Movimientos sociales en la Red
Osvaldo León, Sally Burch, Eduardo Tamayo
ALAI, septiembre 2001
http://alainet.org/publica/msred/

II PARTE
@mérica Latina: movimientos.org

Capítulo 4.
Internet y organizaciones sociales:
Un estudio exploratorio
(Sección Uno)

Las redes electrónicas, por la versatilidad de los recursos que les son propios, ofrecen a las organizaciones sociales una amplia gama de oportunidades para sus procesos organizativos y su presencia en la escena pública. Pero ese aprovechamiento difícilmente va a llegar con el simple hecho de "conectarse". Dependerá más bien de las definiciones y decisiones que una organización adopte respecto a qué es lo que busca lograr con la utilización de tal tecnología, lo cual, a su vez, implica sopesar sus posibilidades reales y efectivas y el tipo de aplicación a instrumentar.

Bajo la premisa de que lo que cuenta es la organización, no la tecnología en sí, se realizó el estudio exploratorio que presentamos en estas páginas; exploratorio, tanto en lo que respecta al campo de intervención, la Internet, como a las prácticas, sentidos y percepciones presentes en las organizaciones sociales, particularmente entre las que participan en el proceso de la Comunidad Web de Movimientos Sociales.

Esto es, se trata de una indagación no sólo respecto a cuestiones de conectividad, acceso y uso de la Internet, sino también sobre las motivaciones y concepciones que tienen para capitalizar y aprovechar este recurso en función de sus objetivos y fines, tanto en el plano socio-organizativo como a nivel de intervención pública. Por lo mismo, no va en la línea del reduccionismo causa-efecto que el discurso promocional se ha empeñado en imponer, aislando artificialmente variables y, por tanto, dejando de lado los diversos factores que intervienen en la realidad, donde situación y actores son elementos claves a tomar en cuenta.


Capital informacional: una apertura metodológica

En la literatura sobre la materia a nuestro alcance, hemos encontrado que sigue siendo una tarea pendiente la elaboración de instrumentos de análisis, sobre todo para el tratamiento de problemáticas referidas a la apropiación de las innovaciones tecnológicas por parte de colectividades, como es el caso presente. De hecho, el grueso de la atención aparece centrada en la relación individuo-máquina, un tanto menos en la relación individuo-individuo mediada por esta tecnología y en menor proporción en la relación individuo-colectividad también mediada por esta tecnología.

Uno de los enfoques más difundidos para dar cuenta de la relación NTIC y sociedad es el que se refiere al "impacto", que ha dado lugar a una serie de estudios, básicamente cuantitativos, referidos sobre todo a la expansión de estas tecnologías, donde cualquier porcentaje significativo se torna por sí en argumento y constatación determinante. Con el "focus" centrado en el acelerado ritmo de las innovaciones tecnológicas y su despliegue, se suele dejar de lado el ritmo lento con que las dinámicas sociales las procesan, incorporan y redefinen.

A propósito, Michel Menou (1999: 1) destaca: "La creciente preocupación con la demostración del impacto, presumiblemente positivo, de las TICs, la Internet, información, etc., parece estar impulsado principalmente por la necesidad de justificar urgentes y poderosas inversiones en esta área, o de sacar provecho de ella. Un tal abordaje puede ser tan miope como poco productivo. La propia noción de impacto se desplaza en un continuo de perspectivas de evaluación, que van de la mera penetración del mercado a las permanentes transformaciones sociales y más allá".

Para clarificar la problemática propone diferenciar entre los cambios que de manera más apropiada habría que considerar como "efectos" de los que realmente expresan "impactos". Precisando que, "impacto es el choque de cuerpos y la alteración resultante de eso. Cuando ocurre un impacto ninguno de los cuerpos permanece el mismo. Sostenemos entonces que el impacto debería restringirse a los cambios sustantivos y duraderos que se producen en la base del conocimiento, en el comportamiento, organización o eficacia de los individuos, instituciones o sociedad. En la medida en que la sustentabilidad es un atributo primario de la definición anterior, podríamos restringir todavía más el impacto a los cambios en las habilidades de los actores en el tratamiento de sus problemas. Lo que podría ser formulado de la siguiente manera: impacto es el cambio en la habilidad de las personas para satisfacer sus necesidades que resulta por el efecto del uso de la Internet (o cualquier otro recurso de información). En este punto, impacto es muy similar al aprendizaje." (3)

Colocada así la problemática, optamos por apoyarnos en la pista que abre Cees J. Hamelink (1999, 15) con la propuesta de "capital informacional", siguiendo el planteamiento de Pierre Bourdieu, según el cual la posición de los actores sociales no está determinada únicamente por el capital económico, sino también por su capital cultural (solvencia en materia de bellas artes, música y literatura, hábitos de etiqueta, y dominio de lenguas extranjeras), social (los contactos y relaciones sociales con que alguien cuenta) y simbólico (el prestigio y reputación).

Habiendo contribuido Bourdieu de manera significativa a clarificar la comprensión dialéctica de la producción y reproducción social1, a través de la elaboración de las categorías de capital cultural, social y simbólico, coincidimos con Hamelink en la pertinencia de añadir la categoría de "capital informacional" a esas formas de capital, para dar cuenta de las nuevas realidades que se están vertebrando con el despliegue de las NTIC.

El concepto de capital informacional, "abarca la capacidad financiera para pagar la utilización de redes electrónicas y servicios de información, la habilidad técnica para manejar las infraestructuras de estas redes, la capacidad intelectual para filtrar y evaluar información, como también la motivación activa para buscar información y la habilidad para aplicar la información a las situaciones sociales", precisa Hamelink.

A partir de esta caracterización, para este estudio, hemos establecido los siguientes ejes:

a) Equipamiento y acceso a las redes electrónicas: infraestructura computacional instalada, conectividad a la internet y conexión de red interna.

b) Utilización de la tecnología: instrumentos disponibles (software) y servicios utilizados, criterios y modalidades prevalecientes.

c) Apropiación tecnológica e informativa: disposición organizativa para integrar recursos y usos, recursos humanos, formación y desarrollo de destrezas; para procesar información, motivaciones para buscar información y utilizarla en situaciones concretas.

d) Funcionamiento en red: los flujos informativos y las dinámicas organizativas tanto internas como externas (coordinaciones).

e) Políticas y estrategias de comunicación: capacidad para generar y difundir información propia, presencia pública, políticas de medios, prioridades, metas y líneas de acción.

Sobre la base de estos ejes ordenadores, que en ningún caso son unidades discretas, este estudio exploratorio fue concebido ante todo para clarificar las perspectivas de la CWMS, pues un sentido estratégico requiere tomar el pulso de las fuerzas que lo impulsan. Y es que tras las coordinadoras y redes sociales se encuentra una realidad diversa y dispar marcada por las diferencias entre organizaciones, por tamaño, capacidades, prácticas, ritmos, estilos de trabajo, acumulados organizativos y capacidad instalada, etc. De ahí que sus dinámicas responden ante todo a una "negociación" de acoplamiento que condiciona ritmos, ya que lo que importa más es el proceso, la articulación, que los productos inmediatos.

Por lo tanto, es esta misma lógica de proceso la que ha primado en la implementación de la CWMS y, como no podía ser de otra manera, la que se ha privilegiado en esta indagación. Es así que la atención no se centra en la forma cómo las organizaciones responden al ritmo acelerado de la innovación tecnológica, sino en el procesamiento pausado de estas innovaciones, que van haciendo al compás de sus propios ritmos. Si se quiere, no es un estudio para la Internet, sino con la Internet en procesos socio-organizativos.

Para la realización de este diagnóstico exploratorio no sólo se trabajó con las organizaciones en tanto tales, por separado, sino que se propiciaron tres encuentros de intercambio, donde se problematizaron los ejes antes señalados, como también las perspectivas para el sostenimiento de la CWMS2, constituyéndose en un espacio muy rico en información para los propósitos del estudio. Los talleres fueron concebidos para aprender a aprender de las experiencias, reflexiones y propuestas de los demás, teniendo como hilo conductor el aprovechamiento de la Internet en las políticas y estrategias comunicacionales, y las consecuentes implicaciones para la CWMS.

Para la operativización de este diagnóstico se recurrió a la aplicación de una encuesta dirigida, a las entrevistas en profundidad y a la sistematización de los intercambios registrados en dichos encuentros. Las entrevistas se aplicaron a dos grupos de interlocutores: a personas encargadas de los departamentos o áreas de comunicación, y a dirigentes, priorizando a los movimientos que tienen un nivel más alto de desarrollo en el uso de la Internet, pues en ellas hay más elementos que indagar y pueden dar pistas para trabajar más adelante con otras organizaciones.

En total, en el estudio participaron 27 organizaciones de 14 países del continente, con la siguiente distribución sectorial: 15 organizaciones campesinas e indígenas (incluyendo 2 organizaciones de mujeres del campo), 4 organizaciones urbano-comunales; 4 organizaciones/redes de mujeres; 2 secretarías de campañas internacionales; y una organización nacional de derechos humanos. De estas organizaciones, 24 representantes fueron mujeres y 23, hombres. La presencia de un mayor número de organizaciones del campo que de otros sectores responde al hecho que la CLOC es la coordinación más grande y articulada de las que participan en la CWMS, y es la que más se ha apropiado de las NTIC.

El estudio indagatorio buscaba identificar, en su primera fase, con qué infraestructura tecnológica de Internet cuentan las organizaciones consultadas y el "rango" de utilización que están haciendo de ellas. En una segunda fase, conocer cómo se percibe esta tecnología (tanto en sus potencialidades como en los riesgos, amenazas e incertidumbres que plantea) y qué se piensa que se puede hacer con ella, qué derivaciones prácticas se han dado, cuál es su relación con las dinámicas organizativas, y en qué medida todo ello se traduce en líneas de acción, políticas y estrategias comunicacionales. Esto es, determinar el nivel de aprovechamiento de esas tecnologías en función de las propuestas políticas y estratégicas de las organizaciones sociales participantes.

En términos prácticos, y de cara a la aplicación de sus resultados, el estudio buscó: (a) ubicar en detalle las necesidades de capacitación, (b) identificar los elementos de una estrategia de construcción de la Comunidad Web de Movimientos Sociales y (c) facilitar el diseño de parámetros metodológicos para continuar en el conocimiento y la práctica del tema en cuestión.

Conocer el nivel de aprovechamiento de las nuevas tecnologías en función de las propuestas políticas y estratégicas de las organizaciones sociales involucradas, se percibió siempre como el objetivo más ambicioso y complejo del estudio indagatorio, pues significaba sobrepasar el nivel del "inventario" de infraestructura comunicacional de las organizaciones, así como el reconocimiento de las dificultades estructurales de acceso, para arribar a una comprensión de la dialéctica que permite convertir cualitativamente la suma de datos, en conocimientos de utilidad social que impliquen los criterios de las organizaciones.

El contexto de las indagaciones estuvo caracterizado por las dinámicas sociales y políticas en las que se hallan involucradas las organizaciones participantes -entre las que se encuentran varias de las más activas del continente-, las cuales fueron cotejadas en las reuniones de grupo.

Los resultados muestran que el carácter de la metodología aplicada fue apropiado y eficiente para el caso de un estudio indagatorio; metodología que, por lo demás, suele ser utilizada y recomendada en los estudios de actores sociales y situaciones de cambio. Para los propósitos de la CWMS los resultados ofrecen una gran riqueza, pues más allá de verificar y precisar "sospechas" han puesto sobre el tapete, tanto matices como problemáticas no consideradas, que exigen respuestas de calidad para el sostenimiento y potenciación de la propia iniciativa. Dicho esto, pasemos a mirar los resultados.


Un entorno poco favorable

Un entendimiento del proceso de adopción de las nuevas tecnologías por parte de las organizaciones sociales, requiere tener presentes los factores condicionantes e influencias externas que inciden en él. En América Latina, y sobre todo para los sectores marginados, estos factores se encuentran estrechamente relacionadas con la brecha digital, tanto en su dimensión geográfica, como en sus aspectos sociales y culturales. Ello incide, no sólo en las posibilidades de conectividad, sino también en las facilidades de uso y aprovechamiento de las NTIC.

El entorno de infraestructura disponible, su grado de ubicuidad y la accesibilidad en términos de costos, constituyen condiciones básicas para el acceso y uso de las NTIC. Fundamentalmente se trata de tres factores: electricidad, líneas telefónicas y provisión de servicios Internet; a lo cual se añade la disponibilidad y capacidad de compra de los equipos de computación.

El primero de estos cuatro elementos -la electricidad- podría parecer un problema superado en las ciudades (aunque no siempre en las áreas urbano-marginales y aún menos en las rurales); pero no lo es, debido a los frecuentes "cortes de luz". En República Dominicana, por ejemplo, en el año 2001, éstos han llegado hasta 15 horas diarias. En el propio Brasil, pese al potencial energético que tiene, los apagones se están tornando cada vez más frecuentes, hecho atribuido a la forma como se realizaron las privatizaciones, que priorizaron los negocios sobre la calidad del servicio, con precios más altos pero sin las inversiones necesarias para mejorar la infraestructura. Claro que este problema no es exclusivo de América Latina, como lo demuestra la crisis energética del Estado de California en Estados Unidos.

Si bien existen varias opciones para conectarse, la más utilizada y accesible en la región es la que se realiza vía módem y teléfonos de línea fija. A pesar del desarrollo de la telefonía registrado en los últimos años, en la mayoría de países las redes telefónicas siguen siendo deficitarias, especialmente en el campo y en las zonas urbano-populares. Si se compara con países desarrollados, la diferencia es abismal: en 1999, el número de teléfonos estacionarios por cada 1000 habitantes era de 682 en Estados Unidos, de sólo 9 en Haití y 271 en Uruguay, la cifra más alta de América Latina cuyo promedio es de 131. (PNUD, 2001: 62-64)

La privatización de los servicios telefónicos, contrariamente a lo que anticipaban sus mentores, no ha resuelto los déficits de cobertura y calidad del servicio. En el caso del Brasil, por ejemplo, las operadoras que manejan la red de telefonía fija, desde su privatización en 1998, aumentaron su cobertura, pero no cumplieron los compromisos de mejorar la calidad del servicio, sobre todo en lo que se refiere a la ampliación hacia ciudades pequeñas y áreas rurales. El costo de la suscripción básica y de las llamadas telefónicas subió en un 344% desde 1994 hasta el 2001, en comparación con una alza de 97% en la inflación oficial y un aumento mucho menor de los salarios (Betto, 2001b:10). Algo parecido ha ocurrido en Argentina, donde con la privatización también se amplió la cobertura, pero mucha gente tuvo que desconectar su línea por no poder pagar las elevadas cuentas.

La situación es particularmente crítica en el sector rural. Bolivia y Guatemala, dos países con población mayoritariamente indígena, coinciden entre los que tienen la infraestructura menos desarrollada en el campo. El comentario de una dirigenta campesina boliviana ilustra cómo los atrasos tecnológicos se combinan incluso con factores de discriminación: "la red de telefonía está recientemente entrando en las áreas rurales, pero nos da miedo del cobro del consumo telefónico, porque aunque en algunas partes ya empiezan a computarizar legalmente el cobro, en otras partes no hay ese control y cobran 'viendo la cara'".

Los servicios de conectividad a la Internet tuvieron un crecimiento rápido en la región a partir de 1994, con la expansión de proveedores comerciales y conexiones satelitales. En la actualidad, América Latina es la región con el más alto crecimiento de uso de la Internet: en 1999 la cantidad de anfitriones creció 136%, seguido de Norteamérica con 74% (Hilbert, 2001: 32). Pero queda por ver si, una vez creados enclaves con buenos niveles de conectividad en las ciudades principales, el crecimiento seguirá al mismo ritmo.

De modo que, en la mayoría de países, las posibilidades de conexión en las principales ciudades son relativamente buenas. Es más, el costo ha ido bajando paulatinamente, por lo que las organizaciones con un mínimo de presupuesto para comunicaciones lo pueden costear. No obstante, aun cuando hay conectividad, el uso sigue siendo limitado en términos de tiempo (sobre todo para navegar en la Web) por el costo de las llamadas locales, que en solo unos pocos países de la región contemplan tarifas reducidas para la conexión de datos. Fuera de las grandes ciudades, las posibilidades de conexión son menores en muchos lugares, aunque la situación varía de un país y de un lugar a otro, pues a menudo implica una llamada de larga distancia nacional, o líneas con mucha interferencia; factores que limitan las posibilidades de uso3.

Pero las tasas de conectividad son muy diferentes de un país a otro, como lo demuestra el indicador de "anfitriones" 4 por 1000 habitantes: mientras EE.UU. tenía, en el año 2000, 179,1 anfitriones, América Latina en promedio tenía 5,6. Uruguay tenía 19,6, Argentina 8,7 y Bolivia 0,3 (PNUD, 2001: 62-64).

Uno de los factores que inciden en el desigual reparto de estos recursos en la región es la carencia (en la mayoría de casos) de políticas estatales en la materia, con cierta excepción de Brasil y Costa Rica, y en menor medida de países como Argentina y Perú. Por lo general, los gobiernos han dejado el desarrollo de los servicios de Internet (y en muchos casos también de la telefonía) en manos de la empresa privada, sin establecer un marco legal y normativo para asegurar los servicios en las zonas más apartadas y, por lo general, menos rentables.

Pero también hay factores novedosos que inciden de manera inesperada en la dotación de infraestructura. En Ecuador, por ejemplo, a raíz de la reciente ola migratoria -mayoritariamente desde el campo- hacia España y otros países, los migrantes han encontrado que Internet es el recurso más barato para comunicarse con los familiares que quedaron en el país. Con ello, la implementación de cafés Internet, incluso en pequeñas ciudades de provincia, se ha ido extendiendo muy rápidamente, abriendo nuevas posibilidades de acceso para quienes viven en estos lugares e incorporando al uso, al menos ocasional, de las NTIC a un nuevo estrato social. Algo similar se está produciendo en otros países de fuerte emigración.

Los problemas de dotación de computadoras y acceso a la red están directamente ligados a la capacidad adquisitiva de la gente. Una computadora cuesta lo mismo en Estados Unidos que en Ecuador. Pero para adquirir una computadora, un trabajador ecuatoriano que gana el salario mínimo debe trabajar 6 meses en tanto que uno de Estados Unidos debe laborar dos semanas. En los países desarrollados, un mes de acceso a Internet equivale a una hora de salario medio, mientras un profesor de primaria ecuatoriano debería destinar diez días de salario para cubrirlo.

Otro problema es que las conexiones intrarregionales de América Latina transitan por Estados Unidos, donde un reducido grupo de empresas ocupan una posición de oligopolio que les permite imponer sus tarifas5. Más del 90% del tráfico de la región transita, se origina o termina en Estados Unidos, lo cual, combinado con la insuficiente infraestructura, repercute en los niveles de eficiencia. (Hilbert, 2001: 29)


Factores sociales y culturales

Los problemas de conectividad, sin embargo, son sólo un componente de la brecha digital. Muchos otros factores entran en juego para poder hacer un uso provechoso de estas tecnologías, entre ellos, cuestiones educativas, de idioma e incluso culturales.

En efecto, el uso de Internet requiere de un cierto nivel de preparación, como saber leer y escribir, además de destrezas técnicas y conocimiento del funcionamiento de los programas. El analfabetismo funcional y los bajos niveles de escolaridad que prevalecen en el campo y en zonas urbano marginales actúan como verdaderos obstáculos que dificultan el acceso a la Internet. Pese a las campañas, los índices de analfabetismo continúan siendo altos. En Guatemala, por ejemplo, cuatro de cada diez personas son analfabetas. En Bolivia, lo son dos de cada diez. El analfabetismo afecta a la población indígena y a las mujeres especialmente.

Si bien el multimedia introduce en la Internet otras formas de comunicación que la escrita, en este medio -sobre todo en el correo electrónico- sigue siendo predominante la comunicación escrita. Mientras tanto, en muchas partes de la región (como los países andinos y Centroamérica) y sobre todo entre los sectores populares, prevalece la tradición oral antes que la escrita, lo cual presenta un obstáculo para incorporar este medio a las actividades cotidianas.

Otro factor presente es el idioma6. América Latina y El Caribe tienen una gran riqueza lingüística: además del español se habla el portugués, el inglés, el francés, decenas de lenguas indígenas y varios dialectos de creole, con la particularidad de que la gran mayoría de su población entiende un mismo idioma, el español -relativamente entendible incluso por la población brasileña y el Caribe francófono-, lo cual no es el caso de otros continentes como Europa, Asia o África. Si bien ello facilita la comunicación intrarregional, el predominio del inglés en los contenidos de la Red se convierte en un obstáculo para el uso de la Internet, pues esta lengua es entendida sólo por una minoría de la población de la región. Y, en general, para la comunicación de la región con el resto del mundo, donde domina el inglés como lengua franca.

La cantidad de información en Internet en español y portugués -los dos principales idiomas de la región- también sigue siendo pequeña en comparación a la que está en inglés. Sin embargo, hay signos de que esta situación está cambiando. De acuerdo con un estudio de Funredes y Unión Latina (2001), de 1998 a 2001, las páginas Web en español habrían aumentado del 2,53 al 5,69%, y las de portugués del 0,82 al 2,81% del total disponible7. En el mismo período, las páginas en inglés habrían disminuido en proporción al total, del 75 al 52%. Esta cifra sigue siendo alta, si se toma en cuenta que solo una décima parte de la población mundial es de habla inglesa.

En un contexto más amplio, es motivo de preocupación el hecho de que, en paralelo a la predominancia del idioma inglés, venga aparejada la pretensión de imponer, a través de las nuevas tecnologías de comunicación, una industria cultural uniformizadora y hegemonizante que desconoce la diversidad lingüística y cultural.

Por último, sigue existiendo una brecha social y de género en el acceso a las nuevas tecnologías en América Latina. En 1998-99, el 90% de los usuarios de Internet en esta parte del mundo provenía de grupos de ingresos superiores. Como ilustra el PNUD (1999: 62), en México, el 67% de usuarios tenía título universitario, mientras que en Brasil, sólo el 25% de usuarios de Internet eran mujeres. A finales del año 2000, sólo el 5% de la población disponía de una computadora, y si bien entre el 50 y el 70% de empresas tenía acceso a Internet, apenas el 9,4% de trabajadores individuales podía beneficiarse de tal servicio. (Hilbert, 2001: 102).


Equipamiento y acceso

Las organizaciones sociales, a lo largo de la década del 90, han ido percibiendo la necesidad de incorporar progresivamente los sistemas digitales a las diversas tareas de su quehacer cotidiano. Inicialmente lo hacían con miras a mejorar actividades administrativas y de gestión. Más recientemente, se ha generalizado entre ellas la decisión de incorporar la Internet, en el entendido de que les dará la posibilidad de estar mejor relacionadas e informadas internacionalmente. Pero al dar este paso, no necesariamente han considerado las transformaciones internas que puede desencadenar esta renovación tecnológica. Estos cambios no se producen de un momento a otro ni de manera espectacular, más bien se van fraguando de manera progresiva. El hecho de instalar equipos no induce automáticamente a modificaciones en la organización del trabajo, ni resuelve problemas que no se habían planteado.

Justamente, una de las secuelas del discurso promocional que, entre otras cosas, proyecta a las NTIC como "soluciones" en búsqueda de "problemas", es que se ha tornado común pensar que se puede incorporar una tecnología innovadora como estrategia -por lo general con resultados lamentables para quienes así proceden-, cuando de lo que se trata es de establecer una estrategia innovadora, para luego buscar la tecnología conveniente. Sin estrategia, la tecnología de información se queda en el aire, porque ésta es esclava de aquella.

O sea, una organización que se limita a instalar equipos e incorporar funciones de la computación a sus actividades puede, en el mejor de los casos, ganar en eficiencia, pero difícilmente sacará pleno beneficio del potencial de la tecnología, mientras no se dé un proceso de apropiación de ésta. Cuando esto sucede -unas veces a partir de la definición explícita de criterios, otras veces de manera más intuitiva, a menudo impulsado por una iniciativa personal-, se traduce en un reacomodo de la disposición organizativa, a fin de poder aprovechar mejor las ventajas de la tecnología en función de los objetivos organizacionales.

El hecho de dotarse de equipos e instalar la conectividad a la Internet es un primer paso importante. Pero en sí no es suficiente, ni tampoco, de lo que se ha podido constatar, el aspecto más problemático para las organizaciones, como sí lo es implantarla, pues plantea reformulaciones internas que son más complicadas de implementar.


Dar el salto

La dotación de equipos y servicios de conexión implica la decisión de invertir o solicitar recursos. Es cierto que algunas organizaciones sociales se apoyan inicialmente (o complementariamente) en servicios externos, como instituciones amigas, dirigentes con conexión personal, o cafés Internet. Pero tarde o temprano reconocen la necesidad de contar con conexión propia. A medida que el uso aumenta, crecen las necesidades de infraestructura. Y de hecho, las organizaciones que, por su experiencia o comprensión, han alcanzado una mayor valoración de las posibilidades que les ofrecen las NTIC, también buscan dotarse del equipamiento más adecuado a sus necesidades.

Ello no significa, sin embargo, que el volumen de infraestructura que posee una organización sea necesariamente una medida del nivel de aprovechamiento de los recursos de la Internet. En concreto, encontramos por un lado, organizaciones con un equipamiento muy precario, pero con cierta claridad de objetivos, que sacan mejor provecho de los flujos de información, que otras, mejor equipadas, pero sin definiciones claras para sacar ventaja de tales recursos.

Como comenta un dirigente de una organización campesina mexicana: "La principal dificultad que hemos tenido es que no hemos creado la cultura suficiente para hacer nuestra la idea de Internet. Tenemos las condiciones, ni siquiera es un problema económico. No son inalcanzables los recursos para la instalación. Pero lo más difícil es que como cultura no hemos podido inculcarlo".

En todo caso, la mayoría de organizaciones con base social en la región enfrenta un sin fin de demandas y necesidades apremiantes, que les obliga a asignar con cuenta gotas sus escasos recursos financieros. De modo que nunca es una decisión fácil invertir en tecnología.

Frecuentemente, lo que motiva la decisión es la posibilidad de rebajar costos de comunicación por fax y teléfono, que comienzan a ser considerables cuando las organizaciones incrementan sus relaciones internacionales. Por tanto, la inversión es ahorro.

Otro factor de motivación, para las organizaciones que participan en coordinaciones regionales, es el ejemplo y aliento de las organizaciones fraternas que ya utilizan el correo electrónico. Desde el momento en que algunas organizaciones de la misma red regional comienzan a intercomunicarse regularmente entre sí, se ejerce una presión sobre las demás para que se incorporen, acelerándose, a partir de allí, el ritmo de adopción del correo electrónico entre los miembros de la red. Aunque también cabe tener presente el papel cumplido por agentes externos, como ONGs, agencias de cooperación, voluntarios y otros que han influenciado para que las organizaciones adoptaran las NTIC.

Mas hay también organizaciones en las cuales han primado consideraciones políticas, como es caso del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) del Brasil. Al decir de uno de sus dirigentes: "Es un mérito del movimiento haberse mantenido muy atento a la cuestión del desarrollo tecnológico en la comunicación. En Brasil, fue la primera organización que logró colocar una red de telex en todos los estados, de manera conjunta con la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), con la intención de facilitar la información y de darle unidad a nivel nacional. El criterio era que si el movimiento no lograba nacionalizar la lucha, iba a ser un fracaso. Entonces, con la misma lógica, después del telex vino el fax y luego, casi de manera natural, las computadoras y la Internet. Esto en un primer momento asombra, pero cada vez más nos vamos dando cuenta de que se trata de un recurso para una comunicación ágil, eficiente, que siempre te está exigiendo cosas nuevas".

Asimismo, un comunicador de la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC) de Nicaragua señala: "Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han sido incorporadas a consecuencia del crecimiento de la organización y de haberse planteado una estrategia de relaciones internacionales. Entonces se creó una infraestructura de informática (más de 20 computadoras), se capacitó a más de 15 compañeros en las técnicas operativas, a más de 5 compañeros en el manejo de Web, pero a la vez se fue creando un espacio de decisión sobre políticas de comunicación".

En el caso de las coordinaciones regionales que aún no han establecido una dinámica permanente de intercambio en línea, en cambio, se ha podido observar que la motivación de conexión a la Internet entre sus organizaciones nacionales integrantes es menor, a pesar de tener, en varios casos, la infraestructura básica (computadoras y línea telefónica).

Se puede inferir entonces que, al menos en lo que concierne a las organizaciones sociales, las dinámicas de intercambio y difusión no surgen como resultado de la conectividad, sino que al contrario, es la existencia de dinámicas y la necesidad de regularizarlas con una comunicación más ágil, lo que motiva a conectarse.


Carencias básicas

El uso de la computadora en las oficinas centrales de las organizaciones sociales nacionales, está casi generalizado en la región. Algunas cuentan con equipos modernos y relativamente potentes. No obstante, en relación a sus actividades y necesidades de equipamiento, existen carencias.

Si bien una sola computadora con módem basta para tener el servicio de correo electrónico, en la práctica, cuando hay mucha demanda de la misma computadora para otros usos, la comunicación se vuelve poco fluida. La exigencia de equipos es mayor -en tiempo y capacidad instalada- cuando se trata de navegar en la Web.

Cuando se hizo la primera consulta a las organizaciones, a mediados de 2000, poquísimas contaban con más de cinco computadoras para todo el trabajo de su oficina central, y muchas tenían sólo una o dos. Sin embargo, estas cifras se han desactualizado rápidamente, en vista de que varias organizaciones han incrementado el número de equipos en los meses subsiguientes.

Aun así, tratándose de organizaciones nacionales o secretarías regionales (donde trabajan no sólo el personal de planta, sino también los dirigentes, que generalmente comparten su tiempo entre la oficina central y las organizaciones filiales, además de la presencia de voluntarios o pasantes) la cantidad de personas por cada computadora es generalmente bastante alta -a veces 5, 10 ó más personas por computadora. Si se compara con ONGs profesionalizadas, en las que, por lo general, cada persona dispone de una computadora como instrumento cotidiano de trabajo, la diferencia es bastante notoria.

De modo que, si bien varias organizaciones han conformado un equipo a cargo de la comunicación, su trabajo se ha visto limitado por la poca disponibilidad de computadoras. Así por ejemplo, un departamento de comunicación tiene asignado sólo 10 horas por semana de acceso a la computadora. Y es que, mientras menos computadoras dispone una organización, mayores son los usos que debe cumplir cada unidad, (contabilidad, comunicación, secretaría, etc.), que debe ser compartida entre varios departamentos.

Un dilema que enfrentan las organizaciones nacionales federadas, cuando se trata de comprar equipos, es que, aunque hayan recursos disponibles para ello, no sólo deben considerar los requisitos de ampliación de la infraestructura de la oficina central, sino que aspiran también a estirarlos para dotar de recursos técnicos a sus afiliadas, por lo general carentes de infraestructura.

A ello se añade la desventaja de las computadoras vetustas y, por lo tanto, sin posibilidades para incorporar programas actualizados, lo cual genera una presión para renovarlas, implicando nuevos desembolsos. Pero la situación es muy desigual de una organización a otra, y a veces las que entraron más recientemente al uso de la computación lo hacen en mejores condiciones que las que tienen mayor tiempo de uso.

La conexión en red interna entre las computadoras de un mismo local, que multiplica las posibilidades de compartir recursos, programas, archivos e impresoras y tener más equipos conectados a la Internet, se encuentra instalada en muy pocas organizaciones. Un impedimento es el costo del personal técnico que se requiere para el mantenimiento de una red interna.

En suma, la situación general constatada es que las organizaciones sociales incorporan la computación con una infraestructura precaria. No obstante, también ellas demuestran que con pocos recursos se puede hacer mucho, siempre y cuando las metas sean claras.

En palabras de un dirigente barrial mexicano: "No tenemos por qué tener computadoras de lujo, o por qué estar pensando en programas sofisticados e inútiles, nos basta saber hacer un uso de acuerdo a nuestra conveniencia, de los medios y los instrumentos. No se necesita estar dotado de un capital muy grande o de una fuerza de relaciones internacionales tal, para tener acceso diario al mundo y que el mundo sepa de nosotros, solamente hay que aprender a hacerlo".


Conectividad con Internet

A comienzos de la década del 90, muy pocas organizaciones sociales de la región contaban con correo electrónico. El proceso de incorporación de este recurso ha sido paulatino, y se da sobre todo a partir de mediados de la década, casi siempre cuando ya hay cierta experiencia en el uso de las computadoras. Para las organizaciones que se han incorporado más recientemente a la computación la probabilidad de que utilicen de entrada la Internet es mayor, puesto que hoy viene como parte del paquete instalado, e incluso las empresas vendedoras la promueven como la atracción principal y a veces hasta con un tiempo de conexión gratis.

Frecuentemente, inician con una sola computadora con módem -que la mayor parte del día sirve para otros fines- y una casilla de correo para toda la organización. Mas el solo hecho de tener una computadora con conexión a la Internet puede cambiar enormemente las posibilidades de comunicación de una organización.

A medida que se intensifica el flujo de comunicaciones, suele aumentar la presión desde los diversos departamentos y responsables para poder conectarse directamente a la Internet, lo cual repercute en la necesidad de ampliar la infraestructura. Para que ello sea posible, aparte del costo financiero, se deben superar diversos obstáculos, como la escasez de líneas telefónicas o la vetustez de los equipos existentes.

No obstante, cuando la dirigencia tiene clara su necesidad de comunicación, busca soluciones para superar estas carencias de infraestructura. Por ejemplo, las comunicaciones desde la sede central se complementan con otros mecanismos, como el uso por parte de los dirigentes de sus casillas personales y las conexiones desde sus casas, lugares de trabajo u otros sitios públicos. Por lo mismo, resulta difícil medir la capacidad de comunicación de una organización, solamente a partir de la infraestructura instalada en la sede y sus estructuras formales de comunicación. Este hecho, ni los propios dirigentes lo tienen necesariamente presente al momento de hacer un balance del quehacer comunicativo de la organización.

Las líneas telefónicas son también un problema para muchas organizaciones. Aunque estén ubicadas en las ciudades capitales, donde por lo general el servicio telefónico es aceptable, muchas organizaciones cuentan con pocas líneas (sea por costo, o simplemente porque no hay disponibles en el sector) que deben servir no sólo para la conexión a la Internet, sino también para todas las demás necesidades de la organización. Esta limitación obliga a racionalizar los recursos, a veces al extremo, como sucede en una organización campesina ecuatoriana: "En la oficina somos 30 personas con una línea de teléfono. Me conecto a la Internet 5 minutos al día", relata la responsable de comunicación, añadiendo que: "Los dirigentes tienen claro qué es lo más importante. Sin embargo, faltan mecanismos para viabilizar".

Los problemas tienden a ser mayores cuando se trata de conectar a las filiales de las organizaciones nacionales, meta que todas las organizaciones anhelan, a fin de poder agilizar la coordinación interna, pero que en la práctica enfrenta varias dificultades. Para un gran número de organizaciones del interior las carencias son múltiples, no sólo en materia de servicios de teléfonos y luz eléctrica -sobre todo en zonas alejadas de las ciudades grandes y medianas-, sino incluso con relación a oficinas y computadoras. De todas las organizaciones nacionales consultadas, sólo una tenía más del 90% de sus filiales conectadas al correo electrónico. En las demás, la cifra era menor al 25%.

Se registran, sin embargo, algunas experiencias innovadoras para sortear estas limitaciones. En la Amazonia ecuatoriana, en zonas donde no existen líneas telefónicas, hay organizaciones que se comunican entre ellas y con la central por la Internet, mediante una conexión radial. En otros países las organizaciones del interior utilizan los cibercafés o recurren a instituciones amigas para recibir comunicaciones de la central.

Al enumerar los problemas que enfrentan las organizaciones para la incorporación de la Internet a su quehacer, varias de las personas consultadas colocan, en los primeros lugares, la falta de recursos económicos y de infraestructura básica; pero también destacan otros factores, -a veces asignándoles mayor importancia-, como las deficiencias de capacitación o una insuficiente priorización por parte de la dirigencia.

El intercambio sobre estos temas en el marco de las actividades de la CWMS, para las organizaciones ha constituido una motivación para que ponderen de mejor manera las actividades comunicacionales, y, por tanto, las posibilidades de capitalizar la utilización de Internet. De hecho, cuando se llega a una decisión política en este sentido, se acelera la búsqueda de soluciones para ampliar los niveles de conectividad8.


Usos y usufructos

La computación pone en manos de las organizaciones una herramienta poderosa y versátil que abre la posibilidad de mejorar y agilizar la organización administrativa, además de tener una capacidad de ordenamiento y manejo de datos, información, documentación, publicaciones, directorios, gráficos, entre otros, casi imposible con sistemas manuales. Con una computadora conectada a Internet se multiplica exponencialmente este potencial, por las posibilidades de interconexión, intercomunicación y flujos de información, desde la esfera local hasta la mundial.

Cuando las organizaciones sociales incorporan inicialmente las computadoras a sus procesos (influenciadas por el contexto general de sus sociedades en las que tomaba auge la adopción de paquetes de computación e informática en función de un desempeño más eficiente de las actividades en general), las introducen principalmente como herramientas para operaciones administrativas: la contabilidad, el levantamiento de actas de reuniones, la ejecución de la correspondencia, la redacción de boletines de prensa. O sea, se remplaza y mejora funciones ya existentes, sin introducir mayores cambios en ellas. Así, la modernización tecnológica se maneja esencialmente con un criterio administrativo y secretarial. En las propias organizaciones, es común escuchar: "No aprovechamos la computadora, apenas la usamos como máquina de escribir".

En el plano de la utilización de programas (software), ello se traduce en la implementación de aplicaciones preestablecidas, pero con poco aprovechamiento de la flexibilidad de adaptación que, en principio, permite la computación.

En todo caso, la innovación tecnológica ha sido importante: representó el salto de formas mecanográficas y manuales de procesar datos e información a formas digitales. Lo que antes se hacía con la máquina de escribir o la mano, ahora se lo hace con la computadora, reduciendo considerablemente el trabajo repetitivo.

Algo parecido ocurre, al menos inicialmente, con la incorporación del correo electrónico: éste viene a remplazar las funciones del fax y del correo postal, pero su manejo se hace esencialmente con un criterio administrativo y secretarial. Al respecto, destaca el hecho de que ninguna de las organizaciones que participaron en este estudio ha tenido presente, en la fase de incorporación inicial de Internet, la apropiación del uso de las redes electrónicas con un sentido informativo/comunicacional. Éste más bien se ha ido desarrollando -en diversos grados según la organización- a partir de la experiencia práctica, y en respuesta a situaciones que plantean otros niveles de necesidad.


Aplicaciones Vs. Apropiación

Una de las condiciones que determinan las formas de uso son justamente los paquetes de software y programas instalados, y los servicios de comunicación a los que se consigue tener acceso. Si bien la computación proporciona una flexibilidad enorme en cuanto a las modalidades y aplicaciones posibles, las opciones que se presentan a las organizaciones son generalmente muy estrechas. En consecuencia, ellas tienen que acomodar sus necesidades a los programas disponibles, y no al revés. El resultado es que el acercamiento a la computación está de entrada condicionado por un sentido de aplicación de programas, lo cual limita las opciones para una real apropiación de la tecnología.

Para ilustrar el punto, las computadoras -desde su definición de "PC" (computadora personal, por sus siglas en inglés)- y por ende la mayoría de paquetes de software disponibles, son diseñados para el uso individual, o en el caso de los programas multiusuarios, para varios individuos. No obstante, por razones prácticas, pero también por su propia visión cultural y organizativa, es usual que las organizaciones sociales de América Latina hagan un uso más bien colectivo-organizacional que personal de la computadora, para lo cual no se dispone de software adecuado9; o en los disponibles no se encuentran con facilidad las funciones que permiten adaptarlo.

Es más, la lógica predominante de actualización constante de programas y equipos, los primeros requiriendo cada vez de mayores recursos instalados, los segundos incitando al uso de programas más actuales, conduce hacia una espiral de inversión permanente (impulsada por los intereses de un mercado muy lucrativo), y además crea problemas de incompatibilidad para compartir archivos entre equipos que usan diferentes versiones. Para la mayoría de organizaciones sociales, esta espiral se vuelve insostenible.

Como comentó un dirigente centroamericano: "muchas veces uno en materia de computación está sujeto al vaivén de los tecnócratas que le meten a uno programas, le están desfasando las computadoras constantemente, y uno también tiene que verse sometido a esa propaganda de la informática; y llega un momento en que eso genera costos".

Cuando una organización compra una computadora nueva o instala el servicio Internet, usualmente quienes venden el equipo o servicio instalan paquetes tecnológicos sin ofrecer ni explicar ninguna opción que permitiría adaptar los recursos a sus necesidades particulares. Lo más común es que viene instalada la última versión del paquete ofrecido por Microsoft.

No faltan, sin embargo, ejemplos de una mayor apropiación de los programas: ATC de Nicaragua, por ejemplo, ha desarrollado una base de datos pensada en sus necesidades propias. La base almacena información sobre los líderes y cuadros de la organización, sus niveles de formación técnica y pedagógica, etc., que sirve, entre otras, para la planificación de los cursos de formación.

Por desconocimiento o falta de destrezas técnicas, muy pocas organizaciones llegan a escoger o adaptar programas en función de necesidades que ellas han definido. Lo común es que se limiten a la aplicación de funciones predeterminadas. Pero bien o mal, acostumbradas a usar la imaginación para superar las carencias, y combinando las facilidades de la computadora con operaciones manuales, las organizaciones se acomodan a las limitaciones del instrumento para lograr los fines buscados.

Un problema serio son las percances que causan la pérdida de datos. Varias organizaciones han perdido los archivos de su computadora, sea por virus, por mala operación de los programas o por daño de equipos, con la grave consecuencia (si no han tenido la precaución de crear archivos de respaldo, o cuando éstos están incompletos o también contaminados) de que prácticamente la organización se queda "sin memoria". Frente a ello, la desconfianza motiva a veces la opción de llevar en forma paralela archivos en papel de toda la información que llega. Esto puede funcionar en organizaciones que envían y reciben volúmenes relativamente pequeños de información, pero se vuelve poco práctico en aquellas cuyos intercambios son voluminosos.

Los virus, justamente, son señalados como uno de los mayores problemas de computación de las organizaciones. El riesgo de los virus se incrementa rápidamente con el uso del correo electrónico y de las listas, pues muchos llegan por esa vía, sea en archivos que provienen de computadoras infectadas, sea los "autopropagables", de los cuales los más perniciosos son los que aparentemente provienen de direcciones conocidas. Se ha dado al menos un caso de un "contagio epidémico" entre varias organizaciones de una misma red, que resultó en la pérdida de sus respectivos discos duros.

En cierta medida, parece que las organizaciones sociales están entre las más vulnerables a tales contagios. La instalación de programas antivirus actualizados es problemática para quienes tienen una conexión lenta, pues, si bien se los puede obtener gratuitamente por Internet, con un módem lento puede demorar varias horas de conexión, lo cual podría resultar más caro que comprar el programa. El hecho de que diversas personas compartan la misma computadora a veces hace que no todas estén debidamente instruidas en las precauciones contra los virus. El uso casi generalizado de los programas más susceptibles a los virus (Microsoft Outlook, Word), y el uso y abuso de los archivos anexos, aumenta la vulnerabilidad.

El tema de los archivos anexos nos lleva a otra de las dificultades destacadas por las organizaciones: la incompatibilidad entre generaciones de un mismo programa, que obstaculiza el intercambio de información entre organizaciones. Hay muchas quejas sobre los archivos que llegan por correo, grabados en versiones demasiado avanzadas para los programas que se tienen. Por ejemplo, cada vez más se reciben archivos en Word 2000, programa que la mayoría no tiene instalado. Antes pasaba lo mismo con Word97. Este problema crea ruido e incomunicación en las coordinaciones, obstaculizando una comunicación fluida.

La utilización misma de archivos anexos en los mensajes de correo, a menudo indicada por quienes instalan los programas como la forma normal de enviar correo, causa muchos problemas, que, además de la incompatibilidad mencionada, van desde la pérdida de tiempo y costos innecesarios en las conexiones telefónicas para bajar mensajes grandes por módem, hasta la mayor vulnerabilidad a la transmisión de virus. Entre los casos frecuentes están los mensajes con contenido relativamente escaso, pero con diagramación y gráficos pesados, o los que vienen acompañados por listados de anexos gráficos (archivos ".gif"), o en formato Powerpoint con animación (estos últimos llegan facilmente a 1 megabyte, o sea, precisan de 10 a 30 minutos de conexión telefónica para bajarlos). El uso de estos formatos crea también una presión para quienes prefieren utilizar otro tipo de software, pues se ven obligados a instalar los programas de mayor uso para poder abrir los archivos que reciben.

El hecho de haber abordado estos temas en el marco de las reuniones de las coordinaciones continentales y de la propia Comunidad Web, ha permitido abrir ventanas hacia una comprensión de las posibilidades de apropiación del software, en función de las necesidades propias, comenzando por el compromiso de utilizar sólo texto (lo cual no siempre se cumple)

para las comunicaciones vía correo electrónico10.


Servicios de Internet utilizados

En todas las organizaciones consultadas, el primer servicio de Internet al cual se tiene acceso y el que más se utiliza, es el correo electrónico. Esto encaja con la norma mundial (varios estudios indican que el correo electrónico se utiliza más que la Web), pero además expresa el hecho que la Internet es ante todo vista como un instrumento de interrelación y enlace.

Con el correo electrónico, y su correlativo, las listas electrónicas, por primera vez las organizaciones sociales cuentan con un instrumento de comunicación que permite realmente comunicarse en red, en forma horizontal, sin pasar por el cuello de botella y las demoras que significa una "red" cuyos flujos de información deben ser canalizados a través de un punto centralizado.

Para muchas organizaciones, sea por razones de costo11, sea por tener equipos más antiguos, o simplemente por factores de tiempo del personal o de las líneas telefónicas, les basta con el acceso al correo.

Las organizaciones consultadas informan que el correo electrónico se emplea principalmente para la correspondencia particular, para relaciones externas, con organizaciones fraternas o solidarias, como también para participar en espacios colectivos de coordinación y para la difusión de denuncias. Es decir, es ante todo un instrumento de coordinación internacional.

También sirve para la difusión de información sobre las actividades de la organización y sus problemáticas, así como para el intercambio de información operativa interna y con organizaciones afiliadas y para otras comunicaciones nacionales.

Entre las principales ventajas que las organizaciones afirman haber obtenido con la introducción del correo electrónico, figuran la mayor rapidez en la comunicación interna y externa, así como la agilización del trabajo y disminución de costos. Ellas constatan que el correo electrónico les permite contactos más directos y oportunos; propicia la comunicación con organizaciones fraternas y las relaciones con otras fuerzas sociales; facilita una mayor articulación y la participación directa en campañas a nivel internacional; y permite romper el aislamiento. También encuentran que hace posible obtener información reciente y de primera fuente, y aportes para las discusiones internas y la toma de decisiones. Permite, además, hacer conocer mejor la organización, divulgar rápidamente sus orientaciones, denuncias y actividades.

El correo electrónico tiene para las organizaciones una dimensión organizativa, una dimensión de relaciones externas y de articulación de redes, una dimensión informativa, y una dimensión comunicacional.

En los intercambios sostenidos en torno al tema, quedó claro que las organizaciones se apropian del correo electrónico en la medida en que responde a necesidades sentidas, sobre todo en el marco de su entorno de relaciones. Entre más están insertadas en dinámicas de redes, en unos casos internacionales, en otros nacionales, más indispensable se vuelve la comunicación electrónica. Pero también trascendió que no es el acceso a la Internet lo que crea la necesidad de comunicar, sino al revés. Tal el caso de un programa barrial de mujeres en México que, en el marco de un proyecto financiado, tuvo una computadora conectada a la Internet, pero cuando terminó tal financiamiento, se cortó la conexión y la computadora quedó como máquina de escribir. No se sintió la necesidad apremiante de buscar una solución para reconectarse.

La facilidad de comunicación que permite el correo electrónico también tiene sus bemoles, como relata una dirigenta campesina. "Antes, dice, cuando las organizaciones enviaban cartas de solidaridad internacional a sus contrapartes, las 'afichaban' en un mural, sacaban copias para que todo el mundo lo sepa". Ahora, en cambio, "se manda al gobierno, se manda a todos los que están en la lista de correos, pero entonces no lo sabemos; además, nunca hay respuesta si llegó o no llegó, si tuvo algún efecto. Nadie te dice: lo recibimos. Por eso, de repente resulta tan impersonal la solidaridad por e-mail... supiste que llegó porque no te rebotó el mensaje pero nunca supiste si la abrieron. No hay un seguimiento".

Como ha quedado dicho, el uso del correo electrónico es mucho más extendido que el referido a la Web. En las organizaciones consultadas se confirma este parámetro, si bien un buen número ha optado por lanzarse a surfear en la Red, sobre todo para buscar nuevas fuentes de información. Sin embargo, esta intencionalidad se ve limitada por diversos factores, como los costos del servicio telefónico, la lentitud del acceso, las fallas técnicas de los servidores, problemas con las conexiones telefónicas o porque las páginas son "muy pesadas", especialmente cuando vienen cargadas con demasiadas fotos y gráficos, y cuando la organización no cuenta con equipos veloces.

En suma, sin desconocer que la Web es usada cada vez más como fuente de información, sigue siendo más bien un recurso adjetivo, mientras que el correo electrónico es lo sustantivo en el uso de Internet por parte de las organizaciones.


Apropiación tecnológica

Disposición organizativa

Cuando una organización opta por incorporar tecnologías de información y comunicación, en un primer momento lo que resalta son las ventajas que éstas ofrecen sin necesariamente colocar de por medio las implicaciones organizativas. Más temprano que tarde ellas terminan por salir a superficie ante la necesidad de buscar una disposición organizativa más adecuada, para poder integrar los recursos y usos de la comunicación electrónica como para la asignación y formación de recursos humanos, tanto para el manejo técnico, como para el manejo informativo.

En efecto, con el acceso a la Internet, las organizaciones se encuentran ante el hecho de que la cantidad de informaciones que reciben crece cada vez más, por lo que la necesidad de establecer mecanismos para administrarla se va tornando ineludible. En algo pueden ayudar las funciones automáticas de la computadora, pero ello no basta. Se requiere de "filtros inteligentes", o sea gestionadores de información, que seleccionen la información oportuna y pertinente para luego canalizarla a las personas o el sector concernidos. Esto es, para que las ventajas que ofrece esta tecnología puedan ser aprovechadas de la mejor manera, en función de los objetivos de la organización.

Como no se trata de una situación nueva que se presenta de un porrazo, sino que va configurándose día tras día, en las organizaciones sociales los cambios tienden a seguir este ritmo inercial. Tan es así, que las pocas organizaciones que de manera explícita han abordado esta problemática lo han hecho ante consecuencias dadas.

Para ilustrar este punto, nos remitimos a dos casos típicos, que dan cuenta de dinámicas diferentes para procesar tal situación. El uno se refiere a organizaciones en las cuales la incorporación a la Internet se da como un agregado más al uso predominantemente secretarial y administrativo que se suele dar a la computadora, sin que falten situaciones donde sólo la secretaria tiene la clave de acceso a la computadora que se utiliza para conectar a la Internet, y cuando no está, nadie puede acceder a este recurso.

A medida que el manejo de relaciones y los flujos de información pasan crecientemente por este canal, se asiste de hecho a un incremento del nivel de responsabilidad del personal asignado a esta tarea, que se convierte en el puente entre la dirigencia o los responsables de áreas, y las contrapartes externas. Cuando a la correspondencia particular se suman dinámicas de redes y fuentes de información temática, la tarea de gestión de información requiere de un manejo para el cual el personal secretarial no necesariamente está calificado. Dependiendo de su formación, su intuición y su capacidad personal de percibir y responder a los nuevos desafíos que plantea esta tarea, quien ocupa esta posición puede convertirse en punto facilitador clave para las interacciones externas, o al contrario en factor involuntario de bloqueo.

El otro caso, en cambio, tiene que ver con organizaciones en las cuales algún líder o dirigente toma la iniciativa por cuenta propia de gerenciar la información, seleccionando lo pertinente entre lo que llega (análisis, despachos, propuestas, etc.), y lo reparte a listas por sector o grupos de personas, (o cuando éstos no tienen correo electrónico, es impreso y entregado en papel). Pueden ser materiales para la formación de cuadros o la capacitación de formadores, para orientar la acción de la directiva o del conjunto de la organización, o los que conciernen a una área de trabajo específica (salud, educación, etc.). Una iniciativa de este tipo suele contribuir a dinamizar al conjunto y a fomentar un hábito de compartir información en la organización, distinto al simple va y viene de mensajes e indicaciones puntuales (como sería el caso con el correo postal y el fax); así, se explota el aspecto interactivo de Internet con un sentido de mayor aprovechamiento organizativo.

Este último ejemplo permite apreciar cómo el buen criterio en el uso de la Internet puede facilitar la apertura de espacios de iniciativa personal, que inciden en el ritmo del conjunto de una organización. Así, la tarea de seleccionar, ordenar y redistribuir información comienza a realizarse aún antes de que los dispositivos organizacionales internos se pongan en marcha, para implementar tal o cual tarea específica que incorpore las ventajas de la Internet de una manera regular. Es más, no se precisa que el cumplimiento de estas tareas sea realizado en la oficina, ni en horarios de oficina, pues muchas veces se traslada a casa.

El potencial de las nuevas tecnologías para las organizaciones sociales tiene que ver con al menos cuatro aspectos del quehacer organizativo: organización interna, información, comunicación y relacionamiento externo. En la práctica, si bien cada uno tiene sus particularidades, las distinciones entre ellos no son nítidas. Por ejemplo, la información sirve para los otros tres, y las relaciones internas y externas incorporan una dimensión de comunicación. Por ello, resulta conveniente mantener un nivel de coordinación y retroalimentación entre estas actividades.

Cuando las organizaciones dan pasos hacia una disposición organizativa más explícita para la apropiación de las NTIC, éstos pueden incluir, según el caso: un nuevo reparto de tareas y responsabilidades, la asignación de infraestructura y servicios de conexión, y la contratación y/o formación de los recursos humanos.

Estos cambios no suelen ser bruscos. Pasados los primeros días de la introducción de una tecnología nueva (como la compra de una computadora o la conexión a la Internet), rápidamente ésta pasa a ser parte de la rutina. Aunque la Internet trae consigo una aceleración de los ritmos, en las organizaciones sociales ella termina por acompasarse a las pausas que imponen los procesos sociales. Dicho de otra manera, en el día a día, las organizaciones van procesando los cambios poco a poco, pausadamente, aunque bajo la presión de acelerar el ritmo.

A menudo, las organizaciones comienzan a planificar un reordenamiento interno a partir del momento en que reconocen la dimensión informativo/comunicacional de las NTIC. Entonces empiezan a asignar las funciones de gestión de información a los sectores respectivos. Así, se entrega el manejo de los flujos de información al departamento de comunicación, o lo que concierne a relaciones externas al departamento o secretaría correspondiente. En varios casos, ha sido incluso la intensificación del uso de las nuevas tecnologías lo que ha acelerado la decisión de crear un departamento de comunicación.

Las organizaciones tienen presente que, para que un departamento pueda gestionar información adecuadamente, necesita tener asignada una computadora con conexión a la Internet. Justamente, diversos responsables de comunicación contaron de las dificultades que enfrentan para sacar pleno provecho de la Internet, cuando deben compartir una computadora con la administración, con sólo 5 ó 30 minutos al día para manejar el correo electrónico.

Por ello, asignar una computadora a este departamento es uno de los pasos que se busca resolver cuando se decide priorizar esta actividad. Unas pocas organizaciones han reconocido también que es importante que este departamento pueda contar con casilla de correo propia, para que tenga mayor autonomía y agilidad de manejo de las comunicaciones.

Pero esta mayor autonomía de funcionamiento también tiene sus riesgos, si no se crean mecanismos y hábitos de compartir y retroalimentar información entre los departamentos e instancias de la organización, para que contribuya al fortalecimiento organizativo. Cuando se mantienen fronteras fijas entre los diferentes departamentos o sectores, se puede dar el caso que cada uno se convierte en una isla, conectada hacia fuera pero incomunicada hacia dentro, formándose así una especie de archipiélago.

Es así, por ejemplo, que en una organización su departamento de comunicación, cuyo accionar está basado en una política de medios, se relaciona hacia fuera principalmente con la prensa, focalización que establece un campo de atención específica con canales de relacionamiento particulares, subordinados al quehacer de enviar y recibir noticias. Con la misma lógica su relación hacia adentro se da principalmente con los dirigentes que hacen presencia en medios de comunicación, y muy puntualmente con otras secretarías, cuando éstas son protagonistas de alguna acción o tema que se ha tornado "noticioso".

Entre tanto, el sector salud, con su propia casilla electrónica, también tiene su red de relaciones y fuentes externas -participación en listas de interés, ubicación de sitios web afines u otras fuentes especializadas, etc.-, que le ha permitido ir adquiriendo una masa crítica de información, a partir de la cual produce su propia información. Pero esta información procesada queda como patrimonio del sector salud, y no es compartida con el equipo de comunicación, que frecuentemente carece de fuentes internas para producir boletines, actualizar la revista o el sitio web, etc.

Este ejemplo permite vislumbrar cómo el hecho de aprovechar -o no- las facilidades que ofrece la Internet para crear mecanismos de flujo interno de información, puede influir en la permeabilidad o la rigidez de los contornos fijos entre departamentos, y por ende, en sus posibilidades de refuerzo mutuo. O, si se quiere, ayuda a destacar que más importante que tener expertos en esta tecnología, lo que cuenta es contar con personas preocupadas en pensar cómo capitalizar tal tecnología en función de los propósitos de la organización.


Recursos humanos

La proporción del personal y dirigencia que utiliza la comunicación electrónica varía mucho de una organización a otra, pero tiende a aumentar a medida que la comunicación electrónica es más asimilada a las actividades internas y externas. Al respecto, conviene hacer una distinción entre quienes la utilizan directamente y quienes indirectamente (por intermedio de otra persona que maneja la computadora).

Encontramos que, sobre todo en un período inicial, un gran número de dirigentes mantiene un distanciamiento respecto al manejo directo de la Internet, aduciendo sobrecarga de tareas; aunque también hay los casos de dirigentes que, por su cuenta, han aprendido a manejar los equipos y programas, y han socializado sus conocimientos y destrezas dentro de la organización. Pero por lo general se comienza por encargar la operación de la Internet al personal de apoyo -secretarias, personal técnico- y/o a voluntarios.

Cuando el uso del correo electrónico va ocupando un lugar más importante en las comunicaciones e interrelaciones de la organización, los miembros de la dirigencia comienzan a reconocer que están en desventaja al no poder manejar los equipos, y entonces buscan superar sus resistencias frente a ellos.

A menudo estas resistencias son mayores cuando se trata de dirigentes con bajo nivel de educación formal, como es el caso de muchos dirigentes de organizaciones del campo. Pero cuando hay claridad de motivos y la decisión de aprender, se logra superar estas limitaciones.

Un dirigente de la Coordinadora Nacional Indígena y Campesina (CONIC) de Guatemala describe cómo su organización enfrentó estas dificultades. No obstante su bajo nivel de escolaridad, los dirigentes "se han esforzado mucho por crecer en ese sentido y mediante un 'estirón' han accedido a las computadoras, a Internet; no con uno ni dos compañeros, sino al menos con cinco personas capacitadas para hacer uso de esos equipos". Inicialmente lo manejaron solamente entre miembros de la dirección nacional, pero luego "se abrió el acceso a otros compañeros con más tiempo para aprender". Para superar las dificultades que se presentan, trabajan en equipo frente a la computadora.

Otros obstáculos que destacan los y las dirigentes para aprender el manejo de la tecnología son: las carencias de recursos financieros, la falta de capacitación, la edad y el idioma. Pero hay casos que ilustran la decisión de buscar soluciones.

Una organización del campo de Nicaragua relata que si sus dirigentes han aprendido a manejar las computadoras, fue más bien para ahorrar recursos, pues contratar a operadores técnicos tenía un costo extraordinario. "Entonces, se ha preferido que sean los propios dirigentes los que manejen esas tecnologías, primero por la seguridad de la organización, por el manejo interno de información, y segundo porque es más fácil que el dirigente se quede horas extras trabajando en su computadora. Ahí puede operar su correo electrónico, lo que es más ventajoso que depender de un operador".

La falta de capacitación técnica, como también la poca experiencia en este campo, es citada como obstáculo para aprovechar todas las posibilidades de las NTIC, y además, como limitación para la reproducción del uso de la tecnología entre otras personas y grupos de la organización.

La edad es citada como un factor importante: existe la percepción de que las personas jóvenes tienen mayores aptitudes y predisposiciones para acceder y navegar en la Internet que las personas de mayor edad, que son las que generalmente ocupan los puestos de dirección. Para las generaciones "anteriores a la Red", la apropiación tecnológica significa un esfuerzo extra para entender su lógica y los nuevos códigos, léxicos y prácticas, a lo que un dirigente comunal se refiere como la superación de "nuestro analfabetismo virtual". Pero el problema generacional no sólo tiene que ver con dificultades de aprendizaje, sino también de imagen: se lo considera un dominio de los jóvenes. La razón, por ejemplo, para no sacarle provecho a los cibercafés, en el caso de organizaciones del interior que no tienen conexión propia, es que éstos son vistos como lugares de jóvenes.

Las barreras idiomáticas representan otro problema para las personas que no manejan el inglés -como es el caso de la gran mayoría de dirigentes sociales-, debido a la predominancia de ese idioma, no sólo en los contenidos de Internet, sino también en parte del software disponible. Un cierto lenguaje utilitario en inglés ha sido asimilado por algunas personas que trabajan en las organizaciones, además de que en ciertos casos éstas cuentan con la ayuda de voluntarios y cooperantes que facilitan el acceso (mediante traducción) a documentos e información. La disposición (aunque limitada) de programas informáticos en español o portugués, así como la existencia de un volumen considerable de información circulando en estos idiomas por las redes facilita las cosas.

Cabe destacar que nadie -ni hombres ni mujeres- se refirió a una brecha de género. Incluso, la tendencia es que las mujeres más que los hombres utilizan la Internet en las organizaciones sociales, posiblemente con el antecedente del uso de la computadora para transcripción de textos. En cambio, los dirigentes, que en las organizaciones populares mixtas tienden a ser hombres de edad mayor, en muchos casos nunca aprendieron a manejar la máquina de escribir, de modo que presentan cierta resistencia a sentarse frente a un teclado.

Por último, no faltan quienes ven a las NTIC como asunto de "técnicos y entendidos" y no de campesinos, dirigentes de mujeres o pobladores, lo cual les lleva a afirmar que la Internet no corresponde a la cultura de las personas que conforman las organizaciones sociales, en cuyo contexto cultural predomina la comunicación oral y las relaciones interpersonales directas. Pero se trata más bien de una pequeña minoría entre las dirigencias nacionales. Incluso hay organizaciones rurales que destacan que en este plano han tenido que enfrentar prejuicios ajenos: esa imagen de que la población del campo es per se "gente atrasada" y por tanto incapaz de entenderse con las nuevas tecnologías, y por ello no falta quienes se sorprendan al verlos utilizando una computadora.

Para decirlo con el testimonio de un dirigente del MST brasileño: "En una conversación que tuve con un Obispo, le daba y le daba vueltas hasta que finalmente soltó: 'Me dijeron que en la secretaria del MST tienen computadoras, no creí'. En otra ocasión, cuando hicimos la marcha a Brasilia en el 97, fuimos a un sindicato a pedir una máquina para hacer la pauta que íbamos a entregar. Y qué nos preguntan: ¿los Sin Tierra saben dactilografiar? Pero, ¿por qué estas dudas? porque tenían esa imagen de los Sin Tierra carentes, tras de la cual casi está el criterio de que nosotros no podemos acceder ni tenemos derecho a esas tecnologías".


Formación

La formación para el uso del Internet es destacada por casi todas las organizaciones que participan en esta iniciativa, como necesidad y como carencia. Si bien en muchas hay personas que han recibido algún nivel de capacitación, casi todas reconocen deficiencias en este plano, incluyendo aquellas cuyo personal tiene mayores niveles de profesionalización (por ejemplo, centros de mujeres). Y es que la incorporación de nuevas tecnologías es tan reciente y su evolución tan rápida, que la mayoría no ha podido acumular la gama de conocimientos requeridos ni seguir el paso de esa evolución.

En cada país existen recursos de capacitación técnica; pero en sí no necesariamente resuelven los problemas. A menudo éstos proporcionan capacitación únicamente en los procedimientos elementales y técnicas básicas, pero sin partir de las necesidades reales de las organizaciones.

Es más, las necesidades de formación no se ubican únicamente a nivel del manejo de la tecnología como tal, sino también -y quizás es la parte más compleja- en las destrezas para el manejo de la información y los criterios para definir políticas, que incluyen una mejor comprensión de las lógicas y particularidades del medio.

La mayoría de las organizaciones participantes en el estudio tienen como parte de su quehacer organizativo programas de formación de sus dirigentes; algunas incluso tienen convenios con universidades para su profesionalización. No obstante, en pocos casos estos programas de formación incluyen regularmente la capacitación en comunicación o en el manejo del uso de la Internet.

En este plano, la ATC de Nicaragua ha logrado apuntalar una iniciativa de destaque, con miras a capacitar a sus dirigentes y dotarles de una profesión (como operador de computadora, contador, etc.) considerando que es a la vez una inversión para la organización y una forma de garantizar el futuro de la persona, para cuando ya no sea dirigente. Para ello, no sólo organiza cursos de capacitación internos, sino que realiza convenios con centros universitarios para que los dirigentes puedan tener una calificación profesional. Esta organización ha dado inicialmente un entrenamiento básico en el manejo del correo electrónico a unas 30 personas, tanto de su oficina central, como de organizaciones miembros del interior del país, aunque en algunas zonas las organizaciones aún no tienen acceso a Internet.

Uno de los factores que impide que se integre más formalmente la comunicación y las nuevas tecnologías a los programas de formación internos, es la percepción de que la comunicación es un área únicamente para especialistas. Entonces, se piensa que la contratación de periodistas resuelve los problemas de comunicación de la organización, a pesar de que todas las evidencias demuestran que la comunicación es una actividad transversal a todas las demás áreas, y que un periodista que no cuente con claras directrices, aunque tenga la mejor voluntad, no podrá dar respuestas adecuadas. Acaso por esto, los participantes en el taller de intercambio de la CWMS (abril 2001) formularon la recomendación a sus organizaciones de incorporar la capacitación de las dirigencias en políticas de comunicación y en Internet, como una de las mayores necesidades actuales.

Para el manejo técnico de Internet, diversos dirigentes han tomado la iniciativa de capacitarse por su cuenta. En algunas organizaciones se ha contratado personal o voluntarios que tienen conocimientos en la materia. Otras prefieren un mecanismo más informal de socialización de lo aprendido entre quienes trabajan en la organización. En estos casos, mucho depende del nivel de conocimiento y entendimiento de la persona que lidera el proceso, pues, si bien sus avances pueden significar un progreso para toda la organización, también sus limitaciones pueden repercutir en el conjunto, si no se buscan mecanismos de superación.

No obstante las barreras culturales mencionadas anteriormente, la mayoría de organizaciones señala la disposición de su personal de planta y dirigentes a recibir capacitación en el uso de la Internet. De una forma u otra, con la práctica y la familiaridad se han podido ir superando las resistencias e incertidumbres que surgen ante una tecnología desconocida. Incluso, en varios casos es ya una demanda de las dirigencias en el interior. Al respecto, una dirigenta campesina niega la realidad de barreras culturales: "Es cierto que no somos conocedoras de cómo se usan esas tecnologías y todos los beneficios que nos puedan otorgar. Pero como organización tenemos la capacidad para aprender y darlas a conocer. El problema principal es cómo obtenerlas y aprender a utilizarlas".

Entre las expectativas mencionadas por las personas consultadas, se enfatiza la de una capacitación colectiva. Algunas señalan que la capacitación técnica debe ser general, no sólo para la dirigencia, sino también para la base. Se destaca la necesidad de compartir información sobre los múltiples usos de Internet y de aprender a manejar programas y recursos para saber discriminar la información.

Como impedimentos a la capacitación, se mencionan la falta de recursos económicos, la carencia de materiales y equipos para realizar prácticas, problemas de tiempo, o el hecho que su organización no le ha dado la importancia debida o no cuenta con un programa de formación.


Notas:

1 Bourdieu, en su "Esquisse d'une théorie de la pratique", señalando las limitaciones del conocimiento "fenomenológico" y "objetivista" propone el "praxeológico" que "tiene por objeto no solamente el sistema de relaciones objetivas que construyen el modo de conocimientos objetivistas, sino las relaciones 'dialécticas' entre estas estructuras objetivas y las 'disposiciones' estructuradas en las cuales ellas se actualizan y que tienden a reproducirlas, esto es el doble proceso de interiorización de la exterioridad y la exteriorización de la interioridad" (p. 235, traducción libre nuestra). Y es a partir de esta premisa que desarrolla la categoría de capital social, cultural y simbólico.

Marcelo Bonilla U. (2000) da cuenta de cuán presente está el planteamiento de Bourdieu en los estudios sobre NTIC que se están desarrollando en nuestra región.

2 Específicamente, se trata de tres talleres realizados en el programa de la CWMS (Quito, junio 2000; Porto Alegre, enero 2001; Quito, abril 2001).

3 Un estudio del Boston Consulting Group y Visa, indica que de los 428 millones de habitantes de América Latina, menos del 20 por ciento de las personas de 15 años o más viven en hogares que les permiten pagar el acceso a Internet, y de éstos sólo 13.2 millones realmente están conectadas a la red. (La Jornada, México, 12 de octubre de 2000).

4 Los anfitriones son computadoras conectadas permanentemente a la Internet. Este indicador no revela cuántos usuarios hay, pero es más fácil de medir y permite comparaciones de la penetración de la tecnología de un país o continente a otro.

5 Cuatro compañías europeas, dos estadounidenses y una canadiense controlan más del 75% de las telecomunicaciones en América Latina, como consecuencia del proceso de privatización que afectó a toda la región durante la década de los 90. Las europeas Telefónica de España, Telecom Italia, Portugal Telecom, France Telecom, las estadounidenses BellSouth y WorldCom y la canadiense Bell Canadá International, son las que concentran las comunicaciones telefónicas de casi 500 millones de latinoaméricanos. (Agencia ANC-UTBPA, Nueva York, 6 de julio 2000)

6 Se trata de una preocupación generalizada. La UNESCO (2001: 9), por ejemplo, sostiene: "La lengua es el vehículo fundamental de comunicación entre las personas y es parte de su patrimonio cultural... De ahí que la lengua del usuario no deba ser un obstáculo para que éste pueda acceder al patrimonio multicultural de la humanidad disponible en el ciberespacio. Sólo podrá haber un desarrollo armonioso de la sociedad de la información si se fomenta la disponibilidad de información plurilingüe y multicultural".

7 Los porcentajes para el año 2001 están cercanos al porcentaje de usuarios de Internet que hablan estos idiomas: español el 4,5% y portugués el 2,5%.

8 Este hecho lo ilustra el caso de una organización urbano-popular de República Dominicana, en cuya directiva se desató una reflexión interna a partir de la lectura de la encuesta sobre equipamiento y conectividad, enviada en el marco de este estudio. Si bien la intención de la encuesta era únicamente recoger datos, en este caso terminó interpelando a la organización. La respuesta tardó varias semanas: "Cuando lo discutimos por primera vez, todavía no teníamos una comisión de información, poseíamos un solo correo", relatan en su respuesta. "Ahora todos los miembros de la comisión ejecutiva tienen correo abierto, la información se distribuye de inmediato y la mayoría tiene acceso directo a la computadora".

9 Un ejemplo son los programas de correo, que presentan problemas de configuración cuando se quiere adaptarlos para un uso colectivo de una misma casilla desde más de una computadora.

10 Algunas personas ven al RTF (formato de texto enriquecido) como una solución más compatible para el envío de archivos. Si bien la compatibilidad es cierta, tiene una gran desventaja en el momento en que se incluyen gráficos, o textos con diagramación compleja. Un documento de 10 páginas, que en versión texto no pasaría de 30.000 bytes, si es diseñado con logo y convertido a RTF puede llegar hasta más de 1 megabyte; bajarlo con un módem de 36K puede significar 1 minuto en el teléfono para la versión texto y alrededor de 30 minutos para la versión RTF.

11 Al respecto, conviene tener presente que ciertos proveedores de servicio Internet ofrecen un precio reducido (alrededor de $US 10 por mes) a quienes utilizan únicamente el correo electrónico, sin navegación en la Web. También en algunos países (particularmente por parte de la red APC) se ha mantenido el servicio de conectividad para el correo electrónico, con el sistema antiguo "UUCP", para quienes tienen equipos de anteriores generaciones.




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