Es costumbre en nuestro medio que aparezcan nombrados los homicidios de mujeres (feminicidios) como “problemas pasionales” o “casos aislados”, o que la víctima era pre-pago, prostituta, narcotraficante y demás justificaciones que se hacen en una sociedad que culpa a las mujeres de las violencias que ellas padecen, y cuyo efecto es la des-responsabilización de los agresores, del Estado y la no investigación de las causas reales de los crímenes.

Afirmaciones como estas tienen a negar la gravedad de los hechos de los feminicidios, en una ciudad que continua maltratando, violando y asesinando a mujeres niñas, jóvenes y adultas.

Según los datos oficiales del centro de atención integral a víctimas de violencia sexual CAIVAS, durante el primer semestre de este año, 201 mujeres y 388 niñas fueron víctimas de violación sexual y actos sexuales abusivos; 2.219 mujeres fueron víctimas de violencia intrafamiliar; hasta el mes agosto, se registraron 35 feminicidios -homicidios de mujeres-, de los cuales 9 corresponden a mujeres que había interpuesto varias denuncias por violencia intrafamiliar. En el transcurso de las dos primeras semanas de noviembre se habla de 9 mujeres asesinadas en Medellín y dos del Área Metropolitana.

Los organismos del Estado encargados de la atención, protección, investigación y sanción de los anteriores delitos se ven muchas veces rebasados por el alto número de denuncias y no siempre cuentan con las instalaciones, elementos e instrumentos necesarios para cumplir cabalmente sus funciones, lo que permite que los datos presenten un alto porcentaje de subregistro, debido también a que las mujeres tienen miedo, vergüenza o son tratadas inadecuadamente cuando se presentan a denunciar siendo constantemente revictimizadas en las instituciones e instancias encargadas de proteger y garantizar sus derechos humanos. Es decir que estamos ante una situación mucho más graves de la registrada por los medios de comunicación en los últimos días.

Es necesario y urgente buscar la verdad sobre la violencia que se ejerce sobre las mujeres niñas, jóvenes, adultas y ancianas en una Medellín que insiste en ser parte de la mejor esquina de América. Ciudad que se mueve en los parámetros de la seguridad democrática, vendedora de servicios, turística y educada, aunque indiferente ante el drama humano de violencia, abuso, violación y muerte que vive el 54% de su población: las mujeres.

El derecho de las mujeres niñas, jóvenes y adultas a una vida sin violencias lo debe garantizar el Estado, la sociedad, la comunidad, todas y todos nos debemos convocar para romper el silencio ante tanta ignominia que se sucede en la cotidianidad, en el ámbito público y privado. Antes de juzgar sin pruebas a las mujeres asesinadas: “Son casos aislados. En algunos aparece la violencia pasional y en otros mujeres 'prepago' que asistieron a citas y terminaron muertas" nos debemos preguntar por qué permitimos, sin reaccionar ante tanto horror, dolor e indignidad.

Medellín, 15 de noviembre de 2007.