Baldomero y su gran legado
11/11/2010
- Opinión
Hace pocos días, al detenerse el corazón de Baldomero Álvarez Ríos, terminaba una larga vida de entrega absoluta a la Revolución y el periodismo. Colega admirable y amigo entrañable nos deja uno de los ejemplos más extraordinarios de la acción consecuente con los valores y principios de la ética profesional, así como de la calidad en el doble proceder de hacer mucho y bien sin apenas aparecer, como para recordarnos del gusto de ser útil martiano.
Baldomero era un periodista prestigioso al triunfo de nuestra Revolución. Fundador de numerosos medios, dirigente de ellos y de organizaciones de periodistas, premiado con numerosas distinciones –entre ellas el premio José Martí de la UPEC-, pero sobre todo aprobar y encabezar las primeras y únicas rebeliones de las redacciones y trabajadores de los medios dominantes de la burguesía pro imperialista. Entre enero y mayo de 1960, al crearse y aplicarse La Coletilla, propuesta del inolvidable Tirso Martínez, consistente en aclaraciones de los periodistas en nombre de una verdadera libertad de prensa ubicada al final de los textos impregnados de mentiras que caracterizaban las campañas de esa prensa contra la Revolución, representaba la concreción de que únicamente puede haber prensa libre en patrias libres. Se trataba del derecho a opinar en una profesión donde estaba y está prohibido ejercerse con principios éticos. Aquella valiente decisión determino dos hechos trascendentes del periodismo: con el pretexto de que la coletilla era un atentado a la libertad de prensa los propietarios de aquellos medios abandonaron el país, orientados para ello por la SIP, que es igual a imperialismo, así como contribuyó a la incorporación a la prensa revolucionaria de esos periodistas profesionales. El periodismo, que es función política e ideológica, demostró más lealtad que algunas profesiones aparentemente no políticas. En aquella ocasión se fueron para Miami, donde los proclamaron héroes de la libertad de prensa. Se fueron todos los dueños de la ya prensa contrarevolucionaria, lo que no ha ocurrido después en ningún país latinoamericano que haya transitado o lo haga con carácter progresista o revolucionario. Desde entonces se ha opuesto a los candidatos con esas condiciones y después de sus triunfos electorales se han quedado haciéndoles campañas en contra, coordinadas por el amo imperial. Si en el pasado ningún gran empresario se quedó, después ni uno solo se ha ido – sea en Chile, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua-, donde la conciencia crítica ha probado influir más en la votación electoral que la mentira organizada y permanente de los que ejercen una libertad ilegítima, que deshonra a la humanidad como señaló Bolívar. Todo lo que está sucediendo en muchos países latinoamericanos en demostración del futuro incierto de los que reclaman impunidad para el engaño contra los pueblos.
En lo esencial lo narrado tuvo una gran significación en cuanto a su aporte fundamental en la batalla de la prensa durante casi año y medio después del triunfo. También representa una denuncia permanente, en especial en la actualidad que, al igual que en el pasado, hace que los dueños de esos medios no compartan con sus periodistas la falsa libertad que proclaman. Es un poder no compartido del dinero, mezquinos intereses y en defensa de los grandes recursos de que disponen. Cuando se pronuncian en la SIP, opinan en nombre no del capital de los medios, sino de éstos, aunque nunca le preguntan a los periodistas de sus redacciones lo que piensan y así determinan unilateralmente dónde existe o no libertad de prensa. Nunca han admitido que ella es una libertad constitucional de la que disfrutan sin rendirle cuentas a la sociedad o admitir la falta de veracidad que los caracteriza, aunque se trate en organizar golpes de estado como ocurrió en Venezuela.
Sí, Baldomero Álvarez Ríos inició el camino, aunque este hecho histórico no sea muy conocido todavía. Mucho más podría decirse al referirnos a la valía de Baldomero, aquel digno colega, pero es inevitable recordar lo que Fidel dijo preferir: El heroísmo anónimo.
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