La manifestación del 16 de mayo

19/05/2015
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Marcha espontánea hacia el congreso Marcha espontánea hacia el congreso
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Previo, durante y análisis

 

Este no es un escrito que parte de las biografías del poder: Pérez Molina, Maldonado Aguirre, Baldetti, Monzón, La Línea. Tampoco de comisiones pesquisidoras del congreso o de las ternas para vicepresidente. Hay muy buenos análisis de esto. Si bien es importante ver para arriba, a los poderosos, para conocer sus acciones y planes, se corre el peligro de creer que solo lo que llega a su mundo – diputados, magistrados, presidentes, ministros – es real y válido. Esta es una reflexión y una suerte de etnografía que propone no solo mirar hacia ellos, sino hacia nosotros. Va este escrito para quienes recortan cartulina y piensan sus mensajes de pancartas, para quienes llevan sombrilla por la lluvia o se empapan, para los asalariados a quienes la SAT les quita  dinero que va a parar a las mansiones de los poderosos. No es un escrito de propuesta política o direccionalidad, sino de reflexión de cómo se han expresado las manifestaciones, los descontentos, los insultos, los poemas, los cánticos. Toca tres eventos: el festejo por la renuncia de Baldetti (8 mayo), los caminos de encuentro de estudiantes de distintas universidades (14 mayo) y la manifestación del 16 de mayo.

 

8 de mayo: Renuncia de Baldetti, cuetes y marcha espontánea

 

Renuncia la vicepresidenta Baldetti y se conglomeran alrededor de tres mil personas frente al Palacio. De forma individual, en pequeños grupos de amigos y en colectivos se van aproximando. Eran aproximadamente las seis y media de la noche, aunque aún clareaba el horizonte. La noticia es recibida como una fiesta. Es la noche de los cuetillos. Al inicio el eje de la reunión eran el grupo de los Encadenados por la libertad, quienes vitorearon la dimisión como victoria popular. «¡No renunció, la despedimos!», comienzan a corear un pequeño grupo de jóvenes con tambores y pitos, seguidos por la voz entusiasta de los presentes. Un rumor circula: los diputados están reunidos en el Congreso con la posibilidad de aceptar la carta de renuncia de Baldetti. El rumor se convierte en pregunta y la pregunta en consigna: «¡Vamos al Congreso!». El cronista y dibujante del siglo XIX, John Lloyd Stephens, nos habla de los campesinos que derrocaron al gobierno de Mariano Gálvez, el cual había dado enormes cantidades de tierra de Oriente en concesión a compañías inglesas. Citando a un vecino de la capital de Guatemala en 1838, nos dice cómo entraron a la ciudad «llenando las calles, todos con ramas verdes en sus sombreros, parecían a cierta distancia un bosque en movimiento»[1].

 

El viernes 8 de mayo  2015, no eran ramas de árboles ni sombreros campesinos los que marchaban por la 8a. calle y 8a. avenida, zona 1, sino un conglomerado disperso pero con dirección, con múltiples cantos sin uno solo monopolizador, de saltarines emocionados y sonrientes, todos dirigiéndose a la literalmente oscura 9a. avenida, frente al Congreso. A un costado de la entrada, vehículos de los Canales 3 y 7 estaban estacionados: un pick up blanco y una  camioneta de equipo de transmisiones. La larga y dispersa marcha tendió a concentrarse frente a las puertas del Congreso. Tres o cuatro policías asustados estaban llegando, el movimiento del plantón en marcha les había tomado por sorpresa. Algunos rodearon la camioneta de Canal 7, uno que otro empezaba a abalanzarse fugazmente y le daba un manotazo a la parte trasera. «¡Fuera, vendidos!» fueron los primeros gritos, recordando cómo estos canales de televisión se habían hecho cómplices del Partido Patriota y del Líder, no transmitiendo las manifestaciones – del 25 de abril, del 1 y 2 de mayo -. Los manotazos contra la parte lateral se convirtieron en intentos de empujar la camioneta. Los ánimos se caldearon. En el mismo instante habían rumores de policías antimotines – Fuerzas Especiales Policiacas – del lado de la 10a. y 9a. calle.

 

«Nos harán sandwich», dijo una mujer pelirroja. Varios buscaban al conductor de la camioneta, no estaba y, adentro, había un trabajador del canal totalmente asustado, no animándose a salir. Un joven decidió abrir la puerta de la camioneta y entrar para quitar el freno de mano para, así, poder empujar la camioneta del lugar y evitar que se volteara. Un policía con su traje de oficina, no el negro, le dijo que  se saliera. «Me salgo, pero se mete usted y quita el freno de mano, sino voltean la camioneta». Dubitativo, el policía accedió a los minutos y los presentes empujaron la camioneta del Canal 7 quince metros a la derecha. Esto provocó alegría en los  manifestantes, se apropiaban de un nuevo triunfo. Al rato el pick up de Canal 3 se retiró, no sin un momentáneo detenimiento que le obligaron hacer algunos estudiantes. Los ánimos calientes todavía, el joven del tambor gritó la nueva consigna «Pueblo, ¿dónde estás? / manifestando en paz». Las olas eléctricas de la fiesta y de la rabia volvieron, momentos después se caminó de nuevo hasta el Parque Central, bautizado por los gobernantes como Plaza de la Constitución. Allí, en esa Plaza-Constitución, se brincó, se saltó y se quemaron cuetes. Volvió a ser el Parque Central.

 

14 de mayo: Universitarios en asamblea

 

Al final de la tarde del jueves 14 de mayo se habían reunido, en la cafetería de la Universidad Landivar, alrededor de ochenta estudiantes de distintas universidades, entre ellas San Carlos, Marroquín, del Valle y en ese momento la anfitriona. Se inició con consignas, un gorgorito y un bombo. Todavía sentados en las mesas, tímidos y tímidas, miraban con cierta incertidumbre al grupo de cuatro personas que cantaban frases de manifestación. El del tambor en esa ocasión era yo... todavía con una mezcla entre usar mis manos ese mismo día para releer por enésima vez las Tesis sobre el concepto de historia, de Benjamin, comer tortillas en un comedor de la novena calle y tratar de llevar el ritmo del bombo en la noche. Casi todas las frases eran nuevas, con algunas que venían ya de la tradición en formación de las marchas de los sábados. La mayoría de estudiantes se levantaron de sus sillas, pero la voz no les salía con soltura. Conversando con quien entonaba y organizaba los cantos, me dijo: «a lo mejor es por el espacio que no se animaron tanto a cantar, como que se sintieron invadidos. No es así en la calle porque allí la gente ya va con la idea de expresarse, de hablar, de cantar.  El mismo espacio lo permite».

 

Concuerdo con lo que analizó: había un cierto choque entre el espacio habitual de una cafetería de universidad privada, para muchos no la propia y cotidiana, aunado al inicio del encuentro con nuevas personas – la patojada, como dirían en los sesentas –. ¿Acaso en los espacios de recreación juvenil de hoy en día es, el propio joven, el sujeto de la diversión y el conocimiento? El cine proyecta la película, la introduce como temática narrada y participación – probablemente – nula de una discusión colectiva. El centro comercial bombardea con el «inmenso arsenal de mercancías» a la persona, promoviendo deseos que tienen como condición el dinero, el intercambio de propietarios privados. La discoteca, el bar o el restaurante venden la posibilidad del baile, el ambiente, la finura y el refinamiento, preparando una fiesta que tiene como fin el festejo abstracto de una semana de trabajo o estudio.  La fiesta como escape, no como encuentro de posibilidades de conocimiento más amplio, en profundidad. ¿Acaso esta sociedad de la mercancía no estimula prácticas autoritarias, donde la decisión de la vida se limita a la capacidad adquisitiva, a la compra entre una y otra prenda o hamburguesa, al baile solitario bajo el enorme volumen de las discotecas?

 

¿Acaso la pregunta por la democracia solo tiene que ver el Congreso o es, a la vez, un férreo cuestionamiento de los tiempos, espacios y demás relaciones que nos objetivan, es decir, que nos van moldeando de sujetos en objetos? La primera asamblea general de estudiantes universitarios tuvo la virtud de lo distinto, de lo semejante que une, de las preguntas que dejan reflexionando. Las batucadas dieron paso a la creación de mini-asambleas, alrededor de nueve mesas discutiendo, primordialmente, ¿qué vamos a exigir? Momentos antes había entrado el grueso de estudiantes sancarlistas, denominado USAC es Pueblo. Entraron con altas y recias consignas, la mayoría con roncas voces, jóvenes hombres, muy poca presencia femenina en esa ocasión. Colgaron su gran manta azul, de tela, de unos postes dentro de la cafetería. El canto y la manta eran actos de presencia, de reivindicación de la procedencia y, podríamos decir, de tradición heredada conscientemente. Esto, a la hora de las discusiones, es central. Al rato, se colgó una pequeña manta de vinil azul y amarillo, a la par de la sancarlista. Era la manta de los landivarianos. ¿Eco, aprendizaje, presencia? Los recién llegados llegaron a integrarse a las mesas de discusión. Recibidos por los organizadores, la idea era que no se sentaran solo por gremios o adscritos de la misma universidad, sino mezclados.

 

En una mesa habían dos estudiantes de Marroquín, tres de del Valle, tres de Landivar y tres de San Carlos. En otra mesa ya se había iniciado la discusión. Una estudiante de Landivar leyó la pregunta: «¿qué exigimos?». Otro joven de la misma casa de estudios, economista, subrayó: Reforma a la Ley Electoral y de Partidos  Políticos, voto nominal de diputados y no por bancadas completas. Se anotó en el papelógrafo. Un estudiante de San Carlos pidió la palabra  y dijo: «se necesita Reforma Agraria». Esto no provocó la misma continuidad de pensamiento y planes que se había tenido con lo de la reforma electoral. Se tardó un poco en escribirlo en el papelógrafo. «Bueno, es que eso es algo más profundo», dijo una integrante. «Sí – repitió el estudiante – necesitamos reforma agraria». Otro joven landivariano dijo: «eso puede verse con lo de la propuesta de Ley de Desarrollo Rural, la está pidiendo el CUC, ¿no?». ¿Es lo mismo reforma agraria a ley de desarrollo rural? Jorge Briz, actual presidente del Cacif, así lo pensó y la impugnó en marzo 2013. Si bien sorprendió, se le puso mucha atención a la exigencia. Luego de este momento, el joven landivariano propuso estudiar el próximo análisis que haría el ICEFI (Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales), encargado recientemente por Otto Pérez.

 

Otro estudiante sancarlista cuestionó: «¿quién está detrás de esa iniciativa? ¿quién la haría?». Se inició entonces otra conversación, retomando la palabra el estudiante landivariano. «El ICEFI fue fundado por Alberto Fuentes Knight, antiguo ministro en el gobierno de Colom pero que renunció por la corrupción. Escribió un libro crítico del manejo financiero y tributario en Guatemala». El estudiante sancarlista dijo: «sí, pero qué intereses lo harán». Eran a lo mejor dos visiones de respuesta, pues el landivariano le dijo que era una propuesta hecha con fondos de organismos internacionales, con apertura a la sociedad civil, mientras que el sancarlista preguntaba por quiénes lo harían y bajo qué intereses, no solo de la sociedad civil, sino de clase. Puede que esto sea visto como semántica o diferencias ideológicas, lo cual podría ser inicialmente muy simplista. El común denominador de esa noche fue un hastío contra los mandatarios y los partidos políticos, con sus decisiones como la del vicrepresidente Maldonado, recomendando ya no una crítica puntual a Otto Pérez o Maldonado, sino al sistema.

 

Por ahora la tensión reside en que se busca solucionar al sistema con nuevas medidas sistémicas, como si la sociedad fuese una esfera de representación política y de votación per se. Se critica la corrupción en la democracia, no la integración del Estado como monopolio de la práctica e idea de democracia participativa. ¿Y la tierra para los campesinos? Parte del estudiantado, por el momento, no lo siente en las entrañas, porque la fruta y el vegetal pasan por la mediación del dinero, no del propio trabajo agrario. Si bien se tocó en un momento, no fue parte de la discusión en la asamblea general, luego de las mesas. Otro punto que se tocó fue el voto nulo o en blanco: ¿es contable para efectos de una nueva propuesta, incluso, partidista?, se preguntaban los presentes. Otra tensión, asociada a un cartel de la manifestación del 2 de mayo, solo que redactada como pregunta: ¿nuestros sueños caben en sus urnas? El estudiantado discute, eso ya es una práctica con implicaciones de construcción democrática, contrario a la idea de un guía conocedor, sea catedrático, rector o presidente.

 

16 de mayo: Lluvia, marcha estudiantil, fiesta y espacio crítico

 

Finalmente se llegó a la fecha establecida por la página electrónica. No obstante, el esfuerzo constante de las manifestaciones – planificadas o espontáneas – llevaba su fruto. Fuera el 25 de abril, la semana siguiente con los plantones frente a Casa Presidencial, las marchas del 1, 2, 3 de mayo, el festejo de la renuncia el 8 y 9 de mayo con las marchas al Congreso, las protestas contra PP y Líder el 10 de mayo en Antigua y Xelajú, todas ellas, preformaron el ambiente de la jornada de manifestación. Aquí se tratarán algunos aspectos de la manifestación del Parque Central, en ciudad de Guatemala. Se inicia con una crónica-reflexión del estudiantado universitario en la marcha, el ambiente previo en la Plaza, el recuerdo social presente para, luego, finalizar con algunos patrones sociológicos de la manifestación.

 

1. La marcha estudiantil

 

Hay que apoyarse

en los muros de la noche

y el sueño de las campanas

Despertaremos la ciudad

la levantaremos

educaremos sus ojos a la luz

 

Roberto Obregón, El aprendiz de profeta[2]

 

Una de la tarde frente al Organismo Judicial, en el Centro Cívico. Algunos carros se paran y dejan a grupos de dos estudiantes. Vienen vestidos en su mayoría con colores azul y blanco, aunque generalmente sin ningún patrón. Ya hay varias mantas sujetas a las macetas: una de Comunidad UVG [Universidad del Valle de Guatemala], de Landivarianos y otra con la fotografía de Irma Flaquer, periodista egresada de esa casa de estudios y secuestrada por el gobierno militar de Lucas García. Los estudiantes empiezan a rescatar la memoria de lucha de su propia casa de estudios. De hecho, una comisión ha organizado una actividad simbólica al marchar frente al Palacio de la Policía Nacional: se taparán la boca con cinta adhesiva o con la mano, recordando «a todos los líderes que murieron por una Guatemala distinta». Se empieza a llenar la plazuela. Llegan jóvenes de la Universidad Mariano Gálvez con una manta de «marianistas», asimismo de la Universidad Francisco Marroquín. Uno de ellos empieza a regalar unos botones metálicos de un grupo llamado Estudiantes por la libertad. A algunos molesta esto por parecerles un cierto tipo de proselitismo interno. Es la una y media. Los landivarianos son quienes por el momento están más articulados en discurso y organización.

 

Dos hombres y una mujer, todos estudiantes, leen un comunicado. Improvisan con cartulinas un megáfono y se lanzan a hablar fuerte en público. La joven es quien se pronuncia con más fuerza y con mayor énfasis en las frases. Es un ambiente de mucho entusiasmo. Entre los estudiantes  van pasando las vendedoras y vendedores de bubucelas, gorgoritos, cintas «Nunca más», banderitas de Guatemala. Salen a la calle. Hasta delante van sosteniendo las mantas de vinil de URL y UVG. Un estudiante de Marroquín lleva un cartel con el nombre de su universidad. Poco a poco empiezan a decir consignas y a repetirlas. Se vive un ambiente de algo nuevo, sin duda. Se camina hacia la 18 calle y 6a avenida. Un policía de Emetra cierra las puertas del Transmetro. Mucha gente, disgustada, se queda afuera. ElC servicio se ha suspendido. Las coordinaciones con la manifestación Usac es Pueblo se continúan. Vienen por el colegio Don Bosco. Hay cierto temor por la presencia de sancarlistas que, se rumora, pueden ser de la AEU, afamada desde hace algunos años por estar cooptada por una camarilla violenta y corrupta. El cielo se oscurece cada vez más y se escuchan truenos a lo lejos. Los estudiantes de las universidades privadas se detienen y siguen entonando consignas.

 

2. Marea sancarlista

 

Salimos a la calle y bajo la lluvia corrimos

a la cantina de allí a la vuelta

Entramos metiendo ruido y enseguida

nos pusimos a derrochar las uvas

de la aurora y ordeñamos sin tregua

LA REVOLUCIÓN

 

Roberto Obregón, El fuego perdido, Poema X, p. 44[3]

 

«No llegan todavía, pero vienen por la Bolívar», dice con expectativa una de las coordinadoras entre Landivarianos y USAC es Pueblo. El ambiente es como de vacío, con las personas pasando como rápidas gotas. ¿Es por el cielo oscuro que presagia una tormenta o por la cercanía de la manifestación? Al inicio es por la lluvia, luego empiezan a pasar personas corriendo, con banderas de Guatemala, con carteles, con pitos. Se les pregunta por dónde vienen: «Ya allí, por el Don Bosco». Como pecesillos que anuncian la venida de un cardumen, así pasan los manifestantes hacia el Centro. «¡Allí vienen!», dice la amiga. Se escuchan bombas y cuetillos. Vienen bajando por la calle de alrededor de veinte metros de ancho. Cubren todo, son como una marea con colores azul y negro. Su ahora conocida manta de tela USAC es Pueblo viene hasta adelante. Mi amiga landivariana se abraza con gran alegría con dos de los dirigentes. Vienen sonrientes, aunque también alertas. Un grupo de alrededor de ochenta estudiantes van organizados para mantener el orden. Reciben a su vez el aviso de que posiblemente cerca se encuentra un grupo de AEU. La gente sale de los edificios y comercios a aplaudir a los sancarlistas. Vienen con paso firme y orgullo. Impresiona la marea, parecen un río de treinta años. La lluvia empieza y al contrario de disminuir los ánimos, los exacerba. Es un diluvio.

 

Bajo los puentes de desnivel entre zona 1 y 4 se resguardan, momentáneamente, algunos miembros de orden. La tormenta es recibida con alegría. Empiezan a unirse los dos caudales universitarios. Es medio mes y algunos les han pagado. Las personas que habían venido a pasear ese sábado se refugian en los comercios y áreas resguardadas de la lluvia. Ven pasar dos ríos: el de manifestantes y el acumulado de agua que corre por la Sexta avenida. «¡No Baldizón, no te toca a vos!», exclaman los estudiantes entre otras consignas. Por el Parque Concordia – 15 y 14 calle – se unen jóvenes con batucadas, tambores y zancos, pintados y vestidos de arlequines, así como de figuras serpenteantes. Al clamor se agregan los bombos y tambores, baile y cánticos. La actividad de silencio frente al Palacio de la Policía se trata de llevar. Es muy difícil, siempre alguien está bailando, soplando su bubucela o gritando. Se intenta pero el desborde de voces es incontenible. Me recordó la imagen de Lucas: «Yo les digo que si ellos se callan, las piedras gritarán». El agua hasta los tobillos, totalmente empapados. ¿Algo de carácter bautismal en este nuevo momento popular? El río universitario se va uniendo en las calles, en la práctica. El agua cae del cielo y moja todo. Algunos dicen que purificando las calles y a los corruptos. Luego súbitamente termina de llover. La plaza está repleta y el estudiantado llega. «¡Pueblo que escuchas, únete a la lucha», repiten. 

 

3. Horas antes: la Plaza por la mañana

 

Las siete y media de la mañana. Un grupo de alrededor de 250 personas se reune alrededor del asta de la bandera, en el Parque Central. Forman un círculo y tienen en común pertenecer a iglesias evangélicas en Guatemala. Oran. Algunas mujeres y hombres tienen  alzadas las manos al cielo. Si bien hay un pastor rezando en voz alta, hay mujeres orando al mismo tiempo su propio contenido. «Hay alrededor de 25 mil iglesias evangélicas en Guatemala, si nos juntáramos todos podríamos ser como la manifestación de la tarde». Muchos aplauden y vitorean el mensaje. Dos mujeres rubias, madre e hija, lloran mientras se hace la oración colectiva. El pastor dice que seguirán llegando por las mañanas, pues por las tardes es la actividad de los otros. No prohibe ni desalienta la participación, simplemente se concentra en su diferencia, digamos, de método: la oración a Jesucristo para combatir los males de la corrupción en Guatemala. En la 6a calle, frente al Parque Centenario – 5a y 6a avenida – hay dos camiones de la Policía Nacional Civil. Adentro tienen torres de iluminación, video, sonido y control. Paralelo, algunos de los manifetantes “de la tarde” ya están presentes y, a través de la página Renuncia ya, denuncian y se preguntan «¿qué haremos?».

 

Las once y media. Hay tres tarimas en preparación. Una, del Canal Antigua ocupa el margen derecho por detrás de la fuente. Dos, la agrupación Música y esperanza instala bocinas y equipo en el margen izquierdo, frente al Palacio. Nadie quiere ocupar la parte central, como el 2 de mayo lo había hecho la enorme tarima y equipo del Parido Líder en su inicio de campaña. Todo es lateral, un poco por respeto, un poco por temor. Corren las aguas de un consenso de no protagonismos, aunque estos se insinúan. Tres, un grupo de rockeros prepara la batería y el equipo de sonido, cubriéndolo con una lona por la posible lluvia de la tarde. La gente pasa al lado de cada tarima pero sigue de largo. No es el tiempo todavía.

 

A un costado del parque, a diez metros de la tarima de Canal Antigua, hay un círculo de viejos y jóvenes, la mayoría hombres. Con un micrófono dispuesto alrededor del cuello, un vendedor hace su tradicional mensaje repleto de chistes, “malas palabras” y referencias sexuales. «Aquí en Guatemala somos bien bolos y ¿quiénes están más contentos? Pues los Castillo, los de la cervecería y los de las cantinas de los pueblos. No ven a la señora dueña de la cantina, con sus grandes calzones que se los compra con el pisto que gastamos en chupar». Todos ríen y asienten con la cabeza. No es el Renuncia ya de quienes tiene acceso al internet, sino las olas de quienes encuentran en la Plaza un centro para pasar el día, buscar empleo, distraerse, reunirse, conversar en la urbe. El chiste y la burla a la realidad, al sufrimiento convertido en identidad, eso congrega en estos hombres y mujeres que, no por ser comerciantes de aguas mágicas, encantadores de serpientes o adivinadoras, dejan de ser oradores del pueblo. Ellos presagian el mítin desde la vivencia, con mareas que confluirán con la crítica social de la tarde, pero ya presente en las propias vidas, migraciones y dolores de los congregados. 

 

Mediodía. Cientos de personas salen de la Catedral. Una madrugadora manifestante, quien había traido impresas sus consignas y buscaba cartones para reforzarlas, alude alegremente: «¡ya están viniendo!». Cientos de indígenas salen del atrio con banderas amarillas y blancas, color de la iglesia católica. El entusiasta vaticionio de la madrugadora manifestante es erróneo, por lo menos en un inicio. No vienen del Comité de Unidad Campesina, tampoco de la Resistencia en San Juan Sacatepequez – por lo menos no es ese su fin. Provienen del Decanato 14, de una ceremonia catequista. Llevan hermosos güipiles y trajes ceremoniales, con cirios y tocoyales. Pertenecen a comunidades católicas de San Juan Sacatepequez y otras comunidades kaqchikeles del occidente del departamento de Guatemala. Algunos se toman fotos frente al asta, otros hacen filas para entrar a baños móviles colocados frente a la catedral. Estos no están colocados para la misa del decanato, sino para los «ciudadanos dignos» - así reza – de la manifestación de la tarde. Entre estos atisbos de lo organizado y el caudal, de la previsión y la confluencia, se iría formando la tarde.

 

4. Pausa: Recuerdo...

 

«Las fiestas tienen siempre una relación profunda con el tiempo. En la base de las fiestas hay siempre una concepción determinada y concreta del tiempo natural (cósmico), biológico e histórico. Además las fiestas, en todas sus fases históricas, han estado ligadas a períodos de crisis, de trastorno, en la vida de la naturaleza, la sociedad y el hombre. La muerte y la resurrección, las sucesiones y la renovación constituyeron siempre los aspectos esenciales de la fiesta

 

Bajtín, La cultura popular en la Edad Media[4]

 

El 25 de abril un anciano escribió sobre una vieja camisa: «Revolución del 44 ¡presente!». Ese mismo día, en otra parte del parque, un joven llevaba una pancarta con el mensaje «Necesitamos sangre tipo Arbenz». El pasado retorna. Estudiantes de Usac es Pueblo diseñaron una imagen del Parque Central donde, del lado izquierdo, está la panorámica de la victoria del 20 de octubre de 1944 y, hacia la mitad, se va transformando en la fotografía coloreada del 25 de abril 2015. No es espacio aquí para analizar sociológicamente cuán atinada es la comparación de ambos momentos históricos, con sus respectivas configuraciones y luchas. Por el momento, el hilo en común es el conjunto de manifestaciones como un  movimiento del recuerdo. La sed del presente se aproxima a las aguas del pasado. Nadie mejor que Roberto Obregón, poeta revolucionario en los sesentas, para expresarlo:

 

Removed,

removed los rescoldos

de acampados inmemoriales,

que tal es el secreto

de las grandes fogatas[5]

 

Característica de su poesía: fuego y agua como alusiones al pasado y al presente. Es común en las manifestaciones de abril y mayo los elementos del fuego y del agua, tanto en el instante mismo como en la posterior reflexión. El 25 de abril se vapuleó la piñata del diablo, de Pérez Molina y Baldetti. El 1 de mayo los sindicalistas le prendieron fuego a la cucaracha de la corrupción, frente al palacio. El 8 de mayo – día de la renuncia de Baldetti – se quemaron cuetes y ametralladoras. (El ruido como movimiento del fuego). El 16 de mayo se bailó sobre el agua acumulada sobre la calle,  imposibilitada de canalizarse en las reposaderas de la ciudad. ¿Alegoría concreta? Los sancarlistas en facebook recordaron: «El sábado nos pudimos dar cuenta como está la Sexta Avenida de Rebonita, parece el Canal de Venecia, por la gran poza de agua, pero eso no nos impidió el paso. Y ustedes, ¿disfrutaron del chapuzón en la sexta?». Uno de los jóvenes respondió: «Sí claro, buenísimo... chapuzón y bailada cuando los compañeros tocaban con sus tambores en el palacio de gobernación». Chapuzón y bailada, así lo sintetiza el estudiante.  El pasado ha adquirido movimiento presente, es más, se ha convertido en un llamado. El poeta Otto René Castillo, cruelmente torturado y asesinado por el gobierno militar, hoy vuelve bajo cientos de mantas, pancartas y mensaje electrónicos: Vamos patria a caminar, yo te acompaño. Algunos la han tomado para agregarle su mensaje: Vamos patria a caminar, nosotros te acompañamos – Vamos patria a repintar, yo te acompaño.

 

Vuelven los muertos con el exceso de vida que nos dejaron. Las estudiantes, los estudiantes, han emprendido la marcha del recuerdo con sus mártires. Los landivarianos hicieron una manta con la fotografía de Irma Flaquer, periodista asesinada por el régimen de Lucas, bajo el cual se formó Pérez Molina y otros integrantes de la banda La Línea. El mensaje era: «La injusticia será injusticia a pesar de los intentos que hagan todos ustedes para explicarla». Abajo de la frase, los estudiantes hoy contestaban: «Tus palabras nos inspiran. Landivarianos». Por su parte los sancarlistas entonan constantemente: «Oliverio no está aquí / Oliverio ¿dónde está? / Oliverio está en las calles / exigiendo libertad», rememorando al emblemático líder estudiantil de la AEU, baleado por los esbirros del gobierno militar de Lucas el 20 de octubre de 1978. Irma y Oliverio son llamados por las nuevas generaciones en protesta. Su muerte es parte de un dolor de parto colectivo como pueblo, como humanidad. Bien lo resume un mensaje de manta utilizado en las masivas manifestaciones de Quetzaltenango: «Estamos naciendo».

 

5. Patrones sociológicos de la manifestación

Palacio de los ladrones

 

Varias características de cómo se traslada y mueve la manifestación del 16 de mayo. Uno, se elige un lugar  de concentración por agrupaciones gremiales, grupos de amigos o de luchas particulares. Los sancarlistas de la Plaza de los Mártires (USAC), las universidades privadas del Organismo Judicial (Centro Cívio), el Comité de Unidad  Campesina (Plaza de la Revolución), médicos indignados del Parque Concordia, Hijos y grupos feministas del Parque Morazán. El eje de convocatoria final, propuesto por la cuenta Renuncia ya fue el Parque Central, fue las tres de la tarde. No obstante, los esfuerzos organizativos citaban desde el mediodía. Asistieron también por grupos el movimiento gay y lésbico, catequistas y religiosos católicos, ciclistas y motociclistas (bikers) organizados, vendedores informales, así como grupos de amigos de distintas sin previa organización. Grupos familiares llegaron como núcleos de colectividad de protesta: madre, padre, tío, abuelo, hijos pequeños, hijas mayores.

 

Dos, los grupos interactúan en movimiento, no en  un solo lugar fijo. Los jóvenes y estudiantes buscan llegar lo más cerca de la entrada del Palacio: bailar, tocar tambores, saltar, cantar consignas, mostrar sus mantas en las gradas del palacio o sobre la 6a calle. No obstante, se van moviendo: buscándose cuando se pierden por la inercia del gentío, escuchando las bandas de rock, leyendo las pancartas. Hay toda un ambiente de disposición de comunicación: las pancartas son llevadas para mostrarlas, no para ocultarlas, la vista puede iniciar lateral y perdida entre la masala foule, diría Baudelaire – pero suele reencontrarse con un «gracias» por haber permitido la lectura del cartel, la piñata, la manta o el barrilete. [Esto contrario a la impersonalidad del tráfico o el uso de los buses. Allí la lógica del interés privado y de la competencia mercantil se extiende como enfrentamiento y producción de caos, de la meta individual y de la velocidad. El tráfico vehicular es el movimiento de la inercia, no de la voluntad compartida como disposición humana al compartir. Posibilidad de construcción colectiva en intersubjetividad].

 

Tres, es simultáneo el gozo desde lo distinto y heterogéneo. La manifestación, en tanto fiesta, no es concebida como el monopolio de un discurso, una práctica, un acatamiento. Al contrario, tiene como patrón la dispersión desde una voluntad crítica. Lo que por el momento ha articulado no es la afirmación de un programa o prácticas políticas, sino la negación concreta que va escalando. Es decir, en las manifestaciones se ha rehuido afirmar cuál es la práctica correcta, más bien la negación guarda en sí la multiplicidad de las experiencias reprimidas. Esto, en sí, ha sido un conflicto. Algunos se preguntan qué tiene que ver una marcha contra la corrupción con una manifestación gay y lésbica. Tal incomprensión surge a la hora de definir por qué se protesta. Las manifestaciones han sido exitosas – en cualidad de festejo y cantidad de experiencias – por el hecho de crear espacios diversos de participación, no de dirección. Esto es desde ya un reto que se plantean los distintos grupos en pugna con mirada – como se dice – ideológica: ¿cómo darle salida de propuesta y efectividad política-estatal a la congregación del descontento? La sola pregunta ya delimita el monopolio de lo político a lo estatal y a la concepción de los canales correctos, institucionales, de organización centralizada. Vemos, pues, un movimiento que rebalsa y fija, que disgrega y centraliza. ¿Es eso desde ya una práctica crítica, en sí, al sistema como homogeneidad práctica y discursiva?

 

Cuatro, las manifestaciones y marchas como desplazamiento del espacio del poder. Los espacios del Estado y del comercio son reinventados como uso humano o simplemente borrados. El Palacio se convierte en palestra y exhibición de mantas, fotografías, insultos, indignaciones. El asta de la bandera es convertido en santuario con veladoras, como aquella que en conjunto formaban la palabra «Pueblo». Letras hechas con veladoras, palabras de luz: simbolismos vivientes y fugaces, sumamente expresivos. Esto se desplaza del espacio de la manifestación a la de la crítica en la normalidad. Los mítines de los partidos – Líder y Patriota – son espacios contestados por grupos de personas, artistas, amas de casa, maestros, convertidos en denunciantes del desfalco y del saqueo. Así pasó, sin coordinación ni planificación, en Antigua Guatemala y en Quetzaltenango, el domingo 10 de mayo. En Antigua la manifestación obligó al aspirante a la presidencia, Baldizón, a abandonar el Parque central. En Xelajú, Quetzaltenango, la fiesta del día de las madres del Partido Patriota fue desenmascarada en las protestas al alcalde Paniagua, acusado de corrupción y robo desde su trabajo en Fonapaz.

 

Ante esto, el conflicto sube y se expande. El domingo 17 de mayo en Coatepeque y Quetzaltenango, simpatizantes y organizadores del Partido Líder amenazaron con «plomear» a los manifestantes, con atropellarlos con pick ups rojos y con gestos de dispararles con la mano en forma de pistola. Hay una desesperación por el rompimiento del tiempo de la normalidad. La democracia estatal está queriendo sobrevivir con amenazas y una campaña forzada de legitimación. Las manifestaciones desplazan simbólicamente el poder: primero contra el Palacio en ciudad de Guatemala, luego contra las gobernaciones departamentales, hasta ser buscadas en los mismos estadios o salones de mítines políticos. Ahora el Partido Líder, «partido del pueblo», ha hecho una manta vinílica que  dice «Se reserva el derecho de admisión». No solo las plazas, estadios o calles han sido desplazadas de su cotidianidad de dominación, de indiferencia mercantil, también sus mismas estructuras.

 

Flores, corazones, ramas

 

Tal es el caso de múltiples esfuerzos, también espontáneos inicialmente, por borrar las pinturas partidistas en los postes y paredes públicas, sea en Escuintla, Mixco o ciudad de Guatemala. Algunas han sido pintadas de blanco por vecinos de áreas residenciales, sobre todo del líder. Otras – como Antigua y Mixco – no solo han sido eliminados los colores del Partido UNE y Líder, sino han sido transformadas en dibujos, mariposas, hojas otoñales, quetzales, manitas de niños y corazones. Esto es una reapropiación material del espacio vital y de experiencia, transformando el ciclo de gobernabilidad estatal en momento de disfrute que niega el orden establecido y lo abre hacia uno de disfrute social. En uno de esos postes acompaña la frase: «El pueblo despertó». Los lugares de la normalidad mercantil y de producción económica son retomados como extensiones de uso social. Es un espacio de disputa que rebasa la función por la experiencia, la integración sistémica por el sentir estético.

 

Nueva Guatemala, del 15 al 18 de mayo 2015

 

- Sergio Palencia es Sociólogo egresado de Universidad del Valle de Guatemala y el Instituto “Alfonso Vélez Pliego”, Universidad Autónoma de Puebla, México. Catedrático de Universidad Rafael Landivar. Trabaja temáticas relacionadas a memoria histórica en Guatemala.



[1]             El relato en inglés dice así: «[...] choking up the streets, all with green bushes in their hats, seeming at a distance like a moving forest.» Stephens, John Lloyd. Incidents of Travel in Central America, Chiapas and Yucatán. London: Arthur Hall, Virtue & Col, pp. 186. 187.

[2]             Poeta guatemalteco, revolucionario, nacido en Mazatenango en 1940. Secuestrado por las fuerzas gubernamentales de El Salvador, en complicidad con las de Guatemala, el 6 de julio de 1970. Este poema se encuentra en: Obregón, Roberto. «El aprendiz de profeta [1965]» (pp. 69-80) en: El arco con que una gacela traza la mañana. Recuento de poesía. (2007). Guatemala: Ministerio de Cultura y Deportes, Editorial Cultura, pp. 71, 72.

[3]             Obregón, Roberto. (1968). El fuego perdido [1966-1968]. México: Dirección General de Cultura y Bellas Artes, pp. 116

[4]             Bajtin, Mijail. (1998). La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais. Madrid: Alianza Editorial, pp. 14

[5]             Obregón, Roberto. «El aprendiz de profeta [1965]» (pp. 69-80) en: El arco con que una gacela traza la mañana. Recuento de poesía. (2007). Guatemala: Ministerio de Cultura y Deportes, Editorial Cultura, pp. 71, 72.

 

https://www.alainet.org/de/node/169720?language=es
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