Por la paz de Colombia, un bien supremo para defender

10/06/2014
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No es cualquier cosa lo que se decide este domingo 15 de junio en Colombia, cuando se dará la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

 
Hay dos candidatos en disputa muy cerrada. El Presidente Juan Manuel Santos, quien aspira a su reelección por otros cuatro años y un señor Oscar Iván Zuluaga, energúmeno candidato de la bestia de los falsos positivos y defensor a ultranza de la rutina de la guerra, la masacre y el desplazamiento de millones de campesinos para expropiarlos de sus parcelas y escasos bienes de subsistencia.
 
Santos está jugado con la paz nacional. No es poca cosa. La violencia, por encima de cualquier otro problema, es de lejos la peor plaga que azota a la sociedad. Colombia ha vivido en los últimos 200 años una guerra perpetua. Desde las guerras civiles del siglo XIX, pasando por la guerra de los mil días (1900) que dejó 100 mil muertos en un pequeño país, reincidiendo con la violencia de los años 50 que ocasiono entre 400 y 500 mil muertos, hasta la reciente y prolongada conflagración (50 años) que ha dejado destrucción, muerte, masacres, desplazamientos, atropellos generalizados de los derechos humanos, exterminio de partidos políticos, magnicidios de alto impacto, abusos, corrupción y arbitrariedad de las capas dominantes.
 
Colombia vive en lo más profundo de su esencia el trauma de la guerra y la violencia atroz.
 
Santos llegó a la Presidencia con la determinación íntima y fundamental de buscar la paz mediante el diálogo con la guerrilla de las Farc. Dio todos los pasos necesarios en esa dirección. Adelanto encuentros con los delegados de la insurgencia y formalizó un acuerdo para establecer consensos suficientes sobre temas esenciales. Aspectos agrarios, políticos, de drogas, de víctimas y del fin del conflicto. Se creó una Mesa en La Habana y la misma ha hecho su tarea de manera impecable alcanzando resultados descomunales. Impensables en otro momento. Es la primera vez que el Estado y la guerrilla avanzan tanto. En intentos anteriores todo fracaso y el efecto ha sido demoledor para toda la sociedad al mantenerse la confrontación.
 
Los que pelechan con la violencia han sido francotiradores del proceso. Lo han saboteado de múltiples formas. El campeón de la cizaña es Uribe Vélez. Es una escoria política que vive del odio, la intriga y manipulación. Tiene un candidato de bolsillo, Zuluaga, que repite sin chistar las prácticas y procedimientos fraudulentos de su capataz. Quieren regresar al poder para destruir lo alcanzado por Santos y para profundizar toda la estela de arbitrariedad y abusos practicados en ocho largos años (2002-2010) de desenfreno fascista y militaroide.
 
Este domingo hay que ir en multitud a votar por la paz y contra la guerra.
 
Hay que decidir en ese dilema de la paz o la guerra. El voto en blanco, la abstención o la anulación del sufragio favorece a los violentos de la ultraderecha. Es colocarse del lado de la locura y la irracionalidad política de los reaccionarios de la parapolítica.
 
Decir, como lo afirma el senador Robledo/Moir, que da igual cualquiera es de una torpeza infinita. Resume infantilismo, vanidad y cálculo politiquero. Queda en la picota pública, acompañando los señores de la guerra, la sangre y el crimen. Son de esos errores que la historia nunca perdona y los cobrara a cada momento.
 
https://www.alainet.org/pt/node/86261?language=es

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