La investigación respaldada con 11 millones de documentos, conocida como Los papeles de Panamá y divulgada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación a través del alemán Süddeutsche Zeitung y un centenar de medios más, incluidos Proceso y Aristegui Noticias –a los que un exempleado de Televisión Azteca que anunciaba tratamientos milagrosos para el cabello, descalificó por “lópezobradoristas”–, ilustra al detalle las transacciones financieras para evadir el pago de impuestos, con la mayor filtración de documentos en la historia, pero aquélla es una práctica antigua, generalizada, en sostenido y peligroso crecimiento global.

Los paraísos fiscales suman 73 territorios alrededor del orbe y son de larga data. Mas la extraordinaria información del domingo 3 produjo de inmediato la renuncia del primer ministro de Islandia, Sigmundur Gunnlaugsson, demandada en las calles por ciudadanos; también el revire del Kremlin para eximir a Vladimir Putin de tales prácticas y presentar la información como auspiciada por la Central Americana de Inteligencia. Tienen su origen en mediados del siglo XX y es una práctica recurrente de los centenares de dueños de la aldea global, quienes para 2015 ocultaban a sus gobiernos en esos “legales” pero inmorales paraísos, 7.6 billones de dólares, cifra superior al producto interno bruto de Alemania y Reino Unido juntos.

Como oportunamente informó Cira Rodríguez César en el número 330 de Forum en Línea (en vías de cumplir 25 años de vida como medio impreso, VIII-1991-X-2010, y digital, 9-XII-2003-16), con base en datos de la organización Oxfam Intermón, nueve de cada 10 trasnacionales tienen recursos económicos en paraísos fiscales.

El informe recoge el análisis a 200 trasnacionales y las socias estratégicas del Foro Económico Mundial. Según el organismo no gubernamental, se calcula que la inversión empresarial en paraísos fiscales se multiplicó por cuatro entre 2000 y 2014. Y el dinero oculto no para de crecer.

El problema es tan grave en un mundo donde los gobiernos carecen de recursos para el gasto social no sólo en los países en vías de desarrollo sino también en las economías más desarrolladas, que Oxfam trabajó en la última cumbre de Davos, Suiza, para que la evasión fiscal por la vía legal pero ilegítima de los paraísos fiscales fuera tema de la agenda de los hombres y las mujeres del gran capital, además de sus intelectuales y analistas, pero la élite ignoró el vital asunto.

La esperanza era obtener de los plutócratas y de los gobernantes el compromiso de una estrategia que acabara con los paraísos fiscales, existencia que sostienen los pobres, pues con la evasión y elusión fiscales los gobiernos no logran recaudar un tributo mayor de las trasnacionales para destinarlo al gasto social, a los más desfavorecidos.

Del total de recursos depositados en los paraísos fiscales, 2.6 billones de dólares pertenecen a países de Europa, en tanto que 1.2 billones corresponden a Estados Unidos, un fenómeno muy ligado a la desigualdad reinante en la aldea.

Oxfam asegura –de acuerdo con la reportera de Prensa Latina–, que “en 2015 sólo 62 personas poseían la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad. La riqueza en sus manos se ha incrementado en 44 por ciento en apenas cinco años y todos son clientes de paraísos fiscales”. Y “La riqueza en manos de la mitad más pobre de la población se redujo en más de un billón de dólares en el mismo periodo, un desplome del 41 por ciento”.

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