La batalla por la sobrevivencia

06/03/2012
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Al estupendo, respetado y querido colega, Carlos Ravelo Galindo en su LXV aniversario en la profesión. Exacto, un 4 de marzo de hace 65 años, cuando tenía 17, ingresó al EXCELSIOR de don Rodrigo de Llano, don Manuel Becerra Acosta y don Armando Rivas Torres. Mil felicidades amigo y hermano, muchos años más, ahora, con tu enjundiosa columna “En Las Nubes”.
 
Por segundo años consecutivo llegó el pasado jueves al puerto de La Habana El Crucero por la Paz, el barco que recorre el mundo cada año con activistas contra las amenazas nucleares y medioambientales, ahora fueron 770 japoneses, entre ellos 10 hibakushas, como llaman en Japón a los sobrevivientes de las bombas atómicas que lanzó Estados Unidos contra Hiroshima y Nagasaki y otros activistas, al recibirlos el comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, emocionado sentenció: “Estamos obligados a ganar la batalla por la sobrevivencia de la humanidad”.
 
Relatan las crónicas que va ser difícil olvidar la imagen que cerró el encuentro, con Fidel con kimono negro por encima de la chaqueta deportiva y de pie, muy serio, rodeado por los hibakushas, quienes uno a uno lo saludó con una reverencia de cortesía y una de las dos mujeres, Ritsoku Ishikawa, no solo se inclinó, sino que besó el dorso de la mano del Comandante.
 
Difícilmente se recordará otro encuentro en el Palacio de las Convenciones en el que haya habido más cámaras fotográficas por metro cuadrado, ni los flashes se sintieron en ese instante. Fue la emoción la que congeló la imagen.
 
Por segunda vez, no pudo ser más estremecedor escuchar testimonios del dolor que padecen millones de personas víctimas de los efectos de la radiación nuclear. Pero no fue este un encuentro de cortesía, sino la sesión principal del “Foro global por un mundo libre de armas nucleares”, acto que había sido uno de los acuerdos del encuentro anterior.
 
Las intervenciones, todas fueron dramáticas, emotivas: las de un sobreviviente del bombazo de Hiroshima, la de un profesor de la Universidad de Fukushima -donde el terremoto y el tsunami que devastó Japón provocó el accidente de una electronuclear-, la del presidente de la Asociación de Víctimas Nucleares “Morurua e Tatou”, de Tahití, y la de un médico cubano que narró la experiencia de la Isla en el tratamiento de niños afectados por el accidente en la planta de Chernobil, Ucrania. “Las descripciones que ustedes hacen le rompen el alma a cualquiera”, reaccionó Fidel, notablemente conmovido ante lo que allí se dijo.
 
En el Peace Boat o Crucero por la Paz, viajan algunos que tenían un año, cuatro, 13 ó 16, cuando se produjo el criminal ataque a las ciudades japonesas donde ellos vivían. Hoy cuentan entre 67 y 83. De conocerse más y mejor sus historias, quizás el mundo no fuera el lugar de miedo en que lo han convertido las armas.
 
Hiroshi Nakamura tiene ahora 80 años y una figura menuda y respetable como la serena naturaleza de su tierra. Su testimonio estremecedor. Él vivía a 8 kilómetros del epicentro de una de las dos tragedias provocadas por la prepotencia norteamericana aquel agosto de 1945. “Sentí un ruido ensordecedor y vi un gran rayo de luz que me deslumbró y ya no supe qué hacer…”. “Algunos iban desnudos completamente, con los brazos cruzados como tratando de cubrirse el pecho y uno no podía saber si eran hombres o mujeres de tan deformados que estaban…”
 
Tres días estuvo Nakamura ayudando a mover cadáveres. A él le tocaba tomarlos por los tobillos y al principio no lograba alzarlos porque se le corrían o se desgarraban las carnes. Alguien le gritó que metiera los dedos hasta el hueso. “Pero yo solo era un niño de 13 años y mi cuerpo estaba paralizado ¿No eres un hombre japonés? me gritaron. Entonces me resigné e introduje mis dedos en las carnes descompuestas y apreté fuerte…Cargué alrededor de 30 cuerpos para los camiones y los llevamos hasta una gran fosa en las afueras de la ciudad y allí los dejamos… Fueron tres días en el infierno.”
 
Ante todo ésta locura nuclear, Fidel Castro denunció, hoy ha cambiado dramáticamente la situación y la humanidad es mil veces más vulnerable. “Son 25 000 armas nucleares las que tiene el mundo y cada vez son más automáticas las respuestas posibles, porque no disponen de tiempo los hombres para tomar las decisiones.”
 
“Nuestro deber -y es la mejor forma de apoyar el esfuerzo de las víctimas de aquel bárbaro y brutal ataque contra Hiroshima y Nagasaki- es divulgar todo esto”, dijo al exhortar a los integrantes del Foro a que escribieran un libro que narrara las historias e incluyera los análisis que allí se habían compartido. Que se editara “con un lenguaje claro, en favor de la paz, de la eliminación de estas armas, persuadiendo al mundo. El reto no es que esto lo conozca un millón, sino millones. Es una gran batalla de ideas y la conciencia es fundamental”.
 
“Nadie nos puede arrebatar la libertad para influir en los demás, dando a conocer la verdad que es la única forma de cambiar los acontecimientos… Se trata de una batalla que estamos obligados a ganar, y habrá que hacer todo lo posible para ganarnos el derecho a seguir existiendo.” Y concluyó el héroe de Sierra Maestra con esta sentencia a la que sin reticencia alguna nos debemos de comprometer: “El mundo tiene que defender la causa más importante de todas: la supervivencia de la especie.”
 
- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor mexicano. www.felap.info, www.ciap-felap.org, www.fapermex.mx, y www.clubprimeraplana.com.mx
 
https://www.alainet.org/de/node/156284
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