Un vecino indeseable

23/08/2009
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No se sabe cómo pensaba hacer el Patriarca, Uribe, para que el acuerdo que negocia con los EE.UU. quedara oculto. Lo estaba negociando en la clandestinidad, a espaldas del Congreso de la República y del Consejo de Estado, instancias que la Constitución designa para avalar dichos convenios, incluso, a espaldas de su supuesto equipo de Gobierno, pues, ni el propio Canciller sabía del asunto. Tal cual ha sido su estilo, de no respetar leyes, normas, “formalismos”, “articulitos”, fronteras, probablemente se pensaba saltar todas las instancias nacionales e internacionales, por algo se cree el Supremo, y presentar el hecho consumado baladroneando, a nacionales y vecinos, entre las piernas de los soldados yanquis.
 
Cuando una publicación periodística revela detalles del tratado, todo fue confusión. Idas y venidas, vueltas y revueltas, diría Marroquín, el Presidente colombiano que permitió que los gringos se robaran a Panamá.
 
Una de esas vueltas fue la llamada gira que se vio obligado a realizar el Supremo, Uribe, por siete países del cono sur para hacer lo que tanto se ha rehusado: explicar qué es lo que negocia con los gringos. Porque entre las revueltas tan pintorescas del patrón del Ubérrimo, está el argüir la soberanía nacional para justificar la enajenación de soberanía de semejante negocio.
 
Como de costumbre, no se trató de un gesto de consideración con el vecindario, sino de la reacción asustadiza del Patriarca, luego que le fueron cayendo las protestas de Ecuador y Venezuela, primero, a las que se les sumaron las de Brasil y Chile, anunciando una seguidilla de rechazos continentales. Así se vio forzado a hacer tal gira, a la cual los presidentes suramericanos le pidieron bajar el tono de su usual exposición mediática, y fue llamada la gira muda.
 
Pretendía mostrar a los mandatarios de los países elegidos los alcances y bondades del acuerdo, buscando “comprensión” y apoyo para el Gobierno colombiano. Pretendía también aminorar el efecto de su ausencia en la cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, realizada en Quito, Ecuador (a eso se le dice en Colombia esconder el bulto, sacar el cuerpo, cobardía).
 
Todos los medios nacionales presentaron esta como una “ofensiva diplomática”, pero, no fue ni lo uno ni lo otro. No fue ofensiva por ser un movimiento netamente defensivo. Y en cuanto lo diplomática se debe partir de reconocer que el Gobierno del Supremo no tiene diplomacia, su política exterior se basa en complacer como sea a los EE.UU., además, la gira inicia con el enuncio, antidiplomático, de acusar al presidente de Ecuador Rafael Correa, en tribunales internacionales; no bastándole con esto, el viaje tuvo un objetivo secreto, indisponer contra Venezuela y Ecuador al resto de los mandatarios. Tal como lo da a conocer el vicepresidente colombiano Francisco Santos, cuando informa que Uribe llevaba “unas evidencias y unas pruebas supremamente fuertes” contra esos dos países. Todo esto configura más el cabildeo de una guerra a los vecinos, que una gira diplomática.
 
Como era de esperarse, sólo recibió el apoyo del otro Gobierno abiertamente derechista del subcontinente, el del peruano Alan García. Todos los demás, cuando no le mostraron su abierto rechazo, como el caso de Bolivia, le dejaron ver su incredulidad en las argumentaciones del Patriarca. No cambió la posición de nadie. Tampoco logró eludir su presentación en UNASUR, ya que fue convocado a dar explicaciones en esta instancia para el 28 de agosto, en San Carlos de Bariloche, Argentina.
 
Varias conclusiones salen de los revuelos del Supremo con lo de las bases. En primer término, confirma que a él sólo le importa el ámbito internacional, manteniendo el mayor desprecio por los nacionales, los cuales tiene divididos entre lacayos y opositores, donde ninguno merece información, menos explicaciones, sobre los actos que, en supuesta representación de todos, hace tan oscuro personaje.
 
Como famélico que se alimenta de las sobras que caen de la mesa opulenta, los colombianos pudimos conocer algún detalle del proyectado acuerdo. Que no serán tres bases como dijeron tres tristes ministros, ni cinco como les corrigió el embajador gringo, William Brownfield, sino que el número va en siete, como sobre corrigió el general Freddy Padilla, uno de los ministros que dio la información inicial. Ahora no es Ministro, y parece estar mejor informado que cuando lo era. ¡Paradojas del poder! Falta ver el texto definitivo, pero, dado el crecimiento que lleva el número de bases que los gringos tendrán en territorio colombiano, y bajo testaferrato colombiano, estas pueden quedar entre nueve y doce, o proceder a la declaración de la totalidad del territorio colombiano como base militar norteamericana, eso sí, donde los generales estadounidenses se pondrán a las órdenes de los generales criollos, y del mismísimo führer del Ubérrimo.
 
Queda establecido que el empeño de derrotar militarmente a las guerrillas le quedó grande al Patriarca. Tras siete años de guerra, combinando todas las formas de lucha, ahora requiere 10 años más, infinitos recursos más, y de contera, que vengan los gringos y libren su lucha, que él no pudo. El conflicto que tanto ha negado ya lo ha agrandado al internacionalizarlo, y puede convertir a la insurgencia colombiana en una fuerza continental, con consecuencias imposibles de prever.
Pese a sus giras por el cono sur, al envío de sus íntimos como diplomáticos, y a sus bravatas exigiendo a los gobiernos del continente respaldo a su guerra, salvo Estados Unidos, ningún país en el continente considera a las FARC como un grupo terrorista, ni siquiera lo hacen los gobiernos tirados a la derecha más impúdica, como México y Perú, y parece que el resto están lejos de hacerlo.
 
Quedó claro en este ir y venir que nadie en el continente, absolutamente nadie, cree en el Gobierno colombiano. Porque, aún sin conocer el texto, del acuerdo todos tienen claro que no es lo que dice el Patriarca. Las causas de ello están en el historial de embustes tan característico de este Gobierno, y en el entorno malandro con que llegó al poder y con el cual lo ejerce.
 
Curiosa la posición de los verdaderos dueños del país, los del consejo gremial, que dan total respaldo al Supremo en sus bravuconadas con el vecindario, particularmente cuando estas generan pérdidas en dinero, siendo el lucro su único credo político. Esto hace más explosiva la situación de fronteras, pues, el comercio internacional es la primera situación de paz que generan las naciones, y la última en destruirse antes de la guerra. En el caso de los empresarios colombianos, salvo contadas excepciones como Colanta, han renunciado al comercio con Ecuador y Venezuela, mientras respaldan las tropas foráneas en Colombia y la violencia verbal del patrón contra los vecinos.
 
Estos empresarios, ligados al Señor Presidente por vínculos de complicidad, y como él, eludiendo el accionar de la justicia por recurrir al narcoparamilitarismo para incrementar sus ganancias, han sido llamados lumpenempresariado. Tal sector social tiene muchas cuentas pendientes con la justicia nacional e internacional, y sostiene de cualquier modo a quien le garantiza tanto ganancias como impunidad. Y no han de ser estos señores quienes protesten alguna voluntad de los norteamericanos sobre la región, pues, acaso estén en las listas de la DEA, así como su gobernante.
 
Con similar proceder la mayoría de los partidos políticos han dado respaldo al Patriarca buscapleitos, y se hace presumiendo que en los conflictos internacionales la posición del Presidente sea lo suficientemente nacionalista, de modo que los ciudadanos deben rodearlo. Pero el caso actual no es ese, dado que justamente hay desmedro de la soberanía nacional, y la guerra, sea interna o externa, es un horizonte que se debe evitar, el deber de un ciudadano es buscar la paz. Además, dados los señalamientos hechos por la misma DEA al Mandatario colombiano, cualquier acuerdo entre el imperio y el Gobierno, de quien aparece como el narcotraficante número 82 en una lista de ese país, tiene la misma fuerza de un acuerdo entre el Estado colombiano y Salvatore Mancuso, que ya se sabe en qué paró.
 
De la mano de los empresarios, todos los medios de comunicación colombianos están dedicados a ambientar la guerra contra Venezuela y Ecuador, y a desprestigiar los ámbitos de integración americana. Moldean así una opinión ciudadana proclive a la guerra, lejana al interés suramericano y cercana a los norteamericanos. Tal es la voluntad del Supremo quien obra como palo en la rueda de UNASUR.
 
Así no haya una guerra, las bases gringas producen intimidación en el vecindario, y este acuerdo es un torpedo al proceso unitario. El proceder del caudillo colombiano, es completamente despectivo con las naciones agremiadas, ya desdeñó la oferta de ser su Presidente temporal; exhibe una política de guerra preventiva y se atribuye el derecho de intervenir militarmente en cualquier país; negocia un acuerdo militar con la potencia que más ha intervenido militarmente contra el resto del continente, Colombia incluida. Ahora no asiste a la Cumbre en Quito.
 
A la reunión en Bariloche, Argentina, pretendía llegar con el acuerdo firmado y, con él en la mano, desafiar a la comunidad suramericana de naciones. Afortunadamente, los gringos no son tan irresponsables y aÚn demoran en firmar el acuerdo, por lo cual tendrá que llegar en igualdad de condiciones, o buscar un pretexto para no asistir. Entretanto, los gobiernos suramericanos se encaminan a una negociación directa con el imperio, con lo cual quedará el gobierno de Colombia con el pecado y sin el género.
 
José Darío Castrillón Orozco
Psicólogo
 
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 172
Corporación Viva la Ciudadanía.
 
https://www.alainet.org/de/node/135876

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