Crecer o no crecer: esa no es la cuestión

21/04/2017
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Argentina tiene que reencontrarse, culturalmente, con las coordenadas del espacio y del tiempo para diseñar su futuro

 

Este es el peor momento para decirlo, pero no por ello menos necesario. Obviamente, la cuestión es “ser o no ser” como ya se dijo -genialmente- hace más de cuatro siglos. No es una cuestión de productos o dinero sino de personas e identidades. Al respecto y como sociedad, para ser una democracia, una república y un país digno, hay que hacer una serie de elecciones estratégicas. Algunas tienen que ver con la ley, la educación, la justicia y las instituciones. Desde el punto de vista de la evolución o el progreso podemos optar por el paradigma del crecimiento o el desarrollo. En esta decisión, reside la posibilidad de un futuro más o menos predecible (sin metáforas). Repasemos, según mi opinión, de lo que se trata.

 

a.- Crecimiento. Progreso económico con coyunturas internacionales favorables. Es una progresión rápida pero transitoria y con grandes oscilaciones socio-económicas. Mantiene o aumenta la desigualdad y concentra la riqueza. Luego, el ingreso per cápita termina siendo un eufemismo. La democracia y las cuestiones ambientales/sociales califican secundariamente o desde una postura retorica. La política y el Estado gozan de baja o nula autonomía, en los temas trascendentes, frente al poder corporativo internacional y nacional.

 

b.- Desarrollo. Aborda las transformaciones estructurales que el país necesita. La evolución es lenta, perdurable, inclusiva, sistémica y multiescalar. No está a la pesca de oportunidades y escenarios sino que los construye proactivamente. El crecimiento del PBI es un ingrediente más, importante pero no lineal ni excluyente. Los emprendimientos económicos respetan aspectos sociales, ambientales y culturales. Se basa en una política constitucional o de los hechos (no electoral) que puede lidiar con el poder económico, no subordinándose a él. Requiere un Estado protagónico que, junto a la Sociedad Civil y el Mercado, tiene un rol esencial.

 

El modelo a (vigente) es el presente perpetuo, electoral y económico, pero inviable social y ambientalmente. Tenemos casi un siglo con estas oscilaciones y me temo que estamos intentado un ciclo mas. No basta con bajar la inflación, activar la justicia y ganar las elecciones, para que vengan las inversiones. Al comenzar otro camino hace falta, también, por lo menos: a.- descentralizar población, economía y decisiones; b.- normalizar y dividir la Provincia de Buenos Aires; c.- reducir la desigualdad estructural, impositiva y educacionalmente; d.- iniciar un Ordenamiento Territorial nacional. Estas son ‘elecciones’ no electorales, por lo tanto requieren recuperar la política y la posibilidad de consensos a distintos plazos. El día a día, de esta transición y el “mientras tanto” se haría más tolerable si sabemos hacia dónde vamos. Esto implica recrear una nueva agenda, no partidaria ni gubernamental, dentro de un horizonte de sustentabilidad creciente.

 

No es casual, sino más bien sintomático, que a ningún político se le cruza por la mente alguna premisa del párrafo anterior. Tampoco a los economistas y al periodismo: seguimos sumergidos en dinámicas coyunturales, con plazos anuales. Más aun, inventamos una “polémica” con cada “noticia del día”. En síntesis, Argentina tiene que reencontrarse -culturalmente- con las coordenadas del espacio y del tiempo para diseñar su futuro. Finalizo con una frase de Buda, que complementa el axioma de William Shakespeare, arriba citado: “Si quieres conocer el pasado entonces mira tu presente que es el resultado. Si quieres conocer el futuro entonces mira tu presente que es la causa”.

 

https://www.alainet.org/de/node/184944
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