Cuando dos más dos no son cuatro

29/11/2012
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 En política dos más dos no son cuatro, la mejor prueba de esta paradoja matemática es la actual oposición chilena. Un país donde la sensibilidad democrática y progresista ha sido mayoritaria desde hace un par de décadas, está hoy gobernado por una alianza de derechas, heredera directa de una dictadura militar. Hay muchas maneras de explicar esta situación, desde la falta de temeridad democrática para enfrentar los cambios profundos que Chile reclama hasta la falta de ideas nuevas capaces de movilizar a los votantes. Sin embargo, la más evidente es el lamentable espectáculo de dispersión de las fuerzas opositoras.

 
Los líderes de los diversos partidos se encuentran atrapados en una maraña de prejuicios, intereses y mediocridad que los condena, para alegría de la derecha, a una suerte de balcanización política. Sumidos en una guerrilla de declaraciones, lo único que acrecientan es su propio desprestigio. Los diversos “caciques” del juego político no han sido capaces de ponerse de acuerdo en cuestiones mínimas para un eventual programa que convoque a una mayoría democrática de chilenos. Por el contrario, los medios oficialistas facilitan gustosos sus páginas para darle protagonismo a toda idea corrosiva que debilite la unidad imprescindible de la oposición.
 
Toda la evidencia histórica nos muestra que los grandes cambios que se han dado en nuestro país han sido fruto de triunfos electorales capaces de conformar mayorías a todo nivel y que tales logros se han dado constituyendo conglomerados democráticos amplios e inclusivos. Durante el siglo XX, un buen ejemplo fue el gobierno de don Pedro Aguirre Cerda que inaugura un largo periodo modernizador. Los movimientos sociales no solo constituyen un síntoma de los graves problemas que nos aquejan sino que también están dando un ejemplo de unidad y amplitud en su despliegue. Mientras los partidos políticos se debaten en bizantinas discusiones, los estudiantes y otros movimientos en el seno de la sociedad chilena adquieren inusitado protagonismo.
 
Más interesante, e importante, que los rostros que encarnen a las fuerzas democráticas es la convergencia de una mayoría capaz de cambiar el rumbo histórico del país. Para ello es indispensable plantearse un programa de cambios serios y profundos, incluido el cambio constitucional. La sucesión de escándalos que afectan tanto a los ámbitos financieros como a la acreditación educacional, entre otros, están mostrando que el “legado” pinochetista huele a podrido desde hace mucho. Chile se ha convertido en un país de negociados y corruptelas, un lugar donde las grandes empresas multiplican su fortuna y la gran mayoría de ciudadanos chapotea en la pobreza.
 
Álvaro Cuadraes investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. ARENA PÚBLICA. Plataforma de Opinión. Universidad de Arte y Ciencias Sociales. ARCIS. Autor de La deserción de las masas (http://alainet.org/active/59339&lang=es)
 
https://www.alainet.org/es/active/59993
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