El feminismo en el movimiento de justicia global

23/03/2004
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Al final del siglo pasado, los dirigentes del capitalismo global, reunidos en el Foro Económico Mundial de Davos fueron forzados a reconocer una crisis profunda de legitimidad en el orden neoliberal. En otro lado del globo, en Porto Alegre, los/as activistas reunidos/as en el Foro Social Mundial intentaron crear una agenda política para el movimiento de justicia global que había puesto a las elites globales a la defensiva. La participación de mujeres como líderes y como representantes de movimientos de base en el Foro Social Mundial, parece una gran promesa, y también la implicación de organizaciones feministas en la organización de redes que constituyen fuerzas "antiglobalización" locales. Hace treinta años habría sido impensable, incluso en movimientos sociales radicales, el que hubiera mujeres líderes en grupos mixtos o el tratar temas relacionados con la opresión de género más que, en el mejor de los casos, la ayuda a una mujer. Las organizaciones que tienen una mayor consideración con su militancia, visión revolucionaria y valentía están profundamente influenciados por el feminismo, en sus ideas políticas y en sus cuadros dirigentes. Por ejemplo, en 1993, siguiendo un proceso de convocatoria de comités locales de mujeres y manteniendo cientos de asambleas locales, el EZLN aprobó las Leyes Revolucionarias de Mujeres. Este programa de derechos de las mujeres incluye su derecho a decidir el número de hijas/os que quieren tener y cuidar, el derecho de las mujeres al trabajo asalariado y a recibir un salario justo, el derecho a elegir a sus parejas, etc. Junto a estos claros progresos siguen existiendo áreas de tensión entre el feminismo transnacional y otros elementos de la justicia global, que reflejan unos intereses complejos entre sus fuerzas. Aunque estos "desacuerdos" no se pueden analizar aquí en profundidad, en los siguientes párrafos haré algunas observaciones preliminares sobre dos ejemplos de los problemas que el movimiento de justicia global tendrá que resolver: 1) las tensiones entre las ONGs de mujeres y los sindicatos y 2) los silencios estratégicos sobre aborto y orientación sexual. ONGs de mujeres y movimiento obrero Las formas tradicionales de organización sindical han demostrado ser poco eficaces para organizar a las trabajadoras en torno a los asuntos específicos de género que atraviesan a todas las industrias. Las estrategias para organizar a las mujeres son aquellas que tratan la división entre público/privado y trabajo asalariado/familia, reconociendo las responsabilidades de las mujeres en el cuidado y sus fuertes lazos con sus comunidades. El tipo de industrias que actualmente emplea mayoritariamente a trabajadoras en el sector formal privado de la economía no se adecúa a las estrategias organizativas desarrolladas por y para trabajadores hombres. Las industrias de trabajo intensivo donde se concentran mujeres pueden responder a una huelga simplemente transfiriendo la producción a otra parte. Las trabajadoras se están incorporando a los sindicatos en todo el mundo, pero también han surgido ONGs, algunas veces formadas por trabajadoras que han dejado los sindicatos dominados por hombres y algunas veces creadas cuando no había ningún sindicato interesado. Con el aumento de la mano de obra femenina y la militancia de las mujeres, las ONGs de trabajadoras representan una parte importante del movimiento obrero. Dadas las limitadas oportunidades que tienen las mujeres en el mercado laboral formal, las ONGs se esfuerzan en preservar los puestos de mujeres en las industrias de trabajo intensivo, mientras tanto se organizan para mejorar las condiciones laborales y salariales. Han tendido a confiar más en formas organizativas comunales, la persuasión moral, fundaciones internacionales y apoyo político que en las acciones y formas de lucha tradicionales sindicales, especialmente la huelga. Si los sindicatos no son comprensivos con las razones estratégicas de las ONGs, fallarán al intentar alianzas con los grupos de trabajadoras de base, empujando a las ONGs fuera del movimiento sindical. Por su parte, las ONGs se harán más vulnerables a la cooptación por comités dirigidos a nivel internacional por la patronal, que son la mejor herramienta que tienen las corporaciones transnacionales para hacer frente al movimiento antiexplotación. Esta trayectoria no es inevitable, pero depende de la politización continua del movimiento sindical que, como hemos visto en otros momentos y lugares, abre más espacios al feminismo obrero para rebatir y cambiar las prácticas estratégicas y organizativas de los sindicatos. Mientras que el aumento de la importancia de las mujeres como grupo dentro del movimiento obrero representa un cambio histórico, el activismo de las mujeres en comunidades de base, que ha movilizado a un gran número en las dos últimas décadas, refleja continuidad histórica. Durante siglos las mujeres han entrado en la lucha política para asegurar las vidas de su familia y su comunidad. Además de organizar la demanda de recursos al gobierno local -recogida de basura, agua potable, electricidad, etc.- muchas comunidades, al no poder conseguir mucho del Estado, empezaron a organizarse en formas alternativas de producción y provisión de servicios, con esquemas de trabajo cooperativo para producir ropa y comida, construir guarderías y casas, organizar recogida de basuras, etc. Lo novedoso de estos movimientos populares es la aparición de mujeres líderes y la incorporación de demandas feministas en sus programas políticos. Este caso se da especialmente cuando las comunidades de base forman parte de movimientos más amplios que llevan a cabo políticas radicales integrales (por ejemplo los/as zapatistas en México o el PT en Brasil). Este desarrollo refleja un enorme avance y ofrece enormes esperanzas. Aunque hay mucho trabajo por hacer. Dentro del movimiento de justicia global algunas ideas y demandas feministas se expresan más fácilmente que otras. Aborto y orientación sexual El contraste entre el claro progreso con el tema de violencia doméstica y los silencios notorios con los temas de aborto y orientación sexual es interesante. Una razón posible para esta diferencia puede ser que algunas manifestaciones feministas son más compatibles que otras con una política maternal. Por ejemplo, la demanda del derecho a ser libres de la violencia doméstica o de controlar el número de sus embarazos y tiempo entre estos, puede enmarcarse de forma que preserve las relaciones esenciales de la familia heterosexual tradicional. El control de la fertilidad puede y ha sido a menudo aliado a las demandas de preservar la salud de la madre y de sus hijos/as. La noción de que los hombres tienen la obligación de cuidar a las mujeres de sus familias -y no deben esperar mantener la autoridad familiar si incumplen esta obligación- no es fundamentalmente antagonista con las normas de género paternalistas. No se malinterprete: estos cambios aumentan sustancialmente el poder y autoridad de las mujeres dentro de las relaciones maritales y representan una victoria para el feminismo. Pero por muy difíciles que han sido estos cambios, el aborto ha generado mucha más oposición al feminismo. El aborto podría ser considerado como una simple forma de contracepción (y en algunas sociedades dentro de una "regulación menstrual"). Pero en su lugar, se define como un acto de rechazo maternal y un símbolo poderoso de la capacidad de las mujeres de separar heterosexualidad de procreación y de reclamar su propio placer sexual. Claro que el reconocimiento de la sexualidad lesbiana van incluso más allá en la dirección de negar lo inevitable, el estatus natural y moral de las familias organizadas alrededor de un vínculo heterosexual. Una segunda razón posible para los silencios sobre temas que son centrales para la liberación sexual podría ser el papel que las organizaciones religiosas, en particular la Iglesia católica, juegan al dar apoyo económico e institucional a movimientos populares. Aunque pudiera parecer que su componente religiosa los inhibe de tratar los temas políticos como lo hacen los organizadores, los es, al menos, en el tema de aborto, la ilegalidad del aborto es un hecho vital para muchas mujeres católicas que encuentran formas de abortar compatibles con sus creencias religiosas. Diría que es la dependencia de las organizaciones de la jerarquía católica en subvenciones y legitimidad política, más que las creencias religiosas de sus mujeres, lo que fuerza este código de silencio.
https://www.alainet.org/de/node/110048?language=en
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