Por favor, usted primero

30/12/2011
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Hemos olvidado ser amables con el prójimo. Especialmente con nuestros dirigentes políticos y otras sufridas personalidades.
 
Un gesto de amabilidad, un sencillo y entrañable gesto de amabilidad no cuesta ningún trabajo y puede hacer a los demás muy, pero que muy felices.
 
Si quiere ser amable con quienes dirigen nuestras vidas, siga esta humilde guía:
 
Amabilidad con los políticos
 
¿Qué trabajo nos costaría ceder el turno a nuestros políticos para que sean ellos los primeros que disfruten de las durísimas medidas económicas que, por nuestro bien, elaboran tan concienzudamente, quedándose además al margen de su uso y disfrute personal?
 
No es, ni mucho menos, un sacrificio disparatado dejar que sean ellos los primeros que disfruten de un Salario Mínimo Interprofesional congelado (1) por primera vez en la historia. No, no lo es. A cambio les podemos ofrecer como contraprestación sufrir nosotros su Salario Máximo no congelable, y de esta manera en todo caso seríamos nosotros, los ciudadanos, quienes tendríamos problemas para llegar a fin de mes.
 
Seamos amables con nuestros dirigentes, sí, es una actitud ciudadana responsable y solidaria. Seamos amables con quienes tienen que llevar la pesada carga de ingresar mensualmente esos enormes sueldos y además tener que pasar la vergüenza de que otros paguen todos los gastos que puedan tener. No, esa es una carga demasiado pesada y deberíamos ofrecernos a sufrirla los ciudadanos en su nombre, pues ellos ya tienen bastante con la carga de servir a su pueblo. A cambio cedámosles nuestro puesto en la cola del paro, junto con nuestra radio portátil para que nos oigan pedir austeridad a los ciudadanos desde las siempre cercanas ondas herzianas.
 
Cuando creamos que alguien está pisoteando nuestros derechos como ciudadanos y tengamos la desfachatez de protestar por ello, no acaparemos el derecho de recibir todos los porrazos de la policía, dejemos un hueco a nuestro lado a los políticos que tienen que cargar con la dura tarea de enviar a esos policías a "democratizar" al pueblo. Dejemos que ellos también reciban un baño de democracia.
 
Sean ustedes comprensivos con quienes necesitan contactos de nivel para que sus empresas prosperen y sus beneficios personales florezcan, compadézcanse de quienes siendo fabricante de armas reciben la carga de ser nombrado Ministro de Defensa.
 
Queridos conciudadanos, no piensen qué pueden hacer los políticos por ustedes, sean solidarios y piensen más bien qué pueden hacer ustedes por ellos. Ofrézcanse a llevar sus cargas, cédanles sus derechos y sus privilegios de ciudadanos acomodados que no piensan más que en sí mismos. Egoístas!
 
Amabilidad con los empresarios
 
No es tampoco descabellado ceder nuestro derecho a un minijob (2) a los dirigentes empresariales, que tanto desvelo sufren pensando en cómo mejorar el porvenir de "sus" medios de producción, es decir, de nosotros, sus empleados. Para quienes piensen que deberíamos ser aún más amables con ellos, cedamos a los empresarios nuestro lugar  en la lista de parados codiciosos que matarían por firmar un contrato temporal, con un salario infrahumano hasta los 67 años y sin derecho a indemnización; cedámosles este derecho inalienable que tan resignadamente rechazan para sí. A cambio creo que deberíamos resignarnos nosotros y aceptar como compensación el tener que reunirnos una vez al mes con nuestro asesor para que nos diga qué medio de elusión fiscal se ajusta más a nuestras necesidades y modelo de negocio. En el caso de los ciudadanos más sacrificados, se podría llegar a ofrecer a cambio a estos sufridos dirigentes económicos, el representarles ante los medios de comunicación y tener que esconder una sonrisa de satisfacción durante el anuncio del empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores, pues debe ser una tarea ardua y para nada grata.
 
Piensen en los pobres empresarios que tienen que sufrir el intolerable aumento del 1% en el salario de sus empleados, mientras contemplan cómo sus beneficios superan con creces ese porcentaje. No olviden que ellos tienen que enfrentarse a la tortura de pagar la factura del depósito de su Mercedes, el amarre de su yate y, quien sabe, si son muy, muy desafortunados, su viaje trimestral a las islas Caimán para contar los centimillos que han podido ahorrar con el sudor de alguna frente.
 
No sería justo que fuéramos los únicos en disfrutar del privilegio de tener un salario congelado o incluso reducido, permitamos que ellos también puedan congelar sus beneficios o incluso reducirlos un poco. No queramos solo para nosotros las consecuencias de la crisis.
 
No escatimen esfuerzos para comprender cuán dura es la carga que sufre un empresario que tiene que rellenar una pila de impresos para conseguir que le den una subvención de dinero público a fondo perdido. Pónganse en su lugar, ustedes al fin y al cabo no tienen que rellenar más que un par de hojitas para conseguir su prestación por desempleo de 426 eurazos, por la que ustedes ya pagaron al tributar en sus salarios, ¿no querrán además que la subvención que ustedes reciben sea eterna y a fondo perdido?
 
Tengan siempre presente la magnitud del esfuerzo que supone despedir a 6.500 trabajadores mientras se cuentan uno por uno, los euros de los 10.000 millones de beneficio obtenidos en el último ejercicio, como le ha ocurrido a la cúpula de Telefónica; que se ha visto obligada a formar montoncitos de euros con una mano mientras tenía que despedir con la otra, con lo trabajoso que resulta y viéndose además en el molesto riesgo de perder la cuenta y tener que comenzar de nuevo.
 
Tengan en cuenta también que los empresarios tienen que cargar con el esfuerzo hercúleo de subir las tarifas a sus clientes para poder pagar los estratoféricos salarios de los figurines que contratan. Recordemos sino el caso de sufridores como Endesa contratando a Aznar, Gas Natural a Felipe González (3) o Telefónica a Urdangarín (4). Imaginen la de montoncitos de euros que tienen que formar con nuestro dinero para poder pagar a estos señores. Seamos más amables con ellos y hagámonos cargo de su sufrimiento, por lo que más quieran.
 
Amabilidad con los banqueros
 
No olvidemos mostrar nuestra amabilidad también con aquellos que necesitan quitarnos nuestra casa para que su balance de beneficios no retroceda ni un céntimo. Entreguémosela solidariamente, no permitamos que sufran la ignominia de venir a la puerta de nuestro hogar rodeados de policías fuertemente armados, y para más desdicha se encuentren con nuestra egoísta resistencia a abandonarlo. Pongamos la otra mejilla y cuantas otras mejillas dispongamos, miremos a otro lado, elijamos un puente acogedor y vivamos el privilegio de estar rodeados de la naturaleza, y dejar que el invierno nos despierte con viento fresco. Lo hacen por nuestro bien, correspondámosles y asumamos nosotros la carga de tener que despojarles a ellos de sus bancos, pasando todas sus actividades al dominio público, ya se sabe que el peso soportado entre más gente es menos peso.
 
Rindámonos a la evidencia y no permitamos que los banqueros sufran caídas en sus beneficios del 50% cuando podían estar disfrutando de caídas mucho mayores y hasta absolutas, como ya vienen disfrutando el más del millón y medio de familias que tienen a todos sus miembros en paro. Egoístas!, que somos unos egoístas. Rompamos nuestros cerditos, recojamos la calderilla de nuestros bolsillos y paguemos con ella tropiezos empresariales de nuestros sufridos banqueros, que no se diga que no fluye el crédito. ¿Acaso ellos no repartirían sus beneficios entre todos los ciudadanos al igual que entre todos cubrimos sus pérdidas?
 
No permitamos que los banqueros tengan que acarrear la dura carga de concentrar sus beneficios en paraísos fiscales, lejos de su hogar, lejos de los suyos, permitámosles ser uno más de nosotros, permitamos que Hacienda conozca sus movimientos. No queramos la solidaridad fiscal solo para nosotros.
 
Amabilidad con el rey
 
Ciudadanos, ¡no carguemos sobre los hombros de la augusta figura de su majestad el rey D. Juan Carlos el peso de no ser igual ante la ley que el resto de sus semejantes!
 
Ciudadanos, ¡asumamos sobre nuestros privilegiados hombros la pesada carga de ser quienes eludamos las responsabilidades ante la justicia por encubrimiento de la corrupción! ¡Ayudemos a nuestro rey!, no permitamos que asuma él solo los riesgos de eludir la justicia, carguemos con el peso de encubrir la corrupción de nuestros cercanos y eludamos a la justicia también nosotros en señal de respeto y solidaridad con el monarca.
 
No, no sería justo tampoco que dejáramos al Jefe del Estado sufrir en soledad la austeridad económica impuesta por estos tiempos de crisis. Dispongámonos pues, los ciudadanos, a sufrir la misma austeridad que nuestro sufrido rey. Dispongamos de un salario anual de 300.000 austeros euros si queremos saber lo que es la austeridad real. ¿Por qué le reservamos a él la responsabilidad y la carga de tener que repartir a su libre albedrío una partida anual de "incentivos por rendimiento" (5) de un importe de  2,8 millones de euros? Castiguémonos, suframos en nuestras propias carnes una austeridad real, tan real como la del monarca.
 
Carguemos todos con el peso de publicar nuestros ingresos y gastos anuales (al menos una vez en la vida), como hace nuestro ejemplar monarca, y no queramos para nosotros el privilegio de ser controlados tenazmente por el fisco (al menos una vez al año).
 
Amabilidad especial
 
No olviden en sus actos de amabilidad a los accionistas de las centrales nucleares y permítanles que vivan pared con pared con el reactor, no acaparen todas las viviendas de la localidad donde instalen una central o un cementerio nuclear (6). No sean egoístas y déjenles a ellos (y a los políticos que lo permiten) que disfruten de esa energía tan limpia y natural lo más cerca posible.
 
Abajo el egoísmo, compartamos el sufrimiento de nuestros dirigentes, compartan ellos con nosotros nuestros derechos y nuestros privilegios.
 
 
 
https://www.alainet.org/de/node/154979?language=en
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