Válido el aborto
28/08/2008
- Opinión
BUENOS AIRES, ARGENTINA. Recién llegados a estas tierras de amigos colegas, esperábamos la confirmación de la noticia. Apenas instalados en el vetusto y hermoso hotel Castelar cerca de la nueva sede de la Unión de Trabajadores de la Prensa de Buenos Aires, UTPBA, al fin llegó: la Suprema Corte de Justicia de la Nación validó el aborto, como lo había decretado la Asamblea Legislativa del Distrito federal.
Críticos de la Corte, por las absurdas decisiones que ha tomado de unos años a la fecha, hoy tenemos que reconocer que los ministros dieron una prueba de amplio criterio, pero sobre todo de independencia, porque las acciones de presión oficial, oficiosa y hasta religiosa eran, como siempre se confabulan estas fuerzas, de un peso tal que podían doblar los mandatos de la ley.
Desde el discurso del ministro presidente, Genaro Góngora Pimentel, sin discusión una pieza de oratoria de gran contenido conceptual en cuanto a la interpretación constitucional de los alcances y validez de las decisiones soberanas de las legislaturas locales, como lo comentamos en su oportunidad, era de esperarse este desenlace de la racionalidad, de la liberalidad y de respeto irrestricto a las mujeres en cuanto a su decisión sobre la gestación.
Una parte de ese discurso ha sido repetida por los medios, ello no nos impide, sino por el contrario nos obliga a destacarla nuevamente: “Despenalizar no es lo mismo que promover, autorizar o aconsejar”, explicó en clase doctoral, el ministro Góngora Pimentel, “el embarazo forzado es una forma de esclavitud al imponer a la mujer un periodo de gestación contra su voluntad”, para no hablar de las consecuencias de por vida de una maternidad no deseada. Y concluyó en franca referencia a la menor que tras haber sido violada, el gobierno retrogrado de Baja California, la obligó a parir: “Las niñas tienen el derecho de no ser madres”.
Efectivamente, como lo comentó de inmediato el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard Casaubón, la decisión de la Corte “es un triunfo de la razón sobre los prejuicios”, pero también sobre el poder.
Como se recordará, tanto la Procuraduría General de la República, singularmente su titular, Eduardo Medina Mora, como consejero jurídico del Ejecutivo Federal, y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y en forma también personal, su presidente José Luis Soberanes Fernández, fueron los encargados por esas fuerzas oscuras de presentar la controversia constitucional, que este jueves 28 de agosto perdieron y para siempre.
La decisión histórica de la Corte, además de permitir que las mujeres que así lo decidan puedan seguir acudiendo a las instituciones de salud de la Ciudad de México a interrumpir su embarazo en las primeras 12 semanas de gestación sin la amenaza de ir a prisión, necesariamente se extenderá a todo el país, puesto que se da por sentado que causará jurisprudencia.
Ya pueden seguir doblando las campanas de Catedral “en señal de luto por la ley avalada por la Corte”, además no es nada nuevo, también los carillones han sido usados ensordecedores para acallar las voces de la oposición, porque hoy se le ratificó a las mujeres su potestad sobre su cuerpo y de respeto a su decisión de convertirse o no en madres.
Además, también triunfaron los criterios más amplios y modernos en cuanto a salud pública. Con la medida, se evitará la muerte de miles de mujeres atendidas, eso si por criminales, a cambio de un lucro conseguido por la angustia humana.
Fueron 8 votos contra 3, que seguramente cambiarán la historia de este país; entre la reacción o la razón, entre lo retardatario y la modernización y entre el oscurantismo o el derecho.
Críticos de la Corte, por las absurdas decisiones que ha tomado de unos años a la fecha, hoy tenemos que reconocer que los ministros dieron una prueba de amplio criterio, pero sobre todo de independencia, porque las acciones de presión oficial, oficiosa y hasta religiosa eran, como siempre se confabulan estas fuerzas, de un peso tal que podían doblar los mandatos de la ley.
Desde el discurso del ministro presidente, Genaro Góngora Pimentel, sin discusión una pieza de oratoria de gran contenido conceptual en cuanto a la interpretación constitucional de los alcances y validez de las decisiones soberanas de las legislaturas locales, como lo comentamos en su oportunidad, era de esperarse este desenlace de la racionalidad, de la liberalidad y de respeto irrestricto a las mujeres en cuanto a su decisión sobre la gestación.
Una parte de ese discurso ha sido repetida por los medios, ello no nos impide, sino por el contrario nos obliga a destacarla nuevamente: “Despenalizar no es lo mismo que promover, autorizar o aconsejar”, explicó en clase doctoral, el ministro Góngora Pimentel, “el embarazo forzado es una forma de esclavitud al imponer a la mujer un periodo de gestación contra su voluntad”, para no hablar de las consecuencias de por vida de una maternidad no deseada. Y concluyó en franca referencia a la menor que tras haber sido violada, el gobierno retrogrado de Baja California, la obligó a parir: “Las niñas tienen el derecho de no ser madres”.
Efectivamente, como lo comentó de inmediato el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard Casaubón, la decisión de la Corte “es un triunfo de la razón sobre los prejuicios”, pero también sobre el poder.
Como se recordará, tanto la Procuraduría General de la República, singularmente su titular, Eduardo Medina Mora, como consejero jurídico del Ejecutivo Federal, y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y en forma también personal, su presidente José Luis Soberanes Fernández, fueron los encargados por esas fuerzas oscuras de presentar la controversia constitucional, que este jueves 28 de agosto perdieron y para siempre.
La decisión histórica de la Corte, además de permitir que las mujeres que así lo decidan puedan seguir acudiendo a las instituciones de salud de la Ciudad de México a interrumpir su embarazo en las primeras 12 semanas de gestación sin la amenaza de ir a prisión, necesariamente se extenderá a todo el país, puesto que se da por sentado que causará jurisprudencia.
Ya pueden seguir doblando las campanas de Catedral “en señal de luto por la ley avalada por la Corte”, además no es nada nuevo, también los carillones han sido usados ensordecedores para acallar las voces de la oposición, porque hoy se le ratificó a las mujeres su potestad sobre su cuerpo y de respeto a su decisión de convertirse o no en madres.
Además, también triunfaron los criterios más amplios y modernos en cuanto a salud pública. Con la medida, se evitará la muerte de miles de mujeres atendidas, eso si por criminales, a cambio de un lucro conseguido por la angustia humana.
Fueron 8 votos contra 3, que seguramente cambiarán la historia de este país; entre la reacción o la razón, entre lo retardatario y la modernización y entre el oscurantismo o el derecho.
- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor mexicano.
https://www.alainet.org/de/node/129392
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