Gobierno de Puerto Rico intentaba hoy energizar el puerto de San Juan, donde la mayoría de las gigantescas grúas están apagadas y no hay suficientes camiones para sacar los suministros que se han podido descargar, en tanto cerca de 25 unidades militares de Estados Unidos conducen operaciones de rescate y control.

En la vasta operación militar participan unidades de bases ubicadas en una docena de estados de EEUU, aviones, helicópteros y barcos de la Armada, entre ellos el buque de asalto anfibio USS Kearsarge, que inspecciona las costas para ubicar puntos de un posible desembarco.

De hecho, luego del paso del huracán María, que devastó el país y causó pérdidas calculadas por la prensa británica en 30.000 millones de dólares, el país carece de muchos servicios y suministros básicos, hay toque de queda por las noches y señales de que en las calles la gente comienza a perder la paciencia.

Varios alcaldes y funcionarios electos de la zona metropolitana y el interior informan de situaciones de “agresividad” por parte de la gente desesperada por falta de comida, agua y combustible. Eso se agrava para la gente pobre, que además se está quedando sin dinero.

El director de la Autoridad de los Puertos, Omar Marrero, explicó que en el principal puerto del país sólo operan las grúas que tienen plantas generadoras propias y una inspección ocular hecha por NCM Noticias mostró que apenas había tres grúas funcionando, mientras las demás estaban apagadas. Marrero sostuvo una reunión informal con representantes de las empresas importadoras y distribuidoras, que le informaron sobre la falta de abastos en el país y la urgencia de sacar del puerto los suministros que están llegando.

Las dificultades que provoca el embotellamiento en el principal puerto no son las únicas dificultades que enfrenta el país, pues el Gobierno insular calcula necesitaría que el Congreso de EEUU apruebe ayuda económica masiva, empréstitos a bajo interés y flexibilización de las medidas draconianas impuestas por la junta de control enviada por Washington debido a la crisis económica y la gigantesca deuda pública.

El Gobernador Ricardo Rosselló argumenta a los funcionarios de EEUU dispuestos a escucharle y al pueblo en general que el huracán ha “cambiado el paradigma” y que ahora es prioridad restablecer la estabilidad de Puerto Rico.

En la cara optimista, el asesor de Seguridad Nacional (Homeland Security) de la Casa Blanca, Thomas Bossert –hablando a nombre del presidente Donald Trump- dijo que la estabilización básica tardará por lo menos de tres a cuatro semanas en llegar. En Puerto Rico se está produciendo “una respuesta sin precedentes ante un desastre sin precedentes y tengo la esperanza de que ocurra una recuperación sin precedentes”, dijo Bossert.

“Somos una (sola) nación bajo Dios”, dijo por su parte el almirante Paul Zukunft, comandante de la Guardia Costanera de todo EEUU. Zukunft, quien hizo votos porque el resultado de toda esta situación sea que “el Estado Libre Asociado de Puerto Rico sea más fuerte de lo que era antes”00.

Según informes publicados en la prensa británica, se calcula que el paso de María por las islas del norte del Caribe dejó pérdidas montantes a 45.000 millones de dólares, de las cuales Puerto Rico sufrió el peor daño, con pérdidas directas estimadas en 30.000 millones. Esa cantidad, casi equivalente a las ganancias anuales repatriadas por las subsidiarias de EEUU, se extrae del producto bruto en momentos en que se han paralizado los recaudos del Estado, 80 por ciento de la agricultura se perdió, los principales hoteles –entre ellos el Ritz Carlton- permanecen cerrados indefinidamente y no hay actividad comercial significativa.

Dos semanas antes de María, el huracán Irma rozó Puerto Rico y tumbó el sistema eléctrico que ya venía debilitado por la prolongada crisis económica y fiscal. Aunque se estaba recuperando, María, con sus vientos de categoría cuatro y casi cinco- echó por tierra toda la transmisión y distribución de energía.

El panorama general es catastrófico, con decenas de miles de viviendas destruidas en todo el país, carreteras intransitables, falta de electricidad y agua potable –aunque esto último se ha estado recuperando- y ya comienzan a producirse escenas de falta de paciencia en la gente. Tal es el caso del motín ocurrido en el pueblo montañoso de Naranjito, donde fue atacado un alto oficial de la Policía que dirigía las operaciones de control del disturbio.

Ante la situación, se puso en ejecución un plan que ha involucrado unidades militares de Nueva York, Florida, Georgia, Carolina del Norte, Connecticut, Rhode Island, Kentucky, Misuri, Ohio, Utah, California y, por supuesto, Puerto Rico. Eso ha incluido el 249 Prime Power Battalion del Cuerpo de Ingenieros, la Unidad 26 expedicionaria de la Infantería de Marina, el Escuadrón 22 de Helicópteros Marinos, la Compañía 602 de apoyo médico, la Brigada Médica 44, el Séptimo Escuadrón de Helicópteros Marinos, una compañía del Regimiento 106 de Aviación, cuatro unidades de la fuerza conjunta de Incidentes de Comunicaciones, el Batallón 135 de Helicópteros de Asalto, el Escuadrón 269 de Comunicaciones de Combate, el Escuadrón 80 de Puerto Aéreo, el Equipo de Ayuda Médica de Desatres, cuatro unidades de transporte aéreo y una unidad de suministro de combustible para el transporte aéreo.

Las operaciones de EEUU durante el huracán Irma estuvieron bajo el mando principalmente del Comando Sur, pero ahora el liderazgo lo tiene el Comando Norte.

Se espera próximamente la llegada de un segundo barco de asalto anfibio, el USS Wasp. Mientras tanto, además de las operaciones de reconocimiento, el Kearsarge participó en el rescate de varios ciudadanos británicos cuyo barco –un antiguo barco de investigación oceanográfica decomisado en 2002- quedó a la deriva y fue empujado a las costas de la isla puertorriqueña de Vieques.

El caso del barco y de unas plataformas petroleras que se soltaron en mar abierto al sur de Vieques está entre los muchos sobre los que se sabe poco, pero que levantan muchas interrogantes.