ALCA: Un concepto de dominación
07/10/2002
- Opinión
Las inundaciones no se producen porque los ríos crecen, sino porque el país
se hunde.(1)
Cuando al permanentemente pretendido y ejercido poder hegemónico de EE.UU en
nuestro hemisferio le dejaron de ser beneficiosas las dictaduras militares
que proliferaron en una época en los países latinoamericanos, se procedió a
la instalación de las "democracias", las que consecuentemente se
convirtieron en rehenes de las políticas que les eran dictadas desde el
norte, no significando ello más que una transición de "dictaduras militares"
a "dictaduras económicas", las que en definitiva respondían a un mismo
código hegemónico con otra fachada. Ello resultaba no más que un cambio
estratégico.
El amo se encargó de fortalecer, ampliar y desarrollar diversos enclaves
militares como para que nadie olvidara que la fuerza continuaba
constituyendo un elemento presente, encargándose de ejemplificarlo en no
pocas ocasiones.
De otra parte se continuaron esfuerzos por cambiar la correlación de fuerzas
en el ámbito global, quedando ello coronado con la desaparición del campo
socialista, lo que sin lugar a dudas, tuvo un efecto negativo en las fuerzas
de izquierda toda vez que, con excepción de Cuba, perdieron sus referentes
de lucha.
En este contexto florecieron y se afianzaron las políticas neoliberales como
modelo de ese nuevo diseño estratégico de dominación, con su pesada carga de
depauperación general.
Las economías latinoamericanas se hicieron más dependientes y en
consecuencia más vulnerables. El camino hacia la dolarización se hizo
presente; continúo de forma galopante el inmoral endeudamiento económico,
donde para muchos incluso los servicios de deuda resultan ahora impagables;
el FMI, como instrumento del poderío hegemónico de EE.UU, continúo
dictaminando y condicionando cada vez con mayor prepotencia y ferocidad los
rumbos de las economías latinoamericanas, la inmensa mayoría de los países
de la región se han convertido en observadores de la desaparición de sus
bases productivas generadoras de riquezas propias a partir de los procesos
de privatización, quedándoles reservado el papel casi absoluto de
proveedores de materias primas para productores trasnacionalizados y en
consecuencia han quedado como consumidores de dichos productos; en fin bajo
el tutelaje de EE.UU crecieron las exigencias de los círculos de poder
económico que han obligado a los gobiernos latinoamericanos a proceder de
forma tal que quedaron sin opciones para tomar decisiones soberanas sobre el
destino económico de sus pueblos.
Todo ello ha tenido un rápido y desastroso reflejo en el orden social; el
desempleo alcanza cifras históricas y crecientes, los aún presentes derechos
laborales tienden a disminuir o desaparecer; el poder adquisitivo del
ciudadano se reduce cada día; quienes aún cuentan con alguna fuente de
empleo no tienen garantías de salarios justos y estables y en algunos casos
de nada les ha valido contar con ahorros provenientes de sus esfuerzos
personales; en fin las grandes masas han quedado presas de la desesperación
y la desesperanza y en consecuencia para algunos no les queda más que el
camino de la violencia, para otros rebelarse y luchar por sus más
elementales derechos sociales.
Otro rasgo de esa vulnerabilidad se ha expresado en los conduces políticos.
El entreguismo servil al amo del norte se convirtió en un rasgo fundamental
de las políticas latinoamericanas; de lo que se trata es de hacer "buena
nota" para continuar formando parte del concierto desigual dirigido desde
Washington y obtener dividendos personales, sin detenerse a reflexionar en
las consecuencias futuras o en el peor de los casos, siendo conscientes de
que su legado carecerá de un futuro promisorio para sus pueblos.
Durante todo este tiempo se continúo allanando el camino de forma abierta y
a la vez sutil para alcanzar la pretendida hegemonía total por parte de
EE.UU, donde ningún paso dado ha resultado desconectado del siguiente ni
ajeno a esa estrategia global y donde la geopolítica se convirtió en una
ficha clave y manejada al antojo de la política norteamericana, cual
sencilla y calculada partida de ajedrez, en la cual los obstáculos y
dificultades serían solteados a las "buenas" o a las "malas".
A modo de ejemplo, absolutamente de manera gráfica y combinativamente, vale
citar:
– En política: Por lo general todo candidato que pretenda ser presidente
de su país, previamente debe pasar por la Casa Blanca a retirar su
receta.
– En lo económico: Cúmplase lo dictado a través del FMI y el BM y tendrá
mayores garantías de culminar el mandato para el cual fue "elegido"
por las minorías.
– En lo social: Arréglense las cosas internas de manera que no se
proteste por inconformidades y para ello úsese cuanta fórmula sea
posible, ya sea mediante el negociado, el soborno, el desoído, las
falsas promesas y hasta la represión si fuera necesario.
– En lo militar: Las bases militares en Panamá llegaban a su fin, pero
el epicentro de ese fundamental factor de dominación fue trasladado
Manta y ramificado de forma abierta o solapada a través del Plan
Colombia, del Plan Puebla-Panamá o del Plan Cabañas, con ello queda
"protegido" todo el hemisferio, vertiendo su señal de presencia
omnipotente.
Dadas las condiciones, pacientemente creadas, el escenario estaba listo para
el lanzamiento del zarpazo final y es cuando se comienza la puesta en marcha
de su diseño bajo la figura del Acuerdo de Libre Comercio para las Américas
(ALCA), lo cual significará en términos históricos la concreción de toda una
voluntad política acariciada desde siglos atrás.
Este diseño, elaborado y negociado de manera casi oculta y alejado de la
comprensión de sus supuestos beneficiarios (los pueblos latinoamericanos),
necesitaba un signo distintivo que indicara a todos que no hay otra opción
posible.
Los repudiables ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en New York
y Washington, propiciaron (entre otras cosas) las condiciones para
certificar ese necesitado signo distintivo. Otra es la historia después de
dichos condenables sucesos; estar contra el ALCA significa estar contra
EE.UU, lo cual puede ser sumamente peligroso para cualquier gobierno
latinoamericano con excepción de Cuba, donde no sólo nos hemos pronunciado
en contra, sino que hemos expuesto un sinnúmero de argumentos que dicen de
las reales pretensiones de EE.UU y alertado de sus consecuencias, bastando
cono sólo mirar a nuestro alrededor para apreciar el estado en que se
encuentran nuestros vecinos.
Intentemos comprender que para la inmensa mayoría de los gobiernos
latinoamericanos y caribeños les resulta casi imposible oponerse al ALCA,
dado el acumulado de dependencia que poseen.
¿Estaría el gobierno de Colombia en condiciones de oponerse al ALCA tomando
en cuenta la existencia del Plan Colombia?.
¿Estaría el gobierno de Ecuador en condiciones de oponerse al ALCA, dado el
grado de subordinación económico-financiero que padece, contando en su
territorio con ese enclave militar regional que significa la base de Manta y
hoy cuando el Plan Colombia se ha convertido en Iniciativa para la Región
Andina?.
¿Podrá el gobierno de Argentina oponerse al ALCA cuando los propios EE.UU le
han brindado como respuesta al pedigüeño limosneo, un sonado caso omiso a
sus reclamos?.
¿Estaría el actual gobierno de Uruguay en capacidad de oponerse al ALCA
cuando trata de hacer méritos con el amo del norte al ofrecerse de
patrocinador la mañosa injusticia contra Cuba en la Comisión de Derechos
Humanos de Naciones Unidas y llegar al punto de romper relaciones
diplomáticas con el único país capaz de enfrentar en verdad y resueltamente
la política de EE.UU?.
A esto ha de sumarse el cuestionamiento a un gobierno como el de Chile que
lejos de alguna postura de oposición trata cada vez más de desmarcarse de
sus iguales del hemisferio y acercarse cada vez más al amo del norte.
Para ellos y otros gobiernos puede resultar difícil asumir posiciones
opuestas, más cuando hoy bajo la concepción de hegemonismo global de parte
de EE.UU, el ALCA significa no un hecho en si, sino toda una concepción que
trasciende las fronteras latinoamericanas, significa el relanzamiento del
sistema de poder ante el estado de crisis que atraviesa el modelo neoliberal
(ya intentado a través del AMI), significa un nuevo modelo fundamentado en
una mayor dosis de neoliberalismo, resulta un ensayo más del sistema
capitalista preconizado por EE.UU y trabajado en su laboratorio natural:
América Latina, donde las dificultades para oponerse no pueden constituir un
impedimento absoluto para el enfrentamiento, siempre y cuando exista la
voluntad política necesaria para ello, voluntad que sin lugar a dudas
contaría con el respaldo de los pueblos.
En medio de esta complicada coyuntura, los pueblos comienzan a comprender la
triste realidad y el peligro que les depara la concreción de este acuerdo,
comenzando a movilizarse en aras de enfrentar y rechazar tal engendro.
Hoy crece el número de entidades que se organizan en amplias redes para
luchar contra el ALCA, constituyendo no obstante una premisa fundamental, la
acción coordinada y en unidad para que sus gestiones fructifiquen y podamos
librarnos de ese demoledor zarpazo.
Son los pueblos quienes deben decidir sobre sus destinos y para ello hace
falta una mayor comprensión del peligro que nos acecha, para entonces estar
en mejores condiciones de luchar.
Decir No! Al ALCA es impedir que los países del continente pierdan lo poco
que les resta de soberanía. Somos actualmente 224 millones de habitantes,
de los cuales 90 millones viven
bajo la línea de la miseria, o sea con una renta mensual equivalente a menos
de US$ 30 dólares. Al transformar a América Latina y el Caribe en una mera
hacienda de los Estados Unidos, todos nuestros países quedarán aún más
sujetos a la injerencias de la Casa Blanca, reforzando la dependencia
económica, política, cultural, tecnológica y hasta monetaria.(2)
Resulta una responsabilidad histórica de los pueblos exigir a sus gobiernos
entregistas que sean consecuentes con el más elemental sentido de
independencia y soberanía, así como trasladar la confianza de que otro mundo
es posible, otro mundo basado en la justicia social y el pleno derecho a la
autodeterminación.
* José Miguel Hernández Mederos. Funcionario del Dpto. Relaciones
Internacionales, CTC Nacional.
(1) Grafitti popular argentino.
(2) Frei Betto, La Soberanía no se negocia. ALAI-AMLATINA, 27/05/02
https://www.alainet.org/de/node/106477?language=es
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