Violencia contra la mujer: de la crónica policial al enfoque social

23/11/2005
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  • Opinión
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Una mujer víctima de violencia por parte de su compañero es un ser humano en peligro de muerte

   La afirmación que encabeza este trabajo bien puede resultar una exageración con propósitos sensacionalistas. O, por el contrario, convertirse en un disparador para que los periodistas generen notas oportunas y preventivas sobre la violencia hacia la mujer.

   Argentina, en particular, tiene dos fechas claves para considerar en tratamiento periodístico de este tipo de violencia, la primera el 14 de febrero de 1988, el ex campeón mundial de boxeo Carlos Monzón mató a su pareja, Alicia Muñiz, arrojándola desde un balcón de Mar del Plata. La noticia estalló en los medios y, entonces, muchas profesionales que, en silencio y solitarias venían trabajando el tema, comenzaron a ser consultadas por los periodistas, recuerda la  psicóloga Graciela Ferreyra en su libro "Hombres Violentos, Mujeres Maltratadas".

   La licenciada Maria Rosa Rivero, titular de la Asociación Argentina para el Desarrollo Integral de la Familia, cree hoy que el Caso Monzón y la vida en democracia, tras años de dictadura, ayudaron a que comenzara a hablarse del tema. Ocho años más tarde, el
27 de mayo de 1996, cuando Fabián Tablado mató de 113 puñaladas a su novia Carolina Aló, el tema volvió a invadir los medios.

      Ambas noticias, guardadas en el inconsciente colectivo, ayudaron a dimensionar la gravedad de la situación frente a la carencia de datos estadísticos sobre un  problema que organismos internacionales consideran epidemiológico. Y pudieron servir porque los medios las potenciaron.

      En 2003, María Bressa, Defensora del Pueblo de Santa Fe, y Gloria Schuster, con un master en Género de la Universidad de Rosario, elaboraron un balance nacional de violencia con el auspicio del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM) y del Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM). "La falta de capacitación y sensibilización (en relación a la violencia doméstica) no se circunscribe a quienes operan en las distintas instancias de atención (policías, jueces, médicos, principalmente) -concluyeron- sino también se la reconoce en las instancias preventivas como la escuela y los medios de comunicación masivos".

     En términos universales, se estima que una de cada tres mujeres ha sido víctima de malos tratos en el mundo, u obligada a entablar relaciones sexuales. En todo el mundo, y también en Argentina, en una de cada cinco parejas hay violencia en el seno del hogar. Un estudios reciente del Banco Mundial y de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en Argentina el 54 por ciento de las mujeres son agredidas en su hogar por su compañero y que el 84 por ciento tienen hijos y viven en pareja. En tanto el Instituto Social y Político de la Mujer, citando datos dela OMS, del BID y del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ha calculado que el 37 por ciento de las mujeres golpeadas lleva al menos 20 años soportando abusos de ese tipo.

   Sin embargo, funcionarios, expertos y, en su momento, los periodistas se topan con una razonable falta de datos confiables, acentuada en Argentina porque a la complejidad de un fenómeno que se desarrolla en la intimidad y cuyo conocimiento depende a menudo de la denuncia de la propia víctima y del compromiso de toda la sociedad, a lo que se le suma en nuestro país la debilidad propia del sistema público de registros.

    El rol social de los medios de comunicación masivos se vuelve así todavía más importante, porque la sociedad se torna más conciente de la situación, básicamente, a través de las coberturas periodísticas, las mismas que pueden soslayar o amplificar casos a nivel provincial, donde salvo por excepciones cargadas de morbo es difícil que algunas realidades lleguen a la agenda del debate nacional.

   Varias provincias, con todo, tienen una base estadística y de estudio de casos como para empezar a prestarle atención en las coberturas. Santa Fe, por ejemplo, ofrece datos actualizados a mayo de 2005, contra una primera base en 2004: 7 por ciento de aumento en las denuncias de maltrato, gracias a la Ley de Protección a la Víctima de Violencia Familiar, un aspecto digno de considerar como parte del problema. Los periodistas podrán encontrar leyes semejantes en 21 distritos del país y de su aplicación hacer todo un ejercicio de control de política pública.
 
   América Latina ofrece un panorama igualmente dispar y complejo. En Brasil, el Senado se encargó de realizar entrevistas en 27 capitales para evaluar el impacto de la violencia doméstica en el país (77 por ciento de las mujeres reconoció haber sido víctima) y se propone reforzar con nueva legislación el actual Estatuto de la Mujer. En el otro país más poblado de la región, México, el 70 por ciento de las mujeres aseguraron sufrir violencia por parte de su pareja. (Ver Un mapamundi de la violencia)

   España es un caso particular. En los últimos tiempos, la prensa se ha hecho eco con fuerza del fenómeno, con páginas y páginas dedicadas a casos, pero también a revisar las raíces del problema, sin olvidar autocríticas de la propia prensa y hasta organizaciones de mujeres que han hecho estudios sobre el tratamiento periodístico del asunto en ese país. (Ver Un mapamundi de la violencia)

   El fenómeno tiene múltiples dimensiones y una de ellas es el costo social, económico y laboral, desde el ausentismo hasta la muerte de mujeres en edad productiva, con un efecto más letal que el cáncer, según un estudio presentado este año por el Fondo de Población de Naciones Unidas para Latinoamérica y el Caribe. El Instituto Aragonés de la Mujer está analizando el doble problema de las mujeres maltratadas, que además de la violencia que han sufrido en el ámbito familiar son despedidas de sus empresas después de que se hayan presentado en sus puestos de trabajo sus ex compañeros, sujetos en la mayor parte de los casos a órdenes de alejamiento. Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó que el costo total de la violencia doméstica alcanza hasta el 2 por ciento del Producto Bruto  Interno (PBI) de un país.

   La Convención para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (conocida como Convención de Belém do Pará, por la ciudad brasileña donde se firmó), alienta a los medios de comunicación a que contribuyan a erradicar la violencia contra la mujer mediante directrices adecuadas de difusión.

   Este trabajo de Periodismo Social no pretende juzgar o criticar el tratamiento de los medios de comunicación sobre el tema, sino brindar herramientas y sensibilizar a los periodistas, a responsables de los medios y a los estudiantes.

   El tema requiere de un tratamiento que considere que estamos hablando de una violación a los derechos humanos y un problema que es público, con la característica particular de que sucede en el ámbito privado, pero que afecta a toda la comunidad.

   La violencia es una conducta aprendida, enmarcada dentro de una cultura desigual de poder, y los profesionales de los medios son una parte fundamental del engranaje que permitiría un cambio cultural que contribuya a instalar palabras allí donde hay golpes.

   Hablando de palabras, los términos que usamos cada día, más aún los que difundimos los periodistas, nunca son inocentes. Desde los medios también podemos maltratar con palabras y, en este caso, es imprescindible entender que la cobertura es sobre un delito, que se hace necesario un lenguaje inclusivo y que no se puede soslayar la gravedad del asunto por razones supuestamente culturales, de las que suelen teñir nuestro discurso.

   Algunas herramientas de ese tipo están a la mano, sin excusas. La Real Academia Española (RAE) en su servicio Español Urgente destinado a los medios,  elaboró un informe sobre la expresión "violencia de género", analizó su origen y conveniencia de su uso. Los diarios El País -que tiene hace tiempo la sección Mujer- y El Mundo, ambos de España, han incluido la cuestión en sus libros de estilo. (Ver Cuando los medios maltratan también con las palabras)

   ¿Por qué habría que seguir hablando de crimen "pasional" o de "amores que matan"? ¿Por qué no sirven los detalles morbosos? ¿Cómo entrevistar a la víctima y si acaso es bueno siempre que el periodista le dé voz? ¿Las fotos, la musicalización y la edición de imágenes  televisivas aportan a cambiar el estado de cosas, y cómo? ¿Es tan importante hacer un seguimiento de los casos? ¿Es tan necesario ir en busca de otras fuentes que no sean la policial o judicial?

   Estas son algunas de las preguntas que delatan cuánto cuidado hay que poner en la cobertura de este tema. Con su simple lectura, los periodistas nos ponemos a prueba: ¿seguiremos cubriendo estas noticias igual? (Ver Pautas y herramientas para producir y elaborar notas)

   Pennie Azarcon De la Cruz es una periodista cuya hermana fue víctima mortal de la violencia doméstica, y recomienda con autoridad a sus colegas, entre otros muchos consejos:  "Hacer hincapié en el aspecto de la víctima no da ninguna información de importancia... El sufrimiento es algo privado, no un espectáculo público". (ver El Homicidio como noticia)

  
    Periodismo Social se propuso reunir y poner a disposición herramientas sobre un tema tan movilizador. Es un asunto delicado, complejo y grave, como ya se ha visto, en el que talla con fuerza la responsabilidad social del periodista frente, no sólo a su público, sino al resto de la ciudadanía.


Ver: Actividades en Argentina por el Día de la No Violencia contra la Mujer
http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=14&idnota=1026



- Periodismo Social - http://www.periodismosocial.org.ar/notacompleta.cfm?id=2288

https://www.alainet.org/de/node/113628?language=en
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